Un artículo que repasaba
las razones psicosociales y biológicas de las agresiones sexuales, causa
indignación
Coincidiendo con la
polémica suscitada por la sentencia del juicio a La Manada, el politólogo
Víctor Lapuente publicó este lunes un artículo en la sección Claves titulado Por qué los hombres violamos. La pregunta se contestaba en la
primera línea: “En parte, por la testosterona, que dificulta nuestro
autocontrol. Aun así, con la misma biología, los hombres cometemos hoy menos
crímenes que en el pasado. Con una siniestra excepción. Seguimos agrediendo a
las mujeres. Y las razones hay que buscarlas en un aspecto poco conocido de la
naturaleza masculina: nuestra sensibilidad”.
El articulista explicaba
también que dos revoluciones sociales: la tecnológica y la feminista “han
contribuido a que nos mostremos particularmente agresivos con las mujeres”.
Para combatirlo, abogaba por educar en la igualdad de género para ayudar a los
hombres a librarse de los “corsés emocionales” y de la “extrema competitividad”
que alimentan esa violencia.
Decenas de lectoras
(también algunos lectores) me han escrito indignadas por un artículo en el que
muchas, como Nazareth Esteban, han visto un intento de justificar la violación
“como un imperativo biológico”. Otra lectora, Katherine Latorre, se pregunta:
“¿Cómo van a excusar a los hombres como víctimas de un comportamiento que ellos
mismos crearon?”.
Por su parte, Marina
Álamo Bryan, antropóloga, que escribe desde Nueva York, apunta: “Los
argumentos biologizantes, basados en supuestos estudios psicológicos
(de los cuales no da referencia el autor) que se utilizan para desarrollar el
argumento del texto son, por decir lo menos, decimonónicos. Son el tipo de
argumento que reduce la voluntad humana a factores físicos, ‘naturales’ y
biológicos (…) Cualquier argumento sustentado en la idea de algo ‘natural’, sin
dar referencias a estudios de biología evolutiva, está fuera de lugar en una
conversación pública sobre género, mucho menos violencia de género”. A otra
lectora, Pilar Aguilar, le parece “inconcebible” que este periódico lo haya
publicado. “Si unos “argumentazos” de este estilo se usaran para justificar la
esclavitud de los negros o el antisemitismo ¿los publicarían?”, escribe.
Muchas lectoras han
interpretado que el texto justificaba la violación por 'imperativo biológico'
Víctor Lapuente, al que
he remitido las quejas, responde: “Me duele lo del imperativo biológico, porque
el artículo intenta precisamente contrarrestar la idea del determinismo
biológico y decir que no es suficiente con la biología, sino que la educación
en valores, la cultura, es fundamental”. No obstante, cree que ante este
problema hay dos opciones: “Podemos calmarnos e intentar discutir las causas y
soluciones a la violencia machista de forma tranquila para, por ejemplo,
identificar grupos vulnerables y programas educativos focalizados. O podemos
continuar alimentando la espiral de indignación e ira, que nos llevará a muchos
tuits. Y a muy pocas políticas efectivas para luchar contra uno de los
problemas sociales más importantes de nuestro tiempo”.
José Ignacio
Torreblanca, jefe de Opinión, explica por su parte: “Víctor Lapuente decidió
abordar en su columna un problema tan complejo como delicado. Lo hizo con toda
honestidad y buena fe tras haberse documentado y examinado un buen número de
estudios al respecto. Su columna pretende dar cuenta de las diferentes teorías
e hipótesis sobre la violencia sexual. Estudiar e intentar explicar un fenómeno
no significa justificarlo ni aprobarlo, de ahí que considerara su columna apta
para la publicación”.
Otro artículo que se
refería a la lacra de las violaciones, esta vez en relación con la sentencia de
La Manada, ha provocado también quejas. Me refiero la columna Machos que firmaba el martes el escritor Félix de Azúa.
En ella se incluía la siguiente frase referida a los condenados: “Ahora, en la
cárcel, tendrán ocasión de experimentar en carne propia las violaciones en
grupo. Se van a morir de la risa”. Varios lectores me han escrito molestos. Uno
de ellos, Julio Villanueva, señala: “La necesaria independencia de los
articulistas de EL PAÍS no puede justificar la publicación de barbaridades de
semejante calibre”. José Ignacio Torreblanca pide disculpas por ello: “Debimos
invitar a De Azúa a corregir su texto”.
G miradas multiples
El Pais
11 de Noviembre del 2019
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