jueves, 11 de febrero de 2016

Un 2016 sin fuerza, ni arranque - Pastor Heydra



No hay ímpetu, ni energía, ni atrevimiento, ni utopía posible. Solo un triste retintín que ya, con una repetición inercial y cansona que ha durado 17 largos años, solo tiene la capacidad de adquirir un sonido hueco de cuenta regresiva, sin suspenso y sin otro punto de llegada que el de una melancólica caída, sobre la cual quizá quedan unas tres interrogantes definitorias: ¿las fuerzas reales del gobierno, las de la oposición, y las de las FANB, hasta dónde dan?

Así están las cosas, luego de las elecciones parlamentarias del 6-D, en las cuales dominó el descontento sobre una forma errática de conducir al gobierno, que se expresó con intensidad contundente en el “voto castigo”. Nicolás con diciembre de sombra arrancó errático. No produjo cambios, ni dio golpes de timón. Las mismas inercias. “El decreto de emergencia económico” que ha podido firmar antes del 5-E. El sopor de siempre, la imposibilidad de engendrar una sola idea novedosa. En enero la cancha fue de la oposición, como le dio la gana. Surgieron contrafiguras como Henry Ramos y Julio Borges que se posesionaron con sus partidos, acompañados de Leopoldo López, de una masa inasible, sin dirección, pero con un solo propósito, que hasta ahora luce irreductible: salir de esto

Pero esta primera semana de febrero ha sido peor. Hay tres fechas emblemáticas del “chavismo”. El 2 de la toma de posesión de 1999. Y el 3 y el 4 del fallido golpe de estado de 1992. Y allí no pasó nada. No hubo pueblo, no hubo emoción. Como diría Petkoff: “pura pamplina frita”. Lo único relevante fue que,- ante la imposibilidad, por incapacidad, de continuar al frente de esa justa-,  Nicolás le entregó sin remilgos “el testigo” a las FANB como único camino de salvación de las almas protegidas por el “Comandante eterno”, autor y creador de todos estos desaguisados heredados.

Febrero le demostró al PSUV que habita en el incoherente  universo de la “necrofilia ideológica”, de ese amor ciego por ideas muertas, que definió lapidariamente Moisés Naim, el domingo en El País de España. Y en el no hay futuro posible.

Para nadie es un secreto que el gobierno está en un tinglado más complejo que el del “mito de Sísifo”. Que más temprano que tarde caerá, como “el mango maduro” que caricaturizó Rafael Alfonso Guzmán “Ramán” en El Gráfico del 12 de noviembre de 1948,  doce días antes de caer Gallegos.

Días más, días menos. ¿Enmienda?, ¿elección? Nadie puede saberlo con precisión. Las torpezas, y no hablemos de las políticas o económicas que ya nos atosigan, siguen a la orden del día como esa primor literario de la Fiscal de darle al francesísimo Víctor Hugo y a sus “Les Misérables” la nacionalidad nicaragüense de Rubén Darío en el 100 aniversario de la muerte del autor de “Azul”. Pero, ya que más da.

Las colas siguen, acompañadas de las procesiones de la  escasez, la inflación y del “bachaqueo”. Ya hay manifestaciones aisladas de rebelión, real, no la guasona de mítines y arengas superfluas de NM. La violencia se posesiona de las cárceles y de las calles. Y aquí cabe otra leve reflexión: ¿Habrá suficiente voluntad y capacidad para evitar que nos arrope un vacío de poder que abra las compuertas de “un nuevo orden”? Veremos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario