El uso que el chavismo oficial ha hecho de rentismo petrolero es de tal naturaleza, que no constituye una exageración afirmar que hoy somos un país más rentista y parasitario que antes.
El chavismo oficial, a
semejanza del puntofijismo, también ha elaborado planes con la aparente
intencionalidad de acometer la transformación de la economía nacional, la cual
ha permanecido bajo el dominio del parasitismo rentístico petrolero que la ha
caracterizado durante más de un siglo.
De esos planes cabe
mencionar:
—El plan de desarrollo
económico y social de la Nación, 2007-2013.
—El plan de desarrollo del
eje Apure-Orinoco.
—El plan “socialista” para la
región de Guayana.
—El “plan de la patria”, etc.
Con anterioridad a todos
estos “planes de desarrollo”, el doctor J.J. Montilla, siendo ministro de
Agricultura, le presentó al gobierno de Chávez el Proyecto agrícola que había
venido madurando durante años sin encontrar el apoyo requerido, razón por la
que se vio forzado a renunciar a su cargo de Ministro.
Demás está decir que así como
“los planes de la Nación” del puntofijismo jamás se cumplieron en la práctica,
los del chavismo oficial también corrieron la misma suerte. A esto se debe, en
parte, que ambas opciones políticas no les haya quedado más remedio que adoptar
al rentismo petrolero como el modelo económico de sus respectivas gestiones
gubernamentales. De esa manera el país quedó condenado definitivamente a vivir
parasitariamente de un recurso financiero (de un excedente económico) no
producido intercongruente y con el cual se ha podido cubrir artificialmente el
gasto que el funcionamiento general de la sociedad impone.
Bajo la administración
puntofijista la renta petrolera fue usada básicamente para cubrir las demandas
de las siguientes actividades: 1.- el gasto burocrático de la Administración
Central y del resto de administración del Estado; 2.- el gasto clientelar con
propósitos electoralistas. Fue de esta manera como AD y Copei se dotaron de
consenso y se hicieron con la hegemonía política en Venezuela durante 40 años
corridos; 3.- el financiamiento de la corrupción mediante la política cambiaria
del dólar a 4,30 bs, el negocio bancario, las importaciones masivas
irrestrictas (de todo tipo de bienes), las operaciones financieras
especulativas y el peculado común y corriente.
En cuanto al chavismo
oficial, podría decirse que ha hecho un uso de la renta petrolera que no
difiere mayormente de lo señalado en el caso anterior, salvo en las dimensiones
que han alcanzado cada uno de esos ítems bajo el régimen chavista. Veamos: 1.-
El gasto burocrático que a la llegada de Chávez al poder era de unos 800 mil
empleados y ahora es de aproximadamente 3 millones de funcionarios públicos;
2.- El gasto clientelar hipertrofiado por los ingentes recursos financieros del
Estado que se destinan al mantenimiento de mas de 3 millones de nuevos
pensionados del Seguro Social, de las numerosas “misiones”, Consejos comunales,
etc. Creados por el chavismo oficial con propósitos igualmente
político-electorales 3.- El reparto de considerables sumas de dinero en Sur
América, el Caribe y otras latitudes con el fin de comprar apoyos políticos y
diplomáticos en el exterior; 4.- El financiamiento de la corrupción que
últimamente ha alcanzado niveles inusitados, como lo demuestran las denuncias
realizadas en el exterior (EEUU, Suiza, España, Andorra, etc) sobre cuentas
bancarias y otros efectos de venezolanos vinculados al gobierno chavista.
El peculado, el tráfico de
influencias, el cobro de comisiones y la tentadora política cambiaria (sobre
todo la que se realiza alrededor del dólar a 6,30), son, como en los viejos
tiempos, sus principales mecanismos operativos.
El uso que el chavismo
oficial ha hecho de rentismo petrolero es de tal naturaleza, que no constituye
una exageración afirmar que hoy somos un país más rentista y parasitario que
antes. El sólo hecho de que los ingresos del país por concepto de sus
exportaciones esté ya casi al 90%, es una clara evidencia de lo que estamos
afirmando.
Es bajo el influjo de esa
situación y el vacío dejado por el abandono de sus “planes de desarrollo”, que
Chávez toma la decisión de gobernar sobre la base de las “Leyes Habilitantes”
que en la práctica se convirtieron en un mecanismo que se ajustaba
perfectamente a su manera autoritaria, caudillesca y “pirata” de gobernar pero
que al país no le hicieron ningún bien; en primer lugar, por el carácter
inconexo y disparatado de las decisiones y medidas económicas que se tomaron
por esta vía; y en segundo lugar, porque lo que se propone hacer al no
corresponderse con un plan estratégico de crecimiento y desarrollo de nuestra
economía, no podían conducir a un resultado distinto al desastre que está
actualmente presente.
De esa acción gubernamental,
surgieron muchas leyes que en la medida en que se cumplieron no produjeron un
resultado favorable sino todo lo contrario. Este es el caso, por ejemplo, de
las leyes de pesca y de tierra que prácticamente acabaron con la pesca y la
agricultura en Venezuela. En el ámbito del petróleo, para lo único que sirvió
lo dispuesto en esta materia en la Ley Habilitante de Chávez, fue adelantar
todo lo concerniente a la implementación de las empresas mixtas, mediantes las
cuales el régimen chavista le otorgó a los consorcios internacionales que
venían operando en Venezuela desde la época de la “Apertura petrolera” de
Caldera (II) pasaron a ser socios del Estado Venezolano con derecho a tomar
parte en la definición de la política petrolera Nacional.
Después vendría la “política”
de las expropiaciones estatizadora de tierras (de fundos) y de empresas de todo
tipo de particulares, que como en el caso anterior tampoco ha ejercido un
efecto positivo en la actividad económica interna. Tanto es así, que hasta las
mismas propiedades que han sido objeto de medidas de expropiación lucen hoy
inactivas y en estado de quiebra. Al mismo tiempo y en correspondencia con esa
“política”, el gobierno puso en vigencia una serie de medidas restrictivas que
le han causado un grave daño a la actividad económica nacional y, en
particular, a la actividad productiva propiamente dicha. He aquí algunas de
ellas: un rígido control de precios; sanciones diversas y severas; sanciones
excesivas al otorgamiento de dólares para la importación de insumos para la
actividad productiva, etc.
Se comprende perfectamente
que es en el conjunto de estos elementos donde radican las verdaderas causas:
1.- de la crisis y la debacle de la economía nacional. 2.- el deterioro
generalizado de las condiciones de vida de todos los venezolanos. A eso se
debe, para decirlo en términos más concretos aún, la recesión por la que
atraviesa la economía nacional; la desbocada hiperinflación y la escasez que
nos afecta gravemente. Esa es la realidad que los subterfugios del chavismo
gubernamental pretende ocultar.
La Razón 27-enero-2016
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