Foto: El robot Sophia,
durante una feria de innovación en Katmandú (Nepal). NAVESH CHITRAKAR.
El llamado aprendizaje
automático está conquistando la automatización de procesos, en muchos casos
complejos, pero aislados
La inteligencia
artificial, aún emitiendo sus primeros balbuceos, ya nos acompaña en muchas de
nuestras actividades. Ha aprendido con nuestra ayuda a reconocer voces, huellas,
o simplemente, patrones, allá donde los haya. Nos ofrece las nuevas e infinitas
posibilidades que el universo computacional puede brindarnos: predicción
meteorológica, sistemas que aprenden de nuestros gustos para hacernos
recomendaciones, o traducción automática y en tiempo real entre idiomas.
El término inteligencia
artificial se acuñó hace poco más de 60 años. Los albores de esta tecnología
estaban plagados de optimismo: se pensó que si los ordenadores eran capaces de
demostrar ciertos teoremas matemáticos o de jugar al ajedrez al nivel de los
grandes maestros, ¿por qué no podrían resolver con facilidad tareas que
consideramos automáticas, como reconocer caras u objetos? Las primeras
predicciones apuntaban a que seríamos capaces de crear máquinas inteligentes a
nuestro nivel en cuestión de unos pocos años. Evidentemente, estas predicciones
se equivocaban. Después de millones invertidos, la inteligencia artificial cayó
casi en el olvido durante un período de tiempo.
Hoy sabemos que las
máquinas pueden aprender, pero ¿podemos crear máquinas verdaderamente
inteligentes? Sí y no. El llamado aprendizaje automático está conquistando la
automatización de procesos, en muchos casos complejos, pero aislados, es decir,
podemos crear sistemas específicos para una determinada tarea acotada, por
ejemplo, relacionada con el diagnóstico médico. Pero esto no es todo. La
inteligencia artificial también está empezando a conquistar ciertas tareas de
creación, llamadas generativas, por ejemplo, para crear arte, aprendiendo de
poesía, pintura o música. Disponemos ya del hardware necesario para crear una
máquina con las capacidades computacionales del cerebro humano. Sin embargo, no
sabemos cómo hacer que aprenda. Nuestro escaso conocimiento de neurociencia es
una barrera difícil de sortear, ya que la mayoría de técnicas en inteligencia
artificial están basadas en lo que conocemos de nuestro cerebro y de sus
mecanismos de aprendizaje.
La inteligencia
artificial está empezando a conquistar ciertas tareas de creación, llamadas
generativas, por ejemplo, para crear arte, aprendiendo de poesía, pintura o
música
Un ejemplo son las
llamadas redes neuronales artificiales, que imitan la disposición y el
entrenamiento de las redes neuronales presentes en nuestro cerebro. Se trata de
unidades de procesamiento simples, conectadas y que aprenden de impulsos. En
los inicios, estas redes eran relativamente simples, tomando unos datos de
entrada y usando una capa de procesamiento para producir una salida. Sin
embargo, el área conocida ahora como aprendizaje profundo estudia cómo entrenar
redes con múltiples capas conectadas, proporcionando modelos más parecidos a
nuestro cerebro. Otra de las áreas con gran potencial es el conocido
aprendizaje por refuerzo, en el cual las máquinas aprenden del entorno mediante
un sistema de recompensa a sus acciones, sin necesitar constante supervisión,
algo más parecido al aprendizaje al que nos sometemos desde la infancia.
Hay expertos que
relacionan la actual crisis con la velocidad a la que está cambiando el mercado
de trabajo, como ocurrió en la revolución industrial. La automatización de las
tareas inherentes a distintos puestos de trabajo dará lugar a una nueva era de
trabajos más especializados en procesos de computación. Hemos de anticipar
estos cambios y preparar a la sociedad para ellos. Se seguirán necesitando por
supuesto expertos en todas las áreas de conocimiento, pero éstos precisarán
también de un cierto dominio de estas nuevas tecnologías de automatización.
La inteligencia
artificial no ha nacido para competir con nuestra inteligencia, sino para
ayudarnos en nuestras tareas diarias, en su mayoría rutinarias, y, en
consecuencia, mejorar nuestro nivel de vida. Sin duda mejorará nuestra
inteligencia colectiva, dando paso a avances que ahora mismo consideramos
ciencia ficción. Algunos de ellos pertenecen más al presente que al futuro:
sistemas que aprenden de patrones cerebrales para ayudar a personas con
movilidad reducida a utilizar brazos o piernas biónicas, reconocimiento de
emociones en animales o detección de somnolencia en conductores analizando
patrones de parpadeo, entre otros.
La inteligencia
artificial no ha nacido para competir con nuestra inteligencia, sino para
ayudarnos en nuestras tareas diarias, en su mayoría rutinarias, y, en
consecuencia, mejorar nuestro nivel de vida
Se habla de que en un
futuro no lejano el término humano y robot se fusionarán para dar lugar a
ciborgs, humanos con acceso a un nuevo mundo virtual. Pero, ¿sabemos con
seguridad hacia dónde nos dirigimos? La evolución de la inteligencia artificial
dependerá solo de nosotros, sus creadores. Somos nosotros los encargados de
asegurar que estos nuevos avances vayan realmente enfocados a mejorar la
inteligencia colectiva de nuestra sociedad. En lo que atañe a la aplicación de
la inteligencia artificial, están surgiendo distintas cuestiones relacionadas
con ética o leyes, por ejemplo las que hacen referencia a la responsabilidad de
los coches autónomos. Estas cuestiones son de gran importancia para la adecuada
evolución de nuestra sociedad.
María Pérez Ortiz es
doctora en Ciencias de la Computación e investigadora en la Universidad de
Cambridge.
Crónicas
del Intangible es un espacio de divulgación sobre las ciencias
de la computación, coordinado por la sociedad académica SISTEDES (Sociedad de
Ingeniería de Software y de Tecnologías de Desarrollo de Software). El
intangible es la parte no material de los sistemas informáticos (es decir, elsoftware),
y aquí se relatan su historia y su devenir. Los autores son profesores de las
universidades españolas, coordinados por Ricardo Peña Marí (catedrático de la
Universidad Complutense de Madrid) y Macario Polo Usaola (profesor titular de
la Universidad de Castilla-La Mancha).
G miradas multiples
El pais
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