El 11 de septiembre de 1945 un avión estadounidense
despegaba de Caracas con un pasajero muy especial a bordo.
Se trataba de Diógenes Escalante, respetado diplomático
que durante las últimas semanas había sido considerado el favorito para
convertirse en el nuevo presidente de Venezuela.
Era el elegido, el hombre del que muchos esperaban que
lograra cambiar la historia de militarismo, intolerancia y atraso que, según la
mayoría de historiadores, había marcado hasta entonces el devenir del país.
Pero Escalante perdió el juicio en el momento más
inoportuno, cuando estaba a punto de alcanzar la presidencia con el insólito
consenso de las diferentes fuerzas políticas del momento.
Su candidatura nunca llegó a formalizarse.
Aquel 11 de septiembre se marchó para no volver jamás.
Como su razón.
Con él, volaron también las esperanzas para la verdadera
democratización de un país, en el que según Maye Primera, periodista que lo
biografió hace algunos años, "no había libertades políticas".
"Desde la Guerra de la Independencia, Venezuela
había estado siempre gobernada por militares", dice Primera, que cree que
Escalante encarnó "la esperanza de tener por primera vez un gobierno civil
que se había iniciado tras la muerte de Juan Vicente Gómez".
Gómez, general hacendado del Táchira, una región ganadera
fronteriza con Colombia, había gobernado el país de manera autoritaria desde
1908 hasta su fallecimiento en 1935.
Su estilo había marcado hasta entonces la política en el
país sudamericano y asentado el predominio del Ejército en el Estado.
En su novela El pasajero de Truman, en la que recrea la
vida del presidente frustrado, el escritor Francisco Suniaga lo caracteriza
como "el héroe que iba a remediar los males que veníamos arrastrando desde
los tiempos de la colonia".
Sin embargo, "sucumbió ante una enfermedad
infame".
¿Quién era Diógenes Escalante?
El político en el que unas y otras facciones habían
confiado para ocupar la jefatura del Estado tenía poco parecido con presidentes
anteriores.
"Era una figura progresista, que representaba al
mundo moderno y que venía a modernizar al país", asegura Suniaga en
conversación con BBC Mundo.
Formado en Suiza, miembro de la reducidísima élite que en
aquel tiempo podía completar estudios universitarios en Venezuela, Escalante
había ocupado distintos puestos diplomáticos en Europa, entre ellos destinos en
Alemania y Reino Unido.
Además había sido representante de Venezuela ante la
Sociedad de Naciones, antecedente de las Naciones Unidas.
Casado con una mujer de una familia mantuana, como se
conoce en Venezuela a las que tradicionalmente han dominado la política local,
Escalante tenía dos hijos y era conocido por su perfil intelectual.
Cuando le propusieron lanzar su candidatura para presidir
el país llevaba ya algún tiempo como embajador en Washington.
Allí había trabado amistad con Harry S. Truman, que con
el tiempo se convertiría en presidente de Estados Unidos y que resultaría clave
para explicar por qué Escalante terminó sus días en ese país.
¿Por qué eligieron a Escalante?
Aunque esta vez se daba por hecho que lo conseguiría, no
era la primera vez que Escalante sonaba para presidente de Venezuela.
Varios autores indican que Juan Vicente Gómez ya había
pensado en él para la máxima magistratura.
En 1940, cuenta Suniaga, el entonces mandatario Eleazar
López Contreras quería designarlo como su sucesor, "pero los generales le
impusieron un militar".
En 1945 todas las piezas del rompecabezas encajaron por
fin.
El entonces presidente, el también militar Isaías Medina
Angarita, propuso a Escalante como su sucesor en la jefatura del Estado, una
propuesta que pronto ganó adhesiones a lo largo y ancho del convulsionado
espectro político venezolano.
Medina Angarita lo conocía bien y le agrada además que
Escalante era de Táchira, como él.
Al contar con el beneplácito del gubernamental Partido
Democrático Venezolano, que controlaba todas las instituciones, se da por hecho
que el Congreso daría luz verde a la candidatura de Escalante, que después
debería ser refrendada por una votación popular.
Escalante concitaba un apoyo tan amplio por varias
razones.
Suniaga asegura que, con Escalante, "Medina Angarita
se aseguraba que hubiera un presidente sin poder y que él seguiría reteniéndolo
todo".
Aunque en aquel entonces ya no bastaba el apoyo del
Ejército.
Una nueva fuerza llamada Acción Democrática (AD), de
orientación socialdemócrata, había ido ganando fuerza y ejerciendo cada vez más
presión a favor de una apertura política.
Escalante también le sirvió entonces al emergente líder
de AD, Rómulo Betancourt.
Según Suniaga, "para Betancourt era una buena opción
de transición que en dos años desaparecería y en ese tiempo AD podría seguir
creciendo".
Convencido de que esta vez sí lograría la presidencia,
Escalante aceptó y viajó de Washington a Venezuela para prepararse para su cita
con la historia.
No son pocos los problemas que habría de superar.
En primer lugar, después de tantos años fuera, comprobó
que muchos en su país no sabían quién era.
Y también la ardua tarea que tenía por delante si quería
hacer realidad sus propósitos de renovación nacional.
"Pese a las reformas parciales que había llevado a
cabo López Contreras, Venezuela era tras Juan Vicente Gómez un sistema feudal;
a su muerte en 1935 tenía menos escuelas que en 1875", asegura Suniaga.
Maye Primera describe la Venezuela de entonces como
"un país rural y afectado por el paludismo, que aún no había entrado en la
modernidad".
Según relató tiempo después Hugo Orozco, que fue mano
derecha de Escalante en aquellas jornadas críticas, el futuro presidente se
había propuesto romper con todos esos lastres del pasado.
"Escalante se percató de que el país no se estaba
beneficiando de los ingresos del petróleo. Su gran proyecto era nacionalizar la
industria petrolera e invertir sus recursos en la modernización de
Venezuela", afirma Primera.
No será hasta el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez
(1974-1979) cuando se tomara esa decisión, que, para Primera, supuso "la
creación del estado moderno en Venezuela".
Escalante quiso, pero no pudo.
¿Que salió mal?
De acuerdo con el relato de Orozco y de sus biógrafos,
Escalante había empezado a dar muestras de demencia tiempo antes de viajar a
Venezuela para aceptar la presidencia.
Pero los acontecimientos se precipitaron entonces.
Escalante comenzó a actuar erráticamente y a echar en
falta pertenencias que en realidad seguían donde él las había dejado.
Al principio, Orozco logró mantener en privado los cada
vez más frecuentes desvaríos del candidato, con la esperanza de que se tratara
solo de una crisis pasajera.
Pero la situación se hizo insostenible el 3 de
septiembre, cuando Escalante faltó a una cita con el gobierno en pleno a la que
le había convocado Medina Angarita en el palacio presidencial porque estaba
convencido de que alguien le había robado sus camisas.
Orozco, que le acompañaba en su estancia en el Hotel
Ávila de Caracas, comprendió desolado que Escalante había perdido la razón y no
podía de ninguna manera convertirse en el nuevo presidente.
En poco tiempo, una comisión médica designada al efecto
llegó a la misma conclusión y Escalante fue definitivamente descartado.
La noticia causó conmoción en el gobierno y en todo el
país.
Suniaga explica que "nunca hubo un diagnóstico
claro", porque "la psiquiatría entonces no existía en
Venezuela".
¿Fue la presión? ¿Sufría Escalante quizá alguna
enfermedad degenerativa?
Muchas enfermedades neurológicas diagnosticadas con
frecuencia en la actualidad no eran habitualmente identificadas por la medicina
de entonces.
Miembros de su familia llegaron a sugerir que Escalante
había sido envenenado, pero Suniaga lo descarta.
"Orozco me dijo que había mostrado síntomas ya antes
de regresar a Venezuela".
Sea como sea, Escalante se marchó para siempre rumbo a
Estados Unidos a bordo del avión enviado por su viejo amigo Truman.
Ya en Estados Unidos, fue sometido a un tratamiento de
electrochoque en un hospital militar, que, según relata Suniaga, "le hizo
más mal que bien".
Poco más de un mes después, el 18 de octubre de 1945,
roto el inusual consenso forjado en torno a Escalante, Venezuela sufrió un
nuevo golpe de Estado, esta vez impulsado por sectores del Ejército y de Acción
Democrática.
El gobierno de Medina Angarita cayó.
Toda esperanza de entendimiento y estabilidad institucional
se evaporó.
Para Primera, "la locura de Escalante supuso una
oportunidad perdida de que Venezuela alcanzara rápidamente la democracia".
Suniaga piensa, en cambio, que "era poco lo que
Escalante hubiera podido hacer desde la presidencia. La política venezolana era
y es aún hoy muy caníbal".
Escalante no volvió a aparecer públicamente y nunca
regresó a su país.
Murió muchos años después, en 1964, en Miami.
Para entonces, los libros de Historia de Venezuela
acumulaban más insurrecciones y gobiernos militares.
Para Suniaga es una frase que atribuye a su amigo el
intelectual Gumersindo Rodríguez la que mejor la resume: "En Venezuela los
que nacen para ser presidentes se vuelven locos, y los locos llegan a ser
presidentes".
@BBCgolo
BBC News
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-49574390
Digalo Ahi Digital
http://www.digaloahidigital.com/articulo/di%C3%B3genes-escalante-el-dirigente-llamado-cambiar-la-historia-de-venezuela-que-perdi%C3%B3-la
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26 de Septiembre del 2019
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