Discurso del Papa Francisco a las
autoridades de Perú
Señor Presidente,
miembros del Gobierno y del Cuerpo Diplomático,
distinguidas autoridades,
representantes de la sociedad civil,
señoras y señores, amigos todos:
miembros del Gobierno y del Cuerpo Diplomático,
distinguidas autoridades,
representantes de la sociedad civil,
señoras y señores, amigos todos:
Al llegar a esta histórica casa doy gracias a Dios por
la oportunidad que me ha concedido de pisar suelo peruano. Quisiera que mis
palabras fueran de saludo y gratitud para cada uno de los hijos e hijas de este
pueblo que supo mantener y enriquecer su sabiduría ancestral a lo largo del
tiempo y es, sin lugar a dudas, uno de sus principales patrimonios.
Gracias señor Pedro Pablo Kuczynski, Presidente de la
Nación, por la invitación a visitar el país y por las palabras de bienvenida
que me ha dirigido en nombre de todos.
Vengo a Perú bajo el lema «unidos por la esperanza».
Permítanme decirles que mirar esta tierra es de por sí un motivo de esperanza.
Parte de vuestro territorio está compuesto por la
Amazonia, que he visitado esta mañana y que constituye en su globalidad el
mayor bosque tropical y el sistema fluvial más extenso del planeta. Este
«pulmón» como se lo ha querido llamar, es una de las zonas de gran
biodiversidad en el mundo pues alberga las más variadas especies.
Poseen ustedes una riquísima pluralidad cultural cada
vez más interactuante que constituye el alma de este pueblo. Alma marcada por
valores ancestrales como son la hospitalidad, el aprecio por el otro, el
respeto y gratitud con la madre tierra y la creatividad para los nuevos
emprendimientos como, asimismo, la responsabilidad comunitaria por el
desarrollo de todos que se conjuga en la solidaridad, mostrada tantas veces
ante las diversas catástrofes vividas.
En este contexto, quisiera señalar a los jóvenes, ellos
son el presente más vital que posee esta sociedad; con su dinamismo y
entusiasmo prometen e invitan a soñar un futuro esperanzador que nace del
encuentro entre la cumbre de la sabiduría ancestral y los ojos nuevos que brinda
la juventud.
Y me alegra también un hecho histórico: saber que la
esperanza en esta tierra tiene rostro de santidad. Perú engendró santos que han
abierto caminos de fe para todo el continente americano; y por nombrar tan sólo
a uno, como Martín de Porres, hijo de dos culturas, mostró la fuerza y la
riqueza que nace en las personas cuando se concentran en el amor. Y podría
continuar largamente esta lista material e inmaterial de motivos para la
esperanza. Perú es tierra de esperanza que invita y desafía a la unidad de todo
su pueblo. Este pueblo tiene la responsabilidad de mantenerse unido
precisamente para defender, entre otras cosas, todos estos motivos de
esperanza.
Sobre esta esperanza apunta una sombra, se cierne una
amenaza. «Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza
que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está
haciendo». Esto se manifiesta con claridad en la manera en la que estamos
despojando a la tierra de los recursos naturales sin los cuales no es posible
ninguna forma de vida. La pérdida de selvas y bosques implica no sólo la
pérdida de especies, que incluso podrían significar en el futuro recursos
sumamente importantes, sino una pérdida de relaciones vitales que terminan
alterando todo el ecosistema.
En este contexto, «unidos para defender la esperanza»
significa impulsar y desarrollar una ecología integral como alternativa a «un
modelo de desarrollo ya caduco pero que sigue provocando degradación humana,
social y ambiental».[3] Y esto exige escuchar, reconocer y respetar a las
personas y a los pueblos locales como interlocutores válidos. Ellos mantienen
un vínculo directo con la tierra, conocen sus tiempos y procesos y saben, por
tanto, los efectos catastróficos que, en nombre del desarrollo, están
provocando muchos proyectos. Entonces se altera todo el entramado vital que
constituye la nación. La degradación del medio ambiente, lamentablemente, no se
puede separar de la degradación moral de nuestras comunidades. No podemos
pensarlas como dos instancias distintas.
A modo de ejemplo, la minería informal se ha vuelto un
peligro que destruye la vida de personas; los bosques y ríos son devastados con
toda la riqueza que ellos poseen. Todo este proceso de degradación conlleva y
promueve organizaciones por fuera de las estructuras legales que degradan a
tantos hermanos nuestros sometiéndolos a la trata —nueva forma de esclavitud—,
al trabajo informal, a la delincuencia... y a otros males que afectan
gravemente su dignidad y, a la vez, la de esta nación.
Trabajar unidos para defender la esperanza exige estar
muy atentos a esa otra forma — muchas veces sutil— de degradación ambiental que
contamina progresivamente todo el entramado vital: la corrupción. Cuánto mal le
hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito
continente ese «virus» social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los
pobres y la madre tierra los más perjudicados. Lo que se haga para luchar
contra este flagelo social merece la mayor de las ponderaciones y ayudas... y
esta lucha nos compete a todos. «Unidos para defender la esperanza», implica
mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y
sociedad civil. Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la corrupción es
evitable y exige el compromiso de todos.
A quienes ocupan algún cargo de responsabilidad, sea en
el área que sea, los animo y exhorto a empeñarse en este sentido para
brindarle, a su pueblo y a su tierra, la seguridad que nace de sentir que Perú
es un espacio de esperanza y oportunidad... pero para todos y no para unos
pocos; para que todo peruano, toda peruana pueda sentir que este país es suyo,
en el que puede establecer relaciones de fraternidad y equidad con su prójimo y
ayudar al otro cuando lo necesita; una tierra en la que pueda hacer realidad su
propio futuro. Y así forjar un Perú que tenga espacio para «todas las sangres»,
en el que pueda realizarse «la promesa de la vida peruana».
Quiero renovar junto a ustedes el compromiso de la
Iglesia católica, que ha acompañado la vida de esta Nación, en este empeño
mancomunado de seguir trabajando para que Perú continúe siendo una tierra de
esperanza.
Que santa Rosa de Lima interceda por cada uno de
ustedes y por esta bendita Nación.
Nuevamente gracias.
Francisco en la Amazonia: Los
organismos internacionales “se ceban” con los pueblos indígenas
Puerto Maldonado, en plena Amazonia, se vistió de gala
para recibir al Papa de la Laudato si'.
En el Coliseo Madre de Dios lo esperaban 3.500
representantes de comunidades nativas de todo el país. Toda la región esperaba
con gran expectación la visita.
Héctor y Yésica del pueblo Harakbut explicaron al Papa
que los pueblos nativos de la Amazonia se sienten víctimas de una doble
persecución: Explotan y contaminan sus tierras y su estilo de vida y su cultura
son arrinconados y menospreciados.
“Le pedimos que nos defienda. Los foráneos
nos ven débiles e insisten en quitarnos nuestro territorio de distintas formas.
Queremos que nuestros hijos tengan acceso y estudien pero no queremos que la
escuela borre nuestras tradiciones, nuestras lenguas, no queremos olvidarnos de
nuestra sabiduría ancestral”.
Cuando el Papa tomó la palabra dijo con dolor que en la
Amazonia el Canto de las Criaturas de San Francisco se escucha “entrecortado” a
causa de las hondas heridas que sufre la región y sus gentes.
El Papa denunció que la Amazonia no puede ser
considerada por los Estados como “una despensa inagotable” que no tiene en
cuenta los derechos de sus habitantes. El mundo, dijo, tiene mucho que aprender
de los indígenas.
FRANCISCO
“Y permítanme decirles que si, para algunos, ustedes son considerados un obstáculo o un estorbo, en verdad, con sus vidas son un grito a la conciencia de un estilo de vida que no logra dimensionar los costes del mismo. Ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa Común”.
También denunció la trata de personas, los abusos
sexuales y la esterilización de las mujeres.
FRANCISCO
“La violencia contra las adolescentes y contra las mujeres es un clamor que llega al cielo. No nos hagamos los distraídos ni miremos para otra parte. Hay mucha complicidad. ¡La pregunta es para todos!
Es necesario alzar la voz a la presión
que organismos internacionales hacen sobre ciertos países para que promuevan
políticas de reproducción esterilizantes. Estas se ceban de una manera más
incisiva en las poblaciones aborígenes. Sabemos que se sigue promoviendo en
ellas la esterilización de las mujeres, en ocasiones con desconocimiento de
ellas misma”.
Francisco advirtió contra los “colonialismos
ideológicos disfrazados de progreso que destruyen identidades culturales y
establecen un pensamiento único y débil.
También recordó que en 2019 habrá un Sínodo para la
Amazonia cuyo objetivo, además de impulsar la evangelización de la región es
estudiar formas para que la Iglesia acompañe a los pueblos indígenas ante los
retos del mundo moderno.
Al final de la ceremonia al Papa lo vistieron con
atuendos indígenas y le entregaron obras hechas por ellos mismos, como esta
pintura.
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