El fenómeno de la emigración venezolana sirve de eje para analizar los vaivenes de un proyecto de nación definido por el anhelo de la modernidad, que en dos ocasiones pareció estar al alcance de la mano para después desembocar en desilusiones profundas. Los jóvenes que en ambos momentos han decidido emigrar (a fines del siglo xix y en la actualidad) son un indicador de esas caídas. No obstante, las diferencias entre los que lo han intentado a un siglo de distancia también muestran los cambios que, dentro de un mismo proceso, ha vivido el país.
Dos jóvenes venezolanos intercambian opiniones sobre su patria. Luis Heredia, como tantos otros, decidió emigrar a Europa y ahora vive en Francia. Ernesto Gómez, su amigo, sigue en Caracas y solo sueña con seguir sus pasos. Por eso está ávido de información. Quiere saber cómo es todo por allá, compulsar posibilidades, verificar ilusiones. Las noticias que tiene de Heredia dibujan un cuadro inacabable de felicidad (salidas, espectáculos, fiestas), que anhela para sí y le hace incomprensibles las reservas que poco a poco este le va confesando. Hay tardes en las que Heredia se pone filosófico: dice que, después de todo, París no es como la pintan, ¡ni siquiera las muchachas son tan bonitas! (tal vez demasiado flacas para su gusto). Hasta síntomas de mal de patria comienzan a darle. En ocasiones le aflora algo que se parece al remordimiento por no hacer algo en favor de los suyos. Incluso lamenta que tantos jóvenes quieran marcharse, como lo hizo él. Por supuesto, a Gómez aquello le parece insólito. Sospecha que son solo poses para no causar envidia o excusas para calmar su conciencia. En una revolución, con unos generales que se reparten el botín de las arcas nacionales, un entorno y unas gentes tan mediocres, nada puede ser digno de añoranza. Lo increpa. Casi lo insulta. No hay caso. Al final logra irse y no lo piensa dos veces. Se va. Es el signo de un tiempo y, como en las siguientes páginas esperamos demostrar, lo es también de aspectos sustantivos de su nación. De lo que ha querido ser y de lo que efectivamente logró alcanzar.
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