La Casa Encendida acoge un ciclo de conferencias gratuitas para reflexionar sobre el cambio de modelo de movilidad urbana
Poder decidir la forma de transitar por la ciudad,
desplazarse con comodidad y seguridad, con medios y costes razonables, es un
derecho del que dependen otros muchos y que los poderes públicos deberían
garantizar a todos los ciudadanos. Pero estamos lejos de que eso ocurra. Nuestras ciudades han crecido por y para el automóvil
privado, en detrimento de otros usos y otras formas de desplazarse,
cercenando derechos de quienes no lo utilizan. Así lo evidencian la conversión
de bulevares en vías rápidas, la multiplicación de aparcamientos en el centro
de las ciudades.
Las grandes inversiones en infraestructuras para conectar
espacios residenciales y grandes equipamientos innecesariamente dispersos por
el territorio y que fuerzan al uso del automóvil primando como única solución y
que "justifican" la ocupación de una cada vez mayor proporción del
espacio público para viario. El diseño de los desarrollos urbanos, supeditado a
las exigencias y las posibilidades que plantea el automóvil privado, ha
provocado también un incremento de consumos energéticos y de costes económicos
y sociales, porque la movilidad forzada supone además merma del tiempo de ocio
y, por consiguiente, de la calidad de vida.
El actual modelo de movilidad viene dando rotundas muestras de
insostenibilidad, de ser contrario a la equidad, gravemente
ineficiente para el funcionamiento de la ciudad y la principal causa del
deterioro del medio ambiente urbano, con efectos muy negativos sobre el cambio
climático y la salud de las personas. Además, el absoluto predominio del coche
provoca inequidad, al acaparar el espacio público
y limitar otros posibles modos de transporte, penalizando a amplios sectores de
la población, que bien por renta, por edad u otras circunstancias no pueden o
no quieren utilizar el automóvil. Hay una gran parte de espacio público
inaccesible para los peatones, muy especialmente para las personas mayores y
los niños, para los que la calle es un lugar peligroso.
Los desplazamientos son
parte esencial de la vida urbana, necesarios para la distribución de
mercancías, para el desempeño de las actividades económicas, para acceder a
bienes y servicios, para disfrutar del ocio, la cultura y las relaciones
sociales y, así, las posibilidades de desplazarse por la ciudad pueden
convertirse en un importante factor discriminatorio y excluyente, causante de
graves desigualdades sociales y desequilibrios territoriales.
En las próximas semanas,
en el centro social y cultural madrileño de la Casa Encendida, se ofrece un
ciclo gratuito de conferencias sobre "El derecho a otras formas de transitar por la ciudad”.
En él, se formularán preguntas, reflexiones y propuestas sobre los grandes
retos a afrontar ante tan conveniente como inevitable cambio de modelo, para
alcanzar una mejor regulación de la movilidad y para optimizar la
accesibilidad. El objetivo es contribuir a la creación de una "nueva cultura de movilidad", con los necesarios cambios
de actitud de los poderes públicos y de los ciudadanos, desde la que se
reconozca el derecho universal a la movilidad, como requisito de equidad y
cohesión social, que apoye decididamente alternativas atractivas y viables a la
creciente congestión viaria, priorizando el respeto al medio ambiente.
Será necesario formular
nuevas propuestas urbanísticas para corregir las grandes exigencias de
movilidad de los espacios metropolitanos y del urbanismo expansivo de los
últimos decenios. Será preciso repensar la ciudad con menos automóviles, habrá
que transformar para otros usos muchos de los espacios que ahora se dedican a
la circulación, al aparcamiento. La acción urbanística tendrá que apostar por
otros espacios urbanos que no estén exclusivamente pensados para facilitar el
uso del automóvil, reorganizar el espacio público para favorecer el dinamismo
social y económico, pero evitando también que la peatonalización, o las
restricciones del uso del automóvil, derive en procesos de gentrificación, turistificación u otras patologías
urbanas igualmente indeseables.
El cambio de modelo no
será fácil, están ganando protagonismo los desplazamientos a pie, la bicicleta,
el transporte colectivo y las motorizaciones menos contaminantes, pero aún
queda mucho recorrido en la reducción de los consumos de energía, de ruidos y
de emisiones que deterioran el medio ambiente. También se pueden vislumbrar
cambios en la percepción del coche privado que, aunque sigue siendo un símbolo
de estatus y casi siempre es el medio más cómodo y rápido para desplazarse,
permanece aparcado más del 90% del tiempo de su vida útil y va encontrando cada
vez más limitaciones para circular o aparcar en la ciudad. Los coches eléctricos de alquiler pueden
ser un importante argumento para reducir la presencia del automóvil en la
ciudad. Pero sobre todo habrá que aprovechar al máximo las inimaginables
oportunidades que van a seguir ofreciendo las nuevas tecnologías de
comunicación, ampliando las posibilidades de utilización de la "movilidad
virtual" que, además de hacer innecesarios muchos desplazamientos físicos,
podrían trastocar los criterios de localización sobre los que se ha venido
sustentando la organización espacial de la ciudad, pero esa es otra cuestión.
G miradas multilples
16 de Noviembre del 2019l
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