UN DESCUBRIMIENTO ASOMBROSO: UN ÁRBOL DE 82 METROS (COMO
UNA TORRE DE 27 PISOS)
La Amazonia todavía guarda sorpresas para los
científicos. Y conserva rincones que ningún ser humano ha pisado. El ingeniero
forestal Eric Gorgens, 36 años, lideró una expedición que acaba de confirmar en
uno de esos remotísimos rincones un descubrimiento asombroso: un árbol
de 82 metros (como una torre de 27 pisos), el más alto que los
científicos han tocado en la mayor selva tropical del mundo. Se alza en el
bosque estatal de Paru (Estado de Pará). Llegaron hasta él en lancha y a pie,
guiados por indígenas.
Allí comprobaron que no está solo, sino acompañado por
una quincena de ejemplares que superan los 70 metros. “No existían datos
de que en Amazonia hubiera árboles gigantes, lo máximo eran 60 metros.
Pero hemos hallado ejemplares de 82 metros, de 74, de 72… Y eso enciende
una luz para la ciencia”, explica por teléfono este profesor e investigador de
la universidad federal de los valles de Jequitinhonha y Mucuri.
Con troncos de entre dos y tres metros, son de la
especie Dinizia excelsa. Los midieron los escaladores, dejando caer una
cuerda desde la copa. Luego los analizaron y tomaron material genético, pero no
tuvieron tiempo de llegar hasta el gigante entre los gigantes, el árbol más
alto del que tienen indicios, de 88,5 metros. Es el doble del Cristo
redentor que corona la bahía de Río de Janeiro.
La expedición que Gorgens emprendió con un equipo de 30
personas recuerda a aquellas de los naturalistas europeos del XIX. “Fue un
viaje muy difícil porque es una región completamente aislada”,
recalca. Ni siquiera hay tribus no contactadas. Una docena de indígenas de la
comunidad de São Francisco de Iratapuru, expertos en navegación, les guiaron
durante los cinco días río arriba por el Jarí y los dos de caminata tierra
adentro. El resto eran dos escaladores, especialistas en trepar árboles
de la Amazonia para medirlos sin dañarlos, investigadores de cinco
universidades federales brasileñas, de institutos públicos de investigación, de
Cambridge, Oxford, dos bomberos militares y un equipo del canal de televisión
Globo.
En lo alto de un gigante de la Amazonia. RAFAEL
ALEIXO E TIAGO CAPELLE, DE LA EXPEDICIÓN JARÍ-PARU.
Fueron diez días de agosto en los que estuvieron
completamente incomunicados. Solo al salir del frondoso bosque amazónico
supieron que el mundo había descubierto con horror, gracias al presidente
francés y al G7, los incendios que devoran la Amazonia y otros
rincones de rica biodiversidad en Brasil. Frontiers in Ecology publicó los
resultados de esta investigación.
Gorgens sabe que el árbol de los 88,5 está ahí porque
este “santuario de árboles gigantes” fue detectado con un medidor de láser
acoplado a una avioneta Cessna que hacía sobrevuelos para otra investigación:
calcular la biomasa de la Amazonia, medir cuánto pesa la vegetación, dato
clave para saber por ejemplo cuánto carbono almacena.
Porque, aunque desde el
aire la Amazonia pueda parecer una alfombra de musgo, bajo esas copas
esta región mayor que toda la UE alberga una inmensa variedad de
vegetación. Aquellos 800 sobrevuelos localizaron una llamativa concentración de
árboles altísimos en el parque de Paru. Y allá se fueron, a confirmar lo que
los sistemas remotos anunciaban.
Más allá de los récords, Gorgens explica que el
descubrimiento es importante porque los árboles gigantes abren una nueva
perspectiva para entender mejor cómo actúa el bosque tropical en la dinámica
global del carbono y la biodiversidad. “Un solo árbol gigante puede acumular
tanto carbono como 500 árboles normales”, detalla. Los científicos calculan
que la Amazonia almacena el 17% del stock mundial de carbono. Ahora
el desafío es saber qué propició tantos ejemplares de semejante altura. La
distancia y estar en un área de conservación legalmente protegida han sido
factores importantes, destaca. Por eso el brasileño considera esencial la
supervivencia y ampliación de estos espacios.
Investigadores de los árboles gigantes de la
Amazonia RAFAEL ALEIXO E TIAGO CAPELLE, DE LA EXPEDICIÓN JARÍ-PARU
Mientras Gorgens hablaba con este diario sobre su
expedición, millones de adolescentes marchaban por ciudades de todo el mundo
para exigir a los adultos que escuchen a científicos como este brasileño y
tomen medidas contundentes contra la crisis climática porque no hay planeta B.
Él está encantado con este despertar de los adolescentes y destaca que la
creciente preocupación con el calentamiento global indica que “nuestras
investigaciones no están desconectadas de la ciudadanía”.
La expedición del Jarí-Paru fue posible gracias a varios
elementos que la política medioambiental de Jair Bolsonaro ha puesto
en grave riesgo con el tijeretazo a los fondos públicos para investigación, la
congelación del Fondo Amazonia, que pagan Noruega y Alemania, o la campaña de
descrédito contra el organismo oficial que mide la deforestación, el instituto
Nacional de Investigación Espacial (INPE). Tras esta primera incursión, los
investigadores quieren regresar a la zona en busca del gigante entre los
gigantes. Sus 88,5 metros son un récord amazónico. El mundial es una
secoya en Estados Unidos de 115,7 metros (38 pisos). El tropical es
un Shorea faguetiana de 100,8 metros en Malasia.
La Tierra en Rotacion
El Pais
08 de Octubre del 2019
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