SIN CENSURA
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Oigo con estupor las críticas de cierto sector de la "oposición" contra la marcha del sábado porque no entiendo ese triste afán de tratar de malponer a Juan Guaidó con aseveraciones inverosímiles.
Oigo con estupor las críticas de cierto sector de la "oposición" contra la marcha del sábado porque no entiendo ese triste afán de tratar de malponer a Juan Guaidó con aseveraciones inverosímiles.
Unos dicen que "no hubo tanta gente como antes", con lo cual están admitiendo que había gente aunque, según ellos, no como ocurrió los años precedentes... Gente había, quién lo duda, diez veces más, diría yo, que en la marcha escuálida del régimen, a la que "el jefe" ni se asomó, sino que se limitó a hablarle a la 'minitud' por teléfono. ¡Válgame Dios!, este señor tiene años sin ir a un acto público en la calle, limitándose a hacerlo en espacios cerrados o a hablarle a su
gente por teléfono, como hizo el sábado, y cuando sale al volante de su potente camioneta, habla con uno que otro ciudadano con el vidrio a medio subir, pero ni de vaina se baja a estrechar manos, ¿por qué? ¡Vaya uno a saber! Cada quien es dueño de sus miedos y sus fracasos.
En cambio, uno ve a Guaidó metido en el metro, en un bus o entre la multitud como pedro por su casa o, para usar un lugarcomún más efectivo, como pez en el agua.
Ese sólo hecho debería motivar a los extraños opositores que únicamente le hacen oposición a él, a Guaidó, a darse cuenta de la torta que están poniendo, pues si en la marcha no había tanta gente como antes, es por culpa suya, porque ¡como carajo quieren multitudes si ustedes no van!
Lo peor no es eso; lo peor es que al mejor estilo del G2 cubano, mandaron a la propia marcha a un tipo con un cartel contra Guaidó porque el pobre se siente traicionado por este, no por el jefe del régimen que tiene al país en la miseria, sino traicionado por el único tipo que está moviendo a la gente, y la gente se mueve, porque a la gigantesca marcha de Caracas hay que agregarles las impresionantes manifestaciones y concentraciones en todos los estados del país.
¿O eso no cuenta?
Por supuesto, el bueno para nada quedó como lo que era, un saboreador mandado por gente que para mí, hasta prueba en contrario, están bajo sospecha, ¿saben por qué?, porque el régimen no los ataca, como hizo el viernes en la sede de Voluntad Popular Caracas, y ni siquiera los critica, sino que los avala y los impulsa, porque le hacen el juego.
Ah, una cosa que debe hacer la oposición, la verdadera oposición, es marchar solo con la bandera de Venezuela, dejando de lado las banderas partidistas porque se trata de Venezuela, del país, ensamblado en ciudadanos unidos, íntegrados en un solo objetivo: volver a la democracia, y eso se logrará con la lucha interna de todos y no, como creen ilusamente -- o convenientemente-- los críticos de oficio, con la invasión de marines que han dicho repetidamente que no van a venir.
Así fue en Bolivia donde la gente se agrupó en torno al país dejando a un lado sus banderas políticas, y en el Líbano, donde estuvieron trece días en la calle hasta lograr la dimisión del gobierno.
A esos opositores que no hacen otra cosa que criticar, sin luchar efectivamente en ninguna trinchera, a quienes el gobierno les agradece por los favores recibidos, solo quedaría decirles, con todo respeto, que las batallas no se ganan creyendo en pajaritos preñados y que es una norma del Derecho internacional que nadie puede alegar en su defensa su propia torpeza.
¡Qué vaina!, ¿no?
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28 de Noviembre del 2019
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