La crisis económica, el discurso radical de altos dirigentes
oficialistas —comenzando por Maduro—y la exclusión que otros han empuñado
dentro del mismo Partido Socialista Unido de Venezuela han logrado que
chavistas de credo y corazón les den la espalda. Como prueba irrefutable están
los resultados de las elecciones parlamentarias. ¿Se aproximan saltos de
talanquera?
El 1 de abril de 2013, en plena
campaña presidencial luego de la muerte de Hugo Chávez, Nícmer Evans escribió
una carta pública a Nicolás Maduro en la que criticó algunas acciones que el
nuevo presidente emprendía. “Pensar que el pueblo venezolano va a votar más o
menos porque Winston Vallenilla diga que está ‘rodilla en tierra’ puede ser un
acto de menosprecio a la inteligencia del pueblo —que ha crecido en su cultura
política gracias a Chávez. Prefiero a Darío Vivas con su voz gruñona. Dejemos
las sumas que no suman nada”, manifestó ese día en Aporrea el politólogo y miembro del Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Esa pudiese ser considerada la
primera de cientos de críticas públicas que han surgido contra el “madurismo”
desde que el llamado “hijo de Chávez” asumiera la presidencia. La gran mayoría
de las observaciones han caído en saco roto o han provocado reacciones feroces
de parte de la nueva dirigencia chavista, que adelantó una purga dentro del
partido para reducir la disidencia.
Esta situación, sumada a la
crisis económica que golpea diariamente a los venezolanos, terminó
desencadenando un éxodo importante en las filas del oficialismo, que en tres
años pasó de ser una mayoría con 55% de respaldo a una minoría con 41% de
apoyo. Sí, 8.191.132 electores votaron por Hugo Chávez el 7 de octubre de 2012.
Desde entonces el movimiento chavista perdió 2.580.984 sufragios para quedar en
5.610.148 el pasado 6 de diciembre.“Maduro
ha perdido más de 3.500 votos por día en los último años”,
advierte hoy Evans al ser entrevistado por Clímax. Sin embargo, el
ahora miembro de Marea Socialista apura una salvedad: “Según las encuestas, 58%
de las personas sigue teniendo una visión positiva de Chávez, su imagen no se
ha afectado”.
Todos los disidentes del
oficialismo hacen comentarios similares a este último cuando se les pregunta
por su situación actual. Otro ejemplo es Carlos Hurtado, coordinador nacional
de Clase Media Socialista, hasta hace poco una corriente del PSUV.“Nos
mantenemos creyendo en el proyecto de Chávez, pero nos hemos distanciado de la
actual dirigencia porque no está abierta a las críticas”, dice antes que
cualquier otra cosa. Evans, Hurtado y tantos otros chavistas desencantados
están en una posición extraña en medio de la polarización que vive el país: la
MUD no termina de convencerlos como opción política, pero la dirigencia del
oficialismo los terminó de espantar. Por lo pronto parecieran esperar que
surjan nuevas opciones en el tablero de juego.
Los resultados electorales de
los últimos años parecen indicar que hay más de un millón de venezolanos en
esta situación. Aunque el chavismo perdió más de 2,5 millones de votos entre
2012 y 2015, en el mismo periodo la MUD sólo ganó 1,1 millones al pasar de
6.591.304 a 7.716.262. La mayor parte parece que ha decidido abstenerse o vota
nulo, lo que permite a la oposición tener una mayoría transitoria.
Las causas del
descalabro
Mientras el oficialismo ha
sumado el respaldo de figuras polémicas como Winston Vallenilla, Roque Valero o
Ricardo Sánchez, eso que Evans llamó las sumas que no suman, otros dirigentes y
militantes que eran chavistas decidieron abandonar el barco y poco a poco han
ido teniendo un verdadero efecto negativo sobre el respaldo al gobierno de
Maduro.
Las razones de su partida son
principalmente dos: la inacción ante la crisis económica y la soberbia mostrada
por la actual dirigencia chavista ante la crítica, lo que los ha llevado a
segregar a los grupos con opiniones distintas en su objetivo de controlar todo
el poder.“Clase Media Socialista realizaba informes semanales antes de morir
Chávez y los entregaba a la Dirección Nacional del partido. Luego de eso solo
nos llamaron una vez en 2014 para una reunión que duró unos 10 o 15 minutos.
Oyeron nuestras críticas pero no hicieron nada y nunca más nos contactaron. Nos
excluyeron”, sentencia Hurtado.
Rubén Mendoza, coordinador
nacional de los Círculos Bolivarianos y también distanciado del gobierno de
Maduro, considera que esta actitud se debe a que dentro de la cúpula existe “un
juego de tronos compartidos”.“Unos pocos grupos se distribuyen el poder y han
ido acabando con la democracia interna. Hay favoritismo para colocar a pupilos
en los distintos cargos. Actúan como reyes con sus distintos séquitos”,
afirma.Mendoza reconoce que esas facciones de poder se empezaron a conformar
con Chávez, pero su liderazgo indiscutible las mantenía a raya. El problema
ahora es que Maduro no tiene fuerza total sobre ellas, por lo que debe negociar
y cede a sus presiones.
Además de los personajes
entrevistados para este trabajo, hay otros dirigentes de peso que han sido
excluidos también. Destacan los casos de Jorge Giordani, Héctor Navarro y Ana
Elisa Osorio, todos ministros durante la presidencia de Chávez y hoy
repudiados.Incluso a Navarro lo expulsaron del PSUV luego de denunciar que la
Dirección Nacional no se reunía. Un caso similar ocurrió con Evans y otros
miembros del grupo Marea Socialista —esta última se ha convertido en la corriente
disidente más relevante del chavismo.
Pero si bien el sectarismo
parece ser el mayor causante de la separación a lo alto de la dirigencia, la
crisis económica luce como el principal tema entre las bases. La alta inflación
y la aguda escasez —que se traduce en colas para comprar toda clase de
productos— han restado muchos votos, sobre todo entre la clase media.
El 6 de diciembre el PSUV sólo
ganó en seis estados: Apure, Cojedes, Delta Amacuro, Guárico, Portuguesa y
Yaracuy. Todos ellos tienen un porcentaje de pobres mayor a la media nacional,
que según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) era de 34,2% en 2013.En
las entidades donde la pobreza es mayor, su diferencia fue más holgada, como
ocurrió en Apure, Delta Amacuro y Portuguesa, donde este índice supera el 50%.
Además, resalta el hecho de que
el chavismo solo pudo ganar dos de las 23 capitales de estado, donde se ubica
la mayor cantidad de población urbana y más educada. Triunfó en San Fernando,
Apure, y Tucupita, Delta Amacuro, los dos estados de Venezuela con más pobreza,
según las cifras del INE de 2013. Aun así, en esas ciudades su brecha se redujo
de manera importante respecto a la diferencia que usualmente obtenía
históricamente.“La clase media es el sector que se ahuyenta más por el discurso
agresivo que sale actualmente de Miraflores. En los últimos años ha habido una
completa desatención de los sectores medios del país”, resalta el coordinador
de Clase Media Socialista. Evans añade que la clase media es el sector más
vulnerable ante la crisis debido a que son menos permeados que el sector más
pobre por las políticas públicas sociales como las misiones.“Los grupos medios
decidieron castigar al gobierno debido a su desconexión”, advierte el
politólogo.
Lo que viene
Mendoza, Hurtado y Evans
coinciden en que el oficialismo debería iniciar un proceso de rectificación y
reforma interna para poder detener la pérdida de votos y poder formar una nueva
mayoría. “La Dirección Nacional del PSUV debe
ser refrescada con nuevos liderazgos. Deben seguir todos el ejemplo de
Aristóbulo Istúriz, que renunció a su cargo dentro de la Directiva”,
indica Hurtado.Por su parte, Mendoza va más allá. “Hay que cambiar el estilo,
la forma y la concepción del partido. Las nuevas ideas deben surgir de un
debate verdaderamente revolucionario”.
Evans agrega que el cambio
tiene que incidir incluso en la forma en que se está entendiendo y enseñando el
socialismo.“Todo ha sido un engaño. No existen realmente sistemas de
capacitación y formación, eso no se puede enseñar en unos talleres de unas
pocas horas. Lo que sí se ha desarrollado es la conciencia política de la
gente, y por eso se castigó al gobierno como ocurrió el 6 de diciembre”,
explica.
Tras las elecciones, la base
chavista quedó en 41% de respaldo. Sin embargo, eso no significa que todos esos
votantes respaldan ciegamente la gestión de Maduro.Hubo algunos descontentos
que le dieron una nueva oportunidad a su gobierno, lo que parece demostrable
debido a que la aprobación de la gestión del Presidente apenas superaba el 30%
en las encuestas hechas justo antes de las elecciones. En las anteriores ni
siquiera llegaba a ese porcentaje. “Hay
un 20% del chavismo que no quiso darle más oportunidades al gobierno y el 6 de
diciembre fue el campanazo definitivo. Pero Maduro no ha entendido el mensaje
de las elecciones. Ahora con amenazas y radicalizando su discurso corre el
riesgo de perder a más gente”, alerta Evans.
Entre las sumas que no suman y
las restas que sí restan, el oficialismo entrará a 2016 con el dilema de renovarse
para poder continuar con la revolución con mayor respaldo, o seguir por el
mismo camino tratando de imponer su criterio aunque sea una minoría. El riesgo
es perder el poder.
21/12/2015
FOTOGRAFÍA: AVN
No hay comentarios:
Publicar un comentario