Aunque muchos se sienten
decepcionados por los discursos del papa en Cuba, por su silencio ante el poco
respeto a los derechos humanos del régimen de los hermanos Castro hacia la
disidencia, sin duda, el papa Francisco está haciendo su trabajo. Estamos
frente a uno de sus viajes más rentables.
Se trata de una misión apostólica en la que ha pedido por la reconciliación de los cubanos divididos por el exilio, y lo imploró desde una Cuba en plena transición y donde el comunismo dejará pronto de ser una fuerza hegemónica. Era impensable, hace pocos años, que nadie pudiera hablar en un acto de masas para pedir un “futuro de cambios profundos para Cuba, un país que acoja a todos sus hijos, piensen como piensen y estén donde estén”, como lo hizo un joven frente a su santidad.
Se trata de una misión apostólica en la que ha pedido por la reconciliación de los cubanos divididos por el exilio, y lo imploró desde una Cuba en plena transición y donde el comunismo dejará pronto de ser una fuerza hegemónica. Era impensable, hace pocos años, que nadie pudiera hablar en un acto de masas para pedir un “futuro de cambios profundos para Cuba, un país que acoja a todos sus hijos, piensen como piensen y estén donde estén”, como lo hizo un joven frente a su santidad.
Hay que reconocerle al papa que
ha hecho un trabajo de filigrana en el restablecimiento de las relaciones
diplomáticas con Estados Unidos, y gracias a él los cubanos tienen una
verdadera visión de la luz al final del túnel. Bergoglio ha logrado los
objetivos del Vaticano, desde que el legendario papa Juan Pablo II en su
histórica visita a la isla caribeña, hace diecisiete años, sembrara una
esperanza al pedir que “Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”,
una frase que Francisco retomó apenas pisó el aeropuerto de La Habana.
Aquel viaje del papa polaco fue
interpretado como el primer piquetazo contra el llamado muro del Caribe y parte
de un pacto implícito entre Estados Unidos, Cuba y el Vaticano, precisamente
para aliviar las tensiones entre la revolución cubana y el imperio. Aquella
visita de Wojtyla trajo muchas consecuencias en la sociedad cubana y hoy los
sueños revolucionarios de Fidel Castro se esfumaron, se vaciaron de contenido y
ni siquiera puede vestir su disfraz de guerrillero antimperialista, sino una
chaqueta deportiva marca Adidas.
Hasta el papa Benedicto XVI
–Joseph Ratzinger– en su visita a La Habana hace tres años fue menos condescendiente
que Bergoglio en el tono de sus mensajes, advirtiendo sobre “la irracionalidad
y el fanatismo” de quienes imponen su verdad a los demás. Sin embargo,
Francisco, que es un negociador, no puede limitarse en sus reuniones privadas a
pedir más espacio para la Iglesia, es lógico que le exija a Raúl Castro la
liberación de los presos políticos. Ya este tuvo un gesto antes de su llegada
al anunciar que amnistiará a 3.500 presos, uno de los mayores indultos en Cuba
desde el inicio de la revolución en 1959.
Así que hay esperanzas para la
disidencia, que durante esta visita papal fue excluida por razones
estrictamente políticas. En el ajedrez espiritual de Francisco las alocuciones
son muy bien estudiadas para no empañar los logros y conseguir el fin del bloqueo
económico.
Mañana, el papa pronunciará un
histórico discurso desde el recinto del Congreso de Estados Unidos. Esa es una
visita crucial. La Iglesia está desempeñando un papel central en el destino de
la isla; quiere que avance hacia un sistema de libertades y alejarla
decididamente de cualquier cambio violento, tanto en vida de los Castro como
después. Y así como el papa Francisco ruega por el éxito de las conversaciones
de paz que se celebran en Cuba entre el gobierno de Santos y las FARC, así esperamos
los venezolanos que interceda por un cambio inminente y no violento en
Venezuela.
Tic tac
No solo la guerrilla de las FARC hizo lobby para
reunirse con el papa durante su visita a La Habana. Otro que fracasó en el
intento fue el presidente Nicolás Maduro, y de nuevo Raúl Castro le dio un no
rotundo. La única que se coleó fue Cristina Fernández, porque es argentina.
Vía El Nacional
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