miércoles, 25 de septiembre de 2019

El Berrimche -Por Erique Ochoa Antich

(Opinión) El berrinche. Por Enrique Ochoa Antich
@eochoa_antich
Iracundo, airado, colérico, va el extremista de aquí para allá. Como una bestia enjaulada, da vueltas sobre sí mismo. Desconcertado, clama al cielo.

¿Cómo, se pregunta indignado, estos opositores mesurados, comedidos y prudentes, se han atrevido a negociar lo que él no pudo? Convencido de que la valentía se mide en decibeles, seguro de que lo importante es el ímpetu y no el acierto, sin entender aún que se requiere más coraje para dialogar que para insultar, zapatea el piso y se muerde los labios.
Furioso, rabioso, cabreado, este extremista prorrumpe en denuestos: los cinco opositores firmantes del acuerdo con el gobierno son colaboracionistas, traidores, vendidos, arrastrados, pérfidos, felones, bribones, pillos, tunantes… En dólares pagaron sus servicios, escribe tembloso en su cuenta de Twitter.
Cómico resulta su berrinche. Podría decirse de él que ni lava ni presta la batea, según el conocido proverbio. «Como yo no estoy en capacidad de negociar, como no sé hacerlo, como mi estrategia me lo impide, como obedezco a pie juntillas las órdenes del Departamento de Estado, como mi divisa es la capitulación del otro y el otro se niega a rendirse, entonces nadie, nadie puede hacerlo», así masculla el furibundo extremista. «O yo o nadie».
De modo que emberrenchinado, es decir, furibundo, enfadado, irascible, desata sus invectivas. Rayos y centellas surgen de su lengua viperina. Sus pulgares trémulos se agitan sobre el teclado del celular para injuriar por todas las redes a estos cinco partidos que se han atrevido a lo que él no.
«Todo o nada», exclama a voz en cuello. Tal su programa político. Al final, una y otra vez, mesa de diálogo tras mesa de diálogo, se queda con nada de todo y con todo de nada. Sin embargo insiste en su vetusto maximalismo.
Y uno le pregunta: ¿No es preferible el 50 % de algo y no el 100 % de nada? ¿No se avanza más así? ¿No fue tal nuestra ruta de 2006 a 2015, copando espacios aquí y allá, acumulando fuerzas, hasta que de 2016 en adelante decidimos tirar al cesto de la basura todo el capital político acumulado en una década de paciente trabajo? Es cierto, antes es preferible que después, pero ¿después no es preferible que nunca? A todas estas interrogantes, el inquieto extremista responde con evasivas, apelaciones a valores morales mal entendidos o largos silencios.
Hablando en menudo: si no salen todos los presos ya, civiles y militares, y sin medidas cautelares, como quisiéramos todos, ¿entonces que no se libere a ninguno?; si no renuncia Maduro y se le pone fecha a unas nuevas elecciones presidenciales anticipadas, ¿no designamos un nuevo CNE?; si no hay elecciones generales, ¿nos abstenemos en las parlamentarias del próximo año, no importa que sean un hito constitucional?; si no se cambia en profundidad la esencia del modelo estatista, extrativista y populista, ¿no cabe explorar medidas que puedan paliar el hambre de los más pobres, atender las enfermedades de niños y ancianos, iniciar la reconstrucción de los servicios públicos de electricidad y agua? No por luchar por lo más deja uno de luchar por lo menos. ¡Todo o nada!, exclama el extremista, fuera de sí.
Como si hablara desde el balcón del pueblo, mira por encima del hombro a los cinco partidos y les suelta su último baldón: los acusa de minoritarios, olvidando que en la última encuesta Datanálisis el principal partido de oposición es AD y obtuvo un respaldo de… ¡5 %! y que todo el G4 junto no llega a 10. Sí, hay un 80 % de repudio al gobierno, pero nadie, ningún partido, ningún líder (ni siquiera el autojuramentado, cuyo rechazo seguramente ya es superior a su aprobación) lo representa mayoritariamente. ¿Acaso ser minoritarios inhabilita a los firmantes en sus derechos políticos? Muy madurista el razonamiento. Por lo demás, una clara mayoría que ronda el 70 % apoya los acuerdos del gobierno con la oposición y una resolución negociada, democrática y pacífica de la crisis de gobernabilidad que padecemos. Que no se olvide que un año antes de los comicios presidenciales de 1999, Chávez y Salas Römer aparecían con 5 y 3 % respectivamente en todas las encuestas: obtuvieron al final el 90 % de los votos. La magia de la política.
Con esta firma muestra otra vez el rostro una nueva oposición, la que fallidamente procuramos el 20M y meses subsiguientes, la 3a opción deslindada del gobierno y de la oposición clásica que el país reclama a gritos. Mensaje a García para AD y UNT: todavía están a tiempo.
Diálogo o guerra. Tal es la disyuntiva. Y no podemos fallar.
(*)  Político y escritor. Miembro fundador del Movimiento al Socialismo (MAS). Miembro de la Concertación por el Cambio.

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