Entre las
recientes donaciones de pinturas del siglo XIX al Museo del Prado destaca la de
Hans Rudolf Gerstenmaier con 11 obras.
Entre las
recientes donaciones de pinturas del siglo XIX al Museo del Prado, la de Hans
Rudolf Gerstenmaier es singular no solo por su número, 11 obras, sino también
por su concentración en el arte de los últimos años del siglo XIX y principios
del XX, uno de los núcleos principales de sus amplias colecciones y la sección
final de las del Prado.
Con esta
donación, que se expone en la sala 60 del edificio Villanueva hasta el 12 de
enero de 2020, se incorporan al Prado pintores como Hermen Anglada-Camarasa, Eduardo
Chicharro, Ignacio Zuloaga y Joaquín Mir, que enriquecen el final de las
colecciones de pintura española del Museo, donde ya están representados Sorolla
y Beruete, sus estrictos contemporáneos.
Tras la
aprobación del Real Decreto de 17 de marzo de 1995, se adscribieron al Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía las obras de algunos artistas que, pese a
ser sus fechas de nacimiento anteriores a la de Picasso –el límite establecido
para separar las colecciones–, habían contribuido de forma destacada a los
inicios de la modernidad del siglo xx. Como consecuencia de un acuerdo firmado
en 2016 entre el Reina Sofía y el Prado, este puede incorporar obras de
aquellos artistas que hasta ahora estaban afectados por ese Real Decreto. Esto
le permite comenzar a mostrar así, con un verdadero sentido histórico, el final
de sus colecciones de pintura española, al convivir las obras de Ignacio
Zuloaga, Hermen Anglada-Camarasa o Eduardo Chicharro, entre otros, con las de
sus estrictos contemporáneos.
La
incorporación de artistas como Darío de Regoyos, Ignacio Zuloaga, Hermen
Anglada-Camarasa, Eduardo Chicharro, Joaquín Mir y Juan de Echevarría,
contemporáneos de Sorolla y Beruete, gracias a la generosa donación de Hans
Rudolf Gerstenmaier (Hamburgo, 1934), empresario establecido en España en 1962
y coleccionista a partir de la década siguiente, supone un enriquecimiento de
los fondos más modernos del Museo y la apertura de una nueva vía de ampliación
de sus colecciones.
¿Quién era
Hans Rudolf Gerstenmaier?
Nacido en Hamburgo
(Alemania) el 9 de septiembre de 1934, realizó allí estudios comerciales.
Trabajó inicialmente en una oficina que la prestigiosa firma suiza Brown,
Boveri & Cie, dedicada a la ingeniería eléctrica y al desarrollo de
motores, tenía en Hamburgo. Se trasladó a España en 1962 para emprender
negocios comerciales. Representó primero a la conocida firma de camiones MAN, y
consiguió después representaciones de casas alemanas de automóviles en el campo
de los recambios, con la idea de independizarse al poco tiempo. En efecto, en
1964 fundó la empresa de recambios para coches alemanes Rudolf Gerstenmaier,
que pasó a convertirse en sociedad anónima como Gerstenmaier S. A. Llegó a
contar con un volumen importante de ventas, con ciento cincuenta empleados y
treinta delegaciones en España.
La nueva
situación económica de Gerstenmaier favoreció el surgimiento y desarrollo de
una incipiente actividad coleccionista, en la que contó decisivamente su
descubrimiento del arte español. Frecuentó entonces a anticuarios, entre ellos
a Felipe Sánchez de la Fuente, casado con Beatriz Lafora, hija del conocido
marchante Juan Lafora Calatayud. En general, le sorprendió la oferta de obras
bajomedievales, renacentistas y barrocas que ofrecía el comercio madrileño.
Hacia 1970 comenzó a coleccionar pintura española de los siglos XV y XVI y,
enseguida, pintura flamenca. Un tercer ámbito de su colección lo constituyó la
pintura del siglo XIX, atraído inicialmente por la vivacidad sensorial de la
obra de Joaquín Sorolla y la riqueza de la materia de la de Hermen
Anglada-Camarasa.
En esos años desarrollaron su actividad con creciente
intensidad las casas de subastas, entre ellas algunas extranjeras de prestigio,
a cuyos remates concurrió. En su residencia de Madrid concentró la pintura más
moderna y parte de la antigua, especialmente la flamenca. Buena parte de la
escultura y de las artes decorativas las reunió en su residencia de El Boalo
(Manzanares el Real, Madrid), en la que integró elementos de arquitectura
renacentista. En 2002 vendió su empresa a una multinacional suiza y, retirado
de los negocios, se concentró en su actividad coleccionista y en la difusión de
su obra a través de numerosas exposiciones en diferentes ciudades españolas, y
también del extranjero, como Cascais (Portugal), México y Santiago de Chile.
Además de organizar esas muestras, ha colaborado generosamente con préstamos en
otras muchas, entre ellas, la monográfica dedicada a Fortuny en el Prado en
2017, para la que prestó una excelente acuarela de tema marroquí del pintor.
El Mundo
12 de Octubre del 2019
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