sábado, 14 de diciembre de 2019

Ser africano en ArgentinaLas dinámicas de la migración senegalesa- Por Bernarda Zubrzycki

Ser africano en Argentina  Las dinámicas de la migración senegalesa

Las nuevas migraciones africanas subsaharianas hacia Sudamérica son un fenómeno en pleno desarrollo. En el caso de Argentina, desde mediados de la década de 2000, comenzaron a verse en las calles de las principales ciudades vendedores ambulantes y «manteros» senegaleses, migrantes que interpelan cotidianamente la pretendida «blanquitud» del país y desafían ciertas ideas sedimentadas sobre las migraciones.


Las nuevas migraciones desde África subsahariana hacia Sudamérica son un fenómeno en pleno desarrollo. Particularmente en Argentina, desde mediados de la década de 2000 comenzaron a verse en las calles de las principales ciudades vendedores ambulantes y «manteros» senegaleses, migrantes que interpelan cotidianamente la pretendida «blanquitud» del país y desafían la idea de la migración como un acontecimiento particular, definitivo y único en la vida de estas personas.

Algunos análisis atribuyen las migraciones a las coacciones macroeconómicas y las explican a partir de la racionalidad económica de los sujetos. Pero como bien señala el investigador congoleño Mbuyi Kabunda, en el caso africano es necesario relativizar el argumento según el cual los migrantes huyen exclusivamente de la pobreza y de los regímenes dictatoriales y subrayar también la voluntad de liberarse de las coacciones sociales del grupo de origen, la búsqueda de la emancipación y de prestigio personal, o la dimensión de iniciación, e incluso el deseo de descubrir un nuevo universo a partir de la mediatización facilitada por la globalización1.

La mayor parte de la migración africana se produce en el interior del continente, pero cada vez más migrantes se dirigen fuera de la región. Y si bien la migración hacia los países del Norte global es la más significativa, la fuerte dimensión securitaria que han tomado en estos últimos años las políticas migratorias de Estados Unidos y la Unión Europea ha abierto nuevas rutas para los flujos migratorios. Una de estas rutas es entre África subsahariana y Sudamérica. Si bien la presencia africana subsahariana en la región no es nueva (vale recordar la trata esclavista y la llegada de migrantes caboverdeanos a Argentina entre finales del siglo xix y principios del xx), en las últimas décadas la migración hacia Sudamérica ha venido creciendo de manera sostenida. Sin embargo, aún son muy pocos los trabajos académicos que abordan esta problemática.

Una de estas investigaciones es la de Maguemati Wabgou. Este autor señala que el carácter histórico de la relación entre las naciones receptoras y las emisoras de migrantes constituye un elemento clave para la explicación de los flujos migratorios, siendo la colonización el fenómeno histórico que permite entender la orientación de los flujos migratorios entre países colonizados y colonizadores2. A diferencia de este último autor, Pedro Marcelino y Marcela Cerrutti ponen el acento en los casos en que están ausentes los lazos históricos entre países o regiones de expulsión y de atracción de migrantes, en este caso, las regiones de origen de los actuales migrantes y áreas como el Río de la Plata3. Los autores señalan que además de la creciente imposibilidad de ingresar en países desarrollados, existe otra serie de factores que explicarían en parte la conformación de este nuevo corredor migratorio entre el continente africano y Sudamérica, y particularmente Argentina: una política migratoria relativamente abierta, la extensión y porosidad de las fronteras, la incapacidad del Estado argentino de controlar todos los ingresos y egresos y el poco control sobre el comercio informal, actividad a la que se dedican muchos migrantes. Los reportes de organismos internacionales que han comenzado a dar cuenta del fenómeno de las migraciones extracontinentales a América, y a América del Sur en particular, señalan también la intensificación de los flujos provenientes del África subsahariana.

Estas migraciones están compuestas por flujos mixtos, es decir, movimientos de población que incluyen a migrantes económicos, solicitantes de asilo, refugiados y otros tipos de migrantes. Estos flujos están relacionados con movimientos irregulares, migraciones de tránsito, cruces irregulares de fronteras, etc.4 Por otro lado, estos movimientos muestran heterogeneidad en relación con la duración de la estadía en la región. Según el Panorama migratorio de América del Sur de 2012 publicado por la Organización Internacional para las Migraciones (oim), los países nucleados en el eje atlántico que reciben mayor cantidad de migrantes subsaharianos son Argentina y Brasil, donde una parte de los migrantes asume una situación transitoria y otros parecen haberse asentado de manera duradera.
En el eje andino, con flujos predominantes hacia Ecuador y Colombia, la migración adopta un carácter transitorio y, por ello, el número de inmigrantes africanos que tramita la residencia es muy bajo. Los países de esta región son mayormente utilizados como lugares de tránsito hacia América del Norte u otros países de Sudamérica5

Para el caso colombiano, el estudio realizado por Gabriela Cano Salazar, Clemencia Ramírez y Donna Cabrera muestra que en los últimos años se han incrementado las migraciones extracontinentales hacia el país, pero que estos migrantes no necesariamente intentan permanecer en Colombia, sino que ingresan allí como un primer paso en el viaje a eeuu o Canadá. Las autoras retoman los datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (acnur) para el periodo 2003-2009, que muestran que Colombia recibió 332 solicitudes de refugio por parte de migrantes africanos provenientes principalmente de Somalia, Eritrea, Etiopía, Ghana, Costa de Marfil, Zimbabwe, Sierra Leona y Liberia. En todos los casos, más de 90% de las solicitudes fueron denegadas, mayormente porque los solicitantes abandonaron el país y no cumplieron con las etapas requeridas por los procedimientos de la solicitud o porque se determinó que no tenían motivos de persecución reales en sus países de origen6.

En su investigación sobre la llegada de migrantes africanos a Colombia, Wabgou señala que algunos han logrado asilo y permanecen trabajando como comerciantes u obreros de la construcción, mientras que otros fueron repatriados a sus países de origen. Pero también existen profesionales africanos que llegan a trabajar en distintas partes de Colombia (sobre todo Bogotá, Medellín y Cali) en organizaciones internacionales y actividades de docencia o artísticas7.

Para el caso ecuatoriano, Luisa Freier sostiene como una de las causas de aumento de los flujos migratorios la exención de visas para ingresar, ya que en junio de 2008 el presidente Rafael Correa sancionó el libre ingreso al país en el marco de la política de «puertas abiertas», dictaminando que los ciudadanos de todos los países del mundo podían entrar y permanecer en el territorio ecuatoriano hasta por 90 días. Sin embargo, poco tiempo después se reintrodujeron las visas para varios países africanos y asiáticos, lo que hizo disminuir los flujos migratorios de estos países8. La investigación mostró que muchos de los africanos que llegan a Ecuador utilizan este país como lugar de tránsito hacia eeuu y Canadá, pero también hacia otros destinos de Sudamérica, por ejemplo, Argentina. Los migrantes africanos más numerosos en Ecuador son los procedentes de Nigeria, Somalia, Etiopía, Kenia y Eritrea.

Respecto a Brasil, las migraciones africanas en las últimas dos décadas están compuestas por migrantes económicos, refugiados y solicitantes de refugio, pero también por migrantes temporarios con fines académicos, enmarcados en convenios de cooperación9. Y si bien es cierto que Brasil ha mantenido lazos culturales, económicos y políticos con los países lusófonos, la reciente migración africana no se restringe a esos países. De hecho, los datos del proceso de regularización migratoria realizado en 2009 señalan que los grupos más numerosos son los senegaleses y los nigerianos. La alta presencia de senegaleses ha despertado el interés de numerosos investigadores, al igual que en Argentina.

La migración africana subsahariana en Argentina: el caso de los senegaleses
La migración subsahariana hacia Argentina se ha mantenido en un lugar marginal comparada con el gran flujo europeo que se produjo hasta la década de 1950 y con la relevancia y visibilidad de la inmigración procedente de los países limítrofes. Por ello, los migrantes africanos han sido objeto de menor atención por parte de las ciencias sociales argentinas, a pesar de la creciente bibliografía y de la documentación producida por los organismos internacionales sobre el fenómeno migratorio a escala mundial y el lugar que le asignan en su agenda. La producción académica está referida mayormente a las migraciones senegalesas, ya que este es el colectivo migratorio africano más numeroso en el país10.

Argentina se ha definido siempre como «blanca», como «el país más europeo de América Latina», producto de un complejo proceso de construcción de nación que invisibilizó la diversidad étnica y «racial». En este contexto, en el que indígenas y negros se pensaron como poblaciones desaparecidas, la presencia en las últimas décadas de migrantes africanos subsaharianos en las calles de las principal
es ciudades argentinas fue hipervisibilizada, y en muchos casos, exotizada11.

El país emerge entonces como un destino migratorio posible donde las diferencias culturales son contrarrestadas por un imaginario de país europeizado de fácil acceso y permanencia, con una legislación migratoria flexible que, especialmente con las nuevas normas aprobadas en 2004, posibilita la realización de diferentes proyectos migratorios.Con su Ley de Migraciones, sancionada en 2004, Argentina tomó la iniciativa en el avance de políticas migratorias progresistas en la región. Previamente, la legislación había debilitado significativamente los derechos de los migrantes, en especial de aquellos en una situación no autorizada. Acompañada de muy pocas posibilidades para la regularización, la ley anterior, la Ley General de Migraciones y Fomento de la Inmigración de 1981, conocida como «Ley Videla» –por Jorge Rafael Videla, presidente durante la última dictadura militar–, mantenía grandes números de migrantes en una situación no autorizada, sin el goce de derechos sociales básicos tales como salud y educación. Además, había una obligación generalizada para los empleados públicos de hospitales y escuelas, autoridades administrativas o escribanos públicos de denunciar a los migrantes en situación no autorizada12. La ley de 2004 presentó un cambio de paradigma ideológico, al estipular el derecho universal a migrar.
La ley abarca mecanismos de regularización para los migrantes en situación irregular que entraron al país de manera autorizada, lo cual incluye migrantes regionales y todos aquellos que no necesitan una visa turística para entrar en Argentina. Sin embargo, impide a los migrantes que entraron al país sin permiso, como es el caso para muchos de los migrantes de África, regularizar su estatus. Así, se ha argumentado que los migrantes extracontinentales han reemplazado a los migrantes regionales como las poblaciones migrantes más vulnerables y marginadas13.

Como señalamos, los senegaleses son el grupo más numeroso entre los nuevos migrantes subsaharianos en Argentina y la mayoría ingresa de manera irregular14. Los primeros registros son de finales de la década de 1990, con un gran incremento desde 2006. Si bien al principio la gran mayoría ingresaba al país desde Brasil –adonde llegaban con visa–, desde hace algunos años y debido al incremento de controles fronterizos han comenzado a ingresar por los pasos de Paraguay y Bolivia. En muchos casos, los migrantes han llegado a Ecuador –los senegaleses no necesitaban visa para ingresar en ese país entre 2008 y 2015– y luego se han trasladado hacia Argentina a través de Bolivia, lo que implica un largo viaje por tierra con varios cruces de fronteras. Y como normalmente cruzan de manera irregular, los migrantes no tienen constancia legal de su ingreso en el país, situación que, posteriormente, como ya mencionamos, les impide iniciar cualquier trámite para obtener la residencia y la documentación que acredite un estatus regular.

Algunos senegaleses llegaron a Argentina como polizontes en bodegas de barcos, pero son casos excepcionales. Es interesante señalar que muchos medios de comunicación argentinos suelen catalogar a todos los migrantes africanos como refugiados venidos como polizontes, huidos del hambre y la miseria extrema y víctimas de redes de tráfico de personas. En parte esto se explica, por un lado, por la confusión entre refugiado y solicitante de refugio: casi todos los senegaleses que llegan a Argentina inician el trámite de solicitud, pero son muy pocos los que han obtenido el estatus de refugiado. Por otro lado, existe un discurso que victimiza al migrante, como señala Ramón Sarró, con insistencia en el tema del sufrimiento y subestimando el hecho de que hay migrantes cuyo viaje no se ajusta a este modelo15. Entre los senegaleses que llegan a Argentina hay también una parte que tenía visa pero quedó en situación irregular una vez transcurrido el tiempo permitido de estadía.
Desde hace una década, numerosos investigadores vienen realizando un estudio y seguimiento de la migración senegalesa hacia Argentina, lo que nos permite hacer ciertas afirmaciones:

- es una migración heterogénea, con diversas pertenencias étnicas y religiosas (pero siempre dentro del islam). La mayoría de los migrantes son de origen wolof, aunque también hay diolas y serer;

- los migrantes saben a dónde vienen y qué es lo que van a hacer para vivir aquí, se mueven en redes migratorias (y circulatorias) y redes religiosas;
- es una migración básicamente masculina y, como en muchos otros grupos, no son los más pobres los que migran; muchos tenían algún trabajo en Senegal y pudieron ahorrar para el viaje o recibieron ayuda de la familia. En algunos relatos aparece la idea de «aventura», de salir para «conocer el mundo», pero para la gran mayoría, la migración es una situación impuesta por la necesidad de enviar remesas y mantener a la familia extensa. El rol de varón proveedor y la necesidad de mantener un prestigio social con la propia familia y con la comunidad es muy fuerte y atraviesa la mayoría de las trayectorias migratorias.

A su llegada al país, los migrantes se insertan en el comercio ambulante de bijouterie y el comercio en general, al menos como etapa inicial en sus trayectorias. En Argentina, como en otros países latinoamericanos, el comercio callejero representa uno de los segmentos más dinámicos de la economía informal y es de fácil acceso. Muchos senegaleses no hablan español con fluidez y esto, sumado a la situación migratoria irregular, les impide acceder a un empleo formal. Además de ser muy flexible en términos de tiempo y zona de trabajo, es una actividad en la que algunos tienen experiencia, ya que eran comerciantes en Senegal o lo fueron en otros países si ya habían migrado previamente.

La obtención de la residencia temporal, y eventualmente de la residencia permanente e incluso luego la nacionalidad argentina, es una ventaja y una necesidad; en la lógica de estos migrantes, los «papeles» sirven para moverse, no para establecerse de manera permanente. Podemos observar cierta tensión entre lo que espera el Estado argentino –por ejemplo, con el plan regulatorio para senegaleses implementado en 201316, en el que se habla de «voluntad de arraigo»– y lo que pretenden algunos migrantes: movilidad entre Senegal y Argentina. En este sentido, hablar de migración de tránsito o migración permanente supone pensar en proyectos migratorios lineales que tienen puntos fijos de comienzo y final, y este no es el caso.

Para dar cuenta de la movilidad, de las circulaciones y de estos migrantes sin voluntad de asentarse en el país de destino (al menos de muchos dentro del heterogéneo colectivo senegalés), son útiles algunos conceptos trabajados en la academia francesa por Alain Tarrius y Chadia Arab17. La idea principal de sus trabajos, centrados en las migraciones en la cuenca mediterránea, es que la radicación permanente no es ya sinónimo de éxito en el proyecto migratorio, sino el hecho de saber ser «de aquí» y «de allá» al mismo tiempo, a la vez que saber cómo migrar. Estos migrantes pueden tener una postura de distanciamiento respecto a las perspectivas de integración y a veces hacer uso de una instrumentalización pasajera de la ciudadanía.

La migración ya no es vivida como una ruptura o un paréntesis, sino como parte integrante de una organización social. Los migrantes, señala Arab, están enfrentados a desplazamientos más complejos e inciertos, que a menudo no tienen como propósito la sedentarización y que se inscriben en territorios circulatorios transnacionales. Para algunos senegaleses, el proyecto es ir y venir entre Argentina y Senegal, trabajar acá y visitar a la familia allá, comprar acá y vender allá, al menos por un tiempo tal que les permita ahorrar dinero para establecer un negocio o algún tipo de inversión segura en Senegal. Muchos proyectan también un circuito entre Argentina, Europa y Senegal; y como primer paso algunos han tramitado la ciudadanía argentina18, ya que con ella logran un ingreso más fácil a países europeos. Adquirir una segunda nacionalidad a lo largo del proceso migratorio es otra forma de acumular «capital migratorio», es decir, de reunir capacidades, recursos y conocimientos para llevar adelante la migración19.

Pero como señalamos, estos proyectos están en constante reconfiguración. Las situaciones de crisis –como la que atraviesa actualmente Argentina– plantean escenarios de reemigración y el retorno anticipado como estrategia ante la pérdida de estabilidad económica. El retorno es un elemento constitutivo de la condición del inmigrante, que atraviesa constantemente el proyecto migratorio y que vincula en todo momento a la sociedad de emigración y la de inmigración; no debe pensarse como necesariamente definitivo y permanente, sino como una fase del proceso migratorio; el punto en que se evalúa el éxito del proyecto migratorio20.

Para concluir, resta señalar que este uso estratégico de la ciudadanía y los proyectos migratorios flexibles y no siempre planificados que desarrollan los senegaleses no les impide «hacerse un lugar» (place-making), es decir, crear y recrear lazos sociales en esos espacios que habitan mientras viven en Argentina y se insertan en proyectos locales como asociaciones de migrantes, clases de idioma español o cursos laborales21.

 Este «hacerse un lugar» ha permitido en muchos casos una respuesta colectiva a la constante criminalización que sufren los senegaleses, particularmente por su actividad comercial en la vía pública. Nos referimos a marchas, reclamos públicos y presentaciones judiciales, muchas veces junto con otros grupos migrantes cuyos derechos son vulnerados22.

Uno de los primeros reclamos que tuvieron visibilización mediática fue la marcha del 21 de marzo de 2016 en la Ciudad de Buenos Aires –en coincidencia con el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial– en reclamo por el esclarecimiento del asesinato del activista senegalés Massar Ba23. En esta movilización participaron la Asociación de Senegaleses de la República Argentina (arsa), organizaciones de derechos humanos y diversas agrupaciones de afrodescendientes, entre ellas la Comisión Organizadora del Día Nacional de los/as Afroargentinos/as y de la Cultura Afro, la Agrupación Xango, Todos por Mandela, Sociedad de Socorros Mutuos Unión Caboverdeana, Asociación África Vive, Asociación Misibamba, Instituto de Investigación y Difusión de las Culturas Negras, A Turma da Bahiana y el Movimiento Afrocultural.

Las condiciones de posibilidad de la marcha estaban ancladas en el complejo desarrollo de los vínculos entre asociaciones afrodescendientes y africanas durante al menos los últimos diez años, y particularmente en la militancia asociativa de algunos referentes senegaleses24. Uno de los principales reclamos de la marcha era que la Asociación de Residentes Senegaleses en Argentina participara como querellante en la causa judicial por la muerte de Massar Ba, pero también había demandas más amplias contra el racismo institucional y se volvió a pedir justicia por José Delfín Acosta Martínez, un afrodescendiente asesinado por la policía en 1996.

Dos años después se realizó otra marcha que también repercutió en los medios de comunicación y que tuvo como eje el reclamo por la violencia ejercida por un policía de la ciudad de Buenos Aires contra un trabajador senegalés. Pero esta vez la marcha ya no fue organizada por arsa y afrodescendientes –si bien algunos referentes participaron de ella–, sino que tomaron protagonismo diversas agrupaciones políticas y movimientos sociales. Uno de estos movimientos fue la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (ctep), en la que participan algunos senegaleses de manera individual y en calidad de trabajadores. Asimismo, hay participación de trabajadores senegaleses en la asociación Vendedores Libres de la Central de Trabajadores de Argentina (cta).

También en la ciudad de La Plata los senegaleses se vincularon con referentes de movimientos sociales y políticos. Luego de numerosos hechos de violencia policial y por parte de funcionarios municipales, se realizaron durante 2018 y 2019 tres marchas en rechazo a la política del municipio, que consideran racista, organizadas por la Asociación de Senegaleses de La Plata junto con la Asamblea por los Derechos de los Trabajadores Migrantes (conformada por organizaciones de derechos humanos, académicos, estudiantes universitarios y asociaciones de migrantes). En las primeras convocatorias se pidió a los asistentes no llevar banderas partidarias, ya que se veía como una amenaza la presencia de grupos políticos y había cierto temor de quedar vinculados a reclamos no estrictamente relacionados con la convocatoria de la marcha. De hecho, una de las pancartas que más mostraron los senegaleses y que encabezaba la primera marcha decía «No somos políticos». Si bien al principio la asociación senegalesa tuvo reparos en cuanto a la participación de estas agrupaciones, finalmente aceptó que integraran la marcha agrupaciones de izquierda como el Partido Obrero, el Partido de los Trabajadores Socialistas, el Movimiento Socialista de los Trabajadores y el Movimiento Popular Darío Santillán, a los que agradeció su apoyo.

1.

M. Kabunda Badi: «Introducción. Migraciones internas y externas africanas: ¿suerte o maldición?» en M. Kabunda Badi (coord.): África en movimiento. Migraciones internas y externas, Observatorio sobre la Realidad Social del África Subsahariana de la Fundación Carlos de Amberes / Casa África / Catarata, Madrid, 2012.

2.

M. Wabgou et al.: Migraciones africanas en América del Sur: los casos de Argentina y Brasil, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo Molina, Bogotá, 2011.

3.

P. Marcelino y M. Cerrutti: «Recent African Immigration to South America: The Cases of Argentina and Brasil in the Regional Context», Cepal, Ginebra, 2011.

4.

Organización Internacional para las Migraciones (OIM): Migración irregular y flujos migratorios mixtos: enfoque de la OIM, MC/INF/297, 2009.

5.

Los conceptos de «migración transitoria» y «migración permanente» serán discutidos más adelante para el caso senegalés.

6.

G. Cano Salazar, C. Ramírez y D. Cabrera: «Aproximación a la identificación de las corrientes migratorias procedentes de Asia y África en Colombia» en Cuadernos Migratorios No 5. Migrantes extracontinentales en América del Sur. Estudio de casos, OIM, Buenos Aires, 2013.

7.

M. Wabgou: «América Latina: ¿nuevo destino de los inmigrantes africanos o nueva etapa en su periplo hacia EEUU?» en M. Kabunda Badi (coord..): ob. cit.

8.

L. Feline Freier: «Migración contemporánea de África, Asia y el Caribe hacia Ecuador» en Cuadernos Migratorios No 5. Migrantes extracontinentales en América del Sur. Estudio de casos, OIM, Buenos Aires, 2013.

9.

Mary Luz Estupiñán Serrano: «‘África’ en Río de Janeiro. Una cartografía sobre la inmigración contemporánea» en Memorias. Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe Colombiano vol. 8 No 15, 2011.

10.

Para un panorama general sobre la migración subsahariana en Argentina, v. Marta Maffia: «La migración subsahariana hacia Argentina: desde los caboverdianos hasta los nuevos migrantes del siglo XXI» en Gabriela Catterberg y Rubén Mercado (coords.): Aportes para el desarrollo humano en Argentina/2011. Afrodescendientes y africanos en Argentina, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Buenos Aires, 2011.

11.

Orlando Gabriel Morales: «Nuevas dinámicas migratorias globales y representaciones locales sobre los negros en Argentina. El caso de las percepciones de agentes de la Policía bonaerense sobre recientes migrantes africanos» en Sociedad y Discurso No 18, 2010.

12.

Diego Acosta Arcarazo y L. Feline Freier: «Turning the Immigration Policy Paradox Upside Down? Populist Liberalism and Discursive Gaps in South America» en International Migration Review vol. 49 No 3, 2015.

13.

Corina Courtis y María Inés Pacceca: «Migración y derechos humanos. Una aproximación crítica al ‘nuevo paradigma’ para el tratamiento de la cuestión migratoria en la Argentina» 
en Revista Jurídica de Buenos Aires, 2007.

14.

Esto se debe a que Argentina exige visado para ingresar al país, pero no cuenta con representación diplomática en Senegal. Las visas deben tramitarse en Nigeria, donde Argentina tiene embajada concurrente para los países de África occidental.

15.

R. Sarró: «La aventura como categoría cultural: apuntes simmelianos sobre la emigración 
subsahariana» en Revista de Ciencias Humanas No 43, 2009. El autor también deja claro que pensar la migración en términos de aventura no supone oponer aventura a necesidad, y mucho menos a sufrimiento.

16.

Disposición de la Dirección Nacional de Migraciones No 000002/13. El programa regulatorio se llevó adelante entre enero y julio de 2013 y pudieron acogerse aquellos senegaleses que habían ingresado al país antes del 4 de enero de ese año. Iniciaron el trámite 1.697 migrantes.

17.

C. Arab: «La circulation migratoire. Une notion pour penser les migrations internationales» en E-migrinter No 1, 2008; A. Tarrius: «Leer, describir, interpretar. Las circulaciones migratorias: conveniencia de la noción de ‘territorio circulatorio’. Los nuevos hábitos de la identidad» en Relaciones No 83, 2000.

18.

Para iniciar los trámites de obtención de la ciudadanía, los migrantes deben antes tener la residencia permanente por al menos dos años. Como señalamos en el artículo, para tramitar la residencia permanente, deben cumplir con una serie de requisitos, entre ellos tener el ingreso autorizado al país. Este impedimento se salvó durante el programa regulatorio del año 2013 y fue así como muchos de los senegaleses que lograron la residencia permanente luego comenzaron a tramitar y obtener la ciudadanía argentina. Los migrantes que llegaron a Argentina luego del plan de regulación y que no pueden acreditar un ingreso autorizado están imposibilitados de iniciar cualquier trámite.

19.

Philipp Roman Jung: «Desenvolvimento de procesos migratórios do Senegal para o Brasil e suas alterações» en João Carlos Tedesco (ed.): Imigração senegalesa: múltiplas dimensões vol. II, est Ediçoes, Porto Alegre, 2019.

20.

Abdelmalek Sayad: A imigraçao ou os paradoxos da alteridade, Editora da Universidade de São Paulo, San Pablo, 1998.

21.

Nanneke Winters y Franziska Reiffen: «Haciendo-lugar vía huellas y apegos: personas migrantes africanas y sus experiencias de movilidad, inmovilidad e inserción local en América Latina» en REMHU vol. 27 No 56, 5-8/2019.

22.

En Argentina, la criminalización, la persecución por parte de organismos de control estatal, la violencia y los ataques xenófobos no son situaciones privativas de los migrantes africanos.

23.

Para más detalles sobre el caso, v. Paola Monkevicius: «Conmemoración y demandas de justicia en torno a la muerte de un líder senegalés en Argentina» en Revista del Museo de Antropología vol. 11 No 1, 2018.

24.

Para ampliar el tema, v. M. Maffia y B. Zubrzycki: «Africanos y afrodescendientes en la Argentina del siglo XXI. Un breve panorama» en Anuario en Relaciones Internacionales, 2011 y M. Maffia y B. Zubrzycki: «Relationships, Significations and Orientations towards a Collective Acting of the Afro Descendants and Africans in Argentina» en African and Black Diaspora: An International Journal vol. 7 No 2, 2014.


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14 de Diciembre del 2019

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