miércoles, 23 de diciembre de 2015

La huida o gran cisma chavista - Franz Von Berge


La crisis económica, el discurso radical de altos dirigentes oficialistas —comenzando por Maduro—y la exclusión que otros han empuñado dentro del mismo Partido Socialista Unido de Venezuela han logrado que chavistas de credo y corazón les den la espalda. Como prueba irrefutable están los resultados de las elecciones parlamentarias. ¿Se aproximan saltos de talanquera?


El 1 de abril de 2013, en plena campaña presidencial luego de la muerte de Hugo Chávez, Nícmer Evans escribió una carta pública a Nicolás Maduro en la que criticó algunas acciones que el nuevo presidente emprendía. “Pensar que el pueblo venezolano va a votar más o menos porque Winston Vallenilla diga que está ‘rodilla en tierra’ puede ser un acto de menosprecio a la inteligencia del pueblo —que ha crecido en su cultura política gracias a Chávez. Prefiero a Darío Vivas con su voz gruñona. Dejemos las sumas que no suman nada”, manifestó ese día en Aporrea el politólogo y miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Esa pudiese ser considerada la primera de cientos de críticas públicas que han surgido contra el “madurismo” desde que el llamado “hijo de Chávez” asumiera la presidencia. La gran mayoría de las observaciones han caído en saco roto o han provocado reacciones feroces de parte de la nueva dirigencia chavista, que adelantó una purga dentro del partido para reducir la disidencia.

Esta situación, sumada a la crisis económica que golpea diariamente a los venezolanos, terminó desencadenando un éxodo importante en las filas del oficialismo, que en tres años pasó de ser una mayoría con 55% de respaldo a una minoría con 41% de apoyo. Sí, 8.191.132 electores votaron por Hugo Chávez el 7 de octubre de 2012. Desde entonces el movimiento chavista perdió 2.580.984 sufragios para quedar en 5.610.148 el pasado 6 de diciembre.“Maduro ha perdido más de 3.500 votos por día en los último años”, advierte hoy Evans al ser entrevistado por Clímax. Sin embargo, el ahora miembro de Marea Socialista apura una salvedad: “Según las encuestas, 58% de las personas sigue teniendo una visión positiva de Chávez, su imagen no se ha afectado”.

Todos los disidentes del oficialismo hacen comentarios similares a este último cuando se les pregunta por su situación actual. Otro ejemplo es Carlos Hurtado, coordinador nacional de Clase Media Socialista, hasta hace poco una corriente del PSUV.“Nos mantenemos creyendo en el proyecto de Chávez, pero nos hemos distanciado de la actual dirigencia porque no está abierta a las críticas”, dice antes que cualquier otra cosa. Evans, Hurtado y tantos otros chavistas desencantados están en una posición extraña en medio de la polarización que vive el país: la MUD no termina de convencerlos como opción política, pero la dirigencia del oficialismo los terminó de espantar. Por lo pronto parecieran esperar que surjan nuevas opciones en el tablero de juego.

Los resultados electorales de los últimos años parecen indicar que hay más de un millón de venezolanos en esta situación. Aunque el chavismo perdió más de 2,5 millones de votos entre 2012 y 2015, en el mismo periodo la MUD sólo ganó 1,1 millones al pasar de 6.591.304 a 7.716.262. La mayor parte parece que ha decidido abstenerse o vota nulo, lo que permite a la oposición tener una mayoría transitoria.

Las causas del descalabro

Mientras el oficialismo ha sumado el respaldo de figuras polémicas como Winston Vallenilla, Roque Valero o Ricardo Sánchez, eso que Evans llamó las sumas que no suman, otros dirigentes y militantes que eran chavistas decidieron abandonar el barco y poco a poco han ido teniendo un verdadero efecto negativo sobre el respaldo al gobierno de Maduro.

Las razones de su partida son principalmente dos: la inacción ante la crisis económica y la soberbia mostrada por la actual dirigencia chavista ante la crítica, lo que los ha llevado a segregar a los grupos con opiniones distintas en su objetivo de controlar todo el poder.“Clase Media Socialista realizaba informes semanales antes de morir Chávez y los entregaba a la Dirección Nacional del partido. Luego de eso solo nos llamaron una vez en 2014 para una reunión que duró unos 10 o 15 minutos. Oyeron nuestras críticas pero no hicieron nada y nunca más nos contactaron. Nos excluyeron”, sentencia Hurtado.

Rubén Mendoza, coordinador nacional de los Círculos Bolivarianos y también distanciado del gobierno de Maduro, considera que esta actitud se debe a que dentro de la cúpula existe “un juego de tronos compartidos”.“Unos pocos grupos se distribuyen el poder y han ido acabando con la democracia interna. Hay favoritismo para colocar a pupilos en los distintos cargos. Actúan como reyes con sus distintos séquitos”, afirma.Mendoza reconoce que esas facciones de poder se empezaron a conformar con Chávez, pero su liderazgo indiscutible las mantenía a raya. El problema ahora es que Maduro no tiene fuerza total sobre ellas, por lo que debe negociar y cede a sus presiones.

Además de los personajes entrevistados para este trabajo, hay otros dirigentes de peso que han sido excluidos también. Destacan los casos de Jorge Giordani, Héctor Navarro y Ana Elisa Osorio, todos ministros durante la presidencia de Chávez y hoy repudiados.Incluso a Navarro lo expulsaron del PSUV luego de denunciar que la Dirección Nacional no se reunía. Un caso similar ocurrió con Evans y otros miembros del grupo Marea Socialista —esta última se ha convertido en la corriente disidente más relevante del chavismo.
Pero si bien el sectarismo parece ser el mayor causante de la separación a lo alto de la dirigencia, la crisis económica luce como el principal tema entre las bases. La alta inflación y la aguda escasez —que se traduce en colas para comprar toda clase de productos— han restado muchos votos, sobre todo entre la clase media.

El 6 de diciembre el PSUV sólo ganó en seis estados: Apure, Cojedes, Delta Amacuro, Guárico, Portuguesa y Yaracuy. Todos ellos tienen un porcentaje de pobres mayor a la media nacional, que según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) era de 34,2% en 2013.En las entidades donde la pobreza es mayor, su diferencia fue más holgada, como ocurrió en Apure, Delta Amacuro y Portuguesa, donde este índice supera el 50%.

Además, resalta el hecho de que el chavismo solo pudo ganar dos de las 23 capitales de estado, donde se ubica la mayor cantidad de población urbana y más educada. Triunfó en San Fernando, Apure, y Tucupita, Delta Amacuro, los dos estados de Venezuela con más pobreza, según las cifras del INE de 2013. Aun así, en esas ciudades su brecha se redujo de manera importante respecto a la diferencia que usualmente obtenía históricamente.“La clase media es el sector que se ahuyenta más por el discurso agresivo que sale actualmente de Miraflores. En los últimos años ha habido una completa desatención de los sectores medios del país”, resalta el coordinador de Clase Media Socialista. Evans añade que la clase media es el sector más vulnerable ante la crisis debido a que son menos permeados que el sector más pobre por las políticas públicas sociales como las misiones.“Los grupos medios decidieron castigar al gobierno debido a su desconexión”, advierte el politólogo.

Lo que viene

Mendoza, Hurtado y Evans coinciden en que el oficialismo debería iniciar un proceso de rectificación y reforma interna para poder detener la pérdida de votos y poder formar una nueva mayoría. “La Dirección Nacional del PSUV debe ser refrescada con nuevos liderazgos. Deben seguir todos el ejemplo de Aristóbulo Istúriz, que renunció a su cargo dentro de la Directiva”, indica Hurtado.Por su parte, Mendoza va más allá. “Hay que cambiar el estilo, la forma y la concepción del partido. Las nuevas ideas deben surgir de un debate verdaderamente revolucionario”.

Evans agrega que el cambio tiene que incidir incluso en la forma en que se está entendiendo y enseñando el socialismo.“Todo ha sido un engaño. No existen realmente sistemas de capacitación y formación, eso no se puede enseñar en unos talleres de unas pocas horas. Lo que sí se ha desarrollado es la conciencia política de la gente, y por eso se castigó al gobierno como ocurrió el 6 de diciembre”, explica.

Tras las elecciones, la base chavista quedó en 41% de respaldo. Sin embargo, eso no significa que todos esos votantes respaldan ciegamente la gestión de Maduro.Hubo algunos descontentos que le dieron una nueva oportunidad a su gobierno, lo que parece demostrable debido a que la aprobación de la gestión del Presidente apenas superaba el 30% en las encuestas hechas justo antes de las elecciones. En las anteriores ni siquiera llegaba a ese porcentaje. “Hay un 20% del chavismo que no quiso darle más oportunidades al gobierno y el 6 de diciembre fue el campanazo definitivo. Pero Maduro no ha entendido el mensaje de las elecciones. Ahora con amenazas y radicalizando su discurso corre el riesgo de perder a más gente”, alerta Evans.

Entre las sumas que no suman y las restas que sí restan, el oficialismo entrará a 2016 con el dilema de renovarse para poder continuar con la revolución con mayor respaldo, o seguir por el mismo camino tratando de imponer su criterio aunque sea una minoría. El riesgo es perder el poder.
21/12/2015 
FOTOGRAFÍA: AVN

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