Cada 40 segundos alguien
se quita la vida. Psiquiatras y psicólogos abogan por la prevención temprana
para evitar el aumento de trastornos mentales, que afecta ya a más del 20% de
los adolescentes
Los accidentes de tráfico, el suicidio y en
tercer lugar la violencia. Esas son las tres causas que más muertes provocan
en el mundo entre jóvenes varones de los 15 a los 29 años, según cifras que
maneja Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para las mujeres,
entre 15 y 29, el suicidio también es la segunda causa de muerte, después de
los problemas derivados del parto y el aborto. Si hay campañas de
concienciación para quienes conducen y a favor de la paz, las tasas tan
altas de autolesiones, suicidio y ansiedad entre menores y jóvenes han
alertado tanto a ambas organizaciones que han decidido reunirse con algunos de
los principales expertos en el mundo para abordar esta amenaza creciente en el
que fue el primer foro sobre salud mental, celebrado entre el 7 y el 9 de
noviembre en Florencia (Italia). Este evento se enmarcó en Leading Minds, una
nueva serie de conferencias para visibilizar algunos de los asuntos que más
afectan a esta población en el siglo XXI, y forma parte de las celebraciones en
torno al 30º aniversario de la Convención sobre los Derechos del
Niño del proximo 20 de noviembre.
“Demasiados niños y
jóvenes, tanto pobres como ricos, en todos los rincones del mundo, están
experimentando enfermedades mentales. Esta crisis inminente no entiende de
fronteras ni de límites. La mitad de los trastornos mentales empieza antes de
los 14 años, así que necesitamos estrategias urgentes e innovadoras para
prevenirlos, detectarlos y en caso necesario tratarlos, a una edad temprana”,
aseguraba Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef, que en la conferencia de inauguración en Florencia adelantó
que El estado mundial de la infancia 2020 se dedicará exclusivamente
a la salud mental de los más jóvenes. La depresión afecta a 264 millones de
personas en todo el mundo y más del 20% de los adolescentes sufre trastornos
mentales, según la OMS.
Alrededor del 15% de los adolescentes de países de ingresos medios y
bajos se ha planteado el suicidio
“Muy pocos niños tienen
acceso a programas que les enseñen a gestionar emociones difíciles”, afirma el
doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. “Muy pocos con
enfermedades mentales tienen acceso a los servicios que necesitan. Esto debe
cambiar”. Las tasas de profesionales de la salud mental oscilan entre menos de
2 por cada 100.000 habitantes en países de ingresos bajos y más de 70 por cada
100.000 habitantes en países de ingresos altos. Además, menos de la mitad de
los 139 países que disponen de políticas y planes de salud mental se ajustan a
las convenciones de derechos humanos.
Un suicidio cada 40
segundos
El tiempo que se emplea
en sacar dinero de un cajero o la duración de dos anuncios de televisión es lo
que tarda una persona en suicidarse: cada 40 segundos alguien se quita la vida. Unas 800.000
personas al año, más que la suma de homicidios y muertes causadas por
guerras. 40 segundos para actuar fue el título de la campaña
promovida por la OMS para el Día Mundial de la Salud Mental, que se celebró el
pasado 10 de octubre. Alrededor del 15% de los adolescentes de países de
ingresos medios y bajos se lo han planteado.
“Muchas de estas muertes
son fácilmente evitables, porque muchos de los problemas que sufren los
adolescentes se pueden prevenir”, asegura George Patton, catedrático de Salud
Mental en la Adolescencia de la Universidad de Merlbourne (Australia) y también
invitado al foro de salud mental en Florencia.
El plan de acción de la
OMS desde 2013 hasta 2020 establece el objetivo de reducir la tasa de suicidios
en un 10%, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que
establece la meta de reducirla en un tercio hasta 2030. El estigma y el tabú
siguen existiendo alrededor de este tema en concreto, y de la salud mental, en
general, y este es uno de los principales problemas a la hora de tratar
depresiones o alteraciones mentales. “El trabajo de sensibilización hay que
llevarlo más allá y apostar por una mayor educación”, explica Patton.
Más educación y mayor
conocimiento de la población es por lo que apostó Victor Ugo en Nigeria, un
país de 196 millones de habitantes, pero con solo 150 psicólogos. Este médico
doctorado en Salud Mental por la Kings College London, de 29 años, creó en
2016 la iniciativa MANI, que aconseja, asesora y escucha a personas
con trastornos mentales y depresión en Nigeria a través de Whatsapp, un
teléfono que funciona las 24 horas del día desde 2017 y una red amplia de
voluntarios. Ugo era un estudiante de medicina cuando le diagnosticaron una
depresión y su plataforma fue una respuesta a la falta de apoyo a la salud
mental en su país.
“Hay que normalizar que
se hable de depresión y problemas mentales para que la gente no sienta miedo a
la hora de buscar ayuda”, explica Ugo, otro de los expertos invitados en
Florencia. “La adolescencia es una etapa crucial en la vida de una persona. Las
consecuencias de no solventar los problemas mentales en esta época pueden
impactar negativamente en los adultos, que no podrán desarrollarán su potencial
plenamente”, asegura. Su plataforma ha ayudado a más de 15.000 personas en
Nigeria en sus más de dos años de vida.
Un joven yazidí, de 13 años, atendido en Sinjar (Irak) por Médicos sin
Fronteras, y que sufre depresión. EMILIENNE MALFATTO
Más vulnerables en
emergencias y conflictos
“Solía estar con mi
padre todo el tiempo, hasta que se enroló en un grupo armado. Me siento solo.
No voy a ningún lado, no salgo de esta habitación, no tengo amigos y me siento
triste”. Este testimonio es de un niño yazidí de 13 años [arriba en la fotografía],
otro desplazado más de esta minoría étnica en el asentamiento de Sinyar, al
noroeste de Irak, donde se atraviesa una grave crisis de salud mental y en el
que actúa Médicos sin Fronteras. Una situación de emergencia, conflicto
o el desplazamiento forzoso puede agravar la estabilidad mental de la
población, especialmente entre los jóvenes y adolescentes.
¿Cuántas personas admiten ir al dermatólogo y cuantas admiten que van al
psiquiatra o al psicólogo? La respuesta es muy diferente
CRISTINA CARREÑO,
PSIQUIATRA DE MÉDICOS SIN FRONTERAS
“Está demostrado en
todos los estudios que se han realizado desde los años noventa que la tasa de
suicidio sube un tiempo después de terremotos o emergencias naturales, además
de en los campos de refugiados, porque la población está en esa situación de incertidumbre
y desesperanza, ya que no saben qué va a pasar con ellos”, explica Cristina
Carreño García, psiquiatra y Referente de Salud Mental para Médicos sin
Fronteras (MSF).
En el pequeño pueblo de
Sinuni, donde se encuentra una buena parte de la minoría yazidí iraquí que ha
permanecido en la región, Médicos Sin Fronteras comenzó a ofrecer consultas
psiquiatricas en diciembre de 2018. En los últimos meses se han producido
un gran número de suicidios y de intentos de suicidio y, según los datos
obtenidos en las entrevistas realizadas, en el 100% de las familias encuestadas
al menos uno de sus miembros sufre algún tipo de enfermedad mental. “Si se
identifica el trastorno de manera precoz conseguimos que el tratamiento llegue
a tiempo y no haya consecuencias tan nefastas. Lo más importante es proveer a
los niños de un ambiente seguro y cubrir sus necesidades básicas, de afecto y
tolerancia, y evitar situaciones en las que están expuestos a violencia”,
explica Carreño.
Las personas y la
sociedad en general pueden tomar medidas de reducción para prevenir el suicidio
y los intentos de suicidio. Estas son algunas de las recomendaciones de la OMS:
Reducir el acceso a los
medios que facilitan el suicidio.
Pedir a los medios de
comunicación que informen de forma responsable sobre el tema.
Facilitar la
intervención en las escuelas.
Facilitar la identificación
temprana, el tratamiento y la atención de personas con trastornos mentales y de
abuso de sustancias.
Formar a los
trabajadores de la salud no especializados en la evaluación y manejo del
comportamiento suicida.
Prestar seguimiento para
personas que intentaron suicidarse y provisión de apoyo comunitario.
Fuente: OMS
Al desconocimiento de
los profesionales de las zonas en conflicto, junto a las diferencias culturales
y religiosas, se les une el tabú y el estigma que las enfermedades mentales
tienen en cada sociedad, a los que tienen que hacer frente los equipos
especiales que se trasladan a una zona de emergencia. “El tabú y el estigma van
de la mano, incluso en países desarrollados como España: ¿Cuántas personas
admiten ir al dermatólogo y cuantas admiten que van al psiquiatra o al
psicólogo? La respuesta es muy baja y diferente”, explica Carreño.
“Hay algunos lugares en
los que una psicosis se explica diciendo que esa persona ha sido poseída por
espíritus; si esta es la explicación que da esa población, tenemos que abrirles
una puerta y hacerles ver que hay una posibilidad de tratamiento alternativo al
tradicional, que ya han aplicado y que no les ha servido”, asegura la
psiquiatra que cree crucial hablar de los menores no acompañados como una población
más vulnerable, con un mayor riesgo de desarrollar un problema de salud
mental. “Cada vez se ven más casos de suicidio y hay más riesgo
de ello, ya que en su situación no tienen apoyo familiar”, sentencia.
El pais
G miradas multiples
No hay comentarios:
Publicar un comentario