Las relaciones entre el sector político y el petrolero
nunca han sido buenas. Muchos políticos consideran que los petroleros son unos
prepotentes que pretenden manejar la industria de los hidrocarburos a su leal
saber y entender, y que se oponen a aceptar cualquier tipo de injerencia. Por
su parte, muchos petroleros consideran que esa actividad debe manejarse solo
como un negocio y que el problema es que algunos políticos tratan de intervenir
indebidamente. Como casi siempre que se presentan diferencias entre grupos o
personas bien intencionados, no todo es blanco o negro y siempre es posible
identificar coincidencias y disminuir divergencias.
Estas diferencias no son únicas. También ocurren entre
políticos y militares. Los civiles consideran que los militares deben ser mudos
en política, mientras que ellos se consideran los llamados a enderezar
entuertos causados por los civiles y, en base a un supuesto “destino manifiesto
“, a veces intervienen en la cosa pública, con razón o sin ella. Esas
divergencias se derivan de diferencias culturales que es necesario conciliar.
No soy de extracción petrolera, sino un agrónomo que tuvo
la oportunidad de conocer a esa industria y a su gente.
El petrolero tiene una
marcada orientación al logro, considera que la rendición de cuentas es algo
rutinario, lo mismo que otorgar contratos por medio de licitaciones transparentes;
aspiraba ascender de acuerdo a su potencial, a resultados obtenidos y a su
conducta; las normas y procedimientos eran de estricto cumplimiento y su labor
no estaba influida por agentes externos Las donaciones, como parte de su
responsabilidad social, tenían que pasar por diferentes niveles de aprobación.
¿Hubo trabajadores prepotentes? Sí, al igual que en
cualquier otro grupo ¿Hubo violaciones a las normas y actos dolosos? Sí, pero
una vez identificados se aplicaban las sanciones requeridas ¿Hubo algunos que
ascendieron sin suficientes méritos? Sí, pero fueron la excepción ¿Estaban en
una burbuja y no les preocupaban los problemas nacionales? Sí les preocupaban,
pero pensaban que su deber era ser eficientes en su trabajo. Consideraban que
no eran los llamados a enderezar entuertos. Sin embargo, cuando detectaron que
la empresa iba a ser confiscada por Hugo Chávez para ponerla al servicio de su
proyecto político, reaccionaron, organizaron una huelga petrolera en abril del
2002 y posteriormente se sumaron al paro cívico nacional de diciembre de ese
año, convocado por todos los partidos políticos, la CTV y Fedecámaras, lo que
les ocasionó un alto costo personal y familiar, pero no se arrepienten y el
tiempo les dio la razón.
Pdvsa y filiales están en el suelo, al igual que todo el
país. Al sector político le corresponde la decisión de intentar recuperar esas
empresas o privatizarlas.
Hasta el presente, la línea del presidente (e) Guaidó
y de la Asamblea Nacional es recuperarlas. Para ello, un grupo de los
trabajadores petroleros despedidos y agrupados en Gente del Petróleo y
Unapetrol, así como algunos jubilados, han elaborado recomendaciones a ser
evaluadas para incluirlas en el Plan País, en estrecha interacción con los
diputados de la Comisión de Energía de la Asamblea Nacional.
Para que el trabajo en equipo rinda frutos, los
petroleros deben aceptar que al sector político le corresponde la designación
en las empresas de Directores no operativos, considerando los méritos de los
candidatos, el establecimiento de las políticas y la evaluación de las mismas a
través de la Contraloría, del Ministerio de Petróleo y de la Asamblea Nacional.
A su vez, los políticos deben considerar que no es de su competencia nombrar a
los gerentes de las empresas, inmiscuirse en las operaciones o interferir en su
administración.
Es ineludible mencionar que en el caso de la empresa
Monómeros Colombo-Venezolanos ha habido injerencia política indebida. Quienes
tomen decisiones deben medir su efecto en el desempeño e imagen de cualquier
empresa, así como la credibilidad de la nueva política y posibles efectos no
deseados en los recursos humanos.
Cada quien debe desempeñar el rol que le corresponde.
Parafraseando a Clemenceau, podemos decir que el petróleo es demasiado
importante para que lo manejen solo los petroleros pero, por otra parte, es
necesario que nuestros políticos comprendan los límites de su radio de acción.
Caso contrario repetiremos errores y no lograremos el desarrollo sustentable
requerido.
A título personal considero que el Estado no debería
administrar empresas, pero si por ahora nuestros dirigentes deciden
mantenerlas, hay que apoyarlos y aspirar que se manejen con criterio gerencial.
Una buena señal sería que en el Plan País se especifique que serán operadas como
un negocio al servicio de la nación.
Como (había) en botica:
Es aberrante que magistrados del TSJ que son o han sido
profesores universitarios se presten a destruir su Alma Mater.
La legítima directiva de Copei es la que tiene apoyo de
su militancia, no la que designó el TSJ usurpador.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
http://www.digaloahidigital.com/articulo/pol%C3%ADticos-y-petroleros
23 de Septiembre del 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario