La economía venezolana sobre la base del petróleo, o lo
que queda de ella, que ya había mostrado sus signos y síntomas de debilidad e
inviabilidad, ha terminado en colapsar en los últimos años, trayendo como
consecuencia una descomunal crisis, tanto económica, como social y ambiental.
Esta crisis que padece Venezuela, únicamente podrá ser
superada, de manera sostenible, resolviendo una terrible paradoja. Por un lado,
la gran mayoría de los expertos en la materia coinciden que será necesaria una
gigantesca inversión de capital, solo posible bajo un nuevo esquema económico,
y apalancado con la producción petrolera. Por otro lado, ese esfuerzo deberá
acompañarse de políticas e iniciativas que faciliten una progresiva y oportuna
transición, que impulse el desarrollo de una economía abierta, competitiva y
por supuesto, sustentable, superando la dependencia del petróleo y el modelo
rentista. Esa transición supone cambios en matrices de energía, tecnologías y
patrones de producción, orientados hacia eficiencia energética y fuentes de
bajo carbono, siguiendo la directriz de reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero un 45 % en los próximos diez años y a cero para 2050.Todo
ello en un escenario de mayor estrés climático y de escasez de recursos
naturales.
Aun bajo estas difíciles circunstancias, podemos
aprovechar esta ventana de crisis, donde nada será igual en la Venezuela que
vendrá, con la oportunidad de un enfoque distinto: la bioeconomía, una vía para
el cambio estructural, desde una perspectiva de sostenibilidad que contiene
opciones modernas para el desarrollo agrícola y rural, así como también para la
creación de empleos de calidad y nuevas cadenas de valor.
¿Qué es la bioeconomía?
Aun cuando el término bioeconomía fue creado en 1975 para
destacar el origen biológico de la economía y los riesgos del uso/abuso de los
recursos naturales, es a comienzos de este siglo cuando comienza a ser
utilizado en los discursos sobre políticas de desarrollo y sostenibilidad,
principalmente en la Unión Europea.
En términos sencillos la bioeconomía es “la rama de la
economía que implica el uso de recursos biológicos – bosques, cultivos,
animales y microorganismos – para producir comida, materiales y energía”
(BioSTEP, 2016)
Actualmente, más que una teoría o concepto, la
bioeconomía se plantea como un nuevo paradigma de desarrollo en sustitución del
actual modelo lineal de industrialización, por lo tanto, representa una opción
real para integrar el desarrollo social y económico con el cuidado del
ambiente, la descarbonización y la mitigación de los efectos del cambio
climático.
Cada país, y más particularmente, las regiones, tienen
diferentes bioeconomías, por lo tanto, la Segunda Cumbre Mundial de Bioeconomía
(Berlín, 20/4/ 2018), la definió en términos generales como:
“la producción, utilización y conservación de recursos
biológicos, incluidos los conocimientos, la ciencia, la tecnología y la
innovación relacionados, para proporcionar información, productos, procesos y
servicios en todos los sectores económicos, con el propósito de avanzar hacia
una economía sostenible”
Esta definición contiene los tres componentes
principales:
(a) los recursos biológicos, incluyendo los desechos
biomásicos
(b) el conocimiento de los principios y procesos
biológicos, y
(c) las tecnologías, tanto las “tradicionales” como las
disruptivas (digitales, físicas y biológicas)
La bioeconomía en América Latina y el Caribe
En la nueva edición del informe Perspectivas de la
agricultura y del desarrollo rural en las Américas: una mirada hacia América
Latina y el Caribe 2019-2020, elaborado por la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de
Cooperación para la Agricultura (IICA), destaca la bioeconomía como una forma
innovadora de impulsar el desarrollo rural sostenible en América Latina y el
Caribe (ALC), debido a que la región posee condiciones apropiadas (ubicación,
agua, tierra) para el desarrollo bioeconómico. De hecho, varios países
latinoamericanos están transitando el camino de la bioeconomía, sin que exista
una plataforma solida de estrategias y políticas orientadas hacia ese
propósito, lo cual ha sido posible por iniciativas del sector privado que ha
aprovechado las oportunidades que brindan los recursos biológicos de la región
(biomasa y biodiversidad), tal es el caso de Brasil y Argentina (bioenergías,
eco-intensificación, aplicaciones biotecnológicas), Costa Rica y Colombia
(servicios ecosistémicos).
El IICA define a la bioeconomía como “la utilización
intensiva de conocimientos en recursos, procesos, tecnologías y principios
biológicos para la producción sostenible de bienes y servicios en todos los
sectores de la economía” , y para su impulso ha establecido en su Plan de
Mediano Plazo 2018-2022, un programa de cooperación técnica (Programa de
Bioeconomía y Desarrollo Productivo) para apoyar a sus países miembros en:
Construir una visión del desarrollo productivo de la agricultura y de los
territorios rurales basado en la bioeconomía yØ
Fomentar la formulación e implementación de estrategias, políticas, normativas
e inversiones que permitan el pleno aprovechamiento productivo de las
potencialidades de la bioeconomía en un marco de inclusión y sostenibilidad.Ø
Acciones para el impulso de la Bioeconomía en Venezuela
Para iniciar el complejo proceso que significa la
instalación del paradigma debe constituirse el Grupo Impulsor de la Bioeconomía
en Venezuela (GIBV), el cual tiene como propósito la creación de un espacio
institucional y de un equipo multidisciplinario, con representación pública y
privada, encargado de direccionar la hoja de ruta para la construcción de las
estrategias y políticas para la promoción de la bioeconomía, en las áreas
estratégicas que a continuación se indican:
Evidencia, sensibilización y formación de capacidades: investigaciones,
estudios, talleres, seminarios y cursos para fomentar capacidades orientadas a
nuevos aprovechamientos de la bioeconomía en tomadores de decisión y actores
del sector agrícola y rural.Ø
Hojas de ruta: formulación e implementación de herramientas para la
construcción de hojas de ruta diferenciadas por país para aprovechar la
bioeconomía.Ø
Marcos políticos, regulatorios y normativos: apoyo a gestión de políticas,
normativas y estímulos de mercado que viabilicen y posibiliten nuevos usos
productivos de la bioeconomía en la agricultura y el mundo rural.Ø
Inversiones y estrategias en cadenas: apoyo al diseño e implementación de
estrategias, proyectos e inversiones para fomentar nuevos modelos de negocios
de la bioeconomía en los territorios rurales y las cadenas de valor de la
agricultura.Ø
A continuación, y a manera de guía metodología, se
transcribe La hoja de ruta para la construcción de las políticas para la
promoción de la bioeconomía, que contiene los pasos que debe seguir el GIBV
1.Construcción de un sistema bioeconómico
2.Construcción de espacios institucionales
3.Definición de la dinámica de funcionamiento del Grupo
Impulsor
4.Construcción de la agenda de trabajo del Grupo Impulsor
El primer paso, es construir un espacio formal donde
puedan converger e interactuar las personas o grupos de referencia temática
que, en los últimos años, han introducido el tema de la bioeconomía y han
desarrollado acciones en los diferentes ámbitos institucionales públicos y
privados. Una recorrida por países indica que este espacio, denominado Grupo
Impulsor de la Bioeconomía (GIB), debe integrar a mandos medios de la
administración pública que además de tener entrenamiento profesional, posean
estabilidad en puestos de trabajo asociados a Programas y/o Proyectos de
mediano plazo relacionados con la bioeconomía, estén anclados en dependencias
de la gestión gubernamental relacionada con la temática (por lo general en las
áreas de CyT, Agro, Medio Ambiente) y desarrollen contactos técnico – políticos
con otras instancias de la gestión pública y sean puntos focales con los
programas de cooperación de agencias internacionales.
El GIB tendrá como responsabilidad la construcción de un
concepto propio de la bioeconomía que permita un dialogo fluido entre
científicos, tecnólogos, empresarios, políticos y otros actores de la sociedad
civil. Además, el GIB tendrá a su cargo el análisis de las los recursos y capacidades
para el aprovechamiento de la bioeconomía tanto a nivel país como de
territorios o cadenas de valor, lo cual incluye, entre otras elementos el
análisis del estado del arte científico y tecnológico de cada uno de los temas
que integran la bioeconomía; el conocimiento de la nueva frontera científica y
tecnológica; la identificación de los desarrollos productivos de la bioeconomía
que se realizan en otras latitudes; el análisis de las limitaciones y cuellos
de botella que imponen los marcos legales vigentes –generalmente asociados a
las formas previas de “hacer las cosas”-, entre otros. Además, en esta primera
etapa el GIB deberá identificar las iniciativas que, aunque no están integradas
ni coordinadas, suman a los objetivos de la bioeconomía (ciencia y tecnología,
agricultura y ganadería, recursos naturales y ambiente, energía, salud pública,
etc.).
El segundo paso se refiere a la construcción de espacios
políticos para institucionalizar el fomento de la bioeconomía al más alto nivel
político. Esto puede ir desde la ubicación de tema en una dependencia pública
(por ejemplo, un Ministerio o una secretaría), para que desde ahí desarrolle
los acuerdos y alianzas con el resto de las instancias requeridas, hasta la
elevación del GIB a un nivel supra ministerial con mandato político formal y
estructura propia de operación. Una vez definida la institucionalización del
espacio político de la bioeconomía, es necesario construir su dinámica de
funcionamiento (tercer paso).
Una vez que se cuente con un GIB fortalecido e
institucionalizado, y que como parte de sus tareas haya trabajado en la
construcción de un concepto propio de la bioeconomía, en la identificación de
sus potencialidades para aprovecharlo y en el análisis de las iniciativas que
pueden convertirse en punto de partida, es posible avanzar en el cuarto paso:
la construcción de la agenda de trabajo, lo que permitirá no solo
instalar la bioeconomía como nuevo paradigma de desarrollo en todos los
sectores de la sociedad, sino también construir la gobernanza y las políticas
Una vez finalizados los cuatro pasos presentes en la
guía, los actores nacionales e internacionales involucrados en el desarrollo
productivo de la agricultura y los territorios rurales estarán convencidos y
sensibilizados sobre el potencial de la bioeconomía, y compartirán una visión
compartida de ésta como eje del desarrollo económico sustentable. Además,
contarán con espacios de gobernanza de la bioeconomía que irán mucho más allá
de los GIB (que involucrarán a un gran ecosistema público – privado – academia)
y con una estrategia para el desarrollo de la bioeconomía que se verá
implementada con planes de acción de corto mediano y largo plazo.
Como se mencionó al inicio, Venezuela requiere de un gran
esfuerzo sostenido para superar la crisis que ya se ha desbordado hacia otros
países de la región. Conjuntamente con esta tarea surge la favorable
oportunidad para propiciar los cambios culturales que conduzcan a la transición
de un paradigma basado en el consumo y la ineficiente utilización de los
recursos disponibles a uno que, por el contrario, asume principios y pautas más
amigables con el ambiente, cómo lo es la bioeconomía, teniendo especial
consideración el equilibrio entre la producción de alimentos, la de energía y
la de otros bioproductos.
La creación del GIBV constituye una iniciativa muy
importante para el país, que se logren diseñar estrategias, políticas,
inversiones y regulaciones que nos permitan aprovechar las potencialidades de
la bioeconomía, en un marco de inclusión y sostenibilidad. La transición
exitosa hacia la bioeconomía, requerirá de un intenso trabajo en la
capacitación y entrenamiento del recurso humano a todo nivel y de mejoras en
los mecanismos de participación social.
Bibliografía
-R. H. Aramendis, A. Rodríguez y L. F. Krieger Merico,
“Contribuciones a un gran impulso ambiental en América Latina y el Caribe:
bioeconomía” Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2018.
-A. G. Rodríguez, M. Rodrigues y O. Sotomayor, “Hacia una
bioeconomía sostenible en América Latina y el Caribe: elementos para una visión
regional”, serie Recursos Naturales y Desarrollo, N° 191 (LC/TS.2019/25),
Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2019.
-Retos y respuestas institucionales para impulsar la
bioeconomía en ALC, (Bioeconomía: Potencial y retos para su
aprovechamiento en América Latina y el Caribe, curso dictado por el IICA, 2019)
Digalo Ahi digital
15 de Diciembre del 2019
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