“El amor y la
verdad se dan cita,la justicia y la paz se besan”(Salmo 85,11).
La realidad venezolana es terrible, mientras que la
utopía no existe pero es. En medio de una realidad tan negativa soñamos con la
utopía donde nuestra sociedad se hermana, millones de desterrados regresan
cantando, las empresas se reactivan y el trabajo florece. La democracia reverdece
con elecciones presidenciales libres y con registro limpio, con nuevo árbitro
justo y con observación internacional que garantiza el respeto a la voluntad de
millones de votantes dentro y fuera del país. Me dirán que eso es una utopía,
una ilusión fuera de todo realismo.
El régimen ante su estrepitoso fracaso nos quiere
convencer, con la mentira convertida en verdad oficial, de que no hay más
realidad que esta. Pero el malestar y la oscuridad son tan profundos que la
gente en su interior se aferra a la esperanza del amanecer como el preso al
sueño de su futura libertad.
La utopía y la realidad son opuestas y se contradicen. La
plenitud de una rechaza la miseria de la otra, que a su vez ridiculiza a la
utopía como ilusa haciéndonos ver que esta moribunda realidad es lo único que
tenemos y es preferible a la hermosa utopía inexistente e imposible. Es el
argumento de los dictadores: con todas las limitaciones de esta realidad, es
mejor que ustedes habitantes, empresarios, vecinos, trabajadores la acepten y
pacten conmigo, que soñar en pajaritos preñados. Millones sucumben a este
realismo resignado. Plegarse para sobrevivir. Un gran peligro para este 2020,
es esta resignación, pues presenta la renuncia a la verdad, a la libertad, a la
dignidad, a la democracia y a la vida, como el “sensato” realismo para salvar
lo posible. Este realismo niega, ridiculiza y persigue a la utopía y acusa como
inadaptados a sus defensores.
Por el contrario la utopía con sus ideales y aspiraciones
de plenitud humana, critica ferozmente a la miserable realidad e ilumina con
severa clarividencia lo inhumano de esta. La gran mayoría en su interior aspira
a la utopía que afirma su realización, pero al mismo tiempo cae en el
pesimismo, pues considera imposible tanta hermosura.
Este debe ser el año en que la utopía y la realidad se
den el beso más fecundo, pues de él nacerá la nueva e irrenunciable Venezuela.
La utopía sin realidad es pura ilusión y la realidad sin utopía es la
perpetuación de la miseria social, pero su abrazo produce el cambio
indetenible.
Los grandes logros humanos se tejen con dos hilos, utopía
y realidad, y los verdaderos líderes triunfan cuando tejen la historia con los
dos hilos: con los pies bien plantados en el barro de la realidad y con la
mirada bien alta puesta en la utopía. Líderes que con su ejemplo contagian a
millones de seguidores y les enseñan a tejer demostrando cómo la realidad se va
utopizando y la utopía realizando… La plenitud soñada no existe en este mundo,
pero gracias a ella caminamos y nos humanizamos con logros increíbles: los
esclavos tras miles de años de sometimiento y objeto de compra-venta,
conquistaron la libertad, a pesar de sabios filósofos justificando como
“natural” su privación de libertad y de dignidad.
Las utopías (Revolución francesa, Revolución rusa,
Independencia de América…) no realizan la plenitud de su promesa, pero sin
ellas en el horizonte y el corazón, los pueblos no se movilizan para eliminar
el viejo régimen inhumano y dar pasos gigantescos hacia una sociedad con mayor
justicia y libertad.
El beso de la utopía y de la realidad significa que no se
sustituyen ni excluyen sino que, del rechazo mutuo, pasan a quererse y
complementarse en relación dialéctica y transforman la realidad hacia un
estadio superior. Es lo que hoy reclama Venezuela: el desastre de la salud
transformado por miles de médicos y enfermeras decididos y articulados que
ponen en marcha a toda la sociedad frente a un estado hoy secuestrado por una
minoría (oligarquía) “revolucionaria”. Utopía y realidad enfrentando y
cambiando el envilecido sistema educativo o dando vida a las empresas
agropecuarias y a todas las demás.
Los utópicos “incontaminados” que solo rechazan la
realidad se convierten en antipolíticos cuando más falta hacen los políticos
para hacer posible lo necesario. Sí, políticos que saben tejer con los dos
hilos, utopía-realidad, para ir «utopizando» la realidad y realizando la
utopía. Como en Suráfrica Mandela y De Klerk se encontraron y eliminaron desde
el gobierno el super racista apartheid, necesitamos que utopía y realidad se
encuentren en políticos venezolanos, se abracen, interactúen para que renazca la
libertad, se abran las cárceles, regresen los exiliados, se abracen los
enemigos y renazcamos los ciudadanos hermanados…
Realidad es que millones de venezolanos votaron por el
comandante porque en su palabra encontraban su esperanza y que hoy están en la miseria,
frustrados y sin futuro y es necesario que encuentren el puerto verdadero de su
esperanza en la democracia social renacida. Es el reto venezolano de este año y
no queda más alternativa que ponernos de pie y triunfar. ¿Es utopía? Sí, pero a
la vez es nuestra realidad más necesaria. Se hará posible si los verdaderos
líderes políticos, empresariales, sociales, culturales y religiosos, tejemos
juntos con los dos hilos y enseñamos a tejer a millones. Con nuestro esfuerzo
transformaremos la realidad de muerte en vida.
El Nacional
https://www.elnacional.com/opinion/utopia-y-realidad-se-besaran/
Digalo Ahi Digital
http://www.digaloahidigital.com/articulo/utop%C3%ADa-y-realidad-se-besar%C3%A1n
17 de Enero del 2020
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