Alberto Fernández regresó muy satisfecho de su gira
europea. Dice que los presidentes europeos lo acompañan en su negociación con
el Fondo. Trump le mandó un mensaje similar. ¿Se puede confiar en estos
personajes?
Ha culminado la primera gira presidencial por Europa,
buscando acompañamiento para las negociaciones con el Fondo Monetario
Internacional.
Alberto Fernández estuvo primero con Francisco en el
Vaticano y luego en Roma con el primer ministro Giuseppe Conte y el presidente
Sergio Mattarella. Luego en Alemania, con la canciller Angela Merkel.
Posteriormente se vio con Pedro Sánchez, jefe de gobierno español, y culminó su
periplo en París, con Emmanuel Macron.
En casi todas las entrevistas fue acompañado por el
canciller Felipe Solá y el ungido “Secretario de Asuntos Estratégicos” Gustavo
Béliz (el cargo fue una creación del macrismo para Fulvio Pompeo). También fue
sumado el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien participó el 5 de febrero
en una conferencia económica organizada por la Pontificia Academia de Ciencias
Sociales, donde compartió panel con Joseph Stiglitz y la directora gerente del
Fondo, Kristalina Georgieva. Allí también terció Francisco, con el principio
hoy típicamente fernandista: las deudas como principio válido deben ser
pagadas, pero no a costa del sufrimiento de los más débiles. Es una entelequia
porque en la práctica normalmente terminan resolviendo en detrimento de los
pueblos y a favor de los acreedores.
De otro modo no se explica la coincidencia en aquella
conferencia vaticana: “el capitalismo está en crisis”. La afirmación de
Stiglitz tuvo consenso general. Es así, está en crisis y la vienen pagando los
pueblos que no la generaron.
El balance general que hace el viajero de su incursión
europea es que resultó excelente. Destacó las declaraciones de sus
interlocutores en los cuatro países, además de Francisco, y las graficó con
dichos de Macron: “vamos a apoyar para que la Argentina salga de este tema” de
la deuda.
En su rueda de prensa en París, Alberto Fernández hizo
mención especial a su reciente viaje a Israel. “Para nosotros fue importante lo
de Israel. Pudimos hablar con las autoridades de Israel y con la oposición al
actual gobierno. Me parece que tuvo mucho sentido”. Esa reunión con Benjamín
Netanyahu fue muy criticada por tratarse de un Estado que viola los derechos
humanos y porque justo su gobernante había pactado con Donald Trump un plan que
profundiza los despojos y desgracias palestinas.
¿Esa gente es creíble?
No hay razón para un nacionalismo estrecho, de cuestionar
a los gobernantes ajenos y creer que los propios son muy buenos. Hay malos con
todas las camisetas.
Sí hay un consenso a nivel de mayorías de que Netanyahu
es de la peor calaña, un neonazi por la forma como trata a los palestinos y
agrede a sus vecinos iraníes, iraquíes, sirios y libaneses.
En un nivel mejor que ese, tampoco es que los líderes
europeos sean maravillosos. Si fueran excelentes no se explicaría cómo Macron
tiene desde el año pasado la protesta de los “chalecos amarillos” y una larga
serie de huelgas de gremios en contra de su reforma previsional, que lo
obligaron a un retroceso parcial en ese ajuste.
El mandatario francés apoyó a Christine Lagarde en su
misión nefasta en el board del Fondo. Culminada esa gestión la propuso para la
titularidad del Banco Central Europeo. Y Lagarde, para los desmemoriados, es la
co-responsable de nuestro endeudamiento junto con su enamorado Mauricio Macri.
Todos esos líderes con los que se entrevistó AF
estuvieron en noviembre de 2018 en la Cumbre del G-20 en Buenos Aires y
hablaron maravillas del gobierno de Macri y su ruinoso plan económico. ¿Por qué
lo hicieron? ¿Estaban mal informados? ¿O políticamente acordaban con el modelo
neoliberal y sus multinacionales estaban haciendo pingües negocios con el
gobierno de Cambiemos y los CEOs? Obvio, la segunda opción es la correcta.
Esos mandatarios ahora prometieron ayudar a Argentina en
su negociación. Pero debe quedar claro, además del interrogante si realmente lo
van a hacer, de que lo suyo no es beneficencia. Reclamaron beneficios para sus
empresas radicadas en Argentina. Fernández subrayó que en su encuentro con el
Primer Ministro Conte le aseguró que “las inversiones italianas serán
protegidas y preservadas” Pobres, como si Fiat, Techint y otras multinacionales
hubieran sufrido acá algún desmedro.
Otros que apretaron al visitante fueron los empresarios
alemanes y franceses. En las reuniones en Berlín estuvieron Volkswagen, Bayer,
Hamburg Sud, Siemens AG, Smart Infraestructure, Grupo Hydro, DB. Ingeniería y
Consultoría y Lindal Group. En el desayuno en París, acudieron los de Air
France-KLM, L`Oreal, Groupe Suez, Havas, Almston Transport, el Comité de
Fabricantes Franceses de Automóviles, Dasault, Michelin, Rothschild y Total.
En ambos casos las multinacionales reclamaron baja de
impuestos y facilidades para remesar a sus casas matrices las ganancias en
dólares desde Argentina.
Ya se manifestó la duda respecto a los gobernantes
europeos, basada en hechos. Ahora es el turno de preguntarse si son creíbles
Bayer-Monsanto tan contaminador, el grupo Suez que tuvo que ser apartado de la
concesión de Aguas Argentinas, la Fiat del macrista cristiano Rattazzi que
durante el gobierno de Cristina se llevó el mayor crédito subsidiado del
Bicentenario por 565 millones de pesos, la Volkswagen que le anunció a
Fernández una inversión de 800 millones de dólares, pero esa misma la había
hecho a Macri en noviembre de 2017 y abril de 2018, etc.
Merkel y Bayer-Monsanto no son creíbles. Macron y el
grupo Suez, tampoco. Conte y la Fiat de Rattazzi, ídem.
Y en eso llegó Donald
En esa recolección de residuos justificada para juntar
fuerza frente al FMI se anotó Donald Trump, quien el jueves recibió al
embajador argentino Jorge Arguello, hombre de la derecha peronista. Y tuvieron
una conversación muy cordial, según relató el diplomático. El recién salvado
del impeachment le dijo: “dígale al presidente Fernández que cuenta conmigo”,
para favorecer la negociación con el Fondo.
Esas palabras deben generar dudas en casi todo el mundo,
casi tantas como generaron las promesas de Netanyahu. También fue muy
preocupante la declaración de Arguello, cuando le explicó a Trump que el
presidente Fernández “busca lograr resultados económicos similares a los de la
gestión Trump, especialmente en términos de crecimiento y generación de
empleo”.
¡Mamma mía! ¿Fernández quiere aplicar un plan similar al
de Trump? O sea, reducir la atención médica a cargo del Estado, incrementar el
presupuesto militar, financiar a la contra venezolana y la gusanería cubana,
penalizar con aranceles al acero y aluminio de países como Argentina, aunque al
final a Solá le dijeron que nos sacan de la lista; gravar con sanciones por
centenares de miles de millones dólares a China, ¿invertir miles de millones en
un muro del apartheid con México?
Este desvarío de Arguello, hombre del entorno
pronorteamericano de Gustavo Béliz, quien suena como presidente del Banco
Interamericano de Desarrollo, hace pensar que Guillermo Moreno no estaba tan
loco cuando en 2017 decía que Trump es peronista y que le iba a enviar los
libros del general…
El caso del mandatario norteamericano ilustra incluso más
que el de sus colegas europeos la poca confianza que se puede tener en estos
apoyos. Es que el magnate fue el sostén político de Macri y su garante ante el
FMI para el exuberante y fugado crédito de 2018. ¿Ahora va a pedir ante el
organismo que acepte la suspensión de pagos de capital por cuatro años y la
reducción y reprogramación de los intereses de esa deuda argentina?
Uno no quiere sembrar escepticismo, pero la realidad
muestra qué clase de intereses defienden los antedichos. El gobernador de
Buenos Aires, Axel Kicillof, intentó en vano que los bonistas del BP21 (emitido
por Daniel Scioli en 2011) aceptaran postergar hasta mayo el capital de “sólo”
250 millones de dólares. No logró sumar el 75 por ciento de bonistas y optó por
pagar esa suma más 27 millones de intereses, ante la presión del fondo
Fidelity. Ahora Kicillof tiene un frente de tormenta con los docentes
provinciales: varios gremios le reclaman por la postergación de un pago
proporcional del aguinaldo.
Ahí, en pequeño, se avizora el panorama nacional, donde
los vencimientos no son como ese pequeño en Buenos Aires. Entre 2020 y 2023
vencen 178.000 millones de dólares de la deuda externa. En el mejor de los
casos, si en la negociación con el Fondo los Fernández tuvieran alguna
postergación o respiro, continuarán con el ajuste ya comenzado el 10 de diciembre
(que venía de antes y más brutal, con el gobierno fenecido). La obra pública
sigue parada, se achatan las jubilaciones, no se recupera la pérdida salarial
ni hay paritarias, se contiene el gasto público para cumplir de antemano con
Kristalina, etc.
Encima, el único de los políticos visitados en Europa que
siente cariño por Argentina y el peronismo es el Papa. Eso es lo bueno. Lo malo
es que su iglesia convocó a una misa de protesta en Luján el 8 de marzo para
rechazar el proyecto anunciado de ley de aborto. En la negociación de la deuda
el Papa se pone la bandera argentina, pero agita el pañuelo celeste contra las
mujeres.
ortizserg@gmail.com
Barometro Latinoamericano
07 de Marzo del 2020
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