El pasado 3 de septiembre se presentó en Barcelona,
España, Telón de fondo, historias distintas de Venezuela, de Elías
Pino Iturrieta. A continuación reproducimos el texto de su presentador, el
historiador y narrador Manuel Gerardo Sánchez.
Telón de fondo es el resultado de un propósito —o más bien es un empecinamiento—
que Elías Pino Iturrieta ha defendido a lo largo de su carrera como
historiador: hacer del estudio del pasado un conocimiento potable y accesible.
La enjundia metodológica, el abigarramiento de citas a pie de página y la
seriedad del aparato crítico, ese que la disciplina histórica ha porfiado en
refinar para endomingarse de «ciencia», lejos de seducir al interesado lo
alejan de los libros. Lo ahuyentan. Por añadidura, convierten a las
historiografías en mamotretos pesados que sueltan un parpadeo antipático. La
mueca huraña que zapatea curiosidades y anestesia imaginaciones.
Sin burlar el método que exige hoy la labor de Heródoto, Telón
de fondo abjura de la aspereza del ídem e ibídem,
de los engreimientos de eruditos, de los conceptos que se vuelven fárragos y de
esa prosa abstrusa, repleta de tecnicismos y máximas pomposas, tan común en las
investigaciones académicas. Su índice reúne un rimero de petites
histoires que, junto a la precisión del dato y a la oportuna ubicación
de la fuente, no cancela el viaje en el tiempo ni reprime la ensoñación
maravillosa. Al contrario, los impulsa. Los ensayos que compila este título
publicado por Editorial Alfa pasean al lector por las geografías del pretérito,
lo hechizan con el fragor y el chisme de antaño, lo acercan a las mentalidades
que, a pesar del vestido descolorido, desfilan en las pasarelas del gerundio
—por aquello de «el pasado no pasa, se disfraza de presente»— y, por supuesto,
lo ponen en contacto con personajes y sucesos que amarillean en los crepúsculos
del olvido. Entonces, Elías Pino, con su pluma elegante y tono entretenido,
desempolva identidades y acontecimientos que se enmohecen en los archivos para
convertirlos en memoria viva. Un acto de resurrección que conjura gracias a la
palabra, única finalmente en obrar el milagro, el «levántate y anda» que
certifican las ansias de quienes, como Lázaro, buscan luz y entendimiento.
Por su hechura narrativa y la escogencia atinada de las anécdotas, los
textos que conforman Telón de fondo parecen más bien pequeñas
fabulaciones o apólogos sin moralejas. ¡Menos mal! No evangelizan. No reclutan
a fanáticos de propagandas. Son la prueba escrita de la voluntad de divulgación
ya expresada por Pino Iturrieta: «Considero que, aparte de las investigaciones
profesionales a las cuales obliga mi oficio, se debe procurar que los
conocimientos lleguen a capas amplias de destinatarios que no se acercan a los
libros destinados a la creación de entendimiento sobre el pasado desde una
perspectiva académica».
Estos breves artículos rescatan singularidades. Ponen la lupa en hechos
que la historiografía de postín desestima por preferir las convulsiones
semánticas y las riquezas interpretativas de los grandes capítulos: guerras,
emancipaciones, democracias y dictaduras, contiendas electorales y biografías
de los héroes. Desentierran nombres de gente común, anónimos sin coronas ni
charreteras, cuyas épicas se libran en el campo doméstico. Revisitan fragmentos
en apariencia aislados de la vorágine social y política en la que se inscriben.
Pero el autor nunca los divorcia de sus contextos: «Se debe procurar un
contacto con los problemas del tiempo que les correspondió, o con la sensibilidad
de los hombres de la época, con eso que algunos llaman ‘clima de opinión’, para
que se pase del solaz a la reflexión y de la lectura ligera a la solución
progresiva de un rompecabezas», aclara en los primeros párrafos. Por último, el
conjunto suelta fulguraciones que brillan dentro del grand récit de
la historia y permite que el detalle, eso que a primeras vistas luce baladí o
insignificante, guíe a un panorama más amplio y complejo.
Sí, Elías Pino distingue en las particularidades, en el tráfico de la
vida privada y en los vaivenes de lo cotidiano un tesoro informativo. Lo avalúa
y con sus herramientas teóricas desbroza caminos para la comprensión. Pero,
sobre todo, reconoce la necesidad de recurrir al pasado, su numen y objeto de
estudio, para explicar situaciones de la actualidad. De hecho, los escritos
de Telón de fondo nacen, tal como lo advierte en la
introducción, de una noticia que pellizcó su conciencia y perspicacia para
corregir las estrecheces del examen inmediato: «Los hechos del presente
requieren un nexo con hechos anteriores, no solo porque lo tienen de veras sino
también porque la mayoría de los análisis que ahora se producen de la vida
venezolana no se salen del presente, se quedan en las vivencias del día, como
si la historia comenzara con la partida de nacimiento del analista y terminara
con el acta de su defunción».
Telón de fondo descubre las
manipulaciones, argucias y tergiversaciones que, desde sus privilegios,
ventilan los poderosos en sus discursos. Algunos liberan o esclavizan. Otros no
consienten objeciones ni refunfuños e izan, como banderas, enunciados
irrefutables en detrimento de la razón y de la diversidad. Por citar un
ejemplo: la narrativa redactada después de las guerras de independencia.
Ennoblece la naturaleza de la república, encumbra a los libertadores en
recompensa de sus sacrificios, acucia la tutela y el gobierno de estos próceres
por la herida sangrante en la batalla y, por supuesto, rompe todo vínculo con
la colonia y el imperio español por considerarlo un período de oscurantismo y
maldad. Estas páginas, asimismo, destronan a falsos ídolos, señalan los vacíos
y los eventos que reclaman exégesis y reniegan de credos hasta hace poco
asumidos como dogmas. ¿A principios del siglo XIX la mayoría del pueblo llano
aupaba la causa patriota? Finalmente, quien se sumerja en estas profundidades
no encontrará remanso, sino vértigo. Se quitará los velos que ocultan miradas y
juicios. E identificará el gigantesco poder que tiene la historia —del que
abusaron Bolívar, Guzmán Blanco y Chávez— para muñir y controlar voluntades,
carencia y afectos por medio de relatos que sustituyen versiones por otras. Hay
cuentos que abolen, barren y anulan verdades.
Prodavimci
09 de Octubre del 2019
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