El sociólogo argentino Robert Gargarella
escribió en noviembre de 2019 un interesante artículo en La Nación de Buenos
Aires: “El desencanto de las democracias que mueren por dentro”. En el sostenía
que el vaciamiento institucional reemplazó a los golpes de Estado que
provocaban “la muerte súbita” de los sistemas democráticos.
Esta tesis de la erosión ha sido sostenida
por muchos analistas como Tom Ginsburg, Aziz Huq, Adam Przeworrsky, Cass
Ustein,. Muchas de ellas han sido resumidas por Steven Levitsky, profesor de la
Universidad de Harvard y Daniel Ziblatt cuyas investigaciones se centran en los
partidos políticos, la democracia y el autoritarismo en distintos países en
vías de desarrollo, quien tiene un sugestivo libro, convertido en best seller
mundial: “Cómo mueren las democracias”.
Hoy en día, mueren de esa manera, no es
preciso un golpe, solo que se degraden las instituciones, sostienen. La
democracia es una planta tierna que precisa ser regada todos los días, no nos
es dada para siempre. Y ahora está en peligro, porque las sociedades y las
formas de relación entre las personas han cambiado mucho. Tenemos que estar
atentos, puede haber un cambio antidemocrático, pero debemos luchar para que
eso no ocurra”.
También el historiador y escritor mexicano
Enrique Krause, director de la revista “Letras” señaló que: “El líder populista
toca resortes muy primitivos”. advierte de los peligros del auge de caudillos
carismáticos: Todo fanatismo de la identidad, afirma, conduce a la violencia.
La única manera de salir de la trampa es la libertad, la tolerancia
En un continente de caudillos, donde
nacionalismo y revolución han sido dominantes desde las independencias, en su
último libro, El pueblo soy yo, hace una declaración de principios. Donde
pone su acento en el caso Venezuela, un país que conoce bien y sobre el que
opina que “estamos asistiendo a su muerte”. En ese ensayo Krause traza
una anatomía
del poder en América Latina y advierte contra el auge del populismo en
nuestros días.
Lo inicia inspirado en una frase de Hugo Chávez: Yo ya no soy
Chávez, soy un pueblo, copiada del líder colombiano de los años 40, Jorge
Eliecer Gaitán
El denominador común es que parte de la ciudadanía
se siente perturbada de la política y
en un alto porcentaje repudia a la clase
dirigente.
Venezuela después del 5-E. 2020
Venezuela es característico. El proceso de
erosión tuvo su primera manifestación concreta con la defenestración que de CAP
hicieron los jerarcas de AD, Copei, las izquierdas, los residuos del gomecismo,
dueños de medios y sectores empresariales que comenzaban a perder sus prebendas
con el nuevo esquema reformador que debía desarrollarse para oxigenarla; al no
ocurrir se abrió el portón que facilitó el cómodo arribó de Hugo Chávez a
Miraflores en 1999.
La oposición al régimen chavista fue
totalmente errática hasta que logró una sólida mayoría absoluta en la AN en
2015, que su dirección rápidamente dilapidó.
Hasta que en enero de 2019 surgió una nueva esperanza con la presidencia
en la AN de Juan Guaidó, la cual coincidió con la toma posesión de una
presidencia cuestionada como la de NM (2018), ante la que lanzó una quimérica tesis que sostenía “la sustitución del
gobierno usurpador, el nombramiento de uno de transición y la convocatoria a
elecciones presidenciales” que aglutinó el abrumador sentimiento opositor: pero
los yerros continuaron acumulándose desde febrero con un mal manejo de la ayuda
humanitaria, con un fallido intento de sublevación militar el 30 de abril, con
unos diálogos como el de Oslo y Barbados que no condujeron a nada,
Hoy estamos en un país con dos AN y una ANC;
un presidente en ejercicio NM y uno interino JG, dos fiscalías, y TSJ, pero con
una FANB que apoyan y sostienen a Maduro, ya vestido de Comandante en Jefe, a
cambio de múltiples y jugosas prebendas para su alto mando.
JG regresó luego de un exitoso periplo
internacional. Trajo consigo olivas mundiales, el drama es como las traduce en
hechos con una oposición dispersa y atomizada, ante un gobierno que se propone
ir a una elección parlamentaria este año, jugando con todas las armas que tiene
en sus manos, tanto políticas y económicas.
En esa disyuntiva está el quid de la
cuestión. Vendrá pronto el nombramiento de un nuevo CNE vía AN Parra,
ratificado por el TSJ y el control de las direcciones de los partidos del G4.
Como dijo Luis Herrera “pónganse las alpargatas porque lo que viene es joropo”
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