Ante los acontecimientos de los últimos días, que
involucran al sector opositor, a mí ya no me cabe duda: lo nuestro tiene que
ser una vaina relacionada con los astros, esto es: una determinación
astrológica, una mala estrella, una confabulación de la bóveda celeste, un
Mercurio retrógrado que se nos instaló en el destino nacional per secula
seculorum, porque de otra manera uno no se explica nuestra insistencia acabar
con nosotros mismos. Vaya -para decirlo en cubano-, que esto es obra de Plutón,
asere y de la confluencia interestelar del intergaláctico con Aries en Saturno
aquel 4 de febrero, porque no se puede entender que un país que cuenta con las
mayores reservas petroleras del planeta, con oro, hierro, coltán, ríos
caudalosos, tierras fértiles para la agricultura y la ganadería, lugares
paradisíacos para el turismo, clima de eterna primavera, esté entre los peores
del planeta en todas las mediciones de progreso.
Es como si fuese un castigo de la constelación de Cáncer,
nuestro signo regente: tendrás todas las riquezas, pero solo podrás
disfrutarlas cuando tu rumbo sea guiado por la inteligencia, mientras tanto,
cada nueva bendición que se descubra será una contribución a tu ruina (Simón
Bolívar). Es decir, pa’tras como el cangrejo.
Esto ya no es un asunto de políticos, ni de sesudos
analistas, sino de astrólogos. Claro que la primera complicación al determinar
la carta astral del país, es la de establecer la fecha exacta de nuestro
nacimiento: ¿fue el 19 de abril de 1810?, ¿fue el 5 de julio de 1811? En ambos
casos el lugar de nacimiento es Caracas. Pero si somos más acuciosos y
atendemos a la fecha de nuestra separación de la llamada Gran Colombia, tanto
la fecha de nacimiento, como el lugar cambian. Este último se traslada a
Valencia y dependiendo del criterio, la fecha de nacimiento podría ser el 6 de
mayo de 1830, cuando se instala el Congreso constituyente o el 22 de septiembre
del mismo año cuando se aprobó la nueva constitución y Páez asume la
presidencia. Como puede verse, realizar la carta astral de Venezuela es
más difícil que hacérsela a Maduro, que le gana al país en lugares y fechas de
nacimiento.
Que Mercurio esté causando estragos no es nada nuevo, el
frágil equilibrio del ecosistema del sur, da cuenta de ello con su
participación en la criminal extracción del oro. En nuestra carta astral, Urano
aparece en cuadratura con el Sol. Esta deshonesta conjunción del astro y el
planeta determina que el enchufamiento intergaláctico sea parte de nuestras
determinaciones.
La Luna, astro regente de Cáncer con Acuario, le ha dado
un perfil lunático a algunos dirigentes, mientras otros se mueven con
habilidad, como peces en el agua. ¿Y qué decir de Leo como signo regente? a
quienes muchos atribuyen la culpa de todo lo que sucede. Mientras, el Sol se
aparece a decirle a algunos líderes “no aclares que oscureces”, especialmente
en el hemiciclo estelar, donde ya no quieren a Marte, sino odiarte.
Por su lado, siempre actúa Saturno, el viejo Cronos, que
devora a sus hijos sin piedad. Desde el otro extremo del planeta, tampoco se
puede negar que Rusia y China, son emblema de la presencia de Géminis
arrebatando por igual, como si de un hueco negro en la galaxia –que nos devora–
se tratase. Gracias a ellos, el gobernante usurpador continúa su agresión, pero
de la que puede salir victorioso porque recibe un trígono de Júpiter desde
Escorpio. No es culpa suya, es su sino, diga usted si no.
Dicho más claramente: si la oposición astral a la
hegemonía solar no se pone las pilas, esta debacle va a continuar hasta que el
sol se convierta en una supernova y el big bang, cansado de expandirse, inicie
su retroceso a la pelotita primigenia.
Tal cual digital
Digalo Ahi digital
15 de Diciembre del 2019
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