En este libro la ficción no existe:
No se trata de la recreación de un imaginario convertido en arcadia del
espíritu. Es el testimonio de una larga aventura donde los hombres eran lobos
del hombre. Es el testimonio de un hombre que asumió la experiencia de
perseguir por encargo, de silenciar por mandato y obediencia a quienes se
oponían a los designios del poder.
Una máscara cubrió durante diez años un pedazo de nuestra historia
política contemporánea. Un rostro sudoroso bajo esa tropical eufonía del
silencio y la muerte. Una cara que crecía en la pupila opaca de quien se
ocultaba para favorecer su violencia.
Marcos Pérez Jiménez bailó el vals de esta historia durante casi dos
duros lustros en los que la persecución y el crimen dominaron el escenario de
Venezuela.
En este libro hay un hombre que cuenta lo que hizo para sostener el
poder de ese hombrecito en Miraflores. Un hombre que lideró la tortura, el
miedo e hizo de esta experiencia una forma de vida.
No es la primera vez que Braulio Barreto se relata como ejecutor de
órdenes emanadas del corazón de la terrible Seguridad Nacional, donde era
agente. No es la primera vez que se desnuda en público para testimoniar el
infierno del cual fue protagonista, desdelas manoplas de Pérez Jiménez y Pedro
Estrada.
Este libro no es literatura:
Este libro es un acto solitario donado por la prisión. Es un gesto desde
un pequeño espacio donde purgó condena luego de la caída del dictador Marcos
Pérez Jiménez.
Este libro es el testimonio de un “esbirro” (entrecomillado porque el
mismo personaje me pidió que lo calificara de esa manera) que hacía también
labores de espionaje. Es el relato vívido de un policía del régimen
dictatorial, despojado de vocación literaria. Es un libro donde quien cuenta es
también una víctima, pero no porque él lo digo sino porque esos diez años lo
hicieron víctima de su propia obediencia.
Es también un libro que se aventura a desnudar y a destapar la
podredumbre de un lugar bastante alejado de los asuntos del espíritu. Este
libro es un pedazo de país, de ese país que un día perteneció a la muerte y al
miedo. Es el mismo país que hoy llevamos muy adentro, pero matizado por miedos
menos profundos. Es el país que siempre hemos estrenado, atornillado al olvido.
En este libro no hay poesía:
En este libro nos encontramos con aquellos venezolanos que se graduaron:
unos, de asesinos, traidores, cobardes. Otros, de cómplices, taberneros de un
régimen que aún suena sus copas en los dientes de la estupidez. También es el
país de quienes transitaron un tiempo de martirios. Es un país del asco, de muchos
sinsentidos. Un país hecho mofa y carcajada enferma.
En este libro de Braulio Barreto uno se encuentra en la herencia que
siempre nos convierte en pesadillas de nosotros mismos. Un libro para
reconocernos, para vernos en el rostro de hoy de un hombre que no ha querido
guardar silencio, porque aún los fantasmas lo llaman desde el pasado.
Braulio Barreto es un hombre que dejó el miedo colgado en el armario. En
estas páginas nos topamos con él y nos llenamos de respuestas.
Maracay, 1999 (Texto/ prólogo a la edición de Impresos Urbina)
Fuente viva 21
09 de Octrubre 2019
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