Las habilidades de los algoritmos de inteligencia
artificial son ya tan competentes creando obras de arte que quizá hay que
empezar a plantearse a quién pertenecen esas obras y si deben estar protegidas
por 'copyright'.
StatsMonkey es un programa creado por investigadores del Laboratorio
de Inteligencia
Artificial de la Universidad de Nothwestern en el año 2009. Ya
entonces, era capaz de escribir crónicas deportivas como la del partido del 11
de octubre de 2009 entre los Angels de los Ángeles y los Red Socks de Boston en
la primera ronda del play-off de la American League.
Nadie hubiera sido capaz de sospechar que aquella crónica
no estaba escrita por un periodista humano. Sin embargo, StatsMonkey no dejaba
de ser un sistema rudimentario: Quill, un nuevo sistema
de inteligencia artificial (IA) concebido por los mismos
investigadores dos años más tarde, era capaz de redactar una noticia en 30
segundos. La compañía china Tencent lleva desde 2015 escribiendo información
sobre negocios y economía con una IA que es capaz de escribir una historia de
916 palabras en solo 60 segundos. Según Steven Levy, redactor de la
revista Wired, dentro de 15 años el 90% de
todos los artículos que leamos
en prensa estarán escritos por algoritmos.
En el ámbito de la literatura, una IA ha llegado a la
segunda fase del proceso de selección de un premio literario nacional, y Simon
Colton, profesor de informática creativa de la Universidad de Londres, ha
estado trabajando Writing
Fool, que escribe poemas de
forma bastante solvente.
Esto es solo el principio
Cada vez vamos a ser testigos de textos más complejos e
interesantes escritos por máquinas, sobre todo a raíz del desarrollo del aprendizaje
automático, a través del uso de redes neurales (que emplea los mismos
principios básicos del cerebro humano). Sunspring, por
ejemplo, es un corto cuyo guión ha sido escrito por una red neuronal.
Por ello, estamos empezando a asistir al proceloso asunto
de dilucidar a quién pertenecen todos estos textos concebidos por máquinas. Una
corte de Shenzhen, una ciudad
china que ha sido comparada a menudo con el Silicon Valley
californiano, ya ha determinado que "un trabajo generado por una IA está
cualificado para estar protegido por copyright" después de que
Tencent, creadora del autor del texto, Dreamwriter, denunciara a Shanghai
Yingxun Technology Company por copiar uno de sus artículos.
El texto era un informe de la bolsa de Shangai del
20 de agosto de 2018, pero, según el tribunal, "la forma de expresión del
artículo se ajusta a los requisitos del trabajo escrito y el contenido muestra
la selección, el análisis y el juicio de la información y los datos relevantes
del mercado de valores".
Esta sentencia ha generado un debate interesante.
El copyright es una herramienta para proteger los derechos de un
autor humano, no de una máquina. Sin embargo, no deja de ser cierto que los
algoritmos que usa la IA sí que han sido escritos por un programador humano.
¿Debe entenderse entonces que el autor es el programador y, por extensión, la
compañía que ha patentado el algoritmo? En tal caso, ¿debería protegerse
el copyright del algoritmo o también todo lo que produzca el mismo?
El debate dista de solucionarse con facilidad, y se irá
complicando más a medida que la solvencia de estos algoritmos a la hora de
concebir obras de arte aumente
exponencialmente. Un debate que, sorprendentemente, hubiera sido irrelevante
hace apenas una década. Se avecinan tiempos interesantes que remiten a esa
conversación que Will Smith mantiene con un robot en la
película Yo, robot: “¿Puede un robot escribir una sinfonía o convertir un
lienzo en una hermosa obra de arte?”. La máquina responde: "¿Lo puedes
hacer tú?"
Muy Interesante
06 de Marzo del 2020
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