“La orden es exterminar a los
hampones”, lo dijo así, de manera tajante, con seguridad y transparencia el no
identificado funcionario del Cicpc, en una entrevista de Venezuela al día. Viene a confirmar así
lo que ya quien esto escribe sabía con seguridad y había expuesto en artículo
anterior bajo el débil encubrimiento de un “se habla”. La justificación moral
que marca una regla “normal” de conducta es lo más preocupante: “Esto es algo
–son sus palabras– que estábamos esperando desde hace tiempo. Al principio fue
un poco amargo pero después lo vas viendo normal porque sabemos que no estamos
matando a inocentes.
La idea es exterminar a los malos tal y como fue
ordenado”. La preocupación aumenta cuando nos expone sin sombra de duda el
mecanismo ya establecido de impunidad: “Hay muchas denuncias en contra de nosotros,
pero no proceden por el hecho de que eso está hablado internamente”. Así, llega
a exponer su frialdad afectiva: “Me ha tocado matar a muchos delincuentes en
frente de sus hijos, esposas y hasta madres”. ¿Nos asusta la crueldad de los
nazis de la Gestapo?
El Estado venezolano finalmente parece
haberse despertado del largo sueño que mantenía sus ojos cerrados ante la
inseguridad. Y se despertó volviéndose más violento, injusto, inmoral, cruel y
frío que los mismos violentos. Reacción instintiva, pasional, irreflexiva,
criminal en sentido estricto.
Luego viene Bernal a twittear: “Es
necesario ocupar militar y policialmente algunas zonas de Caracas para
recuperar y garantizar la seguridad de los venezolanos”. ¿Como se hizo en El
Playón, Mérida, por ejemplo? ¿Con policías como el arriba señalado y militares
como los de Tumeremo, para traer a cuento lo más reciente?
Un ministro de la llamada “cuarta”, de
cuyo nombre prefiero no acordarme, propuso lo mismo refiriéndose a los barrios.
La propuesta de Bernal también está motivada por acontecimientos de barrios:
los Sin Techo y El Cementerio. ¿Para llegar a estas coincidencias hace falta
una “revolución”?
No se elimina la violencia con más
violencia, redoblándola, exacerbándola, institucionalizando la arbitrariedad y
el crimen indiscriminado. Se la puede disminuir y controlar abriendo bien los
ojos al conocimiento preciso de esa realidad tal como se da de hecho,
estudiando, junto con las comunidades que la viven y los expertos que la
analizan, los factores que la facilitan y apoyan, elaborando con el uso de la
razón y la sabiduría, instalados en la honestidad, la ética y la ley, los
medios de acción que parecen más adecuados, pero siempre modificables.
5 DE ABRIL 2016 - 12:01 AM EL NACIONAL
Venezuela violenta
5 DE ABRIL 2016 - 12:01 AM EL
NACIONAL
No ha pasado todavía un mes desde que
las protestas y cierre de carreteras por parte de la indignada población
comenzaron a reflejar la terrible situación ocurrida en las minas cercanas a
Tumaremo, caso que luego se conocería como la “masacre de Tumeremo” y, aunque
aún no ha sido aclarado el número total de víctimas, detenidos a sus autores o
establecidas las causas, ya los medios de comunicación no mencionan el hecho.
Con días de retraso, las autoridades que primero desmintieron la situacion y la
calificaron de “masacre virtual” tuvieron que rectificar y desplegar algunos
esfuerzos para calmar a los vecinos, familiares y amigos de los desaparecidos y
dar algunas explicaciones a la opinión pública nacional e internacional,
alertada por los medios de comunicación independientes. La fiscal general dio
una muy ruiseña declaración a la prensa y como si estuviera enumerando las
golosinas recogidas en una piñata, informó sonriente que se habían conseguido e
identificado los restos de 17 personas de la lista de desaparecidos y emitió
algunas órdenes de captura contra los presuntos autores. El defensor del pueblo
hizo un vuelo rasante por Tumeremo, declaró que se investigaría hasta las
últimas consecuencias y dicen que viajó a París a pasar la Semana Santa.
Desde entonces no se ha sabido más
nada. Se restableció cierta normalidad en la ciudad, los deudos enterraron y
lloraron a sus muertos. No se sabe de nuevas investigaciones, si había más
desaparecidos, si alguien más ha sido detenido por el caso. El gobernador sigue
igual de campante en su puesto, ahora afirmando que no dijo lo que sí dijo pero
que nadie le entendió lo que había querido decir... Se habló de mafias, del
control de la delincuencia organizada sobre los mineros ilegales, de la
ausencia de Estado en la zona, de otros asesinatos en las minas. El gobierno,
los medios de comunicación, la sociedad, todos, pasamos la página. Cabe
destacar que este caso constituye la peor masacre ocurrida en Venezuela fuera
del ámbito penitenciario. El periodista Andrés Cañizález recientemente escribió
en el diario El País de Madrid:
“Lo ocurrido a inicios de marzo en
Tumeremo simboliza sin duda cómo el poder político y la sociedad en su conjunto
procesan casos sin duda dramáticos, que eventualmente en otros países hubiesen
generado consecuencias políticas, institucionales o sociales. En Venezuela
sencillamente nada de eso pasó. Salvo que una combinación de presión por parte
de familiares junto a la cobertura de una activa (aunque no tan potente) prensa
independiente logró que al menos se identificaran las víctimas y que recibieran
la debida sepultura y duelo por parte de sus familias... En cualquier país esta
problemática sería motivo de una cruzada nacional; en Venezuela la violencia
parece estar metabolizada, sencillamente asimilada por la sociedad y
especialmente interpretada por el poder, a su conveniencia”.
A pesar de las contundentes y acertadas
observaciones realizadas por Cañizález, también es preciso mencionar que la
frecuencia de hechos violentos es de tal magnitud en Venezuela que es difícil
seguir el ritmo y mantener los casos en la memoria colectiva. Desde el inicio
del caso Tumeremo han ocurrido en el país o han estallado los escándalos de:
- Asesinatos, reyerta y toma de rehenes
en la cárcel de Uribana, con lanzamiento de granadas y muerte de por lo menos
una de los rehenes.
- Más de 10 muertos y ataques con
granadas entre bandas en El Valle, Caracas. Policías y sus familiares
asesinados por el solo hecho de ser funcionarios. Caen abatidos delincuentes.
Mueren más agentes u oficiales de la policía. La constatación del fracaso de
las llamadas OLP...
- Decomiso de 349 paquetes de cocaína
en avioneta venezolana en La Romana, República Dominicana. Detención de 5
hombres, tripulantes, pasajeros y la persona que recibía al avión. Todos
venezolanos. Una jueza dominicana sorpresivamente ordena su liberación. Otras
instancias judiciales mantienen las detenciones.
- La situación de abuso y desorden
ocurrida en el bucólico pueblito de El Playón, estado Mérida. Sobrinas de la
primera dama y sus escoltas, alojados en una posada, son protestados por la
comunidad por su conducta irregular. Interviene la Guardia Nacional
Bolivariana, restablecen el orden y se llevan detenido al dueño de la posada,
que también es el jefe de la policía municipal. Luego es liberado.
- En una manifestación por el aumento
de los pasajes de transporte público, un autobús tripulado por estudiantes
arrolla y asesina a dos funcionarios policiales, uno de ellos una agente
femenina. El impactante video de la tragedia la da la vuelta al mundo.
- El alcalde del municipio La Ceiba,
estado Trujillo, es asesinado de ocho tiros frente a su casa.
- El rector de la Universidad
Metropolitana, Benjamín Scharifker, fue detenido por efectivos de la Guardia
Nacional Bolivariana cuando regresaba de caminar e iba hacia su casa. Fue introducido
en una patrulla e interrogado. Luego fue liberado. Él mismo afirma: “Creo que
tratan de darme un mensaje, aunque no se cuál...”.
Son tantos los hechos, los escándalos,
las informaciones de la corrupción en Pdvsa, el spa de la ex diputada Iroshima,
los viajes de un magistrado del TSJ a Miami, la aprobación de la Ley de
Amnistía y la reacción negativa del presidente, sumados a los crímenes,
homicidios y sangre que manchan nuestra cotidianidad que resulta difícil
hacerles seguimiento. Quizás cuando recuperemos un poco de calma nos funcione
mejor la memoria y la conciencia. Quizás la vida humana vuelva a valorarse como
corresponde...
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