viernes, 29 de noviembre de 2019

Día del Vestido, 21 de noviembre y Día de la Moda, 24 de abril - Antropología del vestido y Sociología de la moda



Antropología de la ropa interior femenina

El erotismo, el fetichismo y el pudor, o la ausencia de tal, a través de la ropa interior femenina, son motivo de un libro de Anabella Loy y Daniel Vidart, que aborda el tema de la lencería con una mirada antropológica. "Cuerpo vestido, cuerpo desvestido. Antropología de la ropa interior femenina", está editado por Banda Oriental.


El libro de Anabella Loy y Daniel Vidart analiza el tema de la ropa interior femenina, contemplada desde el punto de vista antropológico. Y al decir “antropológico” se recurre a la comparación entre culturas, a costumbres alejadas de las nuestras en el espacio y en el tiempo. También se practica un corte dentro de la sociedad que nos es propia, dividida en clases sociales, cada una con sus características, usos, preferencias e ideales referidos a este tipo de prendas.


Pero no se trata únicamente una historia o descripción de la indumentaria íntima que las mujeres utilizan o utilizaron a lo largo del tiempo.



El presente estudio tiene en cuenta aspectos físicos, relacionados con la conformación del cuerpo humano, y aspectos culturales, atinentes a sus modificaciones tanto definitivas como transitorias.

Todas las culturas han manipulado su cuerpo en función de criterios variables que apuntan a algo tan diverso e inasible como es el logro de la “belleza”.

Se analiza la ropa interior como una cobertura del cuerpo, como una mediación entre la anatomía femenina y el mundo exterior. De tal modo, la lencería tiene una función similar a la de cualquier tipo de adorno, ya se trate de la modificación intencional de dicho cuerpo, del peinado, del vestido en general, de la pintura corporal, del piercing, del tatuaje, la escarificación, la mutilación, el body art, la cirugía estética, etc., temas que los autores estudian en profundidad utilizando una adecuada documentación.

Se menciona también, en el contexto de la cultura de masas, el tema de la propaganda que coloca a la mujer en el lugar de un “objeto”. El papel fundamental de la moda, analizada desde la disciplina de los autores, no está ausente en el desarrollo de esta investigación.






Se introducen temas tales como el erotismo –concebido como juego y en el cual la ropa interior tiene un desempeño importante-, el fetichismo, el pudor, cuya ubicuidad varía en función de tiempo y lugar, las supersticiones ligadas a la lencería, etc.

Las experiencias de cincuenta mujeres que respondieron el cuestionario solicitado por los autores le aportan a este libro un conjunto de claves sobre lo que algunas uruguayas sienten cuando utilizan ropa interior con fines eróticos, así como en cuanto a sus preferencias.

Se estudian las distintas zonas del cuerpo de la mujer y su significado en diversas sociedades, realizando las comparaciones pertinentes.

Al hablar de las prendas femeninas, no se adopta el punto de vista del diseño sino el del tratamiento simbólico, es decir, la significación cultural de la prenda asociada con la del cuerpo. La valoración erótica que se le otorga tanto al busto como a las nalgas en Occidente puede aportarnos pistas acerca del rol de la mujer como ser corpóreo dentro de nuestra tradición cultural. De este modo se analiza la anatomía femenina, relacionando sus zonas y las distintas prendas que la cubren a través de un diálogo del cuerpo con su vestimenta íntima, de la urdimbre con su trama.

Un extenso capítulo apunta a las formas, modelos e ideales del cuerpo femenino en distintas épocas y culturas, confirmando el eterno diálogo entablado entre la historia y la geografía, entre el objeto y la mirada.

Merece especial atención también la minusvalía cultural a la que ha sido sometida la mujer a lo largo del tiempo, ofreciendo una particular antología de las despectivas opiniones de pensadores y personajes representativos.

Filósofos, poetas y hombres de fé son citados aquí, conformando una denuncia de los excesos derivados de la dominación secular padecida por la mujer en las religiones monoteístas, donde el dios varón del patriarcado ha sustituido a la diosa madre del matriarcado.


Una breve pero sustanciosa historia de los textiles permite contextualizar el tipo de materiales con los que se han confeccionado las prendas aludidas en el libro. La tecnología, la economía, la sociedad, los ideales del cuerpo y la función de la mujer en nuestra tradición están íntimamente vinculados, y el texto analiza estos fascinantes cruces entre naturaleza y cultura.

Numerosas ilustraciones tanto en color como en blanco y negro corroboran los distintos aspectos tratados en los capítulos del libro.





El 24 de abril se celebra el “Fashion Revolution Day”, una acción mundial que tiene como objetivo hacer un llamamiento a la transparencia y sostenibilidad tanto a la industria textil y como a los consumidores, recordando el trágico suceso ocurrido el año pasado en Bangladesh, cuando el complejo de la fábrica textil Rana Plaza se derrumbó, matando a 1.133 personas y dejando a otras tantas heridas de gravedad.

No es por casualidad que fuera la catástrofe en Bangladesh, uno de los países más pobres del mundo (con un PIB per cápita de 2.000 dólares) al ser la sede de las fábricas de muchas de las marcas textiles más famosas del mundo que consumimos habitualmente, donde la tragedia recuerda las condiciones de hacinamiento que padecían y padecen los trabajadores de la fabricas textiles tanto en Bangladesh, India, Turquía y en muchos otros países, obligados a trabajar largas jornadas laborales sin descansos, con unas condiciones ínfimas de seguridad laboral que ya afloraron a los medio de comunicación, después de la grave tragedia.

Apunté el 24 de abril para la movilización ciudadana, este evento se realizará de manera simultánea en más de cuarenta países, uniéndose todos en un acto simbólico soltando al aire 1.133 globos blancos en memoria de las víctimas del Rana Plaza, para recordarlos y hacernos reflexionar acerca del origen de las prendas que vestimos. Tal y como comenta Gema Gómez, CEO de Slow Fashion Spain, la plataforma de moda sostenible encargada de coordinar el Fashion Revolution Day en España:

“Si al ir a comprar una prenda tuviéramos un flashback del camino de la misma hasta llegar hasta nuestras manos, el 99,9% de las veces la dejaríamos en el perchero de nuevo. Nos han engañado diciéndonos que podemos comprar lo que queramos sin que ello cause impacto en las vidas de los seres humanos y no es cierto.”

El Día de la Revolución de la Moda – Fashion Revolution Day, nació de la mano de Carry Somers, pionera empresaria en comercio justo y  moda ética en el Reino Unido, como una llamada a convertirse en un día importante en el calendario de la moda mundial. El “Día de la Revolución de la moda” busca convertirse en el catalizador que reúna a todos aquellos que quieren ver un cambio verdadero dentro de la industria textil global, para que se erradique, de una vez por todas, la explotación laboral que sufren los trabajadoras y trabajadores del sector textil, en muchas regiones del mundo, debido a  la externalización de la producción del mundo de la moda, buscando siempre el ahorro de costes “al precio que sea”.





El imperio de lo efímero.
La moda y su destino en las sociedades modernas
Gilles Lipovetsky

Entre la intelectualidad el tema de la moda no se lleva. Es un fenómeno destacable que mientras la moda no cesa de acelerar su normativa escurridiza, de invadir nuevas esferas, de atraer a su órbita a todas las capas sociales, a todos los grupos de edad, deja indiferentes a aquellos cuya vocación es explicar los resortes y funcionamiento de las sociedades modernas. La moda es celebrada en el museo y relegada al trastero de las preocupaciones intelectuales reales: está en todas partes, en la calle, en la industria y en los media, pero no ocupa ningún lugar en la interrogación teórica de las mentes pensantes. Esfera ontológica y socialmente inferior, no merece la investigación científica; cuestión superficial, desanima la aproximación conceptual. La moda provoca el reflejo crítico antes que el estudio objetivo, se la evoca para fustigarla, marcar distancias, deplorar la estupidez de los hombres y lo viciado de sus asuntos: la moda son siempre los demás. Estamos sobreinformados por crónicas periodísticas y subdesarrollados en materia de inteligencia histórica y social del fenómeno. A la plétora de revistas responde el silencio de la intelligentsia; la comunidad erudita se caracteriza menos por «el olvido del Ser» que por el olvido de la moda como locura del artificio y nueva arquitectura de las democracias.

Las obras dedicadas al tema son numerosas. Disponemos de magistrales historias del vestido, no faltan ni precisas monografías sobre los oficios y los creadores de moda, ni datos estadísticos sobre las producciones y los consumos, ni estudios históricos y sociológicos sobre las variaciones de los gustos y los estilos. Riqueza bibliográfica e iconográfica que sin embargo no debe ocultar lo más importante: la crisis profunda, general y en gran parte inconsciente en que en realidad se encuentra inmersa la comprensión global del fenómeno.

Situación casi única en el universo de la reflexión especulativa, he aquí una cuestión que no origina ninguna batalla problemática verdadera, ninguna disensión teórica mayor, una cuestión que, de hecho, realiza la hazaña de unificar casi todas las opiniones. Desde hace un siglo es como si grosso modo el enigma de la moda estuviera regulado; nada de guerras de interpretación fundamental, la corporación pensante, en un hermoso impulso unificado, ha adoptado sobre el tema un credo común: la versatilidad de la moda encuentra su lugar y su verdad última en la existencia de las rivalidades de clase, en las luchas de competencia por el prestigio que enfrentan a las diferentes capas y fracciones del cuerpo social. Este consenso de fondo permite, por supuesto según los teóricos, matices interpretativos, ligeras desviaciones, pero, apenas con algunas variantes, la lógica inconstante de la moda así como sus diversas manifestaciones son invariablemente explicadas a partir de fenómenos de estratificación social y de estrategias mundanas de distinción honorífica. En ningún otro terreno el conocimiento erudito Se ha instalado hasta tal punto en la tranquila machaconería, en la razón perezosa, explotando la misma receta marco. La moda se ha convertido en un problema vacío de pasiones y de compromisos teóricos, en un pseudoproblema cuyas respuestas y razones son conocidas de antemano; el caprichoso reino de la fantasía no ha conseguido provocar más que la pobreza y la monotonía del concepto.

Hay que volver a dinamizar, promover de nuevo la interrogación sobre la moda, objeto fútil, fugitivo, «contradictorio» por excelencia pero que, por ese mismo motivo, debería estimular tanto más la razón teórica. La opacidad del fenómeno, su rareza, su originalidad histórica, son considerables: ¿cómo una institución esencialmente estructurada por lo efímero y la fantasía estética ha podido conseguir un lugar en la historia humana? ¿Por qué en Occidente y no en otra parte? ¿Cómo la edad del dominio técnico, del reconocimiento del mundo, puede, al mismo tiempo, ser la del desatino de la moda? ¿Cómo interpretar y explicar la movilidad frivola erigida en sistema permanente? Situada en la inmensa duración de la vida de las sociedades, la moda no puede ser identificada con la simple manifestación de las pasiones vanidosas o distintivas, sino que se convierte en una institución excepcional, altamente problemática, una realidad sociohistórica característica de Occidente y de la propia modernidad.

Desde ese punto de vista, la moda no es tanto signo de ambiciones de clase como salida del mundo de la tradición; es uno de los espejos donde se ve lo que constituye nuestro destino histórico más singular: la negación del poder inmemorial del pasado tradicional, la fiebre moderna de las novedades, la celebración del presente social.

El esquema de la distinción social, que se impone como la clave soberana de la inteligibilidad de la moda, tanto en la esfera del vestido como en la de los objetos y la cultura moderna, es fundamentalmente incapaz de explicar lo más significativo: la lógica de la inconstancia, las grandes mutaciones organizativas y estéticas de la moda. Esta es la idea que está en la base de la reinterpretación global que proponemos. Retomando a coro la cantinela de la distinción social, la razón teórica ha considerado principal motor de la moda lo que en realidad ha sido su aprehensión inmediata y común; ha seguido siendo prisionera de la razan vivida de los actores sociales, ha colocado como origen lo que no es más que una de las funciones sociales de la moda.

Esta asimilación del origen a la función se halla en la base de la extraordinaria simplificación que caracteriza las explicaciones genealógicas de la «invención» y las transformaciones de la moda en Occidente. Especie de inconsciente epistemológico del discurso sobre la moda, la problemática de la distinción se ha convertido en un obstáculo para la comprensión histórica del fenómeno, obstáculo que va acompañado de un ostensible juego de volutas conceptuales destinado a ocultar la indigencia de la propuesta erudita. Se impone un lifiing teórico; ha llegado el momento de rescatar los análisis de la moda de la artillería pesada de las clases sociales, de la dialéctica de la distinción y de las pretensiones clasistas. A contrapié del imperialismo de los esquemas de la lucha simbólica de clases, hemos mostrado que, en la historia de la moda, los valores y las significaciones culturales modernas, dignificando en particular lo Nuevo y la expresión de la individualidad humana, han desempeñado un papel preponderante, son los que hicieron posible el nacimiento y el establecimiento del sistema de la moda en la tardía Edad Media, los que han contribuido a dibujar, de manera insospechada, las grandes etapas de su camino histórico. Lo que se va a exponer es una historia de la moda, historia conceptual y problemática, guiada no por la voluntad de relatar los inagotables contenidos, sino por la de plantear una interpretación general del fenómeno y sus metamorfosis en un amplio plazo de tiempo. No la historia cronológica de los estilos y las mundanidades elegantes sino los grandes momentos, las grandes estructuras, los puntos de inflexión organizativos, estéticos, sociológicos, que han determinado el recorrido plurisecular de la moda. Se ha optado deliberadamente por la inteligibilidad del conjunto en detrimento de los análisis de detalle: lo que más nos falta no son conocimientos concretos sino el sentido global, la economía profunda de la dinámica de la moda. Este libro se ha escrito con una doble intención. Por una parte comprender el surgimiento de la moda al final de la Edad Media así como las líneas maestras de su evolución en el tiempo.


Para ello, con el fin de evitar las generalizaciones psicosociológicas sobre la moda, pobres en comprensión histórica, y con la intención de no caer en la trampa de los grandes paralelismos, múltiples pero demasiado a menudo artificiales, hemos preferido ceñirnos a un objeto relativamente homogéneo, el más significativo del fenómeno: el ornato indumentario, el terreno arquetípico de la moda. Por otra parte, comprender el auge de la moda en las sociedades contemporáneas, el lugar central, inédito, que ocupa en las democracias comprometidas con la vía del consumo y la comunicación de masas. El hecho capital de nuestras sociedades, que ha contribuido no poco al proyecto de emprender este libro, es precisamente la extraordinaria generalización de la moda, la extensión de la forma moda a esferas anteriormente externas a su proceso, el advenimiento de una sociedad reestructurada en todos sus aspectos por la seducción y lo efímero, por la lógica misma de la moda. De ahí la desigual composición de esta obra, medida con el rasero del tiempo histórico.

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G miradas multiples



29 de Noviembre del 2019













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