martes, 22 de octubre de 2019

Mandela de Klerk y la situación venezolana- Por Eddie A. Ramírez S.




Tal día como hoy, martes 15 de octubre hace veintiséis años, de 1993, Nelson Mandela y Frederik De Klerk fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz por haber dejado atrás las confrontaciones del apartheid en Sudáfrica. ¿Por qué decidieron negociar personalidades con intereses tan diferentes y con seguidores radicales opuestos a cualquier acuerdo?


Ninguno de los dos era un angelito. De Klerk había sido ministro de varias carteras durante la época dura del apartheid, con graves violaciones a los derechos humanos. Mandela aprobó actos de sabotaje y durante años fue promotor de la lucha armada.
De Klerk contaba con el apoyo del ejército, de las leyes y de quienes las aplicaban, así como de la minoría blanca, la cual tenía el poder económico. 

Mandela contaba con el apoyo unánime de la población negra en cuanto a oponerse al apartheid, pero con importantes diferencias en cuanto a la estrategia de lucha. A medida que el mundo fue tomando conciencia de la injusticia del apartheid, los principales gobiernos sanciones al gobierno de la minoría blanca. Al respecto también surgieron diferencias porque algunos consideraron que las mismas perjudicaban a la población. Muy pocos de lado y lado consideraban que la negociación era una opción,

La desconfianza era mutua. La población negra resentía los atropellos de las fuerzas de seguridad y el maltrato que les daban los blancos. Estos conocían que los líderes negros propiciaban actos de terrorismo y que se preparaban para la lucha armada. De Klerk estaba convencido de la bondad de los llamados bantustanes, pequeños enclaves donde agruparon poblaciones de una misma tribu, concepto rechazado por la población mayoritaria.

Gradualmente ambas partes entendieron que ninguna de las dos podía imponerse sobre la otra. El primer paso lo dio De Klerk, venciendo la resistencia de los suyos, al estar convencido de que una pequeña minoría no puede imponerse indefinidamente. Posteriormente confesó que no fue una conversión súbita como la de Pablo de Tarso camino a Damasco, sino “un proceso lento, gradual y a veces penoso” y que en 1985 se percató de la necesidad de negociar. En 1990 eliminó la prohibición que pesaba sobre el partido Congreso Nacional Africano, principal partido de la oposición y abolió leyes que apoyaban el apartheid.

Por su parte Mandela reveló su gran calidad humana al cambiar de opinión y descartar la lucha armada en contra de la opinión de muchos de los suyos y entablar conversaciones tendentes a negociaciones posteriores. Tras veintisiete años preso, en 1994 fue electo presidente y designó a De Klerk como vicepresidente. Conocido fue su gesto de apoyar al equipo de rugby integrado por jugadores blancos que se tituló campeón mundial en 1995.
Maduro dista años-luz de ser un estadista como De Klerk, pero no puede ser tan cerril para no percatarse que la pequeña minoría que todavía lo apoya y las armas nos son suficientes para mantenerse en el poder. Además, algunos de su entorno deben entender que las sanciones internacionales y el rechazo general al régimen lo hacen inviable. Negociar es la mejor opción para los rojos.

 Quedarían fuera del poder, pero como el populismo no morirá hasta que se eleve considerablemente nuestra educación, tendrían la posibilidad de regresar como lo hizo Perón en el pasado y ahora Cristina.

El presidente (e) Guaidó no tiene el carisma, ni la trayectoria d
e Mandela, tampoco cuenta con un gran equipo, pero aglutina el porcentaje mayor de los demócratas. La ruta que trazó de fin de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres es la correcta y puede alcanzarse con una buena negociación. 

Desde luego que la misma no puede ser para que el régimen gane tiempo, ni para ceder en cuanto a principios y valores.

Aclaro que no es la opción que preferimos. Desearía que nuestros militares, en cumplimiento de la Constitución, le soliciten la renuncia y, caso de que no la acepte, que lo destituyan. Al respecto diferimos de algunos que temen que los militares se queden con el coroto. Tanto el 18 de octubre de 1945, como el 23 de enero de 1958 los militares derrocaron al gobierno y entregaron el poder a los civiles. Comulgo con que “hay que arrebatarles el poder”, pero como los militares no se manifiestan y la población no parece ganada para una huelga general indefinida con gente multitudinariamente en las calles indefinidamente, pareciera que no hay otra opción que negociar el fin de la usurpación.
Como (había) en botica:

Todos debemos defender la autonomía universitaria.
El informe mensual de la OPEP reporta que, según sus fuentes, Venezuela está produciendo 644.000 barriles de crudo por día. O sea 2.623.000 barriles por día menos que en el 2001.

Impedir que el presidente electo de Guatemala, señor Alejandro Giammatei, y el periodista Carlin entraran al país es otra torpeza del régimen.

Felicitaciones a Carlos Vecchio, embajador de Venezuela en los Estados Unidos, por el Premio Ronald Reagan otorgado por el partido Republicano.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!


 Digalo Ahi Digital


22 de Octubre del 2019

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