La Arquidiócesis de Mérida emitió una exhortación pastoral que fue leída en todas las misas el pasado domingo 3 de julio, en ocasión de la violencia desatada en Mérida contra unos jóvenes seminaristas. A continuación reproducimos el texto completo:
“No a la inequidad que genera violencia”. Papa
Francisco. Con inmenso dolor quiero compartir con toda la comunidad merideña
que hoy domingo participa en la Eucaristía, unas reflexiones ante los
bochornosos acontecimientos del viernes pasado en la ciudad de Mérida.
De nuevo, un grupo de colectivos generó durante
varias horas, actos de violencia, agrediendo a las personas que transitaban por
la Avenida Don Tulio y las inmediaciones a las instalaciones universitarias.
Trancaron la vía, quemaron cauchos y troncos, asaltaron y le quitaron sus
pertenencias a los que pasaban, quemaron vehículos, saquearon comercios, en
fin, realizaron a sus anchas actos vandálicos de toda índole.
Cuatro menores de edad, estudiantes de bachillerato en el Seminario Menor
San Buenaventura de Mérida, se dirigían a clases de inglés en el CEVAM, cuando
fueron interceptados por unos desadaptados quienes los interpelaron “si eran
chavistas o de la oposición”; a lo que estos jóvenes asustados respondieron
“somos seminaristas”, desatándose con mayor ímpetu las iras, golpeándolos,
desnudándolos, quemando sus ropas y amenazando a uno de ellos con rociarle
gasolina y quemarlo vivo. Hasta aquí, escuetamente, parte de los hechos.
Ante ello, nos preguntamos: ¿Cómo es posible que
durante horas estas hordas generen un caos sin que intervengan los órganos de
seguridad del Estado? No es la primera vez que sucede esto en nuestra ciudad.
No es descabellado pensar que obran así porque tienen la anuencia de quienes
tienen como primera obligación resguardar la vida y los bienes de los
habitantes. Quiero resaltar el hecho de que haberse identificado
como seminaristas, desató una conducta más agresiva e irracional. Estamos ante
comportamientos fascistas y comunistas, que irrespetan los valores
espirituales, lo cual es inaceptable desde cualquier punto de visto. La forma
como actuaron indica a todas luces que es gente entrenada, tipo comando, para
realizar con destreza este tipo de acciones.
¿No indica esto que estamos ante una conducta
amoral que no puede ser permitida ni por la sociedad ni por sus autoridades que
están puestas para defender los valores de la misma? Es un pecado que clama al
cielo. “Este tipo de actos, no perjudica sólo a la Iglesia”, como
nos lo recuerda el Papa Francisco, sino a la vida social en general.
Reconozcamos que una cultura, en la cual cada uno
quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los
ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y
deseos personales” (Evangelii Gaudium 61). Como creyentes estamos
llamados a ser constructores de paz y esperanza. No hay lugar para el desánimo
o la desesperación; al contrario, es una oportunidad de oro para la
creatividad, el noble ejercicio de una ciudadanía que no se deja robar sus
valores más queridos.
En la segunda lectura de hoy, el apóstol Pablo nos
invita a vivir en libertad, a no someternos de nuevo al yugo de la esclavitud.
“Nuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el
egoísmo; al contrario, seamos esclavos unos de otros por amor”. Por eso, la
invitación a redoblar la oración, a buscar con insistencia los caminos que nos
conduzcan a superar la terrible crisis que vive el país. A hacerlo con
racionalidad y respeto, pero con valentía y coraje, que nace del amor que
Jesucristo nos da. Como bálsamo refrescante dejo constancia de los
centenares de mensajes recibidos de nuestra feligresía, de la ciudad, del país
y del extranjero, expresando su pesar y ofreciendo la solidaridad que nace del
amor fraterno y de la necesidad de superar la maldad. Sacerdotes, religiosas,
instituciones eclesiales y civiles, obispos y personas de la más diversa
índole, condenan de forma contundente estos abominables episodios. Nos duele
constatar no haber recibido ni una palabra de parte de las autoridades
oficiales. Es un silencio que cuesta asimilar.
Que el Señor Jesús y María Santísima nos haga
reflexionar, superar la indignación y buscar conjuntamente la paz y la
convivencia fraterna de la que está necesitada nuestra patria. Con
nuestra bendición, pidiéndoles que oremos los unos por los otros, y sobre todo,
por nuestra juventud, merecedora de un mejor presente y futuro.
+ Baltazar Enrique Porras Cardozo Arzobispo Metropolitano de Mérida
+ Alfredo Enrique Torres Rondón Obispo Auxiliar de Mérida
No a la inequidad que genera violencia” (Papa
Francisco) Con inmenso dolor quiero compartir con toda la comunidad
merideña que hoy domingo participa en la Eucaristía, unas reflexiones ante los
bochornosos acontecimientos del viernes pasado en la ciudad de Mérida.
De nuevo, un grupo de colectivos generó durante
varias horas, actos de violencia, agrediendo a las personas que transitaban por
la Avenida Don Tulio y las inmediaciones a las instalaciones universitarias.
Trancaron la vía, quemaron cauchos y troncos, asaltaron y le quitaron sus
pertenencias a los que pasaban, quemaron vehículos, saquearon comercios, en
fin, realizaron a sus anchas actos vandálicos de toda índole. Cuatro
menores de edad, estudiantes de bachillerato en el Seminario Menor San
Buenaventura de Mérida, se dirigían a clases de inglés en el CEVAM, cuando
fueron interceptados por unos desadaptados quienes los interpelaron “si eran
chavistas o de la oposición”; a lo que estos jóvenes asustados respondieron
“somos seminaristas”, desatándose con mayor ímpetu las iras, golpeándolos,
desnudándolos, quemando sus ropas y amenazando a uno de ellos con rociarle
gasolina y quemarlo vivo. Hasta aquí, escuetamente, parte de los hechos.
Ante ello, nos preguntamos: ¿Cómo es posible que
durante horas estas hordas generen un caos sin que intervengan los órganos de
seguridad del Estado? No es la primera vez que sucede esto en nuestra ciudad.
No es descabellado pensar que obran así porque tienen la anuencia de quienes
tienen como primera obligación resguardar la vida y los bienes de los
habitantes. Quiero resaltar el hecho de que haberse identificado
como seminaristas, desató una conducta más agresiva e irracional. Estamos ante
comportamientos fascistas y comunistas, que irrespetan los valores
espirituales, lo cual es inaceptable desde cualquier punto de visto. La forma
como actuaron indica a todas luces que es gente entrenada, tipo comando, para
realizar con destreza este tipo de acciones.
¿No indica esto que estamos ante una conducta
amoral que no puede ser permitida ni por la sociedad ni por sus autoridades que
están puestas para defender los valores de la misma? Es un pecado que clama al
cielo. “Este tipo de actos, no perjudica sólo a la Iglesia”, como
nos lo recuerda el Papa Francisco, sino a la vida social en general.
Reconozcamos que una cultura, en la cual cada uno
quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los
ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y
deseos personales” (Evangelii Gaudium 61). Como creyentes estamos
llamados a ser constructores de paz y esperanza. No hay lugar para el desánimo
o la desesperación; al contrario, es una oportunidad de oro para la creatividad,
el noble ejercicio de una ciudadanía que no se deja robar sus valores más
queridos.
En la segunda lectura de hoy, el apóstol Pablo nos
invita a vivir en libertad, a no someternos de nuevo al yugo de la esclavitud.
“Nuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el
egoísmo; al contrario, seamos esclavos unos de otros por amor”. Por eso, la
invitación a redoblar la oración, a buscar con insistencia los caminos que nos
conduzcan a superar la terrible crisis que vive el país. A hacerlo con
racionalidad y respeto, pero con valentía y coraje, que nace del amor que Jesucristo
nos da. Como bálsamo refrescante dejo constancia de los centenares
de mensajes recibidos de nuestra feligresía, de la ciudad, del país y del
extranjero, expresando su pesar y ofreciendo la solidaridad que nace del amor
fraterno y de la necesidad de superar la maldad. Sacerdotes, religiosas,
instituciones eclesiales y civiles, obispos y personas de la más diversa
índole, condenan de forma contundente estos abominables episodios. Nos duele
constatar no haber recibido ni una palabra de parte de las autoridades
oficiales. Es un silencio que cuesta asimilar.
Que el Señor Jesús y María Santísima nos haga
reflexionar, superar la indignación y buscar conjuntamente la paz y la
convivencia fraterna de la que está necesitada nuestra patria. Con
nuestra bendición, pidiéndoles que oremos los unos por los otros, y sobre todo,
por nuestra juventud, merecedora de un mejor presente y futuro.
+ Baltazar Enrique Porras Cardozo Arzobispo Metropolitano de Mérida
+ Alfredo Enrique Torres Rondón Obispo Auxiliar de Mérida
No a la inequidad que genera violencia”
(Papa Francisco) Con inmenso dolor quiero compartir con toda la comunidad
merideña que hoy domingo participa en la Eucaristía, unas reflexiones ante los
bochornosos acontecimientos del viernes pasado en la ciudad de Mérida.
De nuevo, un grupo de colectivos generó durante
varias horas, actos de violencia, agrediendo a las personas que transitaban por
la Avenida Don Tulio y las inmediaciones a las instalaciones universitarias.
Trancaron la vía, quemaron cauchos y troncos, asaltaron y le quitaron sus
pertenencias a los que pasaban, quemaron vehículos, saquearon comercios, en
fin, realizaron a sus anchas actos vandálicos de toda índole.
Cuatro menores de edad, estudiantes de bachillerato en el Seminario
Menor San Buenaventura de Mérida, se dirigían a clases de inglés en el Cevam,
cuando fueron interceptados por unos desadaptados quienes los interpelaron “si
eran chavistas o de la oposición”; a lo que estos jóvenes
asustados respondieron“somos seminaristas”, desatándose con mayor ímpetu las iras,
golpeándolos, desnudándolos, quemando sus ropas y amenazando a uno de ellos con
rociarle gasolina y quemarlo vivo. Hasta aquí, escuetamente, parte de los
hechos.
Ante ello, nos preguntamos: ¿Cómo es posible que durante horas estas
hordas generen un caos sin que intervengan los órganos de seguridad del Estado?
No es la primera vez que sucede esto en nuestra ciudad. No es descabellado
pensar que obran así porque tienen la anuencia de quienes tienen como primera
obligación resguardar la vida y los bienes de los habitantes. Quiero
resaltar el hecho de que haberse identificado como seminaristas, desató una
conducta más agresiva e irracional. Estamos ante comportamientos fascistas y
comunistas, que irrespetan los valores espirituales, lo cual es inaceptable
desde cualquier punto de visto. La forma como actuaron indica a todas luces que
es gente entrenada, tipo comando, para realizar con destreza este tipo de
acciones.
¿No indica esto que estamos ante una conducta
amoral que no puede ser permitida ni por la sociedad ni por sus autoridades que
están puestas para defender los valores de la misma? Es un pecado que clama al
cielo. “Este tipo de actos, no perjudica sólo a la Iglesia”, como
nos lo recuerda el Papa Francisco, sino a la vida social en general.
Reconozcamos que una cultura, en la cual cada uno
quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los
ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y
deseos personales” (Evangelii Gaudium 61). Como creyentes estamos
llamados a ser constructores de paz y esperanza. No hay lugar para el desánimo
o la desesperación; al contrario, es una oportunidad de oro para la
creatividad, el noble ejercicio de una ciudadanía que no se deja robar sus valores
más queridos.
En la segunda lectura de hoy, el apóstol Pablo nos
invita a vivir en libertad, a no someternos de nuevo al yugo de la esclavitud.
“Nuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el
egoísmo; al contrario, seamos esclavos unos de otros por amor”. Por eso, la
invitación a redoblar la oración, a buscar con insistencia los caminos que nos
conduzcan a superar la terrible crisis que vive el país. A hacerlo con
racionalidad y respeto, pero con valentía y coraje, que nace del amor que
Jesucristo nos da. Como bálsamo refrescante dejo constancia de los
centenares de mensajes recibidos de nuestra feligresía, de la ciudad, del país
y del extranjero, expresando su pesar y ofreciendo la solidaridad que nace del
amor fraterno y de la necesidad de superar la maldad. Sacerdotes, religiosas,
instituciones eclesiales y civiles, obispos y personas de la más diversa
índole, condenan de forma contundente estos abominables episodios. Nos duele
constatar no haber recibido ni una palabra de parte de las autoridades
oficiales. Es un silencio que cuesta asimilar.
Que el Señor Jesús y María Santísima nos haga
reflexionar, superar la indignación y buscar conjuntamente la paz y la
convivencia fraterna de la que está necesitada nuestra patria. Con
nuestra bendición, pidiéndoles que oremos los unos por los otros, y sobre todo,
por nuestra juventud, merecedora de un mejor presente y futuro.
la patilla, julio 4, 2016 10:13 pm .
Baltazar Enrique Porras Cardozo Arzobispo Metropolitano de
Mérida + Alfredo Enrique Torres Rondón Obispo Auxiliar de Mérida
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