Las campañas electorales
tienden espontáneamente hacia el caos. Y el desorden lleva casi inevitablemente
a la derrota. El único antídoto eficaz es el método.
¿Puedes derrotar a una
dictadura con un rumor?
Ese era el tema de nuestra
conversación aquella noche de 1978 en una esquina de Montevideo. Desde hacía 5
años Uruguay vivía una dictadura cívico-militar que parecía estar allí desde
siempre y para siempre. No lo sabíamos, claro, pero todavía faltaban 7 años más
para recuperar la democracia.
Néstor estudiaba
arquitectura y yo estudiaba psicología. Aquella noche estábamos parados a mitad
de camino entre las dos pensiones estudiantiles en las que vivía cada uno de
nosotros. Hablábamos en voz baja, sabiendo que la dictadura tenía oídos en
todas partes.
La conversación se había
desplegado a partir de una lectura reciente que nos había impactado: la novela
El recurso del método, del cubano Alejo Carpentier. Y partiendo del texto de
Carpentier habíamos desembocado en una idea obsesiva: derrocar a la dictadura
uruguaya con el método de instalar un rumor poderoso que la destruyera.
Estábamos equivocados,
claro. Los años siguientes nos demostrarían que el camino hacia la democracia
sería mucho más largo, más duro y más complejo que nuestros sueños.
Pero había un pequeño grano
de verdad en aquella conversación. No tenía que ver con el rumor, pero sí con
el método. Porque para lograr cualquier objetivo político se necesita método.
¿Tienes una mente metódica?
Los cinco rasgos básicos de
personalidad que pueden caracterizar a cualquier ser humano son la energía, el
neuroticismo, la amabilidad, la apertura mental y la escrupulosidad.
El quinto rasgo,
escrupulosidad, es el que identifica a las mentes metódicas. Cuando este rasgo
es predominante, entonces la persona es metódica, detallista, organizada,
responsable y minuciosa.
¿Cómo puedes saber si tienes
una mente metódica?
Para determinarlo con
exactitud tendría que aplicarte un test, claro está. Pero de todos modos puedes
tener una visión bastante aproximada con una auto-observación sincera.
Te ayudo para ello con una
breve descripción de la personalidad escrupulosa o metódica. Léela, analízate y
concluye si encajas o no en el perfil.
Una persona metódica se
preocupa mucho por el trabajo y por las tareas que tiene que realizar. Le gusta
planificar lo que hará, y luego trata de ceñirse a esos planes y de ejecutar
esas tareas con precisión. Es alguien muy fiable, a quien se le puede
encomendar algo con la certeza de que lo va a cumplir de la mejor manera
(inclusive sin necesidad de una supervisión constante). Es una persona que no
deja las cosas a medias y que además es exigente consigo misma y con los demás.
Le gusta ordenar, acomodar, clasificar, colocar las cosas en su lugar.
Con la breve descripción
anterior ya es suficiente para que veas si estás dentro de esta categoría de
personas. Si tu personalidad no coincide con este perfil no tienes por qué
preocuparte. Seguramente tendrás otro rasgo predominante de personalidad que te
dará otras posibilidades. Pero si tu perfil coincide con la descripción,
entonces seguramente eres una persona metódica.
En definitiva: si el perfil
anterior te describe y además trabajas en vinculación con la política, eso
implica que tendrás una ventaja comparativa interesante a la hora de las
campañas electorales. Esa ventaja será que para todo tendrás un método.
¿Por qué es ventajoso tener
un método?
Porque cuando tienes un
método sabes siempre a dónde vas. Y algo más importante aún: porque sabes
siempre cuál es el camino para llegar a tu meta. Y cuando no lo sabes, pues
estudias e investigas hasta que logras saberlo.
¿Cómo aplicas tu mente
metódica a la política?
Ya sabes que las campañas
políticas casi siempre se estrellan en medio del desorden, la confusión y el
caos. Lo cual nos lleva a considerar la otra cara de la moneda: las campañas
electorales ganadoras son siempre metódicas.
No se trata de que todas las
campañas electorales metódicas sean ganadoras sino de que todas las campañas
electorales ganadoras sí que son metódicas.
O sea que se trata de una
cualidad imprescindible, aunque por supuesto no alcanza solo con ella. De hecho
se necesitan también otras cualidades vinculadas a los candidatos, al equipo de
campaña, a la coyuntura actual y al contexto político, económico y cultural en
el que se produce la elección.
Las mentes metódicas son
vitales para cualquier campaña. Y hay que saber cuándo, dónde y cómo aplicarlas.
Esto implica cuatro asuntos básicos:
La meticulosidad del método
hay que aplicarla en primer lugar en la investigación pre-electoral. Si la
investigación falla hará que falle toda la campaña, razón suficiente para ser
preciso en cuanto a qué factores investigar y cómo investigarlos.
En segundo lugar esa
meticulosidad hay que aplicarla en el diseño de la estrategia. El terreno
estratégico es siempre uno de los máximos secretos de la victoria electoral, y
por supuesto demanda mucha puntería y exactitud.
En tercer lugar esa
meticulosidad hay que aplicarla en la ejecución, en la puesta en práctica de la
estrategia. Suele ser todo un desafío ya que las campañas brindan tantos
estímulos a cada instante que los equipos que las comandan se enfrentan a una
innumerable cantidad de oportunidades para apartarse de los lineamientos
estratégicos. Apartamientos que más temprano que tarde conducen a la derrota,
por supuesto.
Y en cuarto lugar esa
meticulosidad hay que aplicarla a la evaluación permanente de la marcha de la
campaña. Los candidatos siempre se ven rodeados por una cámara de eco que les
dice que todo va bien, pero eso es tan tranquilizador como peligroso. Por eso
el equipo de campaña debe evaluar de modo sistemático y permanente, observando
el proceso electoral con la máxima objetividad.
La metodología es pues
indispensable para investigar, para diseñar la estrategia, para ponerla en
práctica y para evaluar.
¿Perdemos la espontaneidad
con tanto método?
Podría pensarse que
demasiado método significa rigidez e incapacidad para adaptarse a los cambios.
Lo cual deja la puerta abierta para pensar que es preferible dejar que la
espontaneidad y la intuición lideren las campañas.
Pero la espontaneidad y la
intuición tienen su propio lugar dentro de las campañas, dentro de la política
y dentro de la vida misma. Y ese lugar no es precisamente el de la
investigación, la estrategia y la evaluación. Esos son terrenos para ser
precisos y meticulosos. Son terrenos para ser organizados y efectivos. Son
terrenos para mentes metódicas.
Un curso para mentes
metódicas
Un ejemplo ilustrativo es el
de nuestro Curso de Experto en Psicología Política. Porque el primer target al
que convoca dicha formación es el de las mentes metódicas. No es el único, pero
es el primero. Porque lo que se brinda son procedimientos psicológicos a ser
aplicados en el mundo de la política.
Otros cursos de formación
política convocan especialmente a otros tipos de personalidad:
Algunos hacen énfasis en las
oportunidades de networking que se presentan en grandes eventos, siendo ideales
para personalidades extrovertidas. Pero en nuestro curso limitamos las plazas
para que sean grupos pequeños.
Otros subrayan las
novedades, el aprendizaje de lo más reciente que recién asoma al mercado,
siendo ideales para personalidades abiertas. Pero en nuestro curso hacemos foco
en la psicología y en su conocimiento acumulado y asentado a lo largo de los
siglos.
En ciertos casos el eje se
coloca sobre objetivos políticos en materia de bienestar público general, lo
cual los hace ideales para las personalidades en las que predomina la
amabilidad y la empatía. Pero en nuestro curso nos concentramos más bien en
explicaciones, procedimientos y estrategias.
Hay otros casos en los
cuales se privilegia lo vivencial, el aprendizaje como experiencia emocional,
algo que convoca mucho a las personalidades que se ubican entre los polos del
neuroticismo y la estabilidad emocional. Pero nuestro curso se enfoca más en la
adquisición de herramientas conceptuales para operar con mayor efectividad en
la realidad política misma.
Nuestro Curso de Experto en
Psicología Política también ofrece networking, novedades, preocupación por el
bienestar público y experiencias vivenciales. Pero el foco está en lo
metodológico. La clave reside en que las campañas electorales necesitan una muy
alta dosis de método.
El recurso del método
Quienes trabajamos en
campañas electorales sabemos que las campañas tienden hacia el caos. Esa es la
experiencia vivida por candidatos, dirigentes políticos, investigadores de
opinión pública, asesores, publicistas, consultores políticos y miembros de los
equipos de campaña.
Pero frente al caos tenemos
un recurso.
El recurso del método.
Maquiavelo& Freud
29 de Noviembre del 2019
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