No comen carnes rojas, aves, ni pescado. Mucho menos cerdo. Y cuando se les ofrece como alternativa una ensalada rusa que teníamos a mano se aseguran primero de que no tenga mayonesa, aunque sea hecha en casa. Le retiran luego la zanahoria por aquello del azúcar. Y van después a lavar la lechuga sobre la que está servida. Porque no confían en nuestra asepsia.