Sábado 27 de febrero 2016 , 8,15 am ( a 27
años del Guarenazo)
Avda. Baralt , entre Puente Llaguno y
Quinta Crespo)
En
el trayecto cinco locales comerciales con venta de alimentos, cuatro de ellos de
chinos, colas inmensas de personas mayores o con hijos pequeños; caras con
mezcla de resignación, arrechera y esperanza
por si llega el camión y venden productos regulados. Ya los chinos no
están dando bolsas, un nuevo empleo “productivo” en las calles: las venden
hasta cinco veces más caras; minoristas, comerciantes y buhoneros haciendo
ganancias con las necesidades de la gente.
En
las colas son frecuentes las peleas de unos venezolanos contra otros,
reluciendo a flor de piel lo peor de nosotros
o pagamos la frustración con el más inmediato. Ante un régimen inepto y
corrupto y una oposición que cree que lo sacarán a sombrerazos leguleyos,
seguimos en el desespero y el bachaqueo
diario.
Llevo
40 minutos de cola y de improviso una señora
sin ningún miramiento se me coloca delante, intento manifestarle mi
extrañeza en tono conciliatorio (como buen sifrinito, pequeño burgues, o
viejito decente escojan ustedes el calificativo), pero al lado de ella un joven
que le acompaña con cara amarrada me mira para disuadirme de no abrir los
labios. Como nuevo Carujo leo en su boca, sin que él quizá sepa de esa historia “el mundo es de los valientes”
(zumbados).
Cinco
puestos delante una niñita se le
“guinda” a su mamá, ya no aguanta; la progenitora nos comenta: la levanté a las
cuatro para que me acompañara, sacrificados anónimos nuestros chamitos.
Hay constancia de ausencia a las aulas
porque los escolares acompañan a sus mamás en las compras; como en todo
presencia femenina más numerosa, eso se traduce en “guáramo” para echar
pa'lante; el otro sexo sigue presumiendo de que ellos son los que le “echan
bolas”.
En
gran parte de la Avda. Baralt el tufo a “meao rancio” es el aroma que más
impregna el ambiente; la marca es la misma a la que uno percibe en las salidas
de las estaciones del Metro. En Quinta Crespo los pichicheros compiten con los
marchantes en las ventas. Este sábado mi marchante pedía 1250 Bs. Por un kilito
de papas, es decir una papita pequeña 200 bolívares, medio kg. de café 1800 y
el kilo de azúcar en 400, ojo los precios varían se semana en semana. Guardias
Nacionales se veían unos cuantos, “El honor es su divisa” sigue siendo el lema,
y el honor de qué o a qué?...
.Bachaqueros
sin remilgo alguno frente a la guardia ofrecen la harina pan. Mientras que Lorenzo Mendoza la tiene que
vender en 19 libertadores, el bachaquero después de mucho sudor e inversión la
vende en 250 bolívares, trece veces más cara. Lejos de mí defender a Mendoza,
es muy posible que él tenga su compensación con la cerveza; libamos por cabeza
mucho más esa levadura fermentada que la arepita que diariamente consumimos. La
rentabilidad es el juramento hipocrático del empresario. De un paquetico de
harina pan, dijo Mendoza, salen 20 viudas (ese día me enteré que son viudas
porque están sin relleno, están solas), una vez más asociamos las mujeres con
carencias, el machismo está en los tuétanos de nuestra cultura con legado
hispánico.
11.55
a.m. En la mañana la cola en la panadería El Torbes era de cuadra y media,
conste que el pan es tan sabroso que andino y todo lo compran para enviarlo a
las tierras de Fruto Vivas, Luis Zambrano y Laudelino Mejías. Hice mi otra
colita y diez personas antes de mí ya no pudieron degustar su acemita, yo me
quedé sin el “bastón negro”. Pero nueva sorpresa, a media cuadra de la
panadería lo revendían a 150 bolívares más caro; alternativa: acudir a las
marcas piratas de supuesto pan andino.
Ya cansado sin papa ni pan me enrumbé para la casa, mientras esperaba el
carrito otra mamá (de nuevo las valientes mujeres) con su chamita pequeña
desplegaba un mantel con nudos en las esquinas, vendía ropa usada para llevar
algo de alimento a sus casas. Los nudos los hacen para recoger rápidamente la
mercancía cuando la policía les viene a matraquear.
Pasan
cuatro carritos “Panteón Las Fuentes” y ninguno se para ante mi brazo
alzado, Los viejos (eso de adultos
contemporáneos es pura ilusión) ya somos desecho; los choferes suelen decir
esos no pagan. No me vale mostrar el billetico de 20 Bs. Que tan poco vale mucho;
al fin me monte en uno, gracias al “rojo rojito” del semáforo que forzó su
parada.
Al
pasar por la Plaza Caracas. Temprano en la mañana en dirección a Quinta Crespo
era mucha la gente, demasiada, habían anunciado un operativo de mercal con
venta de pescado y productos regulados (léase ausentes de las estanterías). Me
sorprendió al retornar la cantidad de guardias nacionales en motos, con
armamento antimotín merodeando, mientras la gente se movía molesta, inquieta,
desesperada, arrecha una vez más. Se monta una abuelita en el carrito, llorando
porque casi la atropellan, contó que hubo intento de saqueos; la gente “fúrica”
porque hubo muy poco de la venta anunciada y unos cuantos habían madrugado a riesgo de sus vidas, para
poder comprar. El dolor ajeno poca mella hace.
El
estallido social está ocurriendo a
cámara lenta: saqueos de camiones en carreteras, linchamiento de
malandros en sectores populares, intentos de saqueos en mercados, arrebatones
de bolsas con productos regulados, enfrentamientos en colas... Espontáneo y
masivo vendrá si nuestra degradación en calidad de vida continúa y los
políticos (oposición y chavismo) siguen haciendo del poder su agenda principal. Diatriba política que
lleva al país hacia el despeñadero, pero los mantiene a ambos en el escenario
político, en el protagonismo verborreico, cual vedettes de revistas del
corazón.
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