En momentos en que el entusiasmo reina en el gremio
por la inminente elección el miércoles, 11 de noviembre, del nuevo Comité
Ejecutivo de Apula, las directivas de las once seccionales ordinarias y
las directivas de cada una de tres seccionales especiales: Táchira,
Trujillo y la nuestra, la de los profesores jubilados, sentimos
como una punzada las posiciones tomadas por los profesores Jubilados Guido
Ochoa y Manuel Briceño, ambos diputados, en la Asamblea Nacional, lo que
ha generado una oleada de protestas reclamos y hasta la aparición de
mensajes irónicos por parte de muchos universitarios, al considerar la
desproporción y arbitrariedad de lo propuesto por dichos profesores.
De todas maneras, las elecciones se darán de la mejor manera y llegamos a entender que su éxito es una respuesta determinante a los desplantes y atrevimientos de los susodichos. Una vez más se demuestra que los oficialistas enemigos de la Universidad denigran a tambor batiente, pero ni siquiera tienen el atrevimiento de conformar planchas de PSUV para medirse en el ámbito universitario, por saber de antemano que sufrirían una contundente derrota, tal como sucedió en el Colegio de Ingenieros, donde la oposición obtuvo aproximadamente el 80% de los votos.
De todas maneras, las elecciones se darán de la mejor manera y llegamos a entender que su éxito es una respuesta determinante a los desplantes y atrevimientos de los susodichos. Una vez más se demuestra que los oficialistas enemigos de la Universidad denigran a tambor batiente, pero ni siquiera tienen el atrevimiento de conformar planchas de PSUV para medirse en el ámbito universitario, por saber de antemano que sufrirían una contundente derrota, tal como sucedió en el Colegio de Ingenieros, donde la oposición obtuvo aproximadamente el 80% de los votos.
A nuestra universidad, en la cual es mayoría la
oposición al Gobierno, este le ha dado grandes mordiscos motivados
por el resentimiento , por considerarla, sin duda, un foco
irritativo para quienes gobiernan, incapaces de soportar una disidencia
inteligente, de hombres y mujeres con formación sólida y que por tanto no
pueden ser metidos en el redil de la insustancial, insípida, desabrida y
arbitraria revolución, que actúa, incluso, negando hasta los propios
principios básicos del marxismo, que se suponía eran la base de
sustentación ideológica y doctrinaria, para sustituirlos por la corrupción, la
ineficiencia, el canto agudo de la arbitrariedad y el peso decisorio de la
indigna bota militar, que en vez de defender, como es su deber sustantivo
, a la Constitución, han puesto sobre ella sus pesadas charreteras,
haciendo prevalecer la prepotencia que como tal resulta de la propia adulancia
de un Gobierno que le da prebendas a diestra y siniestra, de manera tal que se
mantengan alejados de la posible tentación de un golpe. Sobresale la
ignominiosa decisión de que los uniformados ocupen más de 15.000 cargos
públicos, que por su naturaleza deben ser ocupados por civiles.
Dichas estas generalidades, necesarias por lo
demás, adentrémonos en considerar lo que nos hizo distinguir al editorial
de hoy con el título “Ingratitud”.
Cuenta la historia que el Condestable de
Castilla, Álvaro de Luna, que por tal mandaba en los ejércitos del Rey Juan II,
en una oportunidad en que, adentrado en el bosque en búsqueda de alguna pieza
de caza, encontró a un hombre muy compungido, con los ojos destruidos
horrorosamente. Curioso, desmontó de su caballo y le preguntó ¿qué te pasó,
buen hombre? Este respondió con ansiedad: yo siempre he criado cuervos y en una
oportunidad en que le daba de comer a uno de ellos, inesperadamente atacó mis
ojos y los destruyó. Dicen los narradores que ese fue el origen de la
vieja y muy conocida sentencia: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”.
Se aplica, entonces, para indicar la ingratitud, la
desafección y el desagradecimiento de personas que, habiendo recibido
favores de alguien, lo desconocen o le pagan con acciones injustas, indebidas o
palabras que agreden.
Lo anterior viene a colación por lo propuesto en la
Asamblea Nacional por profesores de nuestra Universidad, que forman parte
de la bancada del Gobierno, generado un rechazo masivo entre los
universitarios. El profesor Guido Ochoa, ex - Decano de la Facultad de
Ciencias Forestales y Ambientales, le pidió a la Asamblea, a viva voz, y
sin denotar ningún rubor, que se interviniera de una vez por todas a
nuestra universidad y que se demandara al cuentadante de la misma, el Rector,
alegando que, sin razón, se habían suspendido las actividades. Otro profesor,
Manuel Briceño, solicitó se sometiera a una auditoría, suponiendo
irregularidades administrativas y que, por otra parte, se le dejara de pagar a
los que no fueran a trabajar.
Ellos se olvidan que construyeron su familia,
lograron una casa, sedimentaron su vida, adquirieron sus conocimientos,
obtuvieron su título e incluso tuvieron toda la facilidad para hacer postgrado
en el exterior, al amparo de una Institución generosa que hasta donde sabemos,
no les negó nada de lo encuadrado en sus derechos como profesores y que, por
otra parte, es significativo, gozaron de unos salarios satisfactorios que los
libraron de tener apremios en cuando a la satisfacción de lo
contemplado en la hoy llamada Cesta Básica, de la posibilidad de ahorrar,
de gozar de dos periodos largos de vacaciones y de viajes al exterior y de
educar a sus hijos sin muchos sobresaltos ¿No recordarán, o es que la amnesia
los tiene apabullados por tanto desapego, que la autonomía que hoy pretenden
con ahínco que se difumine en los bolsones prefabricados e inadecuados de las universidades
bolivarianas, fue el abrevadero donde desarrollaron su actividad política
contestaría, a veces con tonos altisonantes, sin sufrir acoso de ninguna
naturaleza? Las razones de la suspensión de actividades se conocen a la
perfección pues han sido difundidas por los más diversos medios; la universidad
tiene una contraloría interna que controla a priori y a posteriori y lo mismo
hace la Contraloría General de la República, la cual, a la
hora que lo quiera puede revisar las cuentas de la Institución, lo que
quiere decir que de haber alguna irregularidad, ella, la Contraloría, la
estaría cohonestando por su incapacidad de controlar; demandar al cuentadante
de la universidad, el Rector, es arbitrario, pues la suspensión ha sido
convocada por el gremio y no por la Institución, aunque sabemos que
personalmente él ha estado de acuerdo con las directrices del Comando
Intergremial, al igual que todos los miembros del Consejo Universitario,
exceptuando, por supuesto, a los voceros del Gobierno que actúan más en función
de las órdenes que provienen de fuentes conocidas y no con base a la
interpretación crítica de los problemas universitarios. ¿No recordarán que
cuando ordinarios, si bien había agitación política, en ningún caso se
enardeció la protesta porque hubiera salarios insatisfactorios como los de hoy,
falta de insumos o presupuestos desproporcionadamente deficientes? ¿No
sería lo procedente que, de notar alguna irregularidad en la Universidad,
como diputados y a la vez egresados de ella gratuitamente y sin
discriminaciones, las discutieran en el Consejo Universitario de manera
constructiva, previa solicitud del derecho de palabra? Pero no, priva la
obcecación opiácea de una revolución de papel, alicaída, a la que sólo sostiene
la arbitrariedad, la sumisión de las fuerzas armadas y los pocos dólares que
ingresan por la venta de petróleo, soslayando lo que en la universidad
aprendieron del valor de la disidencia y del principio de la inexistencia de
valores absolutos. ¿Se olvidaron acaso de que la universidad tuvo siempre por
norma dado que ello es parte de su esencia, la actitud contestaría crítica y la
concepción de que la democracia es un sistema de disensos donde el único
consenso posible es sentarse a discutir la razón de los disensos?
Lo que pasa es que no soportan que la universidad
no incline la cerviz al Gobierno ▬ por lo cual
pelearon en su época ▬, máxime cuando
saben a ciencia cierta que en su seno no ganarán nunca una elección. Conocemos
la banal y hasta infantil justificación de su ingratitud, la cual sin rubor la
esgrimen día a día los supuestos revolucionarios, y que está dada por decir que
cuando luchaban como contestatarios, lo hacían contra un gobierno burgués,
apátrida y corrupto, pero ahora no es así, porque el gobierno es otro, uno impoluto,
que no tiene fallas de ninguna especie y que por lo tanto no debe ser atacado
de ninguna manera, ya que hacerlo es ir contra la propia historia, el
sentido común y, consecuencialmente, contra el pueblo ¿…? Que vulgar pretensión
de hacer que razonamiento tan banal, tan trivial y baladí sea asimilado como
cierto por los que libres de la obnubilación y de la compra de castillos
esperanzadores, de promesas de nirvanas en la tierra, se oponen a los
procedimientos y concepciones políticas, ya bastante arcaicas, vetustas y
añosas, inadecuadas para enfrentar la solución de problemas en cualquier
sociedad moderna. La actitud de nuestros profesores diputados, por otra
parte, denotan desprecio por quien los cobijó. Esto es tan cierto que cuando
critican a la universidad respecto a los presupuestos, aleganado su
desconsideración al no ponderar la disminución sustancial de dividas por las
bajas del petróleo, esconden el hecho de que cuando los precios eran boyantes,
llegando a sobrepasar los 100 $ por barril de petróleo, se mantenían las
mismas deficiencias y se recondujeron los presupuestos desde el 2007.
El otro argumento absurdo y por tal infantil, es el
propugnar como una verdad incontrovertible, que las Universidades de
acuerdo con el imperio, es decir, en confabulación con el pentágono, encabezado
por el Presidente Obama, pretende implantar en Venezuela otra Libia, Siria o
Afganistán, países que tienen en común estar sumidos en guerras atroces.
La guinda de la torta está dada porque
los diputados, supuestamente universitarios, lo que debieron haber
promovido, conjuntamente con su asistencia al Consejo Universitario, era
algo sensato: que la Asamblea invitara a las autoridades de cada
institución para conocer a profundidad los problemas, intercambiar ideas y, en
consecuencia, generar las formas más democráticas y adecuadas de resolver los
problemas. Pero no. La verdad la tiene siempre la superdotada bancada del
gobierno y por lo tanto nadie tiene que ser consultado para tomar sus
decisiones; ella lo sabe todo.
Pero aclaremos. La
Universidad, dado que parte de su esencia está en considerar que no es como
institución infalible y perfecta en su funcionamiento, es por tal
autocritica, proclive a considerar con propiedad sus fallas, sus errores, sus
posibles focos de incompetencia, única manera de dimensionar con propiedad los
correctivos. Y también recibe como algo positivo las críticas externas que de
determinarse como razonables pueden ayudarla, inducirla a diseñar correctivos
apropiados. Resulta entonces, quizás como corolario, que los problemas no se
pueden mostrar con una generalidad que difumina cualquier apreciación objetiva,
tal como lo han hecho los profesores diputados. Todos los problemas tienen que
ser precisados, pues precisas deben ser las soluciones. Es lo que debió haber
sucedido y debe suceder. Lo demás son demostraciones de resentimiento, de
animadversión, animosidad y tirria ante lo que se escapa de sus manos y que, en
consecuencia, nunca se prestará para aupar o defender procesos rayanos en lo
absurdo
Es evidente que Autonomía y
totalitarismo son incompatibles.
(Un comentario sobre la Autonomía cercada).
Luis Manuel Cuevas Quintero
Ante lo sucedido recientemente en la
Asamblea Nacional de Venezuela que sigue una hoja de ruta de años para
cercar las universidades, debemos reflexionar y pensar muy bien sobre qué
respuesta debemos dar todos y cada uno de los miembros de la comunidad
universitaria ampliada.
Celebro que al menos ya hay una
respuesta como la del Dr. Ontiveros Paolini que se suma a la emitida por la
Organización de ex-rectores de la Universidad de Los Andes, pero
faltan más, y ello, es urgente dado el campo dialéctico que ha emergido
con una violencia y una desmemoria preocupante en el choque entre proyectos
totalitarios, inercias mentales y autonomías amedrentadas.
Es imposible entender dentro de una
inscripción de autonomía y de pensamiento libertario, la impunidad moralista en
la que actúan los intelectuales dogmáticos del gobierno que convierten la
Asamblea Nacional en una Asamblea de partido.
La tesis pars destruens pars
construens que intentan impulsar a través de la intervención
claramente pregonada -sin mayores formas del lenguaje y mucho menos de
principios y premisas sostenibles-, desde una posición de falsa autoridad
académica (que podemos discutir en debate abierto), puede conducir a terminar
de fragmentar un país gravemente desmembrado en sus referentes culturales,
ciudadanos, comunitarios, territoriales e institucionales.
Hay rumores en Comala y callar o
susurrar, no es el mejor camino frente a un poder omnímodo y despótico que ha
venido construyendo un espacio para la implantación de una ideología importada
del Caribe.
Disfrazadas de leyes las acciones
organizadas desde la estructura del poder despótico, destruirán la última de
las Instituciones autónomas de la arquitectura nacional. O enfrentamos este
paso de las Termópilas con carácter, o sencillamente emergerá un mundo
distópico cuyo espejo cubano se quedará sin eufemismos y malabares de las modas
de los linguístas actuales, muy opaco para reflejar la imagen de un cuerpo
disforme claramente afectado por una metástasis intelectual.
La crisis de tiempos y de espacios
nacionales y regionales es evidente.
¿Podemos pensar y actuar de conformidad
a la autonomía que históricamente hemos construido y construimos en una suerte
de fusión de horizontes deseables del pasado y del presente?
Contra lo que muchos piensan, corren
tiempos para pensar en una Reforma no sólo de la Universidad, sino de todo
un sistema educativo sometido al poder del Estado colonizado por una
ideología.
Ésta Reforma imaginada en sentido
constructivo, deseable como proyecto de horizonte futuro, como solución de
continuidad a una crisis agudizada por las malas decisiones, no puede ser
espacio de subalternidad ni instrumento de una ideología de claros resultados
negativos.
Se nos exige entonces pensar y actuar
frente a las distorsiones comunicativas que forman parte de un diseño del poder
que se quiere imponer por encima de toda ley y de todo Derecho consagrado en la
Constitución.
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