Casi sin excepción las
revoluciones produjeron hambrunas, y no hubo ninguna en países de economía
abierta y democrática. Por favor, no se diga que Suecia, Dinamarca y
Holanda son socialistas. Las imágenes de niños esqueléticos con moscas en
el rostro, es principal producto de las gestas antimperialistas africanas. Cuba
no la tuvo declarada, gracias al subsidio soviético y luego el venezolano, pero
sí desnutrición estructural que causó diversas enfermedades endémicas. En 1950,
a un año de la toma del poder, Mao-Tse-Tung inicia una reforma agraria positiva
aunque enturbiada por el rencor comunista que lo llevó al asesinato de un
millón de terratenientes.
En 1952 había mejorado el
nivel de vida de los campesinos y eso lo convirtió en una especie de dios para
ellos. No les faltaba de comer y podían entregar parte de la cosecha al Estado.
Pero a partir de 1953, influido por Stalin, temió la aparición de nuevos
terratenientes. Ordenó entonces que cada campesino compartiera la tierra con
cincuenta familias, e inicia su propia colectivización forzosa estilo
soviético. Pero cuando Stalin muere y Kruschev denuncia sus crímenes, Mao
recibe el rebote del cuestionamiento. Objetado por el partido y el gobierno,
buscó apoyo en las masas y lanzó la campaña de las cien
flores para estimular la libertad de crítica.
Pero el torcido trasfondo
era detectar adversarios para luego lanzarse sobre ellos en la ofensiva contra
la derecha, y otro millón de ciudadanos fueron perseguidos o murieron en campos
de concentración. En 1958 Mao se propone un supuesto plan de modernización
acelerada. Esa escalofriante, siniestra experiencia, uno de los momentos más
terribles de la historia humana, se llamó el Gran salto hacia adelante.
El periodista Jang Jisheng escribióLápida uno de los primeros
trabajos sistemáticos sobre el tema, hoy olvidado.
Comunas originarias
El Gran salto
hacia adelante comienza con la recluta de cien millones de
campesinos para trabajos forzados en infraestructura, realizada por una
organización de cuadros del partido. Su primera
locura fue desatar una cacería masiva de gorriones porque se comían las
cosechas. Pero al diezmarlos, proliferaron las plagas de insectos que los
pajaritos controlaban, con el colapso de los sembradíos: la primera hambruna
revolucionaria. Se ordenó a los cuadros, jefes incuestionables
del proceso, dividir el país en comunas y se propuso la nueva genialidad:
convertir los famélicos campesinos en productores de acero.
En tal demencia se forzaron
a producir cien millones de toneladas en tres años. Altos hornos rústicos de
barro funcionaban día y noche y en ellos trabajaban hasta la muerte los pobres
aldeanos para producir la basura concebida por la mente enferma de Mao. Había
que fundir todo lo metálico que hubiera en la aldea, pero al final el resultado
fue de pésima calidad y sin valor de mercado. Y en el centro de aquella
pirámide de horror estaba la organización de cuadros, que distribuía
a su voluntad los alimentos, como parece inspirar aun hoy a los
revolucionarios.
Formada por activistas del
Partido Comunista, dirigían la microtiranía totalitaria las comunas, decidían
la distribución de los pocos alimentos, y eran dueños de la vida y la muerte.
Abolida la propiedad privada, las comunas se tornaron ni más ni menos en
centros de esclavitud familiar, ya que los niños iban a guarderías y la
paternidad era “colectiva”. Hacían vivir separados hombres y mujeres, regulaban
las relaciones sexuales y quienes las mantenían “ilegalmente” recibían
castigos. Nadie tenía derecho a cocinar, había que comer en las cocina de la
comuna y quien no ganaba aprobación diaria de los cuadros, no comía.
Toma mi corazón
Las cosechas se vinieron
abajo, en 1958 hubo escasez de alimentos que en 1959 se hizo desastrosa. La
gente comía raíces, barro, hojas, gusanos, insectos. Los grupos débiles,
mujeres en estado, niños, ancianos morían bajo la consigna: el que no
trabaja no come. Los cuadros extorsionaban sexualmente a las
mujeres. Un documento del Comité Central del PCCH citado en Lápida revela
que Mao en la reunión 25 marzo 1959 creía conveniente la muerte de los que no
tenían para alimentarse. Los muertos se pudrían en las calles porque los
familiares no guardaban fuerzas para enterrarlos, pero las despensas de los
cuadros del partido estaban repletas.
Poblaciones enteras
acampaban cerca de los graneros e imploraban comida, pero las ciudades
devolvían a los campesinos y exigían una cadena de permisos para viajar.
Proliferó el canibalismo. El autor refiere la historia de una madre que antes
de morir pidió a su hija que se la comiera, y el testimonio de un cuadro arrepentido
que contó como utilizaban los cadáveres de abono. El castigo por robar comida
era enterrar vivo al culpable. Khrushchev en el décimo aniversario de la
Revolución China imploró inútilmente a Mao no repetir los errores del
stalinismo.
Liu Sao Chi, presidente de
China, atormentado por las informaciones, le pidió rectificar (le dijo: “tú y
yo somos responsables de la hambruna y el canibalismo y debemos cambiar el
rumbo”) pero terminó en una cárcel donde murió. El Gran
salto adelante se acabó en 1962. Arrastró 650 millones chinos a un
infierno y de ellos 45 millones murieron en la gran hambruna de Mao, por lo que
tiene el récord de ser el más grande genocida de todos los tiempos. Luego
vendrá la Revolución cultural.
@CarlosRaulHer
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