Las nuevas migraciones africanas subsaharianas hacia
Sudamérica son un fenómeno en pleno desarrollo. En el caso de Argentina, desde
mediados de la década de 2000, comenzaron a verse en las calles de las
principales ciudades vendedores ambulantes y «manteros» senegaleses, migrantes
que interpelan cotidianamente la pretendida «blanquitud» del país y desafían
ciertas ideas sedimentadas sobre las migraciones.
Las nuevas migraciones desde África subsahariana hacia
Sudamérica son un fenómeno en pleno desarrollo. Particularmente en Argentina,
desde mediados de la década de 2000 comenzaron a verse en las calles de las
principales ciudades vendedores ambulantes y «manteros» senegaleses, migrantes
que interpelan cotidianamente la pretendida «blanquitud» del país y desafían la
idea de la migración como un acontecimiento particular, definitivo y único en
la vida de estas personas.
Algunos análisis atribuyen las migraciones a las
coacciones macroeconómicas y las explican a partir de la racionalidad económica
de los sujetos. Pero como bien señala el investigador congoleño Mbuyi Kabunda,
en el caso africano es necesario relativizar el argumento según el cual los
migrantes huyen exclusivamente de la pobreza y de los regímenes dictatoriales y
subrayar también la voluntad de liberarse de las coacciones sociales del grupo
de origen, la búsqueda de la emancipación y de prestigio personal, o la
dimensión de iniciación, e incluso el deseo de descubrir un nuevo universo a
partir de la mediatización facilitada por la globalización1.
La mayor parte de la migración africana se produce en el
interior del continente, pero cada vez más migrantes se dirigen fuera de la
región. Y si bien la migración hacia los países del Norte global es la más
significativa, la fuerte dimensión securitaria que han tomado en estos últimos
años las políticas migratorias de Estados Unidos y la Unión Europea ha abierto
nuevas rutas para los flujos migratorios. Una de estas rutas es entre África
subsahariana y Sudamérica. Si bien la presencia africana subsahariana en la
región no es nueva (vale recordar la trata esclavista y la llegada de migrantes
caboverdeanos a Argentina entre finales del siglo xix y principios
del xx), en las últimas décadas la migración hacia Sudamérica ha venido
creciendo de manera sostenida. Sin embargo, aún son muy pocos los trabajos
académicos que abordan esta problemática.
Una de estas investigaciones es la de Maguemati Wabgou.
Este autor señala que el carácter histórico de la relación entre las naciones
receptoras y las emisoras de migrantes constituye un elemento clave para la
explicación de los flujos migratorios, siendo la colonización el fenómeno
histórico que permite entender la orientación de los flujos migratorios entre
países colonizados y colonizadores2.
A diferencia de este último autor, Pedro Marcelino y Marcela Cerrutti ponen el
acento en los casos en que están ausentes los lazos históricos entre países o
regiones de expulsión y de atracción de migrantes, en este caso, las regiones
de origen de los actuales migrantes y áreas como el Río de la Plata3.
Los autores señalan que además de la creciente imposibilidad de ingresar en
países desarrollados, existe otra serie de factores que explicarían en parte la
conformación de este nuevo corredor migratorio entre el continente africano y
Sudamérica, y particularmente Argentina: una política migratoria relativamente
abierta, la extensión y porosidad de las fronteras, la incapacidad del Estado
argentino de controlar todos los ingresos y egresos y el poco control sobre el
comercio informal, actividad a la que se dedican muchos migrantes. Los reportes
de organismos internacionales que han comenzado a dar cuenta del fenómeno de
las migraciones extracontinentales a América, y a América del Sur en
particular, señalan también la intensificación de los flujos provenientes del
África subsahariana.
Estas migraciones están compuestas por flujos mixtos, es
decir, movimientos de población que incluyen a migrantes económicos,
solicitantes de asilo, refugiados y otros tipos de migrantes. Estos flujos
están relacionados con movimientos irregulares, migraciones de tránsito, cruces
irregulares de fronteras, etc.4 Por
otro lado, estos movimientos muestran heterogeneidad en relación con la
duración de la estadía en la región. Según el Panorama migratorio de
América del Sur de 2012 publicado por la Organización Internacional para
las Migraciones (oim), los países nucleados en el eje atlántico que reciben
mayor cantidad de migrantes subsaharianos son Argentina y Brasil, donde una
parte de los migrantes asume una situación transitoria y otros parecen haberse
asentado de manera duradera.
En el eje andino, con flujos predominantes hacia Ecuador
y Colombia, la migración adopta un carácter transitorio y, por ello, el número
de inmigrantes africanos que tramita la residencia es muy bajo. Los países de
esta región son mayormente utilizados como lugares de tránsito hacia América
del Norte u otros países de Sudamérica5.
Para el caso colombiano, el estudio realizado por Gabriela Cano Salazar,
Clemencia Ramírez y Donna Cabrera muestra que en los últimos años se han
incrementado las migraciones extracontinentales hacia el país, pero que estos
migrantes no necesariamente intentan permanecer en Colombia, sino que ingresan
allí como un primer paso en el viaje a eeuu o Canadá. Las autoras
retoman los datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (acnur) para el periodo 2003-2009, que muestran que Colombia recibió
332 solicitudes de refugio por parte de migrantes africanos provenientes
principalmente de Somalia, Eritrea, Etiopía, Ghana, Costa de Marfil, Zimbabwe,
Sierra Leona y Liberia. En todos los casos, más de 90% de las solicitudes
fueron denegadas, mayormente porque los solicitantes abandonaron el país y no
cumplieron con las etapas requeridas por los procedimientos de la solicitud o
porque se determinó que no tenían motivos de persecución reales en sus países
de origen6.
En su investigación sobre la llegada de migrantes
africanos a Colombia, Wabgou señala que algunos han logrado asilo y permanecen
trabajando como comerciantes u obreros de la construcción, mientras que otros
fueron repatriados a sus países de origen. Pero también existen profesionales
africanos que llegan a trabajar en distintas partes de Colombia (sobre todo
Bogotá, Medellín y Cali) en organizaciones internacionales y actividades de
docencia o artísticas7.
Para el caso ecuatoriano, Luisa Freier sostiene como una
de las causas de aumento de los flujos migratorios la exención de visas para
ingresar, ya que en junio de 2008 el presidente Rafael Correa sancionó el libre
ingreso al país en el marco de la política de «puertas abiertas», dictaminando
que los ciudadanos de todos los países del mundo podían entrar y permanecer en
el territorio ecuatoriano hasta por 90 días. Sin embargo, poco tiempo después
se reintrodujeron las visas para varios países africanos y asiáticos, lo que
hizo disminuir los flujos migratorios de estos países8.
La investigación mostró que muchos de los africanos que llegan a Ecuador
utilizan este país como lugar de tránsito hacia eeuu y Canadá, pero
también hacia otros destinos de Sudamérica, por ejemplo, Argentina. Los
migrantes africanos más numerosos en Ecuador son los procedentes de Nigeria,
Somalia, Etiopía, Kenia y Eritrea.
Respecto a Brasil, las migraciones africanas en las
últimas dos décadas están compuestas por migrantes económicos, refugiados y
solicitantes de refugio, pero también por migrantes temporarios con fines
académicos, enmarcados en convenios de cooperación9.
Y si bien es cierto que Brasil ha mantenido lazos culturales, económicos y
políticos con los países lusófonos, la reciente migración africana no se
restringe a esos países. De hecho, los datos del proceso de regularización
migratoria realizado en 2009 señalan que los grupos más numerosos son los
senegaleses y los nigerianos. La alta presencia de senegaleses ha despertado el
interés de numerosos investigadores, al igual que en Argentina.
La migración africana subsahariana en Argentina: el caso
de los senegaleses
La migración subsahariana hacia Argentina se ha mantenido
en un lugar marginal comparada con el gran flujo europeo que se produjo hasta
la década de 1950 y con la relevancia y visibilidad de la inmigración
procedente de los países limítrofes. Por ello, los migrantes africanos han sido
objeto de menor atención por parte de las ciencias sociales argentinas, a pesar
de la creciente bibliografía y de la documentación producida por los organismos
internacionales sobre el fenómeno migratorio a escala mundial y el lugar que le
asignan en su agenda. La producción académica está referida mayormente a las
migraciones senegalesas, ya que este es el colectivo migratorio africano más
numeroso en el país10.
Argentina se ha definido siempre como «blanca», como «el
país más europeo de América Latina», producto de un complejo proceso de
construcción de nación que invisibilizó la diversidad étnica y «racial». En
este contexto, en el que indígenas y negros se pensaron como poblaciones
desaparecidas, la presencia en las últimas décadas de migrantes africanos
subsaharianos en las calles de las principal
es ciudades argentinas fue hipervisibilizada,
y en muchos casos, exotizada11.
El país emerge entonces como un destino migratorio
posible donde las diferencias culturales son contrarrestadas por un imaginario
de país europeizado de fácil acceso y permanencia, con una legislación
migratoria flexible que, especialmente con las nuevas normas aprobadas en 2004,
posibilita la realización de diferentes proyectos migratorios.Con su Ley de
Migraciones, sancionada en 2004, Argentina tomó la iniciativa en el avance de
políticas migratorias progresistas en la región. Previamente, la legislación
había debilitado significativamente los derechos de los migrantes, en especial
de aquellos en una situación no autorizada. Acompañada de muy pocas
posibilidades para la regularización, la ley anterior, la Ley General de
Migraciones y Fomento de la Inmigración de 1981, conocida como «Ley Videla»
–por Jorge Rafael Videla, presidente durante la última dictadura militar–,
mantenía grandes números de migrantes en una situación no autorizada, sin el
goce de derechos sociales básicos tales como salud y educación. Además, había
una obligación generalizada para los empleados públicos de hospitales y
escuelas, autoridades administrativas o escribanos públicos de denunciar a los
migrantes en situación no autorizada12.
La ley de 2004 presentó un cambio de paradigma ideológico, al estipular el
derecho universal a migrar.
La ley abarca mecanismos de regularización para los
migrantes en situación irregular que entraron al país de manera autorizada, lo
cual incluye migrantes regionales y todos aquellos que no necesitan una visa
turística para entrar en Argentina. Sin embargo, impide a los migrantes que
entraron al país sin permiso, como es el caso para muchos de los migrantes de
África, regularizar su estatus. Así, se ha argumentado que los migrantes
extracontinentales han reemplazado a los migrantes regionales como las
poblaciones migrantes más vulnerables y marginadas13.
Como señalamos, los senegaleses son el grupo más numeroso
entre los nuevos migrantes subsaharianos en Argentina y la mayoría ingresa de
manera irregular14.
Los primeros registros son de finales de la década de 1990, con un gran
incremento desde 2006. Si bien al principio la gran mayoría ingresaba al país
desde Brasil –adonde llegaban con visa–, desde hace algunos años y debido al
incremento de controles fronterizos han comenzado a ingresar por los pasos de
Paraguay y Bolivia. En muchos casos, los migrantes han llegado a Ecuador –los
senegaleses no necesitaban visa para ingresar en ese país entre 2008 y 2015– y
luego se han trasladado hacia Argentina a través de Bolivia, lo que implica un
largo viaje por tierra con varios cruces de fronteras. Y como normalmente
cruzan de manera irregular, los migrantes no tienen constancia legal de su
ingreso en el país, situación que, posteriormente, como ya mencionamos, les impide
iniciar cualquier trámite para obtener la residencia y la documentación que
acredite un estatus regular.
Algunos senegaleses llegaron a Argentina como polizontes
en bodegas de barcos, pero son casos excepcionales. Es interesante señalar que
muchos medios de comunicación argentinos suelen catalogar a todos los migrantes
africanos como refugiados venidos como polizontes, huidos del hambre y la
miseria extrema y víctimas de redes de tráfico de personas. En parte esto se
explica, por un lado, por la confusión entre refugiado y solicitante de
refugio: casi todos los senegaleses que llegan a Argentina inician el trámite
de solicitud, pero son muy pocos los que han obtenido el estatus de refugiado.
Por otro lado, existe un discurso que victimiza al migrante, como señala Ramón
Sarró, con insistencia en el tema del sufrimiento y subestimando el hecho de
que hay migrantes cuyo viaje no se ajusta a este modelo15.
Entre los senegaleses que llegan a Argentina hay también una parte que tenía
visa pero quedó en situación irregular una vez transcurrido el tiempo permitido
de estadía.
Desde hace una década, numerosos investigadores vienen
realizando un estudio y seguimiento de la migración senegalesa hacia Argentina,
lo que nos permite hacer ciertas afirmaciones:
- es una migración heterogénea, con diversas pertenencias
étnicas y religiosas (pero siempre dentro del islam). La mayoría de los
migrantes son de origen wolof, aunque también hay diolas y serer;
- los migrantes saben a dónde vienen y qué es lo que van
a hacer para vivir aquí, se mueven en redes migratorias (y circulatorias) y
redes religiosas;
- es una migración básicamente masculina y, como en
muchos otros grupos, no son los más pobres los que migran; muchos tenían algún
trabajo en Senegal y pudieron ahorrar para el viaje o recibieron ayuda de la
familia. En algunos relatos aparece la idea de «aventura», de salir para
«conocer el mundo», pero para la gran mayoría, la migración es una situación
impuesta por la necesidad de enviar remesas y mantener a la familia extensa. El
rol de varón proveedor y la necesidad de mantener un prestigio social con la
propia familia y con la comunidad es muy fuerte y atraviesa la mayoría de las
trayectorias migratorias.
A su llegada al país, los migrantes se insertan en el
comercio ambulante de bijouterie y el comercio en general, al menos
como etapa inicial en sus trayectorias. En Argentina, como en otros países
latinoamericanos, el comercio callejero representa uno de los segmentos más
dinámicos de la economía informal y es de fácil acceso. Muchos senegaleses no
hablan español con fluidez y esto, sumado a la situación migratoria irregular,
les impide acceder a un empleo formal. Además de ser muy flexible en términos
de tiempo y zona de trabajo, es una actividad en la que algunos tienen
experiencia, ya que eran comerciantes en Senegal o lo fueron en otros países si
ya habían migrado previamente.
La obtención de la residencia temporal, y eventualmente
de la residencia permanente e incluso luego la nacionalidad argentina, es una
ventaja y una necesidad; en la lógica de estos migrantes, los «papeles» sirven
para moverse, no para establecerse de manera permanente. Podemos observar
cierta tensión entre lo que espera el Estado argentino –por ejemplo, con el
plan regulatorio para senegaleses implementado en 201316,
en el que se habla de «voluntad de arraigo»– y lo que pretenden algunos
migrantes: movilidad entre Senegal y Argentina. En este sentido, hablar de
migración de tránsito o migración permanente supone pensar en proyectos
migratorios lineales que tienen puntos fijos de comienzo y final, y este no es
el caso.
Para dar cuenta de la movilidad, de las circulaciones y
de estos migrantes sin voluntad de asentarse en el país de destino (al menos de
muchos dentro del heterogéneo colectivo senegalés), son útiles algunos
conceptos trabajados en la academia francesa por Alain Tarrius y Chadia Arab17.
La idea principal de sus trabajos, centrados en las migraciones en la cuenca
mediterránea, es que la radicación permanente no es ya sinónimo de éxito en el
proyecto migratorio, sino el hecho de saber ser «de aquí» y «de allá» al mismo
tiempo, a la vez que saber cómo migrar. Estos migrantes pueden tener una postura
de distanciamiento respecto a las perspectivas de integración y a veces hacer
uso de una instrumentalización pasajera de la ciudadanía.
La migración ya no es vivida como una ruptura o un
paréntesis, sino como parte integrante de una organización social. Los
migrantes, señala Arab, están enfrentados a desplazamientos más complejos e
inciertos, que a menudo no tienen como propósito la sedentarización y que se
inscriben en territorios circulatorios transnacionales. Para algunos
senegaleses, el proyecto es ir y venir entre Argentina y Senegal, trabajar acá
y visitar a la familia allá, comprar acá y vender allá, al menos por un tiempo
tal que les permita ahorrar dinero para establecer un negocio o algún tipo de
inversión segura en Senegal. Muchos proyectan también un circuito entre
Argentina, Europa y Senegal; y como primer paso algunos han tramitado la
ciudadanía argentina18,
ya que con ella logran un ingreso más fácil a países europeos. Adquirir una
segunda nacionalidad a lo largo del proceso migratorio es otra forma de
acumular «capital migratorio», es decir, de reunir capacidades, recursos y
conocimientos para llevar adelante la migración19.
Pero como señalamos, estos proyectos están en constante
reconfiguración. Las situaciones de crisis –como la que atraviesa actualmente
Argentina– plantean escenarios de reemigración y el retorno anticipado como
estrategia ante la pérdida de estabilidad económica. El retorno es un elemento
constitutivo de la condición del inmigrante, que atraviesa constantemente el
proyecto migratorio y que vincula en todo momento a la sociedad de emigración y
la de inmigración; no debe pensarse como necesariamente definitivo y
permanente, sino como una fase del proceso migratorio; el punto en que se
evalúa el éxito del proyecto migratorio20.
Para concluir, resta señalar que este uso estratégico de
la ciudadanía y los proyectos migratorios flexibles y no siempre planificados que
desarrollan los senegaleses no les impide «hacerse un lugar» (place-making), es
decir, crear y recrear lazos sociales en esos espacios que habitan mientras
viven en Argentina y se insertan en proyectos locales como asociaciones de
migrantes, clases de idioma español o cursos laborales21.
Este «hacerse un lugar» ha permitido en muchos casos una respuesta colectiva a
la constante criminalización que sufren los senegaleses, particularmente por su
actividad comercial en la vía pública. Nos referimos a marchas, reclamos
públicos y presentaciones judiciales, muchas veces junto con otros grupos
migrantes cuyos derechos son vulnerados22.
Uno de los primeros reclamos que tuvieron visibilización
mediática fue la marcha del 21 de marzo de 2016 en la Ciudad de Buenos Aires
–en coincidencia con el Día Internacional de la Eliminación de la
Discriminación Racial– en reclamo por el esclarecimiento del asesinato del
activista senegalés Massar Ba23.
En esta movilización participaron la Asociación de Senegaleses de la República
Argentina (arsa), organizaciones de derechos humanos y diversas agrupaciones de
afrodescendientes, entre ellas la Comisión Organizadora del Día Nacional de
los/as Afroargentinos/as y de la Cultura Afro, la Agrupación Xango, Todos por
Mandela, Sociedad de Socorros Mutuos Unión Caboverdeana, Asociación África
Vive, Asociación Misibamba, Instituto de Investigación y Difusión de las
Culturas Negras, A Turma da Bahiana y el Movimiento Afrocultural.
Las condiciones de posibilidad de la marcha estaban
ancladas en el complejo desarrollo de los vínculos entre asociaciones
afrodescendientes y africanas durante al menos los últimos diez años, y
particularmente en la militancia asociativa de algunos referentes senegaleses24.
Uno de los principales reclamos de la marcha era que la Asociación de
Residentes Senegaleses en Argentina participara como querellante en la causa
judicial por la muerte de Massar Ba, pero también había demandas más amplias
contra el racismo institucional y se volvió a pedir justicia por José Delfín
Acosta Martínez, un afrodescendiente asesinado por la policía en 1996.
Dos años después se realizó otra marcha que también repercutió
en los medios de comunicación y que tuvo como eje el reclamo por la violencia
ejercida por un policía de la ciudad de Buenos Aires contra un trabajador
senegalés. Pero esta vez la marcha ya no fue organizada por arsa y
afrodescendientes –si bien algunos referentes participaron de ella–, sino que
tomaron protagonismo diversas agrupaciones políticas y movimientos sociales.
Uno de estos movimientos fue la Confederación de Trabajadores de la Economía
Popular (ctep), en la que participan algunos senegaleses de manera individual y
en calidad de trabajadores. Asimismo, hay participación de trabajadores
senegaleses en la asociación Vendedores Libres de la Central de Trabajadores de
Argentina (cta).
También en la ciudad de La Plata los senegaleses se
vincularon con referentes de movimientos sociales y políticos. Luego de
numerosos hechos de violencia policial y por parte de funcionarios municipales,
se realizaron durante 2018 y 2019 tres marchas en rechazo a la política del
municipio, que consideran racista, organizadas por la Asociación de Senegaleses
de La Plata junto con la Asamblea por los Derechos de los Trabajadores
Migrantes (conformada por organizaciones de derechos humanos, académicos,
estudiantes universitarios y asociaciones de migrantes). En las primeras
convocatorias se pidió a los asistentes no llevar banderas partidarias, ya que
se veía como una amenaza la presencia de grupos políticos y había cierto temor
de quedar vinculados a reclamos no estrictamente relacionados con la
convocatoria de la marcha. De hecho, una de las pancartas que más mostraron los
senegaleses y que encabezaba la primera marcha decía «No somos políticos». Si
bien al principio la asociación senegalesa tuvo reparos en cuanto a la
participación de estas agrupaciones, finalmente aceptó que integraran la marcha
agrupaciones de izquierda como el Partido Obrero, el Partido de los
Trabajadores Socialistas, el Movimiento Socialista de los Trabajadores y el
Movimiento Popular Darío Santillán, a los que agradeció su apoyo.
1.
M. Kabunda Badi: «Introducción. Migraciones internas y
externas africanas: ¿suerte o maldición?» en M. Kabunda Badi (coord.): África
en movimiento. Migraciones internas y externas, Observatorio sobre la Realidad
Social del África Subsahariana de la Fundación Carlos de Amberes / Casa África
/ Catarata, Madrid, 2012.
2.
M. Wabgou et al.: Migraciones africanas en América
del Sur: los casos de Argentina y Brasil, Universidad Nacional de Colombia,
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Instituto Unidad de
Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo Molina, Bogotá, 2011.
3.
P. Marcelino y M. Cerrutti: «Recent African Immigration
to South America: The Cases of Argentina and Brasil in the Regional Context»,
Cepal, Ginebra, 2011.
4.
Organización Internacional para las Migraciones
(OIM): Migración irregular y flujos migratorios mixtos: enfoque de la OIM,
MC/INF/297, 2009.
5.
Los conceptos de «migración transitoria» y «migración
permanente» serán discutidos más adelante para el caso senegalés.
6.
G. Cano Salazar, C. Ramírez y D. Cabrera: «Aproximación a
la identificación de las corrientes migratorias procedentes de Asia y África en
Colombia» en Cuadernos Migratorios No 5. Migrantes
extracontinentales en América del Sur. Estudio de casos, OIM, Buenos Aires,
2013.
7.
M. Wabgou: «América Latina: ¿nuevo destino de los
inmigrantes africanos o nueva etapa en su periplo hacia EEUU?» en M. Kabunda
Badi (coord..): ob. cit.
8.
L. Feline Freier: «Migración contemporánea de África,
Asia y el Caribe hacia Ecuador» en Cuadernos Migratorios No 5. Migrantes
extracontinentales en América del Sur. Estudio de casos, OIM, Buenos Aires,
2013.
9.
Mary Luz Estupiñán Serrano: «‘África’ en Río de Janeiro.
Una cartografía sobre la inmigración contemporánea» en Memorias. Revista
Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe Colombiano vol. 8 No 15,
2011.
10.
Para un panorama general sobre la migración subsahariana
en Argentina, v. Marta Maffia: «La migración subsahariana hacia Argentina:
desde los caboverdianos hasta los nuevos migrantes del siglo XXI» en Gabriela
Catterberg y Rubén Mercado (coords.): Aportes para el desarrollo humano en
Argentina/2011. Afrodescendientes y africanos en Argentina, Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo, Buenos Aires, 2011.
11.
Orlando Gabriel Morales: «Nuevas dinámicas migratorias
globales y representaciones locales sobre los negros en Argentina. El caso de
las percepciones de agentes de la Policía bonaerense sobre recientes migrantes
africanos» en Sociedad y Discurso No 18, 2010.
12.
Diego Acosta Arcarazo y L. Feline Freier: «Turning the
Immigration Policy Paradox Upside Down? Populist Liberalism and Discursive Gaps
in South America» en International Migration Review vol. 49 No 3,
2015.
13.
Corina Courtis y María Inés Pacceca: «Migración y
derechos humanos. Una aproximación crítica al ‘nuevo paradigma’ para el
tratamiento de la cuestión migratoria en la Argentina»
en Revista Jurídica
de Buenos Aires, 2007.
14.
Esto se debe a que Argentina exige visado para ingresar
al país, pero no cuenta con representación diplomática en Senegal. Las visas
deben tramitarse en Nigeria, donde Argentina tiene embajada concurrente para
los países de África occidental.
15.
R. Sarró: «La aventura como categoría cultural: apuntes
simmelianos sobre la emigración
subsahariana» en Revista de Ciencias
Humanas No 43, 2009. El autor también deja claro que pensar la migración
en términos de aventura no supone oponer aventura a necesidad, y mucho menos a
sufrimiento.
16.
Disposición de la Dirección Nacional de Migraciones No
000002/13. El programa regulatorio se llevó adelante entre enero y julio de
2013 y pudieron acogerse aquellos senegaleses que habían ingresado al país
antes del 4 de enero de ese año. Iniciaron el trámite 1.697 migrantes.
17.
C. Arab: «La circulation migratoire. Une notion pour
penser les migrations internationales» en E-migrinter No 1, 2008; A. Tarrius:
«Leer, describir, interpretar. Las circulaciones migratorias: conveniencia de
la noción de ‘territorio circulatorio’. Los nuevos hábitos de la identidad»
en Relaciones No 83, 2000.
18.
Para iniciar los trámites de obtención de la ciudadanía,
los migrantes deben antes tener la residencia permanente por al menos dos años.
Como señalamos en el artículo, para tramitar la residencia permanente, deben
cumplir con una serie de requisitos, entre ellos tener el ingreso autorizado al
país. Este impedimento se salvó durante el programa regulatorio del año 2013 y
fue así como muchos de los senegaleses que lograron la residencia permanente
luego comenzaron a tramitar y obtener la ciudadanía argentina. Los migrantes
que llegaron a Argentina luego del plan de regulación y que no pueden acreditar
un ingreso autorizado están imposibilitados de iniciar cualquier trámite.
19.
Philipp Roman Jung: «Desenvolvimento de procesos
migratórios do Senegal para o Brasil e suas alterações» en João Carlos Tedesco
(ed.): Imigração senegalesa: múltiplas dimensões vol. II, est
Ediçoes, Porto Alegre, 2019.
20.
Abdelmalek Sayad: A imigraçao ou os paradoxos da
alteridade, Editora da Universidade de São Paulo, San Pablo, 1998.
21.
Nanneke Winters y Franziska Reiffen: «Haciendo-lugar vía
huellas y apegos: personas migrantes africanas y sus experiencias de movilidad,
inmovilidad e inserción local en América Latina» en REMHU vol. 27 No 56,
5-8/2019.
22.
En Argentina, la criminalización, la persecución por
parte de organismos de control estatal, la violencia y los ataques xenófobos no
son situaciones privativas de los migrantes africanos.
23.
Para más detalles sobre el caso, v. Paola Monkevicius:
«Conmemoración y demandas de justicia en torno a la muerte de un líder
senegalés en Argentina» en Revista del Museo de Antropología vol. 11
No 1, 2018.
24.
Para ampliar el tema, v. M. Maffia y B. Zubrzycki:
«Africanos y afrodescendientes en la Argentina del siglo XXI. Un breve
panorama» en Anuario en Relaciones Internacionales, 2011 y M. Maffia y B.
Zubrzycki: «Relationships, Significations and Orientations towards a Collective
Acting of the Afro Descendants and Africans in Argentina» en African and
Black Diaspora: An International Journal vol. 7 No 2, 2014.
Nuso. Org
14 de Diciembre del 2019
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