Moscú busca más
influencia y reposicionarse en América Latina con nuevas relaciones con México,
desafiando a Washington.
Nicolás Maduro (derecha)
estrecha la mano a Serguéi Lavrov, este viernes en Caracas.
Cuando Estados Unidos
busca fórmulas para aumentar la presión diplomática sobre Venezuela y debate
nuevas sanciones, Rusia muestra de nuevo su apoyo a Nicolás Maduro. Con su
visita a Caracas esta semana, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov,
ha dejado claro que Moscú sigue ahí y que busca ampliar su influencia. Y casi
al tiempo que Lavrov, uno de los miembros del Ejecutivo ruso más cercanos a
Putin,
estrechaba la mano de Maduro en el Palacio de Miraflores, Juan Guaidó,
reconocido como presidente interino por cerca de 60 países, se reunía con Donald Trump en la Casa
Blanca y era ovacionado al unísono por el Congreso estadounidense en
Washington.
Rusia es ahora mismo el principal apoyo exterior del régimen de Maduro.
En los últimos años, Moscú ha apoyado al líder chavista con miles de millones
de dólares en acuerdos comerciales y líneas de financiación. Y eso le ha
convertido en su segundo socio comercial y acreedor, después de China. Caracas
debe unos 6,5 millones de dólares (5.600 millones de euros) a la rusa Rosneft,
que va pagando poco a poco con petróleo.
Acuerdos que han
asegurado a Moscú el acceso a las interesantes reservas venezolanas, mientras
que han supuesto el principal balón de oxígeno del Gobierno de
Nicolás Maduro para evitar y sortear las sanciones, especialmente las derivadas
del crudo, que le han impuesto tanto Estados Unidos como la Unión Europea y que
asfixian al régimen chavista.
Venezuela, que compra a
Rusia también productos agrarios y sanitarios, se ha convertido además en uno
de los mercados más importantes para la industria de defensa rusa. Moscú
también ha enviado a Caracas pilotos de entrenamiento y “asesores militares”
—diversas fuentes aseguran que también ha colocado allí contratistas militares
rusos—. Esta semana Lavrov anunció que los acuerdos se ampliarían. “Es
importante desarrollar nuestra cooperación militar técnica para aumentar la
capacidad de defensa de nuestros amigos contra las amenazas externas”, señaló
el ministro ruso.
Aunque en el Kremlin se
ve el vínculo con Caracas no solo como un asunto de negocios, sino sobre todo
como un movimiento estratégico y geopolítico. Aunque está cultivando otras
relaciones, como se ha visto con el viaje de Lavrov, que ha pasado por Cuba y
México, Venezuela es su principal base para influir en la región. “Rusia está
usando América Latina como un modo de contrarrestar la presencia estadounidense
en el patio trasero de Rusia.
No se trata de prepararse para una guerra mundial
o una carrera armamentística sino de ganar contratos de armas y de exportación.
Y está avanzando”, argumenta Victor Jeifets, director del Centro de Estudios
iberoamericanos de la Universidad de San Petersburgo. La visita de Lavrov
sucedía al tour del secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, a
Ucrania, Bielorrusia, Kazajistán y Uzbekistán, en una región que Moscú ve como
su patio trasero.
La aparición hace un año
de Juan Guaidó ha profundizado además la batalla geopolítica entre Washington y
Moscú. En la medida en que Donald Trump ha hecho de la crisis venezolana la bandera
de su política exterior hacia América Latina, el Gobierno de Putin ha cerrado
filas con Maduro. “Venezuela se ha convertido en una ficha para Rusia, que la
puede usar como palanca en otros lugares, como Ucrania”, opina David Smilde,
profesor de Sociología de la Universidad de Tulane e investigador de la Oficina
en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, en inglés).
Con las sanciones
impuestas a Rusia en 2014, tras anexionarse la península ucrania de Crimea,
Moscú no solo ha estrechado sus vínculos con aliados históricos como habían
sido Venezuela o Cuba. También está buscando otros nuevos, como muestra su giro
hacia Asia o su búsqueda de alianzas e influencia en África. Pero su papel en
Caracas busca ir más allá. Está tratando de posicionarse como un mediador. Algo
similar a su papel en Oriente Próximo. Moscú defiende que la solución para el
país caribeño debe partir de un acuerdo entre los venezolanos, y apuesta por
una vía dialogada. Aunque en su visita, el ministro ruso de Exteriores apenas se
ha reunido con un sector minoritario de la oposición.
Sin embargo, la crisis
en Venezuela ha llegado a tal punto y hay tantos actores globales implicados
que pocos dudan de que para que se produzca algún tipo de acuerdo, tiene que
tener el beneplácito de, al menos, EE UU y Rusia. Esto hace que una
negociación, como la que se intentó en Barbados recientemente, se vuelva aún
más compleja. “Ambas partes, de momento, tienen una mejor alternativa a un
acuerdo negociado”, opina Smilde. “La oposición cuenta con el apoyo de Estados
Unidos y Maduro tiene el de los rusos. Seguramente se necesite un pacto que
incluya a la Unión Europea y a China”, ahonda este experto en Venezuela.
Nuevos aliados
Con ese posicionamiento
de la ‘gran Rusia’ influyente que definen muchos analistas, parece que Rusia
quiere que México se convierta en uno de sus socios clave en la región. Durante
un cuarto de siglo ha sido el gran ausente de la política de Moscú para
Latinoamérica, sobre todo por su participación en la Asociación de Libre
Comercio. Pero la llegada de Andrés Manuel López Obrador ha cambiado un poco
las cosas, señala Jeifets.
En esto ha sido clave la postura de México para Venezuela,
que busca una vía dialogada.
Y, aunque apenas
trascendió el contenido de la reunión, la crisis venezolana fue precisamente
uno de los temas que Lavrov trató con su homólogo mexicano, Marcelo Ebrard.
"Hemos acordado que cualquier intento de resucitar doctrinas neocoloniales
como la Doctrina Monroe y repetir escenarios de revoluciones de color infames
puede conducir a una escalada peligrosa", dijo Lavrov tras el encuentro,
citado por la agencia estatal rusa Tass. “Rusia y México piden resolver los problemas
de Venezuela exclusivamente por medios pacíficos a través del diálogo entre
todas las fuerzas políticas”, añadió el ministro ruso, que se comprometió a ahondar la cooperación y los lazos
con México.
Un compromiso tras años
de impasse que no es baladí, en la medida en que se compromete a
invertir y cooperar en segunda economía de América Latina, la primera de habla
hispana del mundo y el vecino del sur de su archienemigo. A pesar de que López
Obrador ha insistido en que no piensa cultivar una mala relación con Estados
Unidos —ha cedido a todas sus exigencias en materia de migración y, ahora, en
la lucha contra el narcotráfico— en la Cancillería mexicana son conscientes de
que una mayor cercanía a Rusia puede suscitar el recelo de Estados Unidos y,
por tanto, una forma de suavizar la presión.
“Rusia considera
Latinoamérica como uno de los pilares del llamado mundo multipolar, donde tiene
su propia voz que no necesariamente coincide con la rusa. Está buscando que
haya varios contrapesos en el mundo. No se trata de que México se convierta
parte del llamado ‘giro hacia la izquierda, no creo que México sea un referente
para los países bolivarianos, pero Lavrov quiere ve dónde se puede encontrar un
lenguaje común”, señala el director del Centro de Estudios iberoamericanos de
la Universidad de San Petersburgo.
El pais
18 de Febrero del 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario