sábado, 23 de junio de 2018

La perfidia del culto a los próceres - José Ramón Briceño


Una muestra patente de las perversidades del estado que prefiere glorificar la violencia antes que impulsar la inteligencia lo tenemos en el culto a la figura de los militares de la guerra de independencia, tan malsano para cualquier sociedad de este tiempo.


La ignorancia en Venezuela no es un fenómeno exclusivo del socialismo del siglo XXI, si bien es cierto que durante estos últimos 20 años el estado ha hecho esfuerzos inmensos por afianzarla desde todos los frentes posibles, reformando la ley de educación para que todos los bachilleres (o cuando menos la mayoría) salgan leyendo poco más que nada, los profesores de todo nivel sean los profesionales peor pagados del mundo y por tanto los más desmotivados en su oficio que sumado a la pobreza generalizada los vuelve poco menos que zombis ejecutores de contenidos escuálidos dirigidos a un publico estudiantil más pendiente de la nada mediática que del conocimiento. El culto a los próceres es una constante desde finales del siglo antepasado.

Una muestra patente de las perversidades del estado que prefiere glorificar la violencia antes que impulsar la inteligencia lo tenemos en el culto a la figura de los militares de la guerra de independencia, tan malsano para cualquier sociedad de este tiempo. Vale, tienen su merito, pero utilizarlos como única bandera del nacionalismo es una groseria de marca mayor, más si tenemos en cuenta que hay muchas mentes brillantes cuyo aporte al mundo está más allá de las montañas de muertos que le costó al continente todo aquel sangriento siglo XIX y que hoy día, a más de cien años de la última batalla campal dada en este suelo, todavía la barbarie forme parte del ideario colectivo nacional, eso es un daño inmenso que se le está haciendo a todo un país como este donde por cierto nadie lee ni investiga más allá de lo que obligan las escuetas luces de los programas oficiales.

El día que todos sepan que el “ejercito republicano” que libró todas las batallas durante los 20 años  que duró aquel conflicto tambien cometió tropelias, asesinatos, robos, violaciones, saqueos y hasta el genocida decreto de guerra a muerte. Que los malos eran todos, que quizás la diferencia a establecer entre un bando y otro sería decir que hubo  malos y peores, en ningun caso los buenos existieron, tanto así que luego de haber sacado a los españoles la guerra siguió hasta entrado el siglo XX por obra y gracia de los generales inconformes que quisieron ganarse la presidencia a fuerza de balas, la barbarie nunca cesó , solo se calmó gracias a la perfidia andina de un general que ganó sus galones a fuerza de plomo y sangre, quien no pensó en delicadeces para tratar a sus enemigos, sin embargo y a pesar de todo lo poco estudiado de aquel hombre, este país comenzó su transito a la modernización, se pagó la deuda externa y comenzó la fiebre del petroleo, era el tiempo en el que ser obrero no era ninguna tragedia pues cualquiera que trabajase tenía su pan, su casa y su futuro, allá los que pretendian vivir de las prebendas del erario nacional quienes influenciados por la horda bolchevique dejaron el pellejo pegado en las carceles del regimen.

Hoy a casi cien años de aquellos años, la barbarie aún coexiste en el país, los billetes siguen mostrando la faz de los proceres, las instituciones oficiales siguen el espantoso culto fraticida a los asesinos legalizados del siglo XIX, los intelectuales, cientificos, artistas, poetas, escritores, cientificos, médicos además de tantas mentes brillantes merecedoras de homenaje que han nacido en esta tierra no existen, al parecer los fusiles y el acero son la medida de la intención del estado. No tengo nada personal en contra de los militares, son males necesarios en este mundo, sin embargo, su mayor virtud que es la de obedecer ciegamente a su lider y la cohesión de su institución es tambien el germen de su perversión, el cancer que lo carcome pues los convierte en intocables elites cuya existencia les asegura patente de corsos amparada en la “obediencia debida” que los sujeta charreteras, fusiles, pistolas y sables a esos otros monstruos que los comandan.

El día que el conocimeinto, la civilidad, la cultura y la educación sean parte de los iconos nacionales, cuando en los billetes de mayir denominación veamos a un Romulo Gallegos, Jacinto Convit, Cruz Diez o Don Andrés Bello, en ese momento el país comenzará a tener en cuenta otras cosas, matar es fácil, lo dificil es pensar y aportar.

Profesor

Junio 2018

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