“Abajo, a la izquierda, el de la manito” comenzó siendo
una instrucción electoral y se fue convirtiendo en un slogan de la oposición.
Frase surgida para contrarrestar un fraude pre-electoral avalado por el CNE al
introducir en el tarjetón una sigla con candidatos maduristas, casi copia de el
de la MUD y puesta a su lado con el objetivo de confundir al elector.
El de “abajo, a la izquierda, el de la manito” ganó
inapelablemente unas elecciones a las que el gobierno, sin que nadie lo hubiera
pedido, otorgó un carácter plebiscitario. Las elecciones fueron efectivamente
un plebiscito informal. Por lo tanto sus resultados solo pueden ser
interpretados como un NO rotundo al régimen. Maduro lo quiso así.
Unos dirán con cierta razón que el 6D fue una rebelión
popular institucionalmente organizada. Otros, con la cabeza más caliente,
gritarán revolución, revolución. El gobierno, o lo que de él quedará, argüirá
que ha perdido una batalla pero no la guerra. Lo que nadie podrá negar es que
el 6D marcará un hito decisivo en el largo proceso que lleva a la derrota final
del chavismo.
El de “abajo, a la izquierda, el de la manito” es el
símbolo de la unidad representada por la MUD. En
Venezuela ha vencido la Unidad. Esa debería ser la premisa de todo
análisis. Cualquier intento por desconocer el papel histórico que corresponde a
la MUD deberá ser rechazado de inmediato.
No faltarán quienes intentando minimizar el rol de la
Unidad sostendrán la tesis de que el vencedor en Venezuela no fue la MUD sino
el “voto castigo”. Pero el tan mentado “voto castigo” no puede ser aplicado a
las elecciones que tuvieron lugar el 6D.
Todo voto comporta un castigo y un premio. Se castiga a
quien no se vota y se premia a quien se vota. El “voto castigo” es el voto en
blanco o el voto nulo, o simplemente el no-voto: la abstención. Nada de eso se
dio en Venezuela el 6D. La mayoría indiscutida y aplastante la obtuvo la MUD.
Fue un reconocimiento popular a la unidad políticamente organizada.
Tampoco faltarán quienes sostendrán que el triunfo
obtenido no es de la MUD sino de las movilizaciones populares que confluyeron
electoralmente a votar por la MUD. Es decir, la MUD habría vencido porque
simplemente “estaba ahí”.
Vamos a suponer que esa tesis es correcta. Si la
gente votó por la MUD a falta de otra alternativa hay que convenir entonces en
que fue obra de la MUD el haber catalizado a toda la unidad política sin dar
lugar a otra alternativa. “Estar ahí” fue su mérito. Hay otros gobiernos
autocráticos, menos represivos que el venezolano, que han logrado mantenerse en
el tiempo porque en sus países no ha surgido nada parecido a la MUD.
Más todavía: la Unidad no debe su triunfo a nadie más
sino a sus electores. A diferencias de Argentina, donde el triunfo de Macri fue
posible como consecuencia de una fractura al interior del peronismo, es decir,
gracias al aparecimiento del peronismo disidente de Massa, el PSUV se presentó
a las elecciones del 6D sin divisiones internas.
La MUD, a diferencia del Cambiemos de Macri, no ganó las
elecciones con votos prestados. Esa es la razón por la cual se puede afirmar
que la Unidad, a pesar de sus errores, a pesar de sus líneas divisorias, a
pesar de deficiencias, y otras taras más, es una de las fuerzas de oposición
más grandes que existe en América Latina.
La MUD es antes que nada una coalición electoral. Por lo
mismo encierra diferencias. Más allá de un amplio predominio democrático y
social, conviven en su interior posiciones de la izquierda clásica, centristas,
liberales, hasta llegar a una delgada capa de derecha contagiada con la lógica
polarizada del chavismo. Existen, además, diferencias entre las toldas que
siguen sus respectivas clientelas. Por si fuera poco, la MUD está atravesada
por fuertes liderazgos que atraviesan partidos y programas: El de Leopoldo
López, predominantemente juvenil y urbano. El democrático-popular que encabeza
Henrique Capriles. A ellos se sumarán probablemente los ímpetus regionalistas
del zuliano Manuel Rosales.
En síntesis, la MUD corresponde con la naturaleza
política de Venezuela: pluralista, variopinta, multicultural y social. Todo lo
contrario al chavismo, organizado de acuerdo a una estructura militar donde no
se discute, donde apenas se piensa, donde se obedece y se acata. La Venezuela
uniformada fue la utopía del presidente muerto y de sus sucesores. Esa utopía
ha sido enterrada por la pluralidad de la MUD.
La MUD surgió como resultado de un largo proceso. Nacida
de grandes derrotas, de "carmonazos", de fracasados paros petroleros,
en un ambiente pesimista signado por confusiones, realizó sus primeras
gestas electorales el año 2006 alrededor de la figura de Manuel Rosales,
siguiendo la inspiración política de Teodoro Petkoff. El 2007 logró su primer
éxito electoral al oponerse a la nueva constitución propiciada por Chávez. Ese
triunfo demostró que “Sí: se puede; sí: se puede”
En cierto sentido la candidatura de Rosales, pese a su
derrota, legó al país un organismo electoral competitivo que, aunque con
continuos reveses, supo mantener una línea ascendente.
En gran medida, el triunfo que estuvo a punto de alcanzar
Capriles en su inolvidable gesta electoral del 2013 fue la
continuación del “nuevo comienzo” del 2006, pero a la vez su confirmación.
El hecho de que Capriles no hubiera llamado a la
inmolación colectiva para defender su victoria (aún no comprobada) debe ser
evaluado desde una perspectiva histórica. Si Capriles hubiera actuado
siguiendo los impulsos de los más radicales, con toda probabilidad este 6D que
con tanta alegría celebran hoy los venezolanos, nunca habría existido. Los
liderazgos se ponen a prueba solo cuando los líderes están dispuestos a
sacrificar su propia popularidad en aras del camino que consideran correcto.
Imposible no recordar a los artífices de la MUD. Ya
mencionamos a Teodoro. Injusto sería no nombrar a Ramón Guillermo Aveledo,
verdadero ingeniero de la MUD. El hombre que supo sobreponerse a los arteros
ataques (no solo del oficialismo). El político que entendió la máxima de Max
Weber: “Hacer política significa trabajar sobre duras maderas”. Su ejemplo ha sido
seguido por Borges, Ramos Allup, el joven Guevara y tantos otros que entienden
la política como una profesión donde lo que importa es el día a día y cuyo
ejercicio suele ser a veces gris e ingrato.
No por último hay que mencionar a Jesús “Chúo” Torrealba,
el líder unitario, el que supo mediar entre posiciones antagónicas, el que
nunca renunció al dialogo y al compromiso, pero también el que imprimió a la
Unidad ese sesgo populista-democrático sin el cual no es posible ganar ninguna
elección.
No es el momento para enrostrar faltas a nadie. Quien se
mete en política debe estar preparado para equivocarse. Por ejemplo, para
muchos, las acciones que llevaron a La Salida del 2013 eran inconducentes. Aún
quienes estaban de acuerdo con el propósito de López para imprimir una mayor
dinámica a una oposición, resignada después de la derrota en las municipales,
lo criticaron por el hecho de haber actuado de modo unilateral desconociendo la
perspectiva que ofrecían las elecciones parlamentarias. Lo mismo ocurrió con su
extemporáneo llamado a una Constituyente y, por cierto, por haberse sumado a
una “transición” que no mencionaba a las elecciones que se avecinaban. No
obstante, la calidad de un político no se mide por la cantidad de errores que
comete, sino por su capacidad para corregirlos. La huelga de hambre que llevó a
cabo López desde su prisión, destinada a apurar una fecha electoral que el
gobierno no quería entregar, lo integró de pleno a la lucha unitaria. Así es la
política; los errores se corrigen no con golpes en el pecho sino actuando sobre
la marcha.
Del mismo modo hay que señalar que el dialogo llevado a
cabo por parte de la oposición con Maduro, siguiendo las indicaciones del Papa,
si no fue errado (una política sin dialogo no es política) debió haber estado
condicionado a la liberación de los presos políticos. El mismo Maduro, sin
embargo, resolvió el problema. Presionado tal vez por corrientes internas
encabezadas por Diosdado Cabello, no dio lugar a la continuación del diálogo.
Eso no significa que en algún momento no deberá hacerlo. Si hasta las FARC se
rindieron a través de un diálogo, nada indica que en Venezuela hay que
excluirlo para siempre. Solo las bestias no dialogan.
Hay hechos que con el pasar del tiempo tienden a
olvidarse. Tarea historiográfica será recordarlos. Uno de esos fue el de las
elecciones que tuvieron lugar en San Diego y San Cristobal en el 2014. En esos
comicios, dos mujeres, representantes de sus maridos en prisión, Rosa
Brandomicio de Scarano y Patricia Gutierrez de Ceballos, lograron sendos
triunfos. (87% y 69%) Ellas demostraron que la movilización popular y las
elecciones democráticas no son situaciones contrapuestas. Todo lo contrario:
Una movilización popular sin perspectiva electoral está destinada a estrellarse
en contra de la represión. Elecciones sin movilización popular van al fracaso.
Hubo algunos que en ese momento pensamos que todo un país podría llegar a
convertirse en un gigantesco San Diego y San Cristóbal; y así lo escribimos. Y
así sucedió.
Un especial reconocimiento requiere el rol jugado por
tres mujeres: Lilian Tintori de López, otra vez Patricia Gutiérrez de Ceballo y
Mitzy Capriles de Ledezma. Recorriendo el mundo lograron que diversos gobiernos
fijaran su atención en Venezuela. En gran parte la solidaridad que provino de
Europa, principalmente de España, hay que debérselo al activismo incansable que
ellas demostraron. Con ellas en las portadas de los principales diarios del
mundo, terminó el aislamiento internacional de los demócratas venezolanos.
El triunfo del 6D tiene un gran significado político.
Sólo por acceder como mayoría al Parlamento, la Unidad ha cambiado la
composición orgánica del Estado. Desde ese momento, Maduro comparte su poder
instrumental, basado en el dinero y en las armas, con el poder del pueblo
expresado en la Asamblea Nacional. Por esa misma razón la AN deberá convertirse
en el centro de gravitación política de la nación. Desde el Parlamento puede
llegar a ser construida una nueva hegemonía nacional. ¿Logrará la Unidad ponerse
a la altura de tareas tan inmensas? No conocemos la respuesta.
De ahora en adelante la unidad no será solo electoral. Ya
llegará el tiempo en que los distintos partidos de la MUD harán uso de su
legítimo derecho a dividirse. Por el momento será muy importante actuar lo más
unitariamente posible. Eso no significa por cierto eludir las discusiones. Pero
después que estas hayan tenido lugar, será imperioso que todos sus partidos
sigan los caminos tomados por la dirigencia colegiada. No hay otra alternativa.
La democracia no se puede permitir más el lujo de tolerar actividades por
cuenta propia y liderazgos destemplados. Probablemente Chúo tendrá que hacer un
rayado en la cancha. El tema es existencial: se
está o no se está.
En todo caso, no hay mejor vía para forjar la unidad que
emprender tareas comunes. En ese sentido, más allá de cual va a ser la
alternativa que deberá ser tomada frente a Maduro y Cabello, tres de esas
tareas son impostergables.
La primera es la liberación inmediata de todos los presos
políticos. En democracia no debe haber presos políticos, fue el dictamen del ex
presidente costarricense Oscar Arias. Efectivamente, nadie puede ser enviado a
prisión por el delito de disentir y actuar en disidencia.
La segunda deberá ser la liberación de la Justicia con
respecto al Ejecutivo. El proceder de los tribunales judiciales en Venezuela ya
es un escándalo internacional. No hay crimen más grande en contra de la
ciudadanía de un país que negar a una parte de la población el elemental
derecho a ser defendida y juzgada por tribunales competentes.
La tercera es la re-profesionalización de las fuerzas
armadas. Por un lado las FAN deberán ser devueltas al lugar al que pertenecen:
el de la defensa de la soberanía nacional. Por otro, será necesario entregar a
ellas el monopolio sobre las armas como ocurre en todos los países civilizados.
Ese función no puede ser más compartida con organismos paralelos como las
“milicias revolucionarias” o los grupos de choque para-militares creados por la
fantasía infantil de Chávez. Tarea profesional de las FAN será desarmarlos y
disolverlos. De la misma manera, los servicios de seguridad nacional, en muchos
casos ocupados por cubanos, tendrán que ser reestructurados. Y los cubanos
enviados a sus casas. Sus familias los esperan con ansiedad.
¿Y las tareas económicas? Son las más importantes y a la
vez las más difíciles. Después del desastre creado por Maduro y su guerra
económica (en el hecho, una guerra declarada a la economía) no habrá soluciones
a corto plazo. Un nuevo “modelo” no se adquiere como en una zapatería. El país
está definitivamente desmantelado. No obstante, a diferencia de lo que piensan
marxistas y neo-liberales, la política no está siempre determinada por la
economía. En determinadas situaciones sucede exactamente al revés.
La creación de un ambiente político estable puede hacer
posible que muchos inversionistas internos y externos intenten invertir en
Venezuela. En ese sentido los inversionistas no se diferencian de otros
miembros del género humano. Para realizar nuestros trabajos con cierta
eficiencia, requerimos de un mínimo de orden institucional y reglas
transparentes. Sin esas condiciones nada funciona en esta vida.
El tiempo de la locura irá quedando atrás. Los jóvenes
venezolanos de mañana solo lo recordarán como una pesadilla que les contaron
sus padres y abuelos.
@FernandoMiresOl
PS. Felicitaciones a las encuestadoras. Al lado de las
argentinas que no apuntan a una ni por casualidad, las venezolanas quedaron
como reinas.
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