Una
muestra patente de las perversidades del estado que prefiere glorificar la
violencia antes que impulsar la inteligencia lo tenemos en el culto a la figura
de los militares de la guerra de independencia, tan malsano para cualquier
sociedad de este tiempo.
La
ignorancia en Venezuela no es un fenómeno exclusivo del socialismo del siglo
XXI, si bien es cierto que durante estos últimos 20 años el estado ha hecho
esfuerzos inmensos por afianzarla desde todos los frentes posibles, reformando
la ley de educación para que todos los bachilleres (o cuando menos la mayoría)
salgan leyendo poco más que nada, los profesores de todo nivel sean los
profesionales peor pagados del mundo y por tanto los más desmotivados en su
oficio que sumado a la pobreza generalizada los vuelve poco menos que zombis
ejecutores de contenidos escuálidos dirigidos a un publico estudiantil más
pendiente de la nada mediática que del conocimiento. El culto a los próceres es
una constante desde finales del siglo antepasado.
Una
muestra patente de las perversidades del estado que prefiere glorificar la
violencia antes que impulsar la inteligencia lo tenemos en el culto a la figura
de los militares de la guerra de independencia, tan malsano para cualquier
sociedad de este tiempo. Vale, tienen su merito, pero utilizarlos como única
bandera del nacionalismo es una groseria de marca mayor, más si tenemos en
cuenta que hay muchas mentes brillantes cuyo aporte al mundo está más allá de
las montañas de muertos que le costó al continente todo aquel sangriento siglo
XIX y que hoy día, a más de cien años de la última batalla campal dada en este
suelo, todavía la barbarie forme parte del ideario colectivo nacional, eso es
un daño inmenso que se le está haciendo a todo un país como este donde por
cierto nadie lee ni investiga más allá de lo que obligan las escuetas luces de
los programas oficiales.
El día
que todos sepan que el “ejercito republicano” que libró todas las batallas
durante los 20 años que duró aquel
conflicto tambien cometió tropelias, asesinatos, robos, violaciones, saqueos y
hasta el genocida decreto de guerra a muerte. Que los malos eran todos, que
quizás la diferencia a establecer entre un bando y otro sería decir que
hubo malos y peores, en ningun caso los
buenos existieron, tanto así que luego de haber sacado a los españoles la
guerra siguió hasta entrado el siglo XX por obra y gracia de los generales
inconformes que quisieron ganarse la presidencia a fuerza de balas, la barbarie
nunca cesó , solo se calmó gracias a la perfidia andina de un general que ganó
sus galones a fuerza de plomo y sangre, quien no pensó en delicadeces para
tratar a sus enemigos, sin embargo y a pesar de todo lo poco estudiado de aquel
hombre, este país comenzó su transito a la modernización, se pagó la deuda
externa y comenzó la fiebre del petroleo, era el tiempo en el que ser obrero no
era ninguna tragedia pues cualquiera que trabajase tenía su pan, su casa y su
futuro, allá los que pretendian vivir de las prebendas del erario nacional
quienes influenciados por la horda bolchevique dejaron el pellejo pegado en las
carceles del regimen.
Hoy a
casi cien años de aquellos años, la barbarie aún coexiste en el país, los
billetes siguen mostrando la faz de los proceres, las instituciones oficiales
siguen el espantoso culto fraticida a los asesinos legalizados del siglo XIX,
los intelectuales, cientificos, artistas, poetas, escritores, cientificos,
médicos además de tantas mentes brillantes merecedoras de homenaje que han
nacido en esta tierra no existen, al parecer los fusiles y el acero son la
medida de la intención del estado. No tengo nada personal en contra de los
militares, son males necesarios en este mundo, sin embargo, su mayor virtud que
es la de obedecer ciegamente a su lider y la cohesión de su institución es
tambien el germen de su perversión, el cancer que lo carcome pues los convierte
en intocables elites cuya existencia les asegura patente de corsos amparada en
la “obediencia debida” que los sujeta charreteras, fusiles, pistolas y sables a
esos otros monstruos que los comandan.
El día
que el conocimeinto, la civilidad, la cultura y la educación sean parte de los
iconos nacionales, cuando en los billetes de mayir denominación veamos a un
Romulo Gallegos, Jacinto Convit, Cruz Diez o Don Andrés Bello, en ese momento el
país comenzará a tener en cuenta otras cosas, matar es fácil, lo dificil es
pensar y aportar.
Profesor
Junio
2018
Sin duda es así..excelente artículo
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