La 4T está ardida. Sabe,
a pesar de sus cortinas de humo, sus mentiras y sus faramallas, que la caída de
Evo Morales en Bolivia constituye un serio revés para el proyecto de López
Obrador en México. Sobre todo, la 4T sabe realmente cuáles han sido las condiciones
de esa caída, independientemente de lo que inventen sus funcionarios y sus
voceros.
En primer lugar, más
allá del papel exacto de las fuerzas armadas bolivianas en la salida de Evo
Morales, el gobierno mexicano sabe perfectamente que cayó Evo por el fraude
electoral y por el hartazgo de la población hacia su gobierno.
A pesar de
éxitos innegables a lo largo de los últimos 13 años, en una elección
fraudulenta, 53% del electorado votó contra Evo, es decir, la misma proporción
que votó a favor de AMLO. Sabe que el fraude fue detectado, denunciado y
comprobado por una misión de observadores y de auditoría libremente
consentidas, ambas, por el gobierno de Evo Morales. Sabe que hubo una
gigantesca movilización popular, igual o mayor que la de Chile, en un país
mucho más pequeño, contra Evo Morales, contra su fraude electoral y contra su
intento de perpetuarse en el poder.
Sabe también el gobierno
mexicano que Evo constituía la última figura icónica de la llamada izquierda
latinoamericana, o lo que un tiempo se llamó el socialismo del siglo XXI. Lula
ya no está preso, afortunadamente, pero no se encuentra en condiciones de
liderazgo regional. Los cubanos están otra vez al borde de la miseria o ya se
encuentran en ella; la Venezuela de Nicolás Maduro se halla en una situación
más desesperada que nunca; la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua no va a
ningún lado; y la única forma en que Alberto Fernández en Argentina pueda sacar
adelante a su país es tomando distancias frente a la demagogia latinoamericanista
y “antineoliberal” del Grupo de Puebla y del Foro de Sao Paulo.
Por último, el gobierno
de México sabe perfectamente que Evo no pidió asilo, sino que se lo ofreció;
que va a tratar de volver a Bolivia desde México utilizando recursos de Morena,
de los cubanos, de los venezolanos y de sus propias cuentas de banco. El
gobierno de López Obrador va a polarizar aún más a la sociedad mexicana,
habiendo insistido, casi rogado, que Morales aceptara el ofrecimiento mexicano
de asilo. Más allá de lo que haya sucedido en Bolivia —golpe de Estado, o no;
ruptura del orden constitucional, o no; nuevas elecciones muy pronto, o no—
López Obrador y la 4T saben que perdieron un partidario importante,
emblemático, en su absurdo proyecto latinoamericanista trasnochado. Por eso,
cometen tanto errores como el haber felicitado a Evo por su supuesto triunfo
electoral, en compañía únicamente de los dictadores de Cuba y de Venezuela. Por
eso no han previsto la ropa sucia que aparezca en La Paz.
noviembre 14, 2019
Las claves jurídicas y
políticas de una muy polémica sucesión presidencial en Bolivia
El Constitucional, que
avaló la reelección indefinida de Evo Morales, respalda ahora el nombramiento
de Áñez entre críticas del partido del expresidente.
Una de las protestas en
El Alto, en Bolivia. En vídeo, declaraciones de Jeanine Áñez. AIZAR RALDES
Jeanine Áñez es la nueva presidenta de Bolivia en virtud del “principio de continuidad”, por el
cual “el funcionamiento del órgano ejecutivo (…) no debe verse suspendido”,
según sostiene el Tribunal Constitucional boliviano. En caso de que la
presidencia esté vacante, infiere el tribunal, no hace falta “ley ni resolución
congresual [del Parlamento]” para que se produzca la sucesión.
Esta declaración dio un respaldo clave el martes al procedimiento de
designación de Áñez como nueva presidenta del país tras la dimisión de Evo Morales, ya asilado en México. Fue el expresidente Jorge Tuto Quiroga, quien consultó, a través de un
equipo de abogados cercanos, el aval al proceso de relevo con los magistrados
del Constitucional, según fuentes de esos contactos. Irónicamente, estos
partidos antes consideraban a este órgano un instrumento fiel del expresidente,
ya que secundó a Morales en su pretensión de presentarse de nuevo al cargo tras
el referéndum de 2016 en el que la población rechazó las reelecciones
indefinidas.
El alto tribunal
justificó su posición sobre la designación de Áñez en la jurisprudencia; en concreto,
en una resolución constitucional de 2001, aprobada para tramitar la sucesión
del entonces presidente, Hugo Banzer, que renunció por enfermedad, y fue
sustituido por el vicepresidente Quiroga. Pero esta resolución se dictó ocho
años antes de que se aprobara la Constitución actualmente vigente.
Los partidos de la
oposición necesitaban una salida para crear un Gobierno ante la renuncia y exilio de Morales, pero no podían resolver
el problema mediante una resolución del Parlamento porque el Senado, la Cámara
encargada de dirimirlo, no contaba con el quórum reglamentario para la
aprobación. Hubo un intento de acercamiento entre las partes y se celebraron
conversaciones con los parlamentarios del Movimiento al Socialismo (MAS), la
formación del exmandatario, que controla dos tercios del Senado y de la Cámara
de Diputados. Sin embargo, no pudieron convencerlos de que participaran de la
sesión en la que Áñez, vicepresidenta segunda del Senado, se proclamó
finalmente a sí misma mandataria interina del país. Esta sesión, celebrada el
martes, no contó con el quórum habitual para las votaciones del Parlamento. El
Constitucional, en cambio, dice que tal requisito no era necesario.
Sin jefes parlamentarios
Varios diputados del MAS
justificaron su ausencia de la sesión por la “falta de garantías” de seguridad
y pidieron a sus colegas de otros partidos esperar a que llegaran a La Paz
otros parlamentarios, retenidos en sus regiones por las dificultades de
conseguir transporte para desplazarse a la capital.
“Los parlamentarios de
la anterior oposición se apresuraron a designar presidenta por dos razones.
Primero, por una muy entendible: la emergencia que vive Bolivia. Segundo, por una razón política: al no tener mayoría,
si esperaban al MAS para reunirse, este hubiera podido elegir las autoridades
parlamentarias y, además, a las del país”, señala el politólogo Jorge Richter a
este periódico.
Richter sostiene, también,
que si bien el argumento legal del Tribunal Constitucional para avalar la
designación es correcto, no tiene precedentes el hecho de que la renuncia de
Morales no se haya considerado en el pleno del Parlamento, y que no se
realizara un debate sobre la situación de la Mesa tras la renuncia verbal a sus
escaños de los presidentes del Senado y diputados en el pico de la crisis
política.
Los parlamentarios del
MAS, que constituyen la mayoría de la Asamblea, se reunieron por su cuenta,
pero el nuevo oficialismo no tomará en consideración sus resoluciones. La
diputada del partido de la nueva presidenta Shirley Franco explicó que,
legalmente, los masistas no pueden autoconvocarse y que las reuniones
de las Cámaras legislativas deben ser solicitadas por una autoridad
parlamentaria vigente, y el MAS no cuenta con ninguna, ya que todos los jefes
parlamentarios renunciaron tras anunciar Morales el domingo que dejaba la
presidencia.
Los periodistas de los
principales medios de comunicación bolivianos, la mayoría de los analistas y
todos los políticos de la oposición a Morales, incluyendo al excandidato a
presidente Carlos Mesa, han apoyado la salida legal preparada por
los políticos del nuevo oficialismo y el Tribunal Constitucional.
Tanto el alto mando
militar, que presionó el domingo para que Morales renunciara, como la Policía
obedecen a Áñez, que ya recibe el tratamiento de presidenta de parte de los
diversos servicios del Estado boliviano. Tras dirigirse a las bancadas del
Senado opositoras a Morales el martes por la noche, Áñez recibió del propio
comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, la banda presidencial.
G miradas multiples
El Nacional
El Pais
No hay comentarios:
Publicar un comentario