martes, 16 de febrero de 2016

El Papa Francisco y la diversidad religiosa en Chiapas - Marcela Zendejas Lasso de la Vega --- El Papa ante la herida profunda en México - Armando Regil Velasco



Al llegar a San Cristóbal de las Casas, la primera parada del papa Francisco en el estado de Chiapas, se ven letreros de todos tamaños, colgando de las puertas de los negocios y de las casas, que con  mensajes rotulados llenos de brillantina expresan mensajes de bienvenida. En las calles del centro, atiborradas de restaurantes con nombres de platillos italianos y de turistas con cámaras como accesorios y guías de Lonely Planet bajo el brazo, ondean banderas del Vaticano, listones blancos y amarillos. En todos las fotos Francisco sonríe.

El ánimo y ambiente cambian contundentemente al salir del centro de la ciudad. Las fotos de Francisco son remplazadas por templos de denominaciones cristianas no católicas con leyendas como “Templo EMA-NUEL”, Iglesia De Cristo De Restauración Elohim” e “Iglesia Tzotzil Rey de Reyes”. También se lee en la calle Damasco de la colonia Nueva Esperanza un letrero sobre una casa verde que dice“Comunidad Musulmana Ahmadia de Chiapas, Al-lah es uno y Muhammed su siervo”. Aquí no hay ningún letrero de “Francisco te queremos”.

En el cinturón periférico de San Cristóbal de las Casas viven las familias de los miles de indígenas que desde los años setenta y hasta los noventa fueron forzados a salir de su tierras, en la región Altos,  por haberse convertido a una religión distinta a la católica. En todos los casos las instituciones que debían encargarse de detener y atender la situación de violencia por razones religiosas esquivaron su responsabilidad argumentando el respeto a “usos y costumbres” indígenas. Y es que el conflicto religioso lo administraron jugosamente políticos estatales y federales junto con los caciques de Chamula durante años. Viene a la mente esa famosa fotografía de Peña Nieto portando orgulloso el chujo chaleco de lana de borrego color negro; vestimenta tradicional chamula, para adivinar la vigencia de esta relación clientelar.

***
En Chiapas, el mapa religioso[1] se ha transformado de manera vertiginosa en las últimas cuatro décadas. Hoy, es el estado con la mayor diversidad religiosa del país, siendo que el 41.7% de la población profesa una religión distinta a la católica. En 1970 las católicos chiapanecos representaban el 91.2% y en el 2010 el 53%[2]; una transformación radical en el escenario religioso en el estado. Esta realidad de diversidad atenta contra la falsa percepción de que “todos los mexicanos son guadalupanos”, declaración del papa Francisco en una entrevista realizada el año pasado cuando una periodista preguntó su opinión tras los sucesos en Ayotzinapa. “Puede haber católicos y no católicos en México pero todos son guadalupanos.” Más allá de tratarse de una generalización (equivocada), el problema es que con ella se perpetua una lógica inexacta y peligrosamente homogénea de lo que significa ser mexicano en este país

El papa Francisco ha anunciado la visita a San Cristóbal de las Casas como un encuentro sin precedentes con las comunidades indígenas del sureste. Sin embargo es importante tomar en cuenta que en Chiapas un porcentaje importante de las comunidades indígenas (en particular las de la región de los Altos y Fronteriza) se han convertido a religiones distintas al catolicismo. Ante estos números quizá el encuentro deba convertirse en una autocrítica de la Iglesia para reconsiderar por qué estas comunidades han visto en las diferentes ofertas religiosas una posibilidad real para mejorar sus situaciones de marginación y exclusión.

De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS) realizada en 2010, tres de cada diez personas que pertenecen a alguna minoría religiosa consideran que su principal problema es el rechazo, la falta de aceptación, la discriminación y la desigualdad; mientras que una proporción similar considera que su principal problema son las burlas, las críticas y la falta de respeto; solamente el 7% considera que no tiene problemas por su religión. Hacen falta más que aquellas pancartas que difunden valores como el de la tolerancia, cuando podríamos imaginar una sociedad en donde estemos abiertos a la posibilidad de “la comprensión del otro”.
“Le damos la bienvenida al papa Francisco y a su mensaje de paz que tanta falta hace en nuestro país” dice Ibrahim Checheb de 34 años, emir de la comunidad chamula musulmana de Chiapas “pero debe saber que aquí, nuestra realidad se cuece aparte.”



[1]Rivera, C., Lisbona, M., García, M. d., Sánchez, I., & Meza, I. (2005). Diversidad Religiosa y Conflicto en Chiapas (Primera ed.). México: UNAM, CIESAS, COCyTECH, Secretaría de Gobierno del Estado de Chiapas, Sectetaría de Gobernación.
[2]INEGI, Panorama de las religiones en México 2010 - 2011, 2010

Febrero 15, 2016 Letras Libres

Foto: Marcela Zendejas Lasso de la Vega







El Papa ante la herida profunda en México

Cuando la evolución se estanca, la única alternativa es la revolución pero no como la entendemos desde la lógica de las armas o la violencia



El Papa Francisco llegó a México en un momento crítico. Él conoce muy bien la realidad latinoamericana y ha expresado su dolor por ese México que, lejos de lo que las conversaciones diplomáticas le quieren maquillar, sobrevive a la miseria, la violencia, la corrupción y el abuso que parecen no tener límite.
“Voy como misionero de la misericordia y de la paz” dijo antes de llegar. No ha venido a confrontar a nadie pero sí ha dejado claro que la corrupción, ese cáncer que ha gangrenado la mayoría de nuestras instituciones, es absolutamente inadmisible. “Pecadores sí, corruptos jamás. El primero reconoce con humildad ser pecador y pide continuamente el perdón para poderse levantar, mientras que el corrupto es elevado a sistema, se convierte en un hábito mental, en un modo de vida”.
No ha venido a confrontar a nadie pero sí ha dejado claro que la corrupción es absolutamente inadmisible

El mensaje del Papa apela al corazón de la gente, no a la razón de quienes se empeñan en seguir perpetuando un sistema que muestra importantes síntomas de decadencia. En un México donde el liderazgo se ha convertido en una expresión de vanidad, donde la soberbia del poder impide ver la realidad tal cual es, en donde no existe la voluntad de muchos para reconocer, replantear, corregir y mejorar, la esperanza está cimentada en un cambio de mirada profundo, en la posibilidad de construir un nuevo paradigma a partir de lo que nos une y no de lo que nos divide.
La razón nos dice que, cada día todo está peor. Sin embargo, desde el corazón, la salida se ve cada vez más cerca. El Papa lo sabe y por ello utiliza armas mucho más poderosas que la razón no alcanza a comprender: el amor, el perdón, la humildad y el ejemplo. Cuando la evolución se estanca, la única alternativa es la revolución pero no como la entendemos desde la lógica de las armas o la violencia.
El secreto del Papa es el mismo que han guardado los jesuitas durante siglos: apostar a la mínima probabilidad para que el milagro suceda. Por eso el Papa sorprende una y otra vez pues no dice ni hace lo que todos esperan, él se mueve en un plano donde todo es posible, el del corazón, el único logar donde puede sanar la herida profunda.
Olas de cambios han sido adelantadas por quienes nunca han dejado de estar conectados con las raíces profundas de esta tierra, los pueblos indígenas. Estamos en un momento de transición hacia una transformación profunda. Como explica Santiago Pando, un sistema es un conjunto de creencias que, cuando dejan de creerse, colapsa y nace algo nuevo. México está en un momento de parto, hay dos energías luchando entre sí, contracción y expulsión; quienes se resisten a cualquier cambio buscando que todo permanezca igual versus quienes luchan incansablemente para que México sea un país seguro, libre, solidario, justo y próspero. Entre más rápido se mueven y chocan, más cerca está el parto. Una nueva conciencia colectiva está naciendo.
El cambio de paradigma que se aproxima será la transformación de un sistema que se sostiene en todo lo que nos divide a uno cimentado en todo aquello que nos une pues lo que nos une, es lo que nos hace parte. México está ávido de una reconciliación nacional y el Papa sabe que puede contribuir, por ello ha traído un mensaje de amor, perdón y paz; no como algo abstracto sino como una posibilidad real en manos de todos. Ya se ven los primeros síntomas de una masa crítica que empieza a cambiar su estado de conciencia y decide contagiar a los demás.
Los jóvenes hacemos un llamado a romper con el egoísmo y la indiferencia. El Papa Francisco ha pedido que no permitamos que la cultura del bienestar nos anestesie, volviéndonos incapaces de compadecernos ante las necesidades de los demás. En este llamado a la unidad, su exhorto es contundente, al pedir que nuestras manos estrechen las manos de quienes sufren, que nos acerquemos para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y fraternidad.
Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo. Si lo hacemos, estaremos contribuyendo a que la herida profunda de tantos siglos empiece a sanar; estaremos logrando que esta nueva conciencia transforme para siempre la realidad no sólo de México pero también de América Latina y, ¿porque no? del resto del mundo.
Armando Regil Velasco es Presidente Fundador del Instituto de Pensamiento Estratégico Ágora A.C. (IPEA). Twitter: @armando_regil


No hay comentarios:

Publicar un comentario