lunes, 11 de febrero de 2019

Asumamos nuestra responsabilidad por Venezuela - Jonatan Alzuru Aponte



No por mucho madrugar amanece más temprano, dice el adagio popular. Es comprensible, lógico y justificable la desesperación como venezolanos para que se resuelva la situación de una vez por todas. Vemos una luz al final del túnel y deseamos correr para salir de la oscuridad.


¿Quién no la va entender? Si muchísimas familias vivimos el destrozo y el desgarramiento en nuestra carne, hijos que murieron antes de tiempo, enfermos que su muerte está decretada por no tener medicinas, familias totalmente desarticuladas, jóvenes cuya vida se les truncó y en vez de estudiar están lavando pisos en cualquier parte del mundo; profesionales que al final de su carrera han tenido que empezar de nuevo, la desesperación de cobrar un sueldo para el día siguiente no tener nada en los bolsillos; la rabia, la ira e indignación son sentimientos muy humanos y comprensibles en los momentos actuales.… Esa es una realidad dura e inocultable. Hay razones suficientes para desesperar y es casi una falta moral pedir paciencia.

Hemos tenido años intentando salir del despotismo y hemos tropezado, una y otra vez con la misma piedra o similares; no desear cometer el error mismo error nos conduce hacer más críticos y duros, también es lógico. Los fracasos que hemos tenido nos conducen a perder toda confianza en el liderazgo, eso también es profundamente comprensible y de allí, que también sean lógicas las críticas duras a cualquier dirigente quien deja colar cualquier señal que implique más tiempo o que sospechemos que la luz puede apagarse.
Sin embargo, evaluemos el proceso, intentemos comprender lo que sucede, es necesario y urgente hacerlo, no por el bien de los otros sino por el propio bien. No sabemos cómo reaccionarán ni los militares ni los países que se han solidarizado con nuestro pueblo. Allí hay una incertidumbre que nos agobia. 

Esas decisiones, no las controlamos nosotros. Pensemos en lo que depende de nosotros como pueblo, como venezolanos; aquello que podemos controlar.
En pocos días hemos tenido el apoyo internacional más grande en toda la historia de lucha contra el despotismo. Más allá de las declaraciones de uno u otros, la mayoría de nuestro liderazgo ha conducido el proceso, hasta ahora, minimizando el mayor costo en vidas posible. Ningún agorero que denuncie la guerra, puede describir este proceso desde el 3 de enero como un radicalismo… Se está en un proceso conducido por civiles… aunque usted los califique como la peor dirigencia del mundo… Piense, por un momento, la dictadura salvaje que tenemos y las reales posibilidades de enfrentarla y cómo se está llevando este proceso. Seguramente usted podrá estar en desacuerdo en A ó B… pero comparemos este proceso con el 2014 ó el 2017… era un muerto tras otro y nuestros jóvenes poniendo su carne en el asfalto a diario… sin un camino claro… el después qué nadie sabía, ni la dirigencia lo hablaba.  Hasta ahora, aunque la represión ha sido brutal, la forma cómo se ha planteado la lucha ha sido resguardando nuestras vidas.

Hay que agradecerle a todos los de la Asamblea Nacional y a todos los dirigentes que han luchado contra el despotismo. Pero ¿Cómo cuesta a nosotros mismo valorar lo que estamos haciendo como pueblo? Las declaraciones, por ejemplo, del joven Pizarro, dando cuenta de cómo hay se está estructurando la ayuda humanitaria es digna de aplausos… Hay que tener cojones para en una circunstancia tan delicada y compleja tener la serenidad para realizar la rueda de prensa y no caer en provocaciones de preguntas hasta bien intencionada de la prensa.

Hay que aplaudir la postura de ayer de Henry Ramos Allup (conste que quien me ha leído sabe que no es santo de mi devoción y le he realizado durísimas críticas); denunciando a la Asamblea Dictatorial Constituida, alertando y dando un apoyo firme a Guaidó.

Hay que aplaudir la sensatez de Guaidó, para convocar a los exministros de Chávez, a intelectuales como Edgardo Lander, para conversar sobre sus propuestas. Es una señal inequívoca de alguien que está tranzando acuerdos para que la patria sufra lo menos posible.  Hay que detenerse a escuchar las declaraciones de Héctor Navarro, porque no tuvo alternativa frente a la prensa que reconocer que la Asamblea Nacional tiene mayor legitimidad que el déspota… Por lo tanto, su postura se le caía por sí misma; no hay que relegitimar a la Asamblea, sino que cese la usurpación.

Los que hablan de paz, alzando la bandera de la paz, criticando el proceso que lidera Guaidó; no han tenido la suficiente valentía en reconocer que hasta ahora de la boca del Presidente Encargado no salido la primera convocatoria a la violencia y no ha dejado de confrontar al déspota, a su estilo y forma y tratando de articular un juego cooperativo en medio de una situación que cada día el déspota la desea transformar en un escenario de guerra.
¿Cómo presionar a un déspota y a una camarilla que no solo tienen el poder de las armas, sino que además saben que algunos no tienen amnistía porque están involucrado en narcotráfico?

Ciertamente, la solidaridad internacional ha jugado un papel crucial y determinante, pero la conducción ha sido de nuestra dirigencia. El papel de nuestra Iglesia Católica ha sido vital en este proceso quién de los críticos puede decir lo contrario. Piensen ¿dónde se está estructurando el plan de ayuda humanitaria? En la Conferencia Episcopal.

Piensen la participación directa, no tras bastidores, con artículos, discursos de masa, reuniones, del rector y ex rector de la UCAB, Ugalde y Virtuoso, ambos líderes jesuitas. Solo alguien que desconozca, ignore, absolutamente, cómo funciona y ha funcionado la iglesia católica en su historia y en especial la Compañía de Jesús, puede pensar que funcionan sin una estructura jerárquica y cualquiera hace lo que le da la real gana. Detalle importante el General de la Compañía de Jesús es un venezolano, Arturo Sosa y el Papa es jesuita, además…  ¿Acaso no pensar que se tiene que preservar países e instituciones, si algo sale mal, para que puedan intervenir de ser necesario? ¿Quién quema todos los cartuchos en una primera instancia, sobre todo con un despotismo que no es solo político, sino que está articulado como mafia internacional?
Invito a la prudencia. Invito a la calma. Invito a la solidaridad. Invito sobre todo a los analistas a que ayuden a persuadir con sus artículos y opiniones a los militares. Invito a que desde nuestros espacios colaboremos con la dirigencia que ha tratado de conducir este proceso con el menor costo posible. La guerra es un fantasma que nos acecha y es la verdad, pero esa responsabilidad es exclusiva del déspota y del poder militar. Ellos serán los únicos responsables de cualquier baño de sangre de nuestra patria. 

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