En la fantasía del régimen que impera en Venezuela, la agricultura ha sido uno de los principales protagonistas. El realismo mágico continúa. Los voceros gubernamentales insisten en querer hacer creer a la población que ellos apoyan la producción agrícola, pero ya estamos en una situación en la que es imposible aceptar esas mentiras oficiales. Cada año que pasa disminuye el área sembrada y, de manera concomitante, disminuye la producción de alimentos. Para el 2018 se estimó que se produjo un 20% de los requerimientos alimenticios básicos de la población, y para el 2019 no se tienen cifras, pero esa tendencia de pendiente negativa ha continuado.
En la segunda mitad del año 2017, en el mes de
septiembre, el militar que funge de ministro de agricultura mencionó que iban
hacia la siembra de 800.000 hectáreas de maíz y 1.000.000 de hectáreas de soya.
Además señaló que con el “Plan de Agricultura Soberana 2017-2018”, se reduciría
el uso de plaguicidas y fertilizantes, y van orientados hacia la sustitución de
híbridos por variedades. Efectivamente, lo único que se cumplió fue que se
redujo enormemente el uso de plaguicidas y fertilizantes, pero por la gran
caída de la superficie sembrada, y los híbridos de calidad se han sustituido,
en muchos casos, por semillas que reciclan los mismos agricultores ante la
imposibilidad de poder obtener semillas certificadas de los mejores cultivares
para cada región y cada época. Sin embargo, de aquellas millón ochocientas mil
hectáreas de maíz y soya no vimos nada.
Maduro, en la presentación de la Memoria y Cuenta del año
2018 y el Plan de la Patria período 2019-2025, indicó que se aprobaron 1.037
millones de euros para garantizar la siembra de 3.235.000 hectáreas. Por
supuesto, asignar dinero a un programa no “garantiza” la siembra de los
cultivos. Como de costumbre, de esa millonada de hectáreas no se sembró nada.
Sería interesante conocer el destino de esos fondos asignados a este programa
imaginario.
La más reciente noticia apareció en Visión Agropecuaria
del 30/01/2020, la cual expresa lo siguiente: el Ejecutivo Nacional aprueba
destinar un millón de hectáreas al PSUV para una producción agrícola
extraordinaria, las cuales se sumarían a las superficies planificadas por el
MAT. Esta superficie será administrada por Movimientos Campesinos
Revolucionarios durante el año 2020. Maduro concluye que estos planes activados
y en pleno proceso de desarrollo, demuestran que el año 2020 es de victorias y
de trabajo. ¿Cuál será el desenlace de esta nueva fantasía gubernamental?
Sabemos que un programa agrícola necesita una
planificación seria, basada sobre qué se va a producir, cuánto, dónde, con qué
y con quién se realizará dicho programa. A estas alturas del año, mes de
febrero, nos podemos hacer múltiples preguntas, como por ejemplo ¿dónde está
ese millón de hectáreas acondicionadas para la siembra? ¿dónde están los
insumos; dónde la maquinaria y equipos agrícolas; dónde la infraestructura para
la recepción, acondicionamiento y almacenamiento de las cosechas? ¿dónde está
la infraestructura para el procesamiento de esa extraordinaria cosecha?
Evidentemente, la eterna improvisación que caracteriza al
régimen conducirá al fracaso de esta nueva ilusión, cargada de un fuerte
componente demagógico.
La mejor manera de impulsar la agricultura venezolana, es
apoyando a los agricultores de tradición, que se encuentran organizados y
dispuestos a trabajar en los campos del país, a soportar el radiante sol, los
días calurosos, las noches infinitas cuando las plagas atacan ferozmente a los
cultivos, esperar las lluvias oportunas y en cantidades adecuadas, coordinar
las actividades de recolección y despacho de los productos. Ellos necesitan un
acceso seguro a los insumos agrícolas, sin los cuales, tal como se ha visto en
los años recientes, la superficie sembrada es poca, los cultivos son pobres por
una mal nutrición y los rendimientos son muy bajos. De otra manera, continuará
el sueño oficialista de una soberanía alimentaria para los venezolanos.
Digalo Ahi Digital
21 de Febrero del 2020
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