Pascual Navarro fue un pintor caraqueño, sobresaliente por su calidad plástica, los versados, críticos y comentaristas lo consideran como la versión tropical del gran pintor español Salvador Dalí. Nuestro pintor patrio fue un hombre estrafalario, excéntrico, no pasaba desapercibido, con su típica boina, sus trajes a cuadros, su barba descuidada y el pelo canoso, sus manos parecían una quincallería porque en cada dedo tenía una o dos sortijas. Recuerdo al grande pintor y poeta con su vestimenta característica sentado en la esquina del Gran Café, con su caballete pintando al aire libre, exhibiendo su obra y vendiéndola, todavía conservó algo de su cosecha, era todo un personaje, conmigo fue un gran conversador, buena copa y larga, al final se fue a los 63 años producto de crisis nerviosa, que sufría desde joven y alcoholismo.
Para hablar de este personaje necesariamente tengo que
hacer referencia a Sabana
Grande y su Boulevard en especial a “El Gran Café”,
porque en esa esquina nuestro personaje vivió, desde 1968 cuando regreso de
Paris hasta su último día de vida, el 15 de marzo de 1986. El Gran Café, fue
fundado por el legendario Henri Charrieri “Papillón” prófugo de la Isla del
Diablo en Cayena. Se encuentra ubicado entre las calles San Antonio y Pascual Navarro
(en su honor la calle lleva su nombre), Caracas, Venezuela, fue un punto
estratégico que lo convirtió en un lugar de encuentro, para los
profesores y estudiantes de la Universidad Central, los políticos y Miembros
del Congreso, poetas, periodistas, escritores, abogados, médicos, ingenieros
y la gente del pueblo que se daba cita en ese punto de encuentro.
De El Gran Café a la República del Este
La mayoría de los intelectuales y poetas que iban a la
República del Este, pasaban por el Gran Café a tomar un guayoyito, y compartían
con el pintor Pascual Navarro, que tenía su sede, despacho y galería ahí, para
luego seguir a los restaurantes Vecchio Mulino, el Franco´s, el Camilo,
La Bajada, que era conocido como el triángulo de las Bermudas, y sede de la
República del Este, cuyo Presidente y Padre de la Patria era nuestro amigo
Caupolicán Ovalles. Dentro de los habitué recuerdo a Elías Valles, Ramos
Calles, Ismael Medina, Oscar Díaz Púnceles, Miguel Gómez, Manuel Alfredo
Rodríguez, Adriano González León, Teodoro Petkoff, Miyó Vestrini, Manuel
Caballero, Luis Pastori, Pancho Massiani, Héctor Mayerston, Orlando Urdaneta,
Guillermo González, Toco Gómez, Miguel Gómez Núñez, este servidor ya jugaba en
esas ligas, otros. Por esas mesitas de tertulias filosóficas también pasaron el
Premio Nobel Gabriel García Márquez, el presidente Argentino Juan Domingo
Perón, el diseñador Christian Dior, el escritor argentino Julio Cortázar.
En esa época no teníamos paparazzi, ni había celulares, todos estarían hoy en
selffie.
El circulo de Pascual
El pintor tuvo múltiples amigos, recuerdo a Héctor Malavé
Mata, Bayca Dávalos, Ludovico Silva, Argenis Daza Guevara, con su grito de
guerra “Yo soy un par de melladas garras en el fondo del mar” y tantos otros
que escapan a mi memoria. En esa década de los 80, la concurrencia además del
Gran Café, iba a los sitios colindantes con Pascual Navarro, el restaurant
Jaime Vivas donde se comía el mejor pabellón, allí acompañaba al Juez Penal
Cristóbal Ramírez Colmenares (+) gustaba comer la carne seca pisada y rebosada
en huevo, muy buena pero nunca mejor que la que me prepara mi señora madre. El
restaurant La Tinaja, hoy todavía subsiste; la desaparecida “Barbería Briston”,
ahí me cortaba el pelo con el famoso barbero “Pepe”, quien nos contaba que sus
clientes eran famosos y los atendía en sus casas a Renny Ottolina, Rómulo
Betancourt, Jaime Lusinchi, José Luis Rodríguez. La mayoría de los
intelectuales y poetas de la República del Este, pasaban a tomar café, mientras
hacían tiempo para ir a sus actividades o pasaban a la “Briston” a darse un
retoque en el pelo. A la Briston fui por primera vez con Pastor Heydra, cuando
era Presidente de la FCU en 1976.
Nacimiento y formación. Conoce a Armando ReverónEl 17 de
mayo de 1923 en Caracas, Venezuela, nació Pascual Navarro Velásquez. Sus padres
fueron don Enrique Navarro y doña Cruz Velásquez, que también tuvieron a su
hermano Carlos. Sus padres se divorciaron y don Enrique contrajo nuevas nupcias
con la señora Esperanza Acosta, de esta unión tuvo tres hermanos. El niño
Pascual estudió la primaria en las escuelas de las hermanas Ollarves y J.M.
Echandia.
A los once años de edad asiste como oyente a la Academia
de Bellas Artes de Caracas. En 1936 dos años después, comienza sus estudios
formalmente en esa institución, que se había transformado en la Escuela de
Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas, dirigida por Antonio Edmundo
Monsanto. El año 1939 su mundo artístico comienza a tener forma, conoce al
pintor de la luz Armando Reverón, y aprendió técnicas de dibujo, se va a vivir
a Macuto en estado Vargas, donde vivía el gran pintor. Un año después es becado
con 100 Bolívares mensuales para estudiar pintura. Comienza la formación y la
internacionalización de un genio de la pintura. En 1946, dicta charlas
sobre la pintura inglesa en el Instituto Cultural Venezolano – Británico.
Gana el Premio Nacional y se a París, Francia
El primero de junio de 1947, Pascual Navarro expone
conjuntamente con Mateo Manaure en el Museo de Bellas Artes, cuyo catálogo
lleva un texto de Carmen Josefina Calcaño. La muchacha con abanico aparece
catalogada como la dama del abanico. Por su obra “Muchacha con Abanico” recibe
el Premio Federico Brandt y una beca para continuar sus estudios en París,
Francia. El 18 de ese mes Pascual y Manaure embarcan rumbo a la ciudad
luz. En París, participa en la creación del grupo “Los Disidentes” junto
a los artistas Alejandro Otero, Mateo Manaure, Luis Guevara Moreno, Carlos
González Bogen, Narciso Debourg, Perán Erminy, Rubén Núñez, Dora Hersen y Aimeé
Battistine, liderados por J. R. Guillent Pérez.
Los Murales de Pascual Navarro en la UCV
En 1954, a solicitud del arquitecto Carlos Raúl
Villanueva hizo los bocetos de los tres murales que se encuentran en la
Universidad Central de Venezuela, conocidos como “el Curvo”, el del Edificio de
la Biblioteca Centra y el de la Plaza Cubierta del Rectorado. Participa en
múltiples exposiciones y galería, lo que lo hizo acreedor de premios y
reconocimiento en la ciudad luz, hasta el año 1968 cuando le dice adiós a Paris
y regresa a su Caracas de siempre.
Regresa a Caracas, Sabana Grande y El Gran Café ¡Hola
Pascua!
Navarro fue protagonista de dos corto metrajes, del
cineasta italiano Marcelo Mancini, en 1973 fue el primero: ¡Hola Pascual!,
recibió Mención Honorífica en el Festival Latinoamericano de Cine de Pesaro,
Italia, y el segundo fue en 1980, ¡Pascula! de 35 mm a color del realizador
Manuel de Pedro. En 1982 fue homenajeado con la condecoración “Orden Andrés
Bello”. En 1983, fue un asiduo invitado al Canal 8, VTV al programa “Mediodía
con Emilio”, conducido por el periodista Emilio Santana. En 1984 la Asociación
Venezolana de Artistas Plásticos le otorgó el Premio “Armando
Reverón”.
El insigne Pintor siempre sufrió de crisis nerviosas
desde 1944, recibió sus tratamientos médicos con especialistas, tales como el
Dr. Ramón Calles y el Dr. Hernán Quijada y otros; en uno de sus viajes a
Madrid, tuvo una crisis delicada y le aplicaron cura de sueño.
Llevado en hombros por Sabana Grande
Desde 1968 que regresó a Caracas, hasta sus últimos días
de su vida los pasó en su casa del Boulevard de Sabana Grande, donde falleció
el 15 de marzo de 1986. Su hermana Mercedes Navarro Acosta, lo asistió y lo
tuvo bajo su cargo.
Los restos de Pascual Navarro fueron llevados en hombros
de sus familiares, amigos y admiradores por todo el Boulevard de Sabana Grande
y en El Gran Café se le rindieron honores, hubo palabras de afecto y
reconocimiento, no había lagrimas, había alegría, de las tascas y
restaurantes salían con whisky y cervezas a despedir a un hombre que por más de
20 años, estuvo sentado en esa esquina con su caballete al frente pintando sus
obras de arte. Yo le compre muchas obras que aun hoy conservó. Recuerdo que esa
tarde fui al restaurant “La Buzzola” a conversar muchas de las cosas que hoy
escribo, ese comedero quedaba frente a El Gran Café, me acompañaron
Manuel Felipe Sierra, José Luis Gómez, Leonel Cárdenas, Hugo Salazar, Pablo
Zavala (120) en esa época era estudiante y gestor, a quien Fausto Masó en su
libro “Sabana Grande siempre es de día”, le dedicó un capitulo
como el mejor “Gestor del mundo”, hoy es Abogado y trabaja en la UCV. El
14 de abril de ese año, el Gobernador del Distrito Federal rebautizó con el
nombre “Pascual Navarro” la antigua calle Acueducto de Sabana Grande, donde
vivió el pintor después que regresó de París en 1968. Honor a quien
honor merece.
@marioevaldez
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