martes, 8 de octubre de 2019

El gallinero Revolucionario- Por German Rodriguez Bustamante


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No existe ninguna duda sobre la incapacidad de los gestores revolucionarios para administrar la economía de Venezuela. Chávez cerró su primer año de gobierno con una caída de 6% en el PIB. Tras un leve repunte en 2000 y 2001, el país entró en una profunda recesión en 2002 y 2003, con derrumbes de 8,9 y 7,8 por ciento. En el año 2004 la economía dio un salto sorprendente al crecer 18,3 puntos. El precio del barril de petróleo, se había duplicado respecto de los 20 dólares que valía en 1999, y mantendría su senda alcista hasta junio de 2008, cuando alcanzó un récord de 139 dólares. Eso le permitió a la economía bajo el régimen chavista crecer a un promedio de 10% anual hasta ese año, manteniendo sin dificultades los enormes niveles de gasto público.

Sin ese dato sería imposible entender el impacto que tuvo el gobierno de Chávez sobre la sociedad venezolana. Los años siguientes fueron intermitentes en términos del crecimiento económico, lo cierto que esa bonanza no sirvió para sustentar el desarrollo de la economía nacional a largo plazo, por el contrario, sentó las bases de la debacle vivida en estos momentos, iniciada en el 2013 con la llegada de Maduro.
Ante la hambruna desatada en el País en estos momentos de inicio escolar, que afecta la deserción escolar en todos los niveles, el Tirano propone la entrega de un millón de gallinas en todos los liceos, para que “pongan sus poneduras en los comedores”. Señalo que “en toda escuela y liceo debe haber un huerto, debemos aprovechar esos espacios para producir”. Insinuando de forma maliciosa que las escuelas podrían autosustentarse en el aspecto alimenticio. Una aseveración que expone el desprecio que la Tiranía le tiene a la educación, conocen las cifras de deserción estudiantil y de la planta profesoral, empleados y obreros. Ante esa realidad ofrecen propuestas fantasiosas, mentirosas y carentes de todo soporte creíble.
La construcción del socialismo del siglo XXI mucho nos ha costado, la oferta de Maduro se cumplió: los productos alimenticios subsidiados desaparecieron, la propiedad social se convirtió en una personal de la banda de delincuentes y logro que más del 80 % de los venezolanos vivamos en la miseria y pobreza. La gesta destructiva comenzó con el saqueo de los recursos petroleros, los apoyos tanto interno como externos financiados con esos recursos llegaron a su fin, dejando a la industria en la ruina total y absoluta. Ahora los ciudadanos asumimos las consecuencias del desastre con colas interminables par surtir gasolina y gas doméstico. El uso irresponsable de los ingresos provenientes del petróleo no fue el único problema, la administración revolucionaria destruyo la estructura de producción, llevándola de 3.5 millones de barriles diarios a escasos 600 mil en este momento, siendo supuestamente el país con las mayores reservas petroleras del mundo.
El gallinero con todos sus ingredientes llegó a la mente de estos aprendices de Tiranos, para edificar un superestado empresario interviniendo toda la economía, asumieron al sector productivo como un enemigo que impedía el desarrollo de su proyecto socialista, la consecuencia era predecible, destruyo la capacidad productiva del país en todos los sectores. Acabaron con la competencia empresarial y con los movimientos sindicales. Utilizaron recursos fiscales para comprar fidelidades, a costo del desarrollo de la actividad productiva privada. Convirtieron a una masa inmensa de venezolanos en receptores de favores del Estado.
Con la justificación de luchar contra la especulación, impusieron controles de precios, ganancias y costos en la primera etapa a productos básicos y medicamentos. Las consecuencias son los niveles escandalosos de escasez y desabastecimiento que padecemos, amen de las corruptelas y burocracia derivada de los organismos creados para la fiscalización. Los controles y la intención de fijar todos los precios por debajo de los costos terminaron por hacer inviable la actividad empresarial. Eso incentivó el auge del mercado negro y de las mafias en casi todos los ámbitos productivos. Controles que, en el caso de la divisa generó un terreno fecundo que seco las arcas de la Nación, hasta el momento no hay responsables por el manejo delictivo de los mecanismos de asignación de las mismas.
Con la tesis de detener la fuga de divisas y la depreciación de la moneda, y controlar la inflación, se impuso un control del tipo de cambio y se limitó la adquisición de dólares a las empresas y a las personas. Además, se crearon tipos de cambio preferenciales, que con el tiempo se hicieron mucho más bajos en relación al mercado. Como resultado, ni se ha detenido la fuga de capitales ni la depreciación del bolívar, ni mucho menos la inflación. La militarización de la economía produjo desastres en la administración pública, muchos uniformados sin competencias demostradas, pasaron a manejar áreas clave de la política económica. La Tiranía cree que puede bajar la inflación por la fuerza, obligando a los comerciantes a vender por debajo de sus costos, con la amenaza de hacerlos arrestar. Las consecuencias de sus deseos lo vivimos los ciudadanos, en este campo de concentración que han transformado a nuestro adorado país.
No hay política económica o propuesta elabora por estos incapaces, corruptos y delirantes personajes, que pueda corregir los padecimientos que enfrentamos. Desde los motores, los rubros protegidos, los bonos correctores, las zonas geográficas de desarrollo, la Venezuela potencia y ahora los gallineros son ilusiones que buscan distraernos y mantenernos en las catacumbas como ellos mismo lo afirman. Condenamos a una muerte lenta, desenlace que depende de nuestra disposición de acabar de forma definitiva con esta pesadilla. La rebelión es un derecho y debemos asumirla con todas sus consecuencias.
gguillermorb@yahoo.com
@germanrodri
@germanoveja
Comunicacion continua
08 de Octubre del 2019

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