15 de octubre de 2015
Estimados miembros de la comunidad universitaria
1. Quisiera expresar, respetuosamente, nuestra posición sobre la situación
universitaria actual, ratificando lo que se expuso en un comunicado del 11
de septiembre de 2015, que circuló por las redes sociales. En él se manifestó
que a pesar de
parecerme legítimas, casi la totalidad de las razones expuestas por la
dirigencia de varios gremios universitarios, para promover una protesta activa
por la situación de las universidades, es indispensable no cerrar las
universidades, es decir, se deben mantener activas y abiertas y esto sólo
ocurre si se llama a clases (incluso si esto significa actividades
docentes con tiempos reducidos, por ejemplo, una semana de 8 am. a 1 pm. y otra
de de 1 pm a 6 pm.).
2. También se señaló que en un momento como este todas las formas de
protesta contra los atropellos y las injusticias son más que legítimas, y deben
realizarse a través de todas las modalidades posibles, menos las violentas (que
no pertenecen a la condición universitaria ni al espíritu democrático).
3. En estas circunstancias trágicas para cada venezolano, debido a la
catástrofe económica provocada en el país (por ineficiencia y/o
intencionalmente) la cual afecta también el normal funcionamiento de las
universidades, concordamos con la tesis de la dirigencia gremial de APULA de
que no se debe “jugar a la normalidad”. Nada es normal en el país. Pero tampoco
creemos que se debe “jugar al cierre” de la universidad que implica no llamar a
clases a corto plazo. Esto es un juego muy peligroso que nos expone a todos.
4. Algunos dirigentes gremiales y profesores, sensibilizados por la
situación económica general están estimulando de facto este cierre.
Estimamos que no se puede destruir la institución con la esperanza de salir a
corto plazo del actual gobierno y aunque es comprensible humanamente la
indignación, frustración e impotencia que produce ver cómo se destruyen las
instituciones educativas y, con ello la vida académica de todos los
trabajadores universitarios honestos. Los salarios se vuelven absurdamente
irrisorios, junto a los ahorros, los seguros de salud, las jubilaciones y los
pocos beneficios que tenemos desaparecen literalmente (el parqué de carros no
sólo de la Universidad y de los universitarios sino de los trabajadores del
país están parándose vertiginosamente por los costos de repuestos o por su
inexistencia en el país).
5. Sin embargo, debemos pensar en diálogo conjunto las alternativas
menos catastróficas. Si cerramos las universidades se pierden los únicos
espacios autónomos y perdemos la fuerza intangible de la calidad de los
universitarios. Sabemos que las alternativas no son las que quisiéramos pero
debemos tomar con realismo la decisión de cerrar o sobrevivir con las
alternativas que ofrece la realidad actual. Nuestra posición es que debemos
sobrevivir como institución autónoma y sobrevivir lo mejor que podamos con la
excelencia, dignidad y seriedad que caracteriza a los universitarios. Para ello
se necesita llamar a clases y pelear junto con los estudiantes cada espacio de
vida inteligente que podamos mantener.
6. En este momento, parafraseando al Poeta Rafael Cadenas[1], “lo revolucionario es conservar”;
conservar las instituciones y la democracia, así como la honestidad de la
palabra y la dignidad del universitario, es lo que nos corresponde.
7. Debemos obrar con propuestas reales para sobrevivir funcionando
institucionalmente lo mejor que se pueda, en circunstancias críticamente
adversas y en medio de “una economía de guerra”, pues no se ve soluciones a
corto plazo para la economía del país. El gobierno no va a cambiar su posición
ni va a tomar medidas económicas nacionales ni nos va a enviar más presupuesto
o dar un nuevo aumento de sueldos. Después de las elecciones nacionales del 6
de diciembre, gane quien gane, sabemos que las cosas no van a mejorar, al
contrario se estima que empeorarán. Pero además queremos recordar lo que
dijimos en nuestro comunicado anterior: “que no se trata sólo de un problema
crítico por la injusta devaluación del poder adquisitivo de todos los
universitarios, la cual produce una nueva “diáspora” laboral a otros países
sino del acoso intencional sobre el presupuesto universitario que apenas
alcanza para sobrevivir académicamente”, pero aún así, para asombro del
gobierno, hemos funcionado.
8. Por ello, queremos insistir en que no nos parece productivo, bajo
ningún aspecto, la decisión de cerrar la Universidad o suspender las clases.
Esto sólo le resta fuerza y presencia a la capacidad de defensa y de protesta
por los derechos legítimos de los universitarios.
9. Estamos ante una disyuntiva trágica, pero hay que tomar una
decisión: o funcionamos con lo que tenemos o cerramos la universidad. Nuestra
posición es que debemos mantener la Universidad abierta para sobrevivir como
institución autónoma y para poder organizar la propuesta, aprobada por la
Asamblea de APULA, del 14.09.15, de mantenernos en “conflicto activo” y
pensando en diálogo con las otras fuerzas universitarias, estudiantes,
trabajadores administrativos y obreros, las alternativas reales de funcionamiento.
10. Es importante advertir con realismo quiénes están alargando la
decisión de no llamar a clases. En este momento la Inter-gremial de la ULA se
compone sólo de dos gremios, APULA Y SIPRULA. SIPRULA, firmó la II
Convención Colectivay sólo está en desacuerdo con algunos puntos de la
misma, que afectan a sus agremiados, además está en proceso electoral interno.
APULA, también está en elecciones internas. Para el 11 de noviembre están
previstas sus elecciones. Por otro lado, el actual presidente es candidato a
Diputado a la Asamblea Nacional, con altas posibilidades de quedar electo, algo
que ciertamente se lo ganó. Por tanto, sus comunicados semanales de “conflicto
activo” no incorporan a todos los trabajadores universitarios ni tienen toda la
atención e interés que necesita la Universidad para no cerrar.
11. En este
momento las autoridades, los Decanos, los representantes del cogobierno
universitario y la dirigencia estudiantil, debemos asumir nuestras
responsabilidades y hacer una evaluación real de las condiciones de
funcionamiento mínimo suficiente de las clases de pregrado para
redimensionarlas y adecuarlas lo mejor que se pueda y hasta donde alcancen los
recursos.
12. Los
profesores y trabajadores universitarios de del país cobraron, en octubre un retroactivo
(incompleto pues los recursos llegaron con deficiencias) y se debe proteger al
personal Universitario, de posibles acusaciones administrativas, jurídicas y
señalamientos éticos, por parte del gobierno, con una cobertura de al menos 35
horas laborales semanales de trabajo demostrable. Recordemos que en el paro
indefinido de cinco meses, en los años ochenta, no se dio clases, pero nadie
cobró. Debemos evitar que se exponga a toda la universidad a sanciones
administrativas, jurídicas y hasta una posible intervención.
13. Caber recordar que
los postgrados, la investigación y casi toda la administración de las
Dependencias Centrales de la ULA han funcionado regularmente, con un horario
especial, los meses de septiembre y octubre. Varias facultades están
funcionando, dando clases de pre-grado estas dos últimas semanas. En la
Facultad de Humanidades y Educación, la mayor parte de las clases se dieron. La
Facultad de Medicina decidió postergar el inicio de clases por asuntos internos
(los habituales conflictos que generan las áreas de Fisiología y
Neurofisiología). Los comunicados de FAPUV y de algunas autoridades gremiales
de otras universidades son los que anuncian paros sin decidir definitivamente
nada claro. Las otras universidades del país están funcionando, a medias, pero
funcionando.
14. Nuestra
posición, que queremos ratificar una vez más, es que no se deben cerrar las
universidades con un paro indefinido ni suspender el llamado a clases, con un
objetivo incierto y con un fin aún más incierto, pues el gobierno no ha dado
muestras estos últimos años de querer escuchar nuestras necesidades. Esta
decisión sólo nos aislaría y debilitaría aun más, exponiendo a la Universidad a
un grave peligro.
15. Es
importante que la dirigencia estudiantil convoque a un referéndum consultivo de
los estudiantes y haga propuestas reales y constructivas para cada Escuela. Sin
ellos no es posible ni siquiera pelear para que se otorgue un presupuesto
adicional para el comedor universitario. Ellos son los dolientes reales que
harán las presiones respectivas para que abran el comedor, aunque sea con una
dieta equilibrada sin carne o con licitaciones externas, temporales,
para cumplir con este beneficio indispensable. Además, como dijimos
anteriormente, los estudiantes están siendo igualmente afectados por la
reducción drástica del valor de los beneficios estudiantiles, aunada a la nueva
situación de pobreza de muchos de los familiares que los sustentan y deben
pelear por su derecho al estudio en condiciones difíciles.
16. Reiteramos que reconocemos el esfuerzo realizado por las autoridades y
todos los gremios universitarios durante estos meses para luchar por un salario
digno y por derechos laborales correctos y por un presupuesto universitario
justo, pero la decisión depende siempre de nosotros. Nos despedimos
invitándolos a una reflexión crítica, realista y creativa con la universidad
abierta y esto significa necesariamente, con clases.
Mauricio
Navia A., Profesor Universitario de FAHE
APOYAN
ESTE DOCUMENTO (ANEXE SU NOMBRE SI ESTÁ DE ACUERDO):
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