jueves, 17 de marzo de 2016

Un día en bachaqueo por la Sultana del Avila - Omar Belandria



Sábado 27 de febrero 2016 , 8,15 am ( a 27 años del Guarenazo)
Avda. Baralt , entre Puente Llaguno y Quinta Crespo)

       En el trayecto cinco locales comerciales con venta de alimentos, cuatro de ellos de chinos, colas inmensas de personas mayores o con hijos pequeños; caras con mezcla de resignación, arrechera y esperanza  por si llega el camión y venden productos regulados. Ya los chinos no están dando bolsas, un nuevo empleo “productivo” en las calles: las venden hasta cinco veces más caras; minoristas, comerciantes y buhoneros haciendo ganancias con las necesidades de la gente.


       En las colas son frecuentes las peleas de unos venezolanos contra otros, reluciendo a flor de piel lo peor de nosotros  o pagamos la frustración con el más inmediato. Ante un régimen inepto y corrupto y una oposición que cree que lo sacarán a sombrerazos leguleyos, seguimos en el desespero y el  bachaqueo diario.

       Llevo 40 minutos de cola y de improviso una señora  sin ningún miramiento se me coloca delante, intento manifestarle mi extrañeza en tono conciliatorio (como buen sifrinito, pequeño burgues, o viejito decente escojan ustedes el calificativo), pero al lado de ella un joven que le acompaña con cara amarrada me mira para disuadirme de no abrir los labios. Como nuevo Carujo leo en su boca, sin que él quizá sepa de  esa historia “el mundo es de los valientes” (zumbados).

       Cinco puestos delante  una niñita se le “guinda” a su mamá, ya no aguanta; la progenitora nos comenta: la levanté a las cuatro para que me acompañara, sacrificados anónimos nuestros chamitos.

Hay constancia de ausencia a las aulas porque los escolares acompañan a sus mamás en las compras; como en todo presencia femenina más numerosa, eso se traduce en “guáramo” para echar pa'lante; el otro sexo sigue presumiendo de que ellos son los que le “echan bolas”.

       En gran parte de la Avda. Baralt el tufo a “meao rancio” es el aroma que más impregna el ambiente; la marca es la misma a la que uno percibe en las salidas de las estaciones del Metro. En Quinta Crespo los pichicheros compiten con los marchantes en las ventas. Este sábado mi marchante pedía 1250 Bs. Por un kilito de papas, es decir una papita pequeña 200 bolívares, medio kg. de café 1800 y el kilo de azúcar en 400, ojo los precios varían se semana en semana. Guardias Nacionales se veían unos cuantos, “El honor es su divisa” sigue siendo el lema, y el honor de qué o a qué?...

       .Bachaqueros sin remilgo alguno frente a la guardia ofrecen la harina pan.  Mientras que Lorenzo Mendoza la tiene que vender en 19 libertadores, el bachaquero después de mucho sudor e inversión la vende en 250 bolívares, trece veces más cara. Lejos de mí defender a Mendoza, es muy posible que él tenga su compensación con la cerveza; libamos por cabeza mucho más esa levadura fermentada que la arepita que diariamente consumimos. La rentabilidad es el juramento hipocrático del empresario. De un paquetico de harina pan, dijo Mendoza, salen 20 viudas (ese día me enteré que son viudas porque están sin relleno, están solas), una vez más asociamos las mujeres con carencias, el machismo está en los tuétanos de nuestra cultura con legado hispánico.

       11.55 a.m. En la mañana la cola en la panadería El Torbes era de cuadra y media, conste que el pan es tan sabroso que andino y todo lo compran para enviarlo a las tierras de Fruto Vivas, Luis Zambrano y Laudelino Mejías. Hice mi otra colita y diez personas antes de mí ya no pudieron degustar su acemita, yo me quedé sin el “bastón negro”. Pero nueva sorpresa, a media cuadra de la panadería lo revendían a 150 bolívares más caro; alternativa: acudir a las marcas piratas de supuesto pan andino.

            Ya cansado sin papa ni pan me enrumbé para la casa, mientras esperaba el carrito otra mamá (de nuevo las valientes mujeres) con su chamita pequeña desplegaba un mantel con nudos en las esquinas, vendía ropa usada para llevar algo de alimento a sus casas. Los nudos los hacen para recoger rápidamente la mercancía cuando la policía les viene a matraquear.

       Pasan cuatro carritos “Panteón Las Fuentes” y ninguno se para ante mi brazo alzado,   Los viejos (eso de adultos contemporáneos es pura ilusión) ya somos desecho; los choferes suelen decir esos no pagan. No me vale mostrar el billetico de 20 Bs. Que tan poco vale mucho; al fin me monte en uno, gracias al “rojo rojito” del semáforo que forzó su parada.

       Al pasar por la Plaza Caracas. Temprano en la mañana en dirección a Quinta Crespo era mucha la gente, demasiada, habían anunciado un operativo de mercal con venta de pescado y productos regulados (léase ausentes de las estanterías). Me sorprendió al retornar la cantidad de guardias nacionales en motos, con armamento antimotín merodeando, mientras la gente se movía molesta, inquieta, desesperada, arrecha una vez más. Se monta una abuelita en el carrito, llorando porque casi la atropellan, contó que hubo intento de saqueos; la gente “fúrica” porque hubo muy poco de la venta anunciada y unos cuantos  habían madrugado a riesgo de sus vidas, para poder comprar. El dolor ajeno poca mella hace.


       El estallido social está ocurriendo a  cámara lenta: saqueos de camiones en carreteras, linchamiento de malandros en sectores populares, intentos de saqueos en mercados, arrebatones de bolsas con productos regulados, enfrentamientos en colas... Espontáneo y masivo vendrá si nuestra degradación en calidad de vida continúa y los políticos (oposición y chavismo) siguen haciendo del poder  su agenda principal. Diatriba política que lleva al país hacia el despeñadero, pero los mantiene a ambos en el escenario político, en el protagonismo verborreico, cual vedettes de revistas del corazón.

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