Mundialmente, más personas viven en países oprimidos que en democracias, y persiste la exclusión y subparticipación de grupos como los inmigrantes y las mujeres. Pero nuevos movimientos democráticos ofrecen esperanza.
Las democracias están cada vez más bajo presión en todo
el mundo. Así lo indica el índice de democracia de la empresa británica de
análisis Economist Intelligence Unit (EIU), por ejemplo, que se publicó a
principios de este año. Según el estudio, menos del 5 por ciento de la
población mundial vive en uno de los 20 países del mundo que el índice
clasifica como "democracia plena".
"Si los gobiernos no implementan las políticas que
los votantes quieren y los votantes pierden la confianza en la democracia,
entonces tenemos un problema", dice Fiona Mackie, de la EIU.
En muchos países, cada vez más partidos políticos
tradicionales pierden apoyo popular. Además, grupos sociales como los
inmigrantes o los jóvenes no tienen derecho a voto y no están representados en
los parlamentos.
"Si vemos quién se sienta en los parlamentos, vemos
un fuerte desequilibrio. Ahí hay sobre todo académicos o personas que
pueden darse el lujo de involucrarse políticamente", apunta Norma
Tiedemann, politóloga y candidata de doctorado de la Universidad de
Kassel.
Caída de la participación
Muchos votantes ya no sufragan si sienten que su voz no
tiene influencia de todos modos. Esto se vio, por ejemplo, en las elecciones
municipales de Moscú, en las que la participación fue inferior al 22 por
ciento.
En las recientes elecciones estatales alemanas en
Brandeburgo y Sajonia, más del 60 por ciento de los votantes acudieron a las
urnas. Sin embargo, muchos encuestadores consideran como señal de protesta que
el partido populista de derecha AfD fuera la segunda facción más votada en los
dos estados federados.
También hay diferencias sociales en el comportamiento de
votación. "La mayoría de los estudios sobre la participación electoral en
las últimas décadas muestran que las personas con ingresos más bajos y
educación formal más baja acuden menos a votar", explica
Tiedemann.
El voto no es para todos
¿A quién se le permite votar?
En la mayoría de los
países, la edad mínima para votar en las elecciones parlamentarias es de 18 o
20 años. En Brasil, Ecuador, Nicaragua, Argentina y Cuba, el derecho a voto
comienza a los 16. En Seychelles, Timor Oriental y Sudán a los 17.
También hay
leyes especiales, como en Serbia y Montenegro, donde los trabajadores pueden
votar desde los 16 años; y en Indonesia, país donde todas las personas que
están casadas tienen derecho a votar.
En la mayoría de los países del mundo, los inmigrantes
están excluidos de las elecciones nacionales si no tienen la nacionalidad. Solo
en Chile, Uruguay, Nueva Zelanda y Malawi los extranjeros con residencia
permanente en el país pueden elegir el parlamento.
Los ciudadanos de la Unión Europea (UE) de otros países
pueden participar en elecciones municipales y europeas en Alemania, pero los
que no pertenecen a la UE no tienen derecho a voto. Esto significa que
alrededor de ocho millones de personas sin ciudadanía alemana no pueden votar.
Las mujeres están también en desventaja. Desde que Arabia
Saudita introdujo el sufragio femenino en 2015, más de un siglo de lucha por el
voto de las mujeres ha llegado a su fin. Pero en los parlamentos de todo el
mundo, las mujeres todavía están subrepresentadas, hasta el punto que una
proporción de participación de 20 por ciento puede ser considerada un éxito.
"La participación de las mujeres es muy baja",
apunta Mackie sobre los últimos hallazgos del índice de democracia de la EIU.
"Pero el número en sí mismo no cuenta toda la historia, tiene que ser
también una participación significativa. Por ejemplo, vemos una alta proporción
de mujeres en Ruanda, pero el Parlamento allí no tiene mucho poder".
Nuevos movimientos democráticos
Pero Tiedemann también ve esperanza. "En España, en
particular, después de las protestas masivas contra la crisis que tuvo
consecuencias sociales devastadoras, la gente unió fuerzas, buscó antiguas
tradiciones de organización local y las volvió a poner en práctica",
cuenta.
A escala local, han surgido nuevas alianzas ancladas en
las ciudades que buscan promover la democratización de las instituciones
democráticas desde abajo. Según Tiedemann, existe una iniciativa en Croacia
para crear un banco "ético", que decide democráticamente qué
proyectos locales deben ser apoyados, por ejemplo, la creación de una empresa.
Hay muchos ejemplos de este tipo a escala internacional.
Mackie confirma que el compromiso político de los
ciudadanos está creciendo en todo el mundo, una de las pocas tendencias
positivas en el índice de democracia de este año. "No se trata solo de
participación electoral, sino también del interés en los mensajes políticos, en
el compromiso político y de que las personas tomen en serio la política y la
democracia".
Digalo Ahi Digital
24 de Septiembre del 2019
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