Se cuenta que una vez
llamó Dios al diablo y le dijo: “Son tantas las plegarias que me hacen para
quitarte tu fuerza que he decidido despojarte de todas tus facultades. Solo voy
a darte la opción de quedarte con un único poder, así que elige”. El diablo se
fue pensativo, indeciso de con cuál poder quedarse, aquel capaz de hacer el
mayor daño y compensar no tener ningún otro. Después de pensarlo mucho, el
diablo se dirigió a Dios y le dijo, con una mueca de maliciosa satisfacción:
“Ya tengo el poder que voy a elegir. Me quedo con el poder de desalentar a los
hombres. Con eso me basta”.
El poder del
desaliento y la desesperanza es devastador, tanto en la vida de las personas
como de las colectividades. En nuestra Venezuela de estos días, cualquier
acción política o ciudadana futura requiere romper el ciclo autorreforzante de
la desesperanza, porque ella paraliza, conduce a la inacción, a la resignación
y a la entrega. El desaliento, no en vano alimentado permanentemente por quienes
nos oprimen, impide que las personas puedan ver su real fortaleza y sus
capacidades objetivas, y oculta estas bajo la convicción aprendida de que nada
se puede hacer y que todo está perdido.
No hay tarea más
urgente para la dirigencia política y social del país que romper el ciclo
perverso y paralizante de la desesperanza. Y para ello es imperioso proponer un
camino, porque no hay nada más desalentador que sentirse caminando en círculos,
sin un norte que oriente los pasos. Pero, además, es necesario recuperar la
percepción colectiva de eficacia política, que no es otra cosa que el
convencimiento de que se puede incidir en los hechos políticos, y que estos no
son impermeables ni inmunes al accionar de las personas. Y esto se logra, entre
otras formas, involucrando a la gente directamente en la discusión sobre las
alternativas de solución a sus problemas, e incorporándolos en tareas y
actividades concretas que se deriven de estas discusiones. La Mesa de la Unidad
Democrática tiene el reto de anunciar en los próximos días al país una
estrategia comprehensiva orientada a estos dos objetivos. De nuevo, no hay
asunto más urgente, sin el cual ningún cambio será posible, que despertar
aquello que definió nuestro Aquiles Nazoa como los poderes creadores del pueblo.
Una parábola del
Evangelio de san Mateo habla de 10 vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron
a recibir al esposo. 5 de ellas eran necias y 5 prudentes. Pero las necias, al
tomar sus lámparas, no llevaron aceite; las prudentes, en cambio, junto con las
lámparas llevaron aceite en sus alcuzas. Como el esposo tardaba en venir
(algunas habrán pensado: “Eso ya no va a pasar, no sigo más”), se durmieron. A
medianoche se oyó un grito: ¡Ya está aquí el esposo! Entonces se levantaron
todas y aderezaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dennos
del aceite de ustedes porque nuestras lámparas se apagan”. Pero las prudentes
les respondieron: “Mejor es que vayan a comprarlo, no sea que no alcance para
ustedes y nosotras”. Mientras fueron a comprarlo vino el esposo, y las que
estaban preparadas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. Luego
llegaron las otras diciendo: ¡Señor, ábrenos! Pero él les respondió: “No las
conozco”. Y al finalizar la parábola, Jesús remató con una exhortación que muy
bien nos viene a nosotros: “Estén siempre preparados, porque ustedes no saben
ni el día ni la hora”.
Los modelos de
dominación como el que –por ahora– se ha instalado en Venezuela, se alimentan y
fortalecen con la desesperanza y el desánimo. La única forma de enfrentarlos es
no abandonando la lucha, manteniendo la presión y la organización del pueblo, y
seguir la estrategia de acumulación gradual de fuerza popular y de poder.
Porque si una característica tiene hoy nuestro país, es que su futuro es altamente
incierto e impredecible. Nadie sabe lo que va a pasar en Venezuela. Pero los
acontecimientos por venir no nos pueden sorprender desesperanzados,
desorganizados o durmiendo. Como las vírgenes necias de Mateo.
Ángel Oropeza
@AngelOropeza182
19 DE FEBRERO DE 2018 12:09 AM
No hay comentarios:
Publicar un comentario