martes, 24 de septiembre de 2019

¿Debe Renovarse la Democracia? Por Helle Jeppesen



Mundialmente, más personas viven en países oprimidos que en democracias, y persiste la exclusión y subparticipación de grupos como los inmigrantes y las mujeres. Pero nuevos movimientos democráticos ofrecen esperanza.


Las democracias están cada vez más bajo presión en todo el mundo. Así lo indica el índice de democracia de la empresa británica de análisis Economist Intelligence Unit (EIU), por ejemplo, que se publicó a principios de este año. Según el estudio, menos del 5 por ciento de la población mundial vive en uno de los 20 países del mundo que el índice clasifica como "democracia plena".

"Si los gobiernos no implementan las políticas que los votantes quieren y los votantes pierden la confianza en la democracia, entonces tenemos un problema", dice Fiona Mackie, de la EIU.

En muchos países, cada vez más partidos políticos tradicionales pierden apoyo popular. Además, grupos sociales como los inmigrantes o los jóvenes no tienen derecho a voto y no están representados en los parlamentos.

"Si vemos quién se sienta en los parlamentos, vemos un fuerte desequilibrio. Ahí hay  sobre todo académicos o personas que pueden darse el lujo de involucrarse políticamente", apunta Norma Tiedemann, politóloga y candidata de doctorado de la Universidad de 

Kassel.

Caída de la participación

Muchos votantes ya no sufragan si sienten que su voz no tiene influencia de todos modos. Esto se vio, por ejemplo, en las elecciones municipales de Moscú, en las que la participación fue inferior al 22 por ciento.

En las recientes elecciones estatales alemanas en Brandeburgo y Sajonia, más del 60 por ciento de los votantes acudieron a las urnas. Sin embargo, muchos encuestadores consideran como señal de protesta que el partido populista de derecha AfD fuera la segunda facción más votada en los dos estados federados.

También hay diferencias sociales en el comportamiento de votación. "La mayoría de los estudios sobre la participación electoral en las últimas décadas muestran que las personas con ingresos más bajos y educación formal más baja acuden menos a votar", explica 

Tiedemann.

El voto no es para todos

¿A quién se le permite votar?

 En la mayoría de los países, la edad mínima para votar en las elecciones parlamentarias es de 18 o 20 años. En Brasil, Ecuador, Nicaragua, Argentina y Cuba, el derecho a voto comienza a los 16. En Seychelles, Timor Oriental y Sudán a los 17. 

También hay leyes especiales, como en Serbia y Montenegro, donde los trabajadores pueden votar desde los 16 años; y en Indonesia, país donde todas las personas que están casadas tienen derecho a votar.

En la mayoría de los países del mundo, los inmigrantes están excluidos de las elecciones nacionales si no tienen la nacionalidad. Solo en Chile, Uruguay, Nueva Zelanda y Malawi los extranjeros con residencia permanente en el país pueden elegir el parlamento.

Los ciudadanos de la Unión Europea (UE) de otros países pueden participar en elecciones municipales y europeas en Alemania, pero los que no pertenecen a la UE no tienen derecho a voto. Esto significa que alrededor de ocho millones de personas sin ciudadanía alemana no pueden votar.

Las mujeres están también en desventaja. Desde que Arabia Saudita introdujo el sufragio femenino en 2015, más de un siglo de lucha por el voto de las mujeres ha llegado a su fin. Pero en los parlamentos de todo el mundo, las mujeres todavía están subrepresentadas, hasta el punto que una proporción de participación de 20 por ciento puede ser considerada un éxito.

"La participación de las mujeres es muy baja", apunta Mackie sobre los últimos hallazgos del índice de democracia de la EIU. "Pero el número en sí mismo no cuenta toda la historia, tiene que ser también una participación significativa. Por ejemplo, vemos una alta proporción de mujeres en Ruanda, pero el Parlamento allí no tiene mucho poder".

Nuevos movimientos democráticos
Pero Tiedemann también ve esperanza. "En España, en particular, después de las protestas masivas contra la crisis que tuvo consecuencias sociales devastadoras, la gente unió fuerzas, buscó antiguas tradiciones de organización local y las volvió a poner en práctica", cuenta.

A escala local, han surgido nuevas alianzas ancladas en las ciudades que buscan promover la democratización de las instituciones democráticas desde abajo. Según Tiedemann, existe una iniciativa en Croacia para crear un banco "ético", que decide democráticamente qué proyectos locales deben ser apoyados, por ejemplo, la creación de una empresa. Hay muchos ejemplos de este tipo a escala internacional.
Mackie confirma que el compromiso político de los ciudadanos está creciendo en todo el mundo, una de las pocas tendencias positivas en el índice de democracia de este año. "No se trata solo de participación electoral, sino también del interés en los mensajes políticos, en el compromiso político y de que las personas tomen en serio la política y la democracia".

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24 de Septiembre del 2019

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