Cuando Florentino Quitapesares, el personaje principal de la novela
"Cantaclaro" del Maestro Don Rómulo Gallegos llegó al rancho de Juan
el Veguero con la intención de colgar un chinchorro para descansar un rato, se
encontró con que el rancho estaba abandonado y a un costado cuatro cruces de
palos rústicos. Esta deprimente visión produjo en Florentino un quiebre
espiritual de tal magnitud, que lo llevó a una profunda reflexión:
¡Se acabó Florentino Quitapesares!
“Se acabaron los amoríos, la cantadera, la contrapunteadera, los
corríos, las parrandas, los viajes sin rumbo y el patirrolismo. Hay que hacer
algo muy serio para que, en este país, un Juan el Veguero no tenga tres hijos y
una mujer y se les mueran todos de hambre y fiebre: ¡Hay que hacer algo,
Florentino Quitapesares!”
Y ese angustiante "hay que hacer algo" de Florentino
Quitapesares, no es más que la urgencia que tenemos los venezolanos para
cambiar de mentalidad. En este sentido, pareciera pedagógico recordar que a lo
largo y ancho de los 188 años que llevamos de vida republicana, se produjeron
en Venezuela 166 revueltas armadas sin incluir los golpes de estado que se
dieron en las madrugadas del siglo XX. Es decir, nos hemos acostumbrado a
dirimir nuestras contradicciones dialécticas a través de la conducta bélica. Y
esta forma de aspirar y luchar por el poder ha creado dentro de los hemisferios
cerebrales del pueblo venezolano, una especie de inconsciente colectivo que
poco a poco y lentamente nos ha traído hasta el intrincado laberinto donde
actualmente nos encontramos.
Ahora bien, por esta circunstancia y por otras muchas más, es necesario
que comencemos a limpiar nuestro inconsciente colectivo a través de una
pedagogía del cambio fundamentada sobre un proceso de metanoia progresiva que
sea capaz de hacernos modificar nuestra manera de pensar. En consecuencia,
ojalá que un día de estos demos un giro de 180 grados a través de la aplicación
de un proyecto educativo fundado en la lectura sistemática, el civismo, las
matemáticas, la historia del hombre, los idiomas, el método científico, el
trabajo creador, la labor social, los deportes, la música, el arte, los valores
morales, las ciencias experimentales, las ciencias sociales, el desarrollo de
habilidades manuales y el respeto por las leyes, con el objetivo específico de
que al egresar de la escuela secundaria o bachillerato, los jóvenes venezolanos
sean capaces de:
-Proseguir estudios universitarios.
-Incorporarse al mercado de trabajo.
-Hablar dos idiomas.
-Entender dos religiones.
-Explicar dos culturas.
-Dominar un oficio manual.
-Amar la libertad.
-Salvaguardar la democracia.
-Luchar por los derechos humanos.
-Manejar correctamente la computadora.
-Defender sus derechos constitucionales.
-Cumplir sus deberes constitucionales.
-Leer dos libros por mes.
-Practicar la convivencia.
-Dominar dos deportes.
-Interpretar dos instrumentos musicales.
-Diseñar su propia escala de valores.
-Y entre otros, elaborar su particular manera de filosofar.
Por añadidura y finalmente, para este proyecto educativo se debería solicitar asesoramiento en los ministerios para la planificación educativa de Japón, Suecia, Finlandia y Suiza.
Solo así, el drama de Juan el Veguero llegará a su final, la reflexión de Florentino Quitapesares se habrá materializado y Venezuela se convertirá en la tierra donde todo sueño será posible y hasta "el náufrago porque el tifón rompió sus velas, querrá que entierren su cuerpo cerca del mar en Venezuela"
Villa de Cura, lunes 18 de noviembre del 2019
Digalo ahi digital
28 de Noviembre del 2019
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