El ex
presidente de Costa Rica y ganador del Premio Nobel en 1987 dijo que
aunque Latinoamérica haya vencido las dictaduras aún hay gobiernos que atentan
contra la autonomía de los poderes
En poco más de 30 años, América Latina ha visto un
cambio como pocas regiones del mundo: a principios de los años 80, el 90% de
los gobiernos de la región eran regímenes militares. Hoy, la proporción se ha
invertido por completo. Más del 90% son democracias. Esto se debe, en no poca
medida, al costarricence Oscar Arnunfo Arias Sánchez.
El dos veces presidente de su país recibió el
Premio Nobel de la Paz en 1987 gracias a sus esfuerzos para lograr la paz en
Centroamérica, la cual se consolidó hacia principios de los 90. Desde
entonces, tanto por sus esfuerzos por lograr que cesen los conflictos como por
combatir el tráfico de armas le han garantizado un lugar en la historia de
América Latina.
A pesar de ver en su vida más cambios de los que el
más optimista de los estadistas podría prever (con dos de los últimos rezagos
de la Guerra Fría en la región, el prolongado enfrentamiento entre Cuba y
Estados Unidos y el conflicto armado en Colombia, a punto de
solucionarse), Oscar Arias no es muy optimista sobre lo que ocurre con
América Latina.
"La verdad es que uno siempre ha esperado
pasar la página de las dictaduras militares de Centro y Suramérica. Tuvimos
éxito en ese sentido, aunque no nos confundamos: hoy tenemos regímenes que
llegan al poder por medio de elecciones, algunas libres, otras más o menos
libres, pero una vez en el poder los presidentes borran la separación de
poderes que existen en todas las democracias desde Montesquieu.
Se apoderan del poder Judicial, Electoral, cierran
medios de comunicación. Entonces esa democracia liberal deja de serlo.
Luego modifican la constitución para reelegirse de
manera inmediata. Y eso lo tenemos en muchos de nuestros países. O sea
que no podemos alegrarnos completamente de que dejamos los gobiernos
autoritarios atrás".
¿A qué países se refiere?
Evidentemente el país que más ha hecho esto es
Venezuela. Hasta el punto de que es un país quebrado, de que los cubanos que
están en Caracas son en buena parte los que están gobernando. Es un país con un
desabastecimiento como nunca en la historia de América Latina.
Con una inflación como la que tuvieron algunos
países en los 80... Es un país con un apoyo al gobierno del 20% y no sabemos si
va a ganar o perder en las elecciones legislativas de diciembre. Es evidente
que con ese apoyo popular tiene que perder, pero en Venezuela ya nos ha dado
varios sustos.
Estamos hablando del mejor ejemplo, pero hay otros
parecidos. Ahora: hay que recordar que en el 2009 hubo un golpe de Estado
en Honduras. A pedido de las dos partes hice un esfuerzo muy grande de
mediación, intenté que se restableciera el orden constitucional y retornara
Manuel Zelaya como presidente del país. Eso no fue aceptado.
O sea que hemos tenido un período largo de
democracia que se ha ido consolidando, pero también vimos revertirse ese
proceso en Honduras.
Algo que también persiste son los líderes
autoritarios. Octavio Paz decía que la única contribución de América Latina a
la historia del pensamiento político era la figura del caudillo. Hugo Chávez,
Alvaro Uribe, Evo Morales... ¿Por qué no hemos podido en América Latina superar
estas figuras mesiánicas y apostarle más a procesos
Porque no hemos construido democracias
verdaderamente liberales, como la inglesa, la norteamericana. O la francesa. Y
por otro lado somos muy dados a permitir el nacimiento de estos líderes
populistas, demagogos, que juegan con los sentimientos del pueblo, que ofrecen
cosas irrealizables y que luego no se les puede quitar porque las
elecciones no son necesariamente transparentes.
Y han sustituido la institucionalidad por consultas
populares cuando saben que pueden manipular a la opinión pública y conseguir el
apoyo de nuestros pueblos.
Pero yo pienso que lo más importante en
América Latina es que en 200 años de vida independiente que tenemos no tenemos
un solo país rico, del primer mundo. O sea que hemos sido un fracaso, con
excepción de Chile, que tiene un ingreso per cápita mucho más elevado que el
resto...
Por lo menos en América del Sur, con la demanda por
los "commodities" de China, hace unos poquitos años Argentina,
Paraguay, Brasil, Chile, Ecuador, tuvieron crecimientos elevados, pero eso se
terminó y tenemos economías estancadas, algunas decreciendo como el caso de
Brasil.
No es el caso de mi país, donde no dependemos de
"commodites" sino de la venta de servicios y de algunos
productos industriales altamente sofisticados. Sin embargo también tenemos una
democracia disfuncional.
Lo cierto es que no tenemos un crecimiento que les
permita a nuestros países disminuir la pobreza sensiblemente como se lo merecen
nuestros pueblos.
Algo que tampoco hemos conseguido es una mayor
integración, a pesar de que, al revés de Europa, tenemos un idioma y una
historia comunes, con excepción de Brasil. ¿Por qué nos es tan difícil
integrarnos?
Hay que ver qué entendemos por integración. En
Centroamérica tenemos un mercado común de los más viejos del mundo, pero en
algún momento nos dimos cuenta que vendiéndonos y comprándonos entre nosotros
no íbamos a crecer.
"Venezuela
se gasta US$4.000 millones comprándole armas a los rusos.Brasil cambia su flota
de aviones de guerra. Me pregunto: ¿Quién es el enemigo de Brasil, de
Venezuela?" Oscar Arias
Entonces
optamos por insertar estas pequeñas economías en la economía mundial. Y yo, en
honor a la verdad, volví a la política en mi país en el 2005 para hacer eso,
porque los costarricenses no querían aprobar el tratado de libre comercio con
los Estados Unidos.
Ese
camino de negociar tratados de libre comercio con regiones y países el que más
lo ha seguido es Chile. Creo que por esa apertura comercial es un país con un
nivel de vida más elevado.
Ricardo
Lagos, el expresidente chileno, ha destacado eso: que es muy distinto su país,
que es pequeño y necesita abrirse al comercio mundial, que Brasil, que tiene un
enorme mercado interno. Para una integración habría que tenerse en cuenta todo
eso, los aranceles, los regímenes tributarios...
En el
campo comercial, por ejemplo, es muy poco lo que nuestras economías
centroamericanas le pueden vender a los argentinos, a los chilenos, brasileños.
Ciertamente el mayor comercio de ese país es con el mundo asiático que es la
región que más está creciendo.
El
siglo XXI es de Asia, no de América Latina. Hemos esperado 200 años desde la
independencia y no hemos dado el salto al desarrollo. Se dio la Revolución
Industrial y nosotros no la vimos pasar. Nueva Zelanda, Australia, Canadá y los
países europeos se montaron en ese vagón, pero no América Latina.
Usted
destacaba no hace mucho que recurrimos más a la civilidad, que en caso de
conflictos entre países recurrimos a La Haya, por ejemplo. Otros punto positivo,
creo, es que la relación frente a Estados Unidos también ha cambiado; ya los
países latinoamericanos actúan con más independencia.
Pues
yo diría que sí... Pero son más las cosas malas que las buenas, en honor a la
verdad. Por ejemplo: la educación de América Latina es de pésima calidad.
La escolaridad en algunos países es de 8 años. En la enseñanza media en algunos
países no se gradúa el 50%, en otros el 60% o el 70%.
América
es al región del mundo donde el gasto militar más ha crecido en los últimos
años. Eso lo sigo muy de cerca porque el tratado sobre el comercio de armas,
que ya entró en vigencia, nació en mi Fundación Arias para la Paz y el Progreso
Humano. Nos encontramos con que Venezuela decide gastarse US$4.000 millones
comprándole armas a los rusos. O que el gobierno brasileño decide cambiar su
flota de aviones de guerra.
"Hemos
esperado 200 años desde la independencia y no hemos dado el salto al
desarrollo. Se dio la Revolución Industrial y nosotros no la vimos
pasar", Oscar Arias.
Y yo me
pregunto: ¿Quién es el enemigo de Brasil, de Venezuela? ¿Quién los va a
atacar? ¿No han oído hablar de los dividendos de la paz? Son sumas del
ahorro nacional que le seguirmos restando a la infraestructura, a hospitales,
universidades, hidroeléctricas, energías renovables...
Muchos
de nuestros intelectuales han dicho que, en términos culturales, nuestros
países están a la altura de cualquier nación del mundo. Nuestros escritores,
pintores, músicos, son internacionalmente reconocidos. Sin embargo no ocurre lo
mismo en términos científicos. Eso se debe en buena parte a la falta de una
educación orientada hacia el pensamiento crítico, ¿no?
Sí
señor. Se debe a lo que yo apunté: una educación de mala calidad. Eso lo vemos
con los estudios Pisa que hace la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos. Los resultados de Américá Latina son muy malos.
Finlandia siempre aparece en los primeros lugares, pero es que allá para ser un
profesor de primaria o secundaria hay que tener una maestría.
Entre
las mejores 250 universidades del mundo sólo hay una de América
Latina. Eso habla por sí mismo. Y es muy difícil dar el salto al
desarrollo cuando nuestros jóvenes estudian fundamentalmente ciencias sociales,
humanidades, derecho...
Yo no
tengo nada contra esas carreras, yo soy abogado y politólogo, pero lo que no me
parece bien es que graduemos cuatro veces más abogados que científicos. Porque
eso es lo que explica el crecimiento económico de una Alemania, China.
Singapur...
Como
usted apuntaba, nos sentimos orgullosos de nuestros escritores. En eso hemos
sobresalido. Pero son casos individuales, gente con mucho talento. Pero cuántos
premios Nobel tenemos en química, o en física...
Aparte
de la educación, ¿cuáles cree que son los principales retos en América Latina?
Tenemos
que invertir más en infraestructura. Los chinos invierten el 10% de su PIB.
América Latina debe estar por el 2,5 o 3%.
Tenemos
que pagar más impuestos. Somos la región más desigual del mundo. No podemos
sentirnos orgullosos de eso.
Tenemos
a gente muy adinerada que no paga impuestos como los pagan los alemanes, los
suecos, noruegos. En promedio, la carga tributaria de América Latina oscila
entre el 21% y el 22% -en francia es del 53%, en Alemania del 44%-.
Yo no
se si el título del país en el que menos se pagan impuestos en todo el
continente latinoamericano todavía lo tiene Guatemala. Mientras esto no se
corrija no va a ser posible construir sociedades más igualitarias.
Para
terminar en una nota positiva, ¿hay algo que esté ocurriendo en América Latina
que le de esperanzas para el futuro?
Digamos
que tenemos una juventud cada vez mejor preparada. Lo que tenemos que
hacer es convencer a esa juventud que ingrese a la vida pública. Que no se
satanice el que gente buena venga a la vida pública. Porque si se sigue
haciendo entonces no van a querer ser diputados, ocupar un cargo de ministro o
aspirar a la presidencia.
Pero que tenemos una
generación muchísimo mejor preparada que 30 o 50 años atrás, eso no lo podemos
negar.
El Nacional, 19 DE OCTUBRE 2015 - 01:51 PM
Foto 01:Oscar Arias se mostró preocupado de la reacción del estado venezolano a una posible derrota electoral en las próximas elecciones |Foto: EFE
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