Sin
ese dato sería imposible entender el impacto que tuvo el gobierno de Chávez
sobre la sociedad venezolana. Los años siguientes fueron intermitentes en
términos del crecimiento económico, lo cierto que esa bonanza no sirvió para
sustentar el desarrollo de la economía nacional a largo plazo, por el
contrario, sentó las bases de la debacle vivida en estos momentos, iniciada en
el 2013 con la llegada de Maduro.
Ante
la hambruna desatada en el País en estos momentos de inicio escolar, que afecta
la deserción escolar en todos los niveles, el Tirano propone la entrega de un
millón de gallinas en todos los liceos, para que “pongan sus poneduras en los
comedores”. Señalo que “en toda escuela y liceo debe haber un huerto, debemos
aprovechar esos espacios para producir”. Insinuando de forma maliciosa que las
escuelas podrían autosustentarse en el aspecto alimenticio. Una aseveración que
expone el desprecio que la Tiranía le tiene a la educación, conocen las cifras
de deserción estudiantil y de la planta profesoral, empleados y obreros. Ante
esa realidad ofrecen propuestas fantasiosas, mentirosas y carentes de todo
soporte creíble.
La
construcción del socialismo del siglo XXI mucho nos ha costado, la oferta de
Maduro se cumplió: los productos alimenticios subsidiados desaparecieron, la
propiedad social se convirtió en una personal de la banda de delincuentes y
logro que más del 80 % de los venezolanos vivamos en la miseria y pobreza. La
gesta destructiva comenzó con el saqueo de los recursos petroleros, los apoyos
tanto interno como externos financiados con esos recursos llegaron a su fin,
dejando a la industria en la ruina total y absoluta. Ahora los ciudadanos
asumimos las consecuencias del desastre con colas interminables par surtir
gasolina y gas doméstico. El uso irresponsable de los ingresos provenientes del
petróleo no fue el único problema, la administración revolucionaria
destruyo la estructura de producción, llevándola de 3.5 millones de barriles
diarios a escasos 600 mil en este momento, siendo supuestamente el país con las
mayores reservas petroleras del mundo.
El
gallinero con todos sus ingredientes llegó a la mente de estos aprendices de
Tiranos, para edificar un superestado empresario interviniendo toda la
economía, asumieron al sector productivo como un enemigo que impedía el
desarrollo de su proyecto socialista, la consecuencia era predecible, destruyo
la capacidad productiva del país en todos los sectores. Acabaron con la
competencia empresarial y con los movimientos sindicales. Utilizaron recursos
fiscales para comprar fidelidades, a costo del desarrollo de la actividad
productiva privada. Convirtieron a una masa inmensa de venezolanos en
receptores de favores del Estado.
Con
la justificación de luchar contra la especulación, impusieron controles de
precios, ganancias y costos en la primera etapa a productos básicos y
medicamentos. Las consecuencias son los niveles escandalosos de escasez y
desabastecimiento que padecemos, amen de las corruptelas y burocracia derivada
de los organismos creados para la fiscalización. Los controles y la intención
de fijar todos los precios por debajo de los costos terminaron por hacer
inviable la actividad empresarial. Eso incentivó el auge del mercado negro y de
las mafias en casi todos los ámbitos productivos. Controles que, en el caso de
la divisa generó un terreno fecundo que seco las arcas de la Nación, hasta el
momento no hay responsables por el manejo delictivo de los mecanismos de
asignación de las mismas.
Con
la tesis de detener la fuga de divisas y la depreciación de la moneda, y
controlar la inflación, se impuso un control del tipo de
cambio y se limitó la adquisición de dólares a las empresas y a las personas. Además,
se crearon tipos de cambio preferenciales, que con el tiempo se hicieron mucho
más bajos en relación al mercado. Como resultado, ni se ha detenido la fuga de
capitales ni la depreciación del bolívar, ni mucho menos la inflación. La
militarización de la economía produjo desastres en la administración pública,
muchos uniformados sin competencias demostradas, pasaron a manejar áreas clave
de la política económica. La Tiranía cree que puede bajar la inflación por la
fuerza, obligando a los comerciantes a vender por debajo de sus costos, con la
amenaza de hacerlos arrestar. Las consecuencias de sus deseos lo vivimos los
ciudadanos, en este campo de concentración que han transformado a nuestro
adorado país.
No
hay política económica o propuesta elabora por estos incapaces, corruptos y
delirantes personajes, que pueda corregir los padecimientos que enfrentamos.
Desde los motores, los rubros protegidos, los bonos correctores, las zonas
geográficas de desarrollo, la Venezuela potencia y ahora los gallineros son
ilusiones que buscan distraernos y mantenernos en las catacumbas como ellos
mismo lo afirman. Condenamos a una muerte lenta, desenlace que depende de
nuestra disposición de acabar de forma definitiva con esta pesadilla. La
rebelión es un derecho y debemos asumirla con todas sus consecuencias.
gguillermorb@yahoo.com
@germanrodri
@germanoveja
Comunicacion continua
08 de Octubre del 2019
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