Seamos realistas. La movilización del pasado sábado 16 de
noviembre habiendo sido importante distó bastante de ser la megamarcha que los
organizadores habrían tenido en mente. Con millón y medio de personas en la
calle como el 11 de abril de 2002 la posibilidad de ejercer presión
determinante es mucho mas alta que con la concurrencia lograda en esta ocasión.
Razones y explicaciones sobran: cansancio de la gente, desmotivación, desunión
entre los convocantes, justificados temores de la gente ante las reiteradas y
brutales represiones escenificadas en otras marchas y , no olvidarse, mas de
cinco millones de emigrados de los cuales una sustancial mayoría hubiera
engrosado las filas de quienes tienen una y mil razones para protestar.
Poco sirvió la reiterada y oportuna invocación para
emular la gesta boliviana que tuvo lugar apenas días antes. El lamentable
espectáculo de las agendas personales, el egoísmo político, la traición
protagonizada por fracciones políticas de escasísima representación que se
prestan para servir de comparsa a un régimen cuya estrategia es la mentira
desenfadada y constante cobraron su precio.
Tampoco acompañamos a aquellos que desde diversos
escenarios –preferiblemente el teclado- se niegan a marchar y sólo promueven
soluciones de tipo final y definitivo cuando carecen de la fuerza y apoyo suficientes
para obtener sus propósito por mas loables y compartidos que sean.
Apoyamos –por ahora- al presidente Guaidó en cuya buena
fe confiamos y cuyo arrojo personal admiramos. Guste o no, Guaidó es la figura
política con mayor aceptación popular en todas las encuestas de opinión que se
adelantan. Apoyamos y admiramos el sacrificio humano de muchos otros –en su
mayoría jóvenes- que desde la cárcel o el exilio sostienen la lucha con
denodado esfuerzo.
Sin embargo la evolución de las condiciones nacionales se
expresa hoy día en un escenario que no es el mismo del 2002 ni el de la
revuelta estudiantil del 2008 o las sangrientas movilizaciones del 2016 y 2017
lo cual nos arroja la enseñanza de que con las mismas estrategias no se
obtendrán diferentes resultados. Quien esto escribe no es un estratega
político como para recomendar el camino a seguir pero sí es un ya
veterano observador y estudioso de los acontecimientos que concluye que debe
haber un cambio de estrategia y eventualmente de táctica siendo totalmente
evidente que lo primero que hay que hacer es ampliar el panorama del activismo
reduciéndoselo a los partidos políticos y transfiriéndoselo a la sociedad civil
definida en los mas amplios términos.
Para facilitar esa transferencia se precisa que los
tradicionales actores del poder político den mas margen de maniobra a Guaidó
liberándolo de la camisa de fuerza que le tienen calzada los partidos que
dominan en la Asamblea Nacional. Se precisa también que la “generación de
relevo” que es la que viene aportando los muertos, los torturados y los presos
tenga la amplitud necesaria para entender que ellos son los conductores
naturales del proceso de transición, no los dueños del mismo. Se reconoce
el sacrificio y el coraje pero se nota la falta de experiencia.
En la hora mas dramática de la Alemania nazi vencida en
el campo de batalla tras la II Guerra Mundial fue Konrad Adenauer, con mas de
setenta años de edad ,quien dio inicio al milagro alemán de la recuperación
económica y política o Alcide de Gasperi y Robert Schuman quienes con
casi setenta condujeron a la recuperación de Italia y Francia sumidas en la
destrucción y el caos. Pareciera que las canas -para políticos,
científicos, profesionales, empresarios, etc. son un pasivo
insalvable siquiera para ofrecer sin interés subalterno, a los que
deciden , la experiencia acumulada en bastantes luchas no todas invariablemente
exitosas pero sí aleccionadoras.
A quienes aun sueñan con una intervención militar
extranjera ya sea por la via del TIAR, el 187.11 o cualquier otro esquema favor
quítense eso de la cabeza. Trump está en su campaña por la reelección,
Duque está sumamente debilitado, Bolsonaro se ha enredado en sus inagotables
disputas internas, Macri está de salida, Piñera está super enredado y
hasta Superman se ha jubilado. Se pide a los que saben que
inventen algo que incluya tal vez alguna de las estrategias ya ensayadas pero
que incorpore innovaciones cuya elucubración y organización sea el resultado
del esfuerzo e ingenio colectivo. Vea usted a Volodimir Zelensky, presidente de
Ucrania quien a sus cuarenta y un años de edad pasó de ser un cómico de la
televisión que parodiaba al presidente de su país a ser él mismo el
actual y hasta ahora respetado jefe del Estado jugando papel central en
las relaciones Este-Oeste.
El nacional
Digalo ahi digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario