Ramos Allup: El Gobierno no va a resolver la crisis y va a empeorar fatalmente
23-01-2016
El presidente de la Asamblea Nacional pidió paciencia
para la aprobación de las leyes y destacó que la oposición tiene muchas leyes,
unas políticas, otras sociales y económicas
El presidente de la Asamblea
Nacional (AN), Henry Ramos Allup, pidió a la ciudadanía vigilar a los diputados
de la bancada de la oposición si no cumplen con las leyes que prometieron
aprobar para mejorar la crisis que vive el país.
“Por
favor vigílenos que apoyos incondicionales no pueden haber ni en la vida y en
la política y los defraudamos, reclámennos, pero si cumplimos como vamos a
cumplir y estamos hasta ahora cumpliendo, por favor ayúdenos que sólo no
podemos, nada somos sin ustedes porque nosotros estamos haciendo un esfuerzo
titánico”, afirmó.
Ramos
Allup pidió paciencia para la aprobación de las leyes y destacó que la
oposición tiene muchas leyes, unas políticas, otras sociales y económicas, pero
todas serán aprobadas porque hay tiempo para eso.
Aseguró
que el Gobierno no va a resolver la crisis y mientras esté en el poder todos
los problemas van a empeorar "fatalmente", por tal razón, pidió a los
venezolanos "resistir" durante la situación económica y social que
actualmente atraviesa el país. "No olvidemos nunca la palabra resistencia,
tenemos que resistir, no nos podemos quebrar, no nos podemos fatigar (...)
frente a un Gobierno que está en etapa agónica, terminal”.
Resaltó
que la AN logró abrir las puertas del parlamento a todos los medios de
comunicación, para que transmitieran en vivo a todo el país los discursos, las
sesiones y el trabajo de las comisiones.
La
renuncia, una vía de salvación
Marianella Salazar 27 de enero 2016 - 12:01 am
La situación
puede desbordarse y sumirnos en una espiral de violencia que nadie quiere, el
gobierno debería ser el primer interesado en evitarlo y cumplir con el mandato
popular expresado el 6-D, que no es otra cosa que someterse a control
legislativo como lo exige la Constitución y, en vez de generar confrontación y
sabotear su función –como pasó con los ministros que no asistieron al
Parlamento para explicar el mamotreto de decreto de emergencia económica–, le
tira la pelota a la Asamblea para responsabilizarla de la debacle, cuando su
responsabilidad constitucional es resolver los problemas sociales y económicos
que durante este desgobierno de Nicolás Maduro se agravaron con más corrupción,
mayor incompetencia y, sobre todo, por su falta de sensibilidad social.
Hoy, más que
nunca, la gran cantidad de gente que madruga y hace colas durante 10 o 12
horas, en busca de alimentos de primera necesidad, se enardece cuando no logra
adquirirlos por una u otra razón –porque se agotaron o los esconden para
favorecer a bachaqueros, previa bajada de la mula–; la angustia de los padres
de no llevar nada qué comer a sus hijos, ni conseguir medicinas para una
urgencia es abono para el anunciado estallido social, que ha sido refrenado con
el resultado de las elecciones pasadas.
Una vez que
el soberano expresó su resolución de cambio, el gobierno no puede burlar ese
mandato, pero es lo único que hace desde que se instaló la Asamblea Nacional el
pasado 5 de enero. Están jugando con fuego. Pretenden aumentar el precio de la
gasolina, que se justificaría de existir pulcritud en el manejo de los dineros
públicos, pero eso es como pedirle peras al olmo y “al horno”. El aumento de la
gasolina debe estar condicionado a suprimir la golilla de los precios del
petróleo y combustible a países miembros de Petrocaribe y eliminar, de una vez
por todas y para siempre, las regalías petroleras a Cuba, que solo sirven para
engrosar los negocios de los Castro a costa de la miseria y el sufrimiento del
pueblo venezolano.
La crisis
humanitaria se asoma en Venezuela; activistas por los derechos de pacientes con
enfermedades graves están pidiendo ayuda internacional, a través de la
Organización Mundial de la Salud, para que donen medicinas e insumos en el área
de la salud. Es una vergüenza haber caído en una situación tan precaria y
lastimosa como la de algunos países africanos, castigados por la hambruna y
enfermedades que diezman su población, sin recursos para adquirir medicamentos,
y todo por haber dilapidado descomunales ingresos petroleros y desmantelado el
aparato productivo para castigar al sector privado, pero lo sufre toda la
población.
La gente
está desesperada porque el dinero no alcanza para cubrir sus necesidades;
además del desabastecimiento, está el desempleo y la inseguridad; hay que
impedir que la mayoría de un país exasperado tome las cosas en sus manos, así
que no perdamos más el tiempo y busquemos una salida constitucional para
sustituir a un gobierno que no rectifica, la más expedita es la renuncia del
presidente. Ante la coyuntura actual es impensable que Nicolás Maduro termine
su mandato.
Renuncia
negociada. Maduro no renunciará voluntariamente, la salida tendrá que ser
negociada por los factores de poder, como ha sucedido con la mayoría de las
renuncias presidenciales, empezando por la de Chávez, el 11 de abril de 2012,
cuando el general Lucas Rincón, en cadena nacional, aseguró que “se le pidió la
renuncia al señor presidente, la cual aceptó”. Lo que pasó después fue una
chapuzada. Ahora le corresponde a la Asamblea Nacional asumir lo que tiene que
hacer y garantizar la gobernabilidad.
Imposible
perder más tiempo
Oswaldo Álvarez Paz 27 de enero 2016 - 12:02 am El Nacional
Venezuela
entera está convencida de la necesidad de un cambio radical, profundo y
urgente, que revierta hacia lo positivo las negativas realidades del presente.
Me refiero a todos los venezolanos.
A los que giran alrededor de la alternativa
democrática y los partidos que integran la MUD, también al ciudadano común que
no vive de la política, ni de los partidos, sino de su esfuerzo personal y
familiar para mantener en alto la dignidad que merecen y, por supuesto, a los
millones de decepcionados compatriotas que ahora señalan a sus ídolos de pocos
años atrás como los responsables de la destrucción del país.
El problema
se dramatiza porque el tiempo avanza y todos los terribles anuncios con
relación con el año que se inicia se hacen realidad. Los males del país están
sobrediagnosticados y las posibles soluciones son conocidas, repetidas en
infinidad de ocasiones por expertos en cada una de las actividades nacionales.
Pero seguimos perdiendo un tiempo valioso que quizás no se mantenga demasiado.
La primera
gran conclusión es que no hay solución posible mientras se mantenga el poder en
manos de eso que llaman el alto gobierno cívico-militar de la revolución
encabezada por la dupla Maduro-Cabello. Si estos personajes conservaran una
mínima dosis de dignidad y decencia, facilitarían el camino hacia el cambio
renunciando a sus responsabilidades actuales para que se instale una etapa de
transición para la reconstrucción institucional y ética del país. Han
desperdiciado todas las oportunidades de rectificación y siguen empeñados en
profundizar los errores y violentar una situación de peligrosa confrontación
que, de continuar, arrasará con cualquier signo del reciente pasado chavista,
socialista a la cubana.
Nicolás
Maduro debe renunciar antes de que la Asamblea Nacional accione la vía
constitucional más rápida y práctica, para obligarlo a irse. No puede ni debe
continuar. Nadie tiene derecho de jugar con el país como lo está haciendo este
señor. Más allá de la falta de legitimidad relativa a su designación como
cabeza del Poder Ejecutivo, no ha cumplido con ninguna de las obligaciones, de
los deberes expresamente señalados en la Constitución. ¿De qué cosa se ocupa?
¿Hasta dónde estirará la cuerda para mantenerse en el poder como sea?
La Asamblea
Nacional está cumpliendo con su deber. Es depositaria de la confianza, de la fe
y de la esperanza de Venezuela. Esperamos que profundice el acertado camino que
transita hacia el cambio necesario. La Fuerza Armada Nacional se mantiene en
una especie de expectativa vigilante, con idéntica fe en el destino superior
que merecemos.
oalvarezpaz@gmail.com
En
blanco y negro: Aristóbulo como presidente
Carlos Blanco 27 de enero 2016 - 12:01 am El Nacional
Conocí a Aristóbulo
Istúriz como un hombre inteligente y grato. Hicimos el programa Blanco &
Negro en Globovisión, bajo el entusiasta impulso de Alberto Federico Ravell
y fue una buena época de debate. Tenía un espíritu abierto, lo que contribuyó a
que nuestro programa fuese diálogo creador. Ese espacio terminó porque
Aristóbulo estaba próximo a ser requerido por Chávez como ministro de Educación
y a mí se me abrió una inapreciable oportunidad académica en el exterior.
Después de esa época no nos vimos, aun cuando conversamos unas pocas veces por
teléfono.
Más adelante
Aristóbulo se sumergió en una radicalización política y verbal que no se
compaginaba con el talante que le había conocido. Sin embargo, en las recientes
elecciones, como resultado de la derrota colosal del régimen, tuvo un tono
autocrítico y la semana pasada volvió a hablar de las colas y la escasez como
elementos del desastre electoral rojo. Él sabe que el volcán que se mueve en
las entrañas de la sociedad está a punto de explotar y cuando habla de escasez
se refiere al descomunal fracaso del régimen del cual ahora es la segunda –¿la
tercera?– figura.
Sin embargo,
el papel que creo que le corresponderá pronto es el de reemplazar a Maduro una
vez que se produzca lo que parece inevitable: su renuncia. En términos
constitucionales, Aristóbulo podría tener la misión de ser presidente hasta las
inmediatas elecciones presidenciales de este año.
Si
Aristóbulo asume la presidencia de la República tiene tres caminos: intentar
seguir por el precipicio de Chávez-Maduro, lo que conduciría a catástrofes
impensables; también podría designar un vicepresidente de consenso con la
oposición, y luego renunciar para que este personaje conduzca la transición
(desde luego no sería un “notable”; todos ya muertos después de haber propiciado
la devastación actual) o podría constituir un gabinete de emergencia y de
consenso, cuya primera medida para descomprimir el país, sería la liberación de
los presos políticos y el retorno de los exiliados, e implementar un plan
masivo de suministro de alimentos y medicinas al país. En cualquier caso,
elecciones presidenciales ya.
Venezuela
está en una situación catastrófica. Para enfrentarla, variados actores pueden
tener la palabra, pero hay cuatro que serán claves: Henry Ramos Allup,
representante de la legitimidad popular indiscutible y reciente; Aristóbulo
Istúriz, posible cabeza negociadora del régimen que muere; Vladimir López
Padrino, el que guarda las escopetas. Y las masas a punto de rebelión
generalizada.
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